Zacarías 11 & su cumplimiento en Ieshúa
Respondiendo a las objeciones más comunes en contra del cumplimiento de Zacarías 11 en Ieshúa
Visión del profeta Zacarías:
| "Y les dije: Si os parece bien, dad mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta monedas de plata. Y me dijo el Eterno: ¡Arrójalo! ¡Para el Alfarero! ¡Hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta monedas de plata, y las arrojé en la casa del Eterno para el Alfarero." (Zacarías 11.12-13)
El Eterno dice al pueblo judío comparado a un rebaño, pesen y entreguen mi salario si les parece bien que no siga siendo vuestro pastor. Y pesaron por el Eterno el miserable precio de treinta monedas de plata, la indemnización a pagar por la muerte de un siervo por una bestia. Y fueron entregadas a Judas el traidor, quien buscaba como entregarle para que fuera asesinado. Entonces el Eterno ordenó al profeta que lo representaba en la visión que arrojara las treinta monedas de plata en el templo para el Alfarero: “¡Arrójalo! ¡Para el alfarero!” porque así como en la visión ellos apreciaron al Eterno por treinta monedas de plata, así será hecho cuando venga a suceder: asignarán sobre mí el precio de treinta monedas de plata por haberlos pastoreado, que serán entregadas a Judás quien me traicionará: “Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.” (Mt 26.15), y éste por remordimiento las arrojará en el templo: "Y Judas arrojó las monedas de plata en el templo" (Mt 27.5), y el destino final de las treinta monedas de plata será el alfarero: "Y los principales sacerdotes, tomando las monedas de plata...compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros." (Mt 27:6-7).
Que Ieshúa fue vendido a tal precio, no puede ser negado: Judas estuvo de acuerdo con los sacerdotes en entregarlo en sus manos, que, después de hacerlo, recibió el salario con el cual valoraron a Ieshúa, pero Judas sintiendo remordimiento por la condena de Ieshúa les devolvió el dinero, pero ellos viendo que no era lícito colocar este dinero en el tesoro, porque era el precio de sangre, compraron el campo del alfarero con ello, para sepultura de los extranjeros, todo lo cual fue exactamente de acuerdo a las profecías de las Escrituras, que para Mateo, habiendo dado la narración histórica de estas cosas, observa y escribe a modo de explicación (Mt 27.9-10) lo que fue dicho por el profeta: "Así se cumplió lo dicho por el profeta, cuando dijo que tomaron las treinta monedas de plata, el precio del apreciado, un precio puesto por los hijos de Israel, y que las dieron para el campo del alfarero, "como me ordenó el Eterno".
■ Puede tal vez que alguien se oponga a la aplicación de esta profecía a la traición de Ieshúa por Judas, que, suponiendo que el Mesías es aquí la intención, el dinero se dice que se ha entregado en sus manos, y no en manos de quien iba a traicionarlo: "Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo." A lo que respondo que las palabras הָב֥וּ שְׂכָרִ֖י no deben traducirse "dadme mi salario", sino "dad mi salario", es decir, dad lo que piensan a bien valorar en mano del que me traicionará, y en consecuencia así lo hicieron: "Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata", que es la misma suma que los príncipes de los sacerdotes dieron a Judas valorando a Ieshúa, y que Judas recibió según Mt 26.15.
■ Una vez más, puede que alguien se oponga al factor que las monedas de plata fueron arrojadas en el templo para el tesoro y no para el alfarero, a lo que respondo: El hebreo הִשְׁלִיךְ, significa tirar, arrojar, desechar, algunas veces con la idea de desprecio implicada en la palabra (comparar Jer 22.19, Jer 52.3, y Eze 20.8). El verbo “arrojar” como la expresión despectiva utilizada en relación con la suma pagada, demuestra inequívocamente que las palabras "Arrójalo al Alfarero" denotan el desprecio, rechazo y despojamiento real del dinero. Y esto por sí solo es suficiente para demostrar que la idea que הַיֹּוצֵֽר significa el tesoro del templo, y que יֹּוצֵֽר es una forma secundaria o un error de un copista para אוֹצָר, es simplemente una tentativa equivocada para resolver la dificultad. Ni siquiera se da un buen sentido, o más bien no se da ningún sentido en absoluto. Porque, ¿cómo podrían el tesoro del templo introducirse en este sentido? Hubiera hecho honor de las treinta monedas de plata al colocarlas en el tesoro. Ganancias deshonorables no estaban permitidas para ser colocadas en el tesoro del templo (Dt 23.18; Mt 27.6; Talmud Bavli, Sanedrín 112). Por otra parte la raíz אצר (tesoro) nunca se usa de forma intercambiable con יצר (alfarero). Hay más de cuarenta pasajes en los que se produce esta palabra יצר, y siempre significa un creador de imágenes o alfarero. Se utiliza con frecuencia peculiar en este sentido en Jeremías 18 y Jeremías 19, y también en Zac 12.1. Tampoco, la expresión “arrojar” se armoniza con esta representación. Es evidente que denota una acción de desprecio, y no habría sido nada despectivo en depositar el dinero en el tesoro del templo. Lo que es arrojado en disgusto no se puede colocar en el tesoro del templo. Por lo tanto, la lectura correcta y legítima de este texto es y sigue siendo הַיֹּוצֵֽר (Alfarero).
■ Puede que alguien se oponga diciendo que las monedas no fueron entregadas para la compra del Campo del Alfarero sino para el Alfarero, a lo que respondo: La objeción, que después אל (“arrójalas en la casa del Eterno (אל) al Alfarero”) esperamos encontrar una cosa y no una persona, no aplica porque "el alfarero" es lo mismo que decir, “a la casa del alfarero” o “lugar de habitación del alfarero”. La conversión "al alfarero" se utiliza aquí precisamente en el mismo sentido que “arrojar a los topos y murciélagos”, a saber, a su lugar de habitación (Is 2.20). Debemos suponer, por lo tanto, que fue arrojado en primer lugar en el templo y luego llevado al alfarero, y esto está claramente indicado por el uso de אֶל antes חַיּוֹצֵר -- "hacia el alfarero", "al alfarero" o "para el alfarero", en otras palabras, "para ser llevado de allí (el templo) al alfarero.” Las palabras corresponden exactamente con la escena, que las "treinta monedas de plata" fueron arrojadas, y que su destino final era el alfarero, cuyo campo fue comprado con ellas. Además, el profeta lo que indica es que el destino final de las treinta monedas de plata será para el alfarero, cuyo campo fue comprado con ellas. Mt escribe a modo de explicación "para el campo del alfarero", y puede estar correctamente traducido, "para", ya que la partícula אל se utiliza de esta manera algunas veces, es decir, que se dará al Alfarero para la compra.
■ Puede que alguien se oponga diciendo que en la profecía las treinta monedas de plata fueron entregadas por el pobre rebaño, los justos del rebaño, y no por todo el rebaño, a lo que respondo: La expresión אֲלֵיהֶם (Y les dije “a ellos” Zac 11.12), en lo que se refiere a la construcción gramatical, puede dirigirse a los miserables y pobres entre el rebaño, en la medida en que se mencionaron de último (Zac 11.11), pero cuando se tiene en cuenta que el pastor comenzó a alimentar no sólo los pobres de las ovejas, sino que a todo el rebaño, nos vemos obligados a entender que las palabras están dirigidas a todo el rebaño, y que la demanda del salario solamente tiene como objetivo facilitar al rebaño una oportunidad para explicar si está dispuesto a reconocer su alimentación por el Pastor, y apreciarlo con razón.
■ Puede que alguien se oponga al cumplimiento de esta profecía, diciendo que lo redactado en Zacarías 11 precede al exilio de Babilonia, a lo que respondo: Los tres primeros versículos, que sirven como preludio, describen la ruina de toda la tierra santa, la nación judía y la destrucción del segundo templo sagrado por los enemigos de Israel. Esto se reconoce por el factor que el profeta describe la destrucción de Lebanon, que abre sus puertas y el fuego devora sus cedros. (v. 1), porque el templo con toda propiedad era llamado “Lebanon”, no solo porque sus cedros con los que fue construido fueron traídos de allí (1R 5.5; 1R 5.6; 1R 6; 2Sam 5.11; Esr 3.7; Is 14.8; Josefo, Guerra de los Judíos, v. 5.2), y sus piedras (1R 5.14; 1R 5.18), sino porque Lebanon era lo más majestuoso de toda su vecindad, y así también el templo era lo más glorioso de todos los objetos en Jerusalén. La construcción que aplica es la que se refiere al segundo templo. Y tal es la interpretación rabínica más antigua que se tiene de este texto.
| R. Iojanán ben Zakái los reprendió, diciendo: Hekal (Templo), Hekal (Templo), ¿por qué te espantas? Conozco que serás destruido, porque Zejariá ben Ido ya ha profetizado sobre ti, "Abre tus puertas, Oh Lebanon, para que el fuego devore tus cedros". (Talmud Bavli., Iomá 39b).
Es obvio, por lo tanto, que por la naturaleza de las predicciones contenidas en este capítulo de Zacarías 11, éstas apuntan a un momento posterior a la erección del segundo templo. Y esta predicción se cumplió cuando los judíos cayeron en manos del imperio romano, y más tarde fueron literalmente eliminados de su tierra en el año 70 d.C., cuando Tito destruyó Jerusalén. Luego, el profeta, habiendo dado una descripción ilustrativa y pictórica en los versos 11.1-3 de juicio infligido sobre la nación de Israel, procede a la manera en que este resultado será traído.
■ Puede que alguien se oponga diciendo que en la profecía el profeta no representa a Dios, sino que actúa por su propia cuenta y persona, a lo que respondo: Se sabe que el profeta no está actuando con su propia cuenta y persona, sino que representa a otro, que hace las cosas en v. 8, 12 y 13, profeta, que además, nunca estuvo presente durante la destrucción del segundo templo descrito en el v. 1, ¿Pero a quién representa? Se entiende que representa a Dios porque en el v. 10 él es identificado con Dios, en la medida que aquí la persona que rompe el cayado es el profeta, pero la persona que ha hecho el pacto con las naciones es Dios: “Tomé luego mi cayado “benevolencia” y lo rompí, para deshacer el pacto que había concertado con todos los pueblos.” (v. 10).
■ Puede tal vez que alguien se oponga a la aplicación de esta profecía a la traición de Ieshúa por Judas, que, suponiendo que el Mesías es aquí la intención, fue Judas quien arrojó las treinta monedas de plata, y no el Mesías, y que en un caso, las treinta monedas de plata se dieron como salario despreciando el buen servicio del pastor, y en el segundo caso, se paga como traición y precio de la sangre de un hombre, a lo que respondo: En cuanto nos remontamos a la idea de la profecía, el pago del salario en el anuncio profético es simplemente la forma simbólica en que la nación manifestó su ingratitud por el amor y la fidelidad mostrada hacia ellos por el pastor, y la señal de que ya no lo tendrán como su pastor, y por lo tanto una seña de la más negra ingratitud y dureza de corazón a cambio del amor mostrado por el pastor. La misma ingratitud y la misma dureza de corazón se manifestó en la resolución de los representantes de la nación judía, los sumos sacerdotes y los ancianos, para poner a Ieshúa a muerte, y para hacerlo prisionero sobornando al traidor. El pago de treinta monedas de plata para el traidor fue de hecho el salario con el que la nación judía valoró y pagó a Ieshúa, y no a Judas, por lo que había hecho por la salvación de Israel. Y la suma despreciable que pagaron al traidor era una expresión del profundo desprecio que sentían por Ieshúa. En adición, según Ex 21.32, treinta monedas de plata era la indemnización a pagar por la muerte de un siervo mediante una bestia. Este pasaje sugiere la idea de que ellos tienen la intención de quitarle la vida al Pastor (un hecho que sale a luz aún más claramente en el cap. 12.10 y 13.7 de Zacarías), y hacen uso de esta oportunidad para ofrecer este insulto. Mediante el pago de treinta siclos dan a entender que no calculan su servicio más que el trabajo de un esclavo comprado. Al ofrecer este tipo de salario fue, de hecho, "más ofensivo que una negación" (Hengstenberg). Por tanto, Dios describe el salario irónicamente como "¡espléndido valor con el que me han apreciado!"
■ De nuevo, puede que alguien se oponga a la cita de Mt, considerando diferente de las palabras del profeta, pues mientras se dice en el profeta, "tomé las treinta monedas", y "las arrojé", etc., Mt dice, "tomaron las treinta monedas", etc., y "dieron", etc. Sin embargo, es de notar que Mt no cita al profeta textualmente, sino que escribe a modo de explicación, y por los plurales, aplicamos el uso hebreo y arameo, según el cual la tercera persona indefinida, que a su vez toma el lugar del pasivo, se expresa por el plural de la tercera persona.
■ Y puede que alguien se oponga diciendo que en la aplicación de esta profecía por Mt, él cita al profeta Jeremías y no al profeta Zacarías. A lo que respondo: Agustín de Hipona menciona que en su tiempo algunos manuscritos griegos omitían el nombre de Ἰερεμίου (Jeremías). También se omite en el MS. 33, 157; en el siríaco, que es el más antiguo de todas las versiones de manuscritos. El MS. Griego 22, lee Ζαχαρίου (Zacarías), como también lo hace la versión siríaca Philoxenia en el margen y el MS árabe citado por Bengel. Orígenes y Eusebio, estaban a favor de esta lectura. Ahora bien, ya que no aparecía en varios manuscritos la lectura del nombre de algún profeta, creo que lo más probable fue que Mateo en realidad no insertó el nombre de algún profeta, sino simplemente escribió en su original evangelio hebreo ביד הנביא, "por el Profeta", al igual que en Mt 1.22, Mt 2.5,15, Mt 13.35, Mt 21.4, Mt 27.35; y que su traductor griego, confundiendo la letra ד (Dalet) en ביד con la letra ר (Resh), porque son extremadamente parecidas, leyó ביר, que él considera que es una contracción para בירמיהו (por Jeremías), ya que יר es la abreviación común entre los judíos para Irmiáhu (Jeremías) y el prefijo ב significa "por". Y por eso leyendo ביר הנביא (por el profeta Jeremías) en lugar de ביד הנביא (por el profeta), tradujo δια Ἱερεμίου του προφήτου ("por el profeta Jeremías"). Esta lectura de haber sido encontrada en los primeros manuscritos griegos representó su propagación universal en todos los demás manuscritos griegos que les siguieron.
| "Y les dije: Si os parece bien, dad mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta monedas de plata. Y me dijo el Eterno: ¡Arrójalo! ¡Para el Alfarero! ¡Hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta monedas de plata, y las arrojé en la casa del Eterno para el Alfarero." (Zacarías 11.12-13)
El Eterno dice al pueblo judío comparado a un rebaño, pesen y entreguen mi salario si les parece bien que no siga siendo vuestro pastor. Y pesaron por el Eterno el miserable precio de treinta monedas de plata, la indemnización a pagar por la muerte de un siervo por una bestia. Y fueron entregadas a Judas el traidor, quien buscaba como entregarle para que fuera asesinado. Entonces el Eterno ordenó al profeta que lo representaba en la visión que arrojara las treinta monedas de plata en el templo para el Alfarero: “¡Arrójalo! ¡Para el alfarero!” porque así como en la visión ellos apreciaron al Eterno por treinta monedas de plata, así será hecho cuando venga a suceder: asignarán sobre mí el precio de treinta monedas de plata por haberlos pastoreado, que serán entregadas a Judás quien me traicionará: “Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.” (Mt 26.15), y éste por remordimiento las arrojará en el templo: "Y Judas arrojó las monedas de plata en el templo" (Mt 27.5), y el destino final de las treinta monedas de plata será el alfarero: "Y los principales sacerdotes, tomando las monedas de plata...compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros." (Mt 27:6-7).
Que Ieshúa fue vendido a tal precio, no puede ser negado: Judas estuvo de acuerdo con los sacerdotes en entregarlo en sus manos, que, después de hacerlo, recibió el salario con el cual valoraron a Ieshúa, pero Judas sintiendo remordimiento por la condena de Ieshúa les devolvió el dinero, pero ellos viendo que no era lícito colocar este dinero en el tesoro, porque era el precio de sangre, compraron el campo del alfarero con ello, para sepultura de los extranjeros, todo lo cual fue exactamente de acuerdo a las profecías de las Escrituras, que para Mateo, habiendo dado la narración histórica de estas cosas, observa y escribe a modo de explicación (Mt 27.9-10) lo que fue dicho por el profeta: "Así se cumplió lo dicho por el profeta, cuando dijo que tomaron las treinta monedas de plata, el precio del apreciado, un precio puesto por los hijos de Israel, y que las dieron para el campo del alfarero, "como me ordenó el Eterno".
■ Puede tal vez que alguien se oponga a la aplicación de esta profecía a la traición de Ieshúa por Judas, que, suponiendo que el Mesías es aquí la intención, el dinero se dice que se ha entregado en sus manos, y no en manos de quien iba a traicionarlo: "Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo." A lo que respondo que las palabras הָב֥וּ שְׂכָרִ֖י no deben traducirse "dadme mi salario", sino "dad mi salario", es decir, dad lo que piensan a bien valorar en mano del que me traicionará, y en consecuencia así lo hicieron: "Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata", que es la misma suma que los príncipes de los sacerdotes dieron a Judas valorando a Ieshúa, y que Judas recibió según Mt 26.15.
■ Una vez más, puede que alguien se oponga al factor que las monedas de plata fueron arrojadas en el templo para el tesoro y no para el alfarero, a lo que respondo: El hebreo הִשְׁלִיךְ, significa tirar, arrojar, desechar, algunas veces con la idea de desprecio implicada en la palabra (comparar Jer 22.19, Jer 52.3, y Eze 20.8). El verbo “arrojar” como la expresión despectiva utilizada en relación con la suma pagada, demuestra inequívocamente que las palabras "Arrójalo al Alfarero" denotan el desprecio, rechazo y despojamiento real del dinero. Y esto por sí solo es suficiente para demostrar que la idea que הַיֹּוצֵֽר significa el tesoro del templo, y que יֹּוצֵֽר es una forma secundaria o un error de un copista para אוֹצָר, es simplemente una tentativa equivocada para resolver la dificultad. Ni siquiera se da un buen sentido, o más bien no se da ningún sentido en absoluto. Porque, ¿cómo podrían el tesoro del templo introducirse en este sentido? Hubiera hecho honor de las treinta monedas de plata al colocarlas en el tesoro. Ganancias deshonorables no estaban permitidas para ser colocadas en el tesoro del templo (Dt 23.18; Mt 27.6; Talmud Bavli, Sanedrín 112). Por otra parte la raíz אצר (tesoro) nunca se usa de forma intercambiable con יצר (alfarero). Hay más de cuarenta pasajes en los que se produce esta palabra יצר, y siempre significa un creador de imágenes o alfarero. Se utiliza con frecuencia peculiar en este sentido en Jeremías 18 y Jeremías 19, y también en Zac 12.1. Tampoco, la expresión “arrojar” se armoniza con esta representación. Es evidente que denota una acción de desprecio, y no habría sido nada despectivo en depositar el dinero en el tesoro del templo. Lo que es arrojado en disgusto no se puede colocar en el tesoro del templo. Por lo tanto, la lectura correcta y legítima de este texto es y sigue siendo הַיֹּוצֵֽר (Alfarero).
■ Puede que alguien se oponga diciendo que las monedas no fueron entregadas para la compra del Campo del Alfarero sino para el Alfarero, a lo que respondo: La objeción, que después אל (“arrójalas en la casa del Eterno (אל) al Alfarero”) esperamos encontrar una cosa y no una persona, no aplica porque "el alfarero" es lo mismo que decir, “a la casa del alfarero” o “lugar de habitación del alfarero”. La conversión "al alfarero" se utiliza aquí precisamente en el mismo sentido que “arrojar a los topos y murciélagos”, a saber, a su lugar de habitación (Is 2.20). Debemos suponer, por lo tanto, que fue arrojado en primer lugar en el templo y luego llevado al alfarero, y esto está claramente indicado por el uso de אֶל antes חַיּוֹצֵר -- "hacia el alfarero", "al alfarero" o "para el alfarero", en otras palabras, "para ser llevado de allí (el templo) al alfarero.” Las palabras corresponden exactamente con la escena, que las "treinta monedas de plata" fueron arrojadas, y que su destino final era el alfarero, cuyo campo fue comprado con ellas. Además, el profeta lo que indica es que el destino final de las treinta monedas de plata será para el alfarero, cuyo campo fue comprado con ellas. Mt escribe a modo de explicación "para el campo del alfarero", y puede estar correctamente traducido, "para", ya que la partícula אל se utiliza de esta manera algunas veces, es decir, que se dará al Alfarero para la compra.
■ Puede que alguien se oponga diciendo que en la profecía las treinta monedas de plata fueron entregadas por el pobre rebaño, los justos del rebaño, y no por todo el rebaño, a lo que respondo: La expresión אֲלֵיהֶם (Y les dije “a ellos” Zac 11.12), en lo que se refiere a la construcción gramatical, puede dirigirse a los miserables y pobres entre el rebaño, en la medida en que se mencionaron de último (Zac 11.11), pero cuando se tiene en cuenta que el pastor comenzó a alimentar no sólo los pobres de las ovejas, sino que a todo el rebaño, nos vemos obligados a entender que las palabras están dirigidas a todo el rebaño, y que la demanda del salario solamente tiene como objetivo facilitar al rebaño una oportunidad para explicar si está dispuesto a reconocer su alimentación por el Pastor, y apreciarlo con razón.
■ Puede que alguien se oponga al cumplimiento de esta profecía, diciendo que lo redactado en Zacarías 11 precede al exilio de Babilonia, a lo que respondo: Los tres primeros versículos, que sirven como preludio, describen la ruina de toda la tierra santa, la nación judía y la destrucción del segundo templo sagrado por los enemigos de Israel. Esto se reconoce por el factor que el profeta describe la destrucción de Lebanon, que abre sus puertas y el fuego devora sus cedros. (v. 1), porque el templo con toda propiedad era llamado “Lebanon”, no solo porque sus cedros con los que fue construido fueron traídos de allí (1R 5.5; 1R 5.6; 1R 6; 2Sam 5.11; Esr 3.7; Is 14.8; Josefo, Guerra de los Judíos, v. 5.2), y sus piedras (1R 5.14; 1R 5.18), sino porque Lebanon era lo más majestuoso de toda su vecindad, y así también el templo era lo más glorioso de todos los objetos en Jerusalén. La construcción que aplica es la que se refiere al segundo templo. Y tal es la interpretación rabínica más antigua que se tiene de este texto.
| R. Iojanán ben Zakái los reprendió, diciendo: Hekal (Templo), Hekal (Templo), ¿por qué te espantas? Conozco que serás destruido, porque Zejariá ben Ido ya ha profetizado sobre ti, "Abre tus puertas, Oh Lebanon, para que el fuego devore tus cedros". (Talmud Bavli., Iomá 39b).
Es obvio, por lo tanto, que por la naturaleza de las predicciones contenidas en este capítulo de Zacarías 11, éstas apuntan a un momento posterior a la erección del segundo templo. Y esta predicción se cumplió cuando los judíos cayeron en manos del imperio romano, y más tarde fueron literalmente eliminados de su tierra en el año 70 d.C., cuando Tito destruyó Jerusalén. Luego, el profeta, habiendo dado una descripción ilustrativa y pictórica en los versos 11.1-3 de juicio infligido sobre la nación de Israel, procede a la manera en que este resultado será traído.
■ Puede que alguien se oponga diciendo que en la profecía el profeta no representa a Dios, sino que actúa por su propia cuenta y persona, a lo que respondo: Se sabe que el profeta no está actuando con su propia cuenta y persona, sino que representa a otro, que hace las cosas en v. 8, 12 y 13, profeta, que además, nunca estuvo presente durante la destrucción del segundo templo descrito en el v. 1, ¿Pero a quién representa? Se entiende que representa a Dios porque en el v. 10 él es identificado con Dios, en la medida que aquí la persona que rompe el cayado es el profeta, pero la persona que ha hecho el pacto con las naciones es Dios: “Tomé luego mi cayado “benevolencia” y lo rompí, para deshacer el pacto que había concertado con todos los pueblos.” (v. 10).
■ Puede tal vez que alguien se oponga a la aplicación de esta profecía a la traición de Ieshúa por Judas, que, suponiendo que el Mesías es aquí la intención, fue Judas quien arrojó las treinta monedas de plata, y no el Mesías, y que en un caso, las treinta monedas de plata se dieron como salario despreciando el buen servicio del pastor, y en el segundo caso, se paga como traición y precio de la sangre de un hombre, a lo que respondo: En cuanto nos remontamos a la idea de la profecía, el pago del salario en el anuncio profético es simplemente la forma simbólica en que la nación manifestó su ingratitud por el amor y la fidelidad mostrada hacia ellos por el pastor, y la señal de que ya no lo tendrán como su pastor, y por lo tanto una seña de la más negra ingratitud y dureza de corazón a cambio del amor mostrado por el pastor. La misma ingratitud y la misma dureza de corazón se manifestó en la resolución de los representantes de la nación judía, los sumos sacerdotes y los ancianos, para poner a Ieshúa a muerte, y para hacerlo prisionero sobornando al traidor. El pago de treinta monedas de plata para el traidor fue de hecho el salario con el que la nación judía valoró y pagó a Ieshúa, y no a Judas, por lo que había hecho por la salvación de Israel. Y la suma despreciable que pagaron al traidor era una expresión del profundo desprecio que sentían por Ieshúa. En adición, según Ex 21.32, treinta monedas de plata era la indemnización a pagar por la muerte de un siervo mediante una bestia. Este pasaje sugiere la idea de que ellos tienen la intención de quitarle la vida al Pastor (un hecho que sale a luz aún más claramente en el cap. 12.10 y 13.7 de Zacarías), y hacen uso de esta oportunidad para ofrecer este insulto. Mediante el pago de treinta siclos dan a entender que no calculan su servicio más que el trabajo de un esclavo comprado. Al ofrecer este tipo de salario fue, de hecho, "más ofensivo que una negación" (Hengstenberg). Por tanto, Dios describe el salario irónicamente como "¡espléndido valor con el que me han apreciado!"
■ De nuevo, puede que alguien se oponga a la cita de Mt, considerando diferente de las palabras del profeta, pues mientras se dice en el profeta, "tomé las treinta monedas", y "las arrojé", etc., Mt dice, "tomaron las treinta monedas", etc., y "dieron", etc. Sin embargo, es de notar que Mt no cita al profeta textualmente, sino que escribe a modo de explicación, y por los plurales, aplicamos el uso hebreo y arameo, según el cual la tercera persona indefinida, que a su vez toma el lugar del pasivo, se expresa por el plural de la tercera persona.
■ Y puede que alguien se oponga diciendo que en la aplicación de esta profecía por Mt, él cita al profeta Jeremías y no al profeta Zacarías. A lo que respondo: Agustín de Hipona menciona que en su tiempo algunos manuscritos griegos omitían el nombre de Ἰερεμίου (Jeremías). También se omite en el MS. 33, 157; en el siríaco, que es el más antiguo de todas las versiones de manuscritos. El MS. Griego 22, lee Ζαχαρίου (Zacarías), como también lo hace la versión siríaca Philoxenia en el margen y el MS árabe citado por Bengel. Orígenes y Eusebio, estaban a favor de esta lectura. Ahora bien, ya que no aparecía en varios manuscritos la lectura del nombre de algún profeta, creo que lo más probable fue que Mateo en realidad no insertó el nombre de algún profeta, sino simplemente escribió en su original evangelio hebreo ביד הנביא, "por el Profeta", al igual que en Mt 1.22, Mt 2.5,15, Mt 13.35, Mt 21.4, Mt 27.35; y que su traductor griego, confundiendo la letra ד (Dalet) en ביד con la letra ר (Resh), porque son extremadamente parecidas, leyó ביר, que él considera que es una contracción para בירמיהו (por Jeremías), ya que יר es la abreviación común entre los judíos para Irmiáhu (Jeremías) y el prefijo ב significa "por". Y por eso leyendo ביר הנביא (por el profeta Jeremías) en lugar de ביד הנביא (por el profeta), tradujo δια Ἱερεμίου του προφήτου ("por el profeta Jeremías"). Esta lectura de haber sido encontrada en los primeros manuscritos griegos representó su propagación universal en todos los demás manuscritos griegos que les siguieron.