פרשת ויחי
Iehudá el León
Iehudá - Bereshit 49.8-9
Iehudá, tus hermanos te alabarán; tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti. León jóven, Iehudá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará?
Iehudá, el cuarto hijo, fue el primero en recibir una bendición suculenta y pura, la bendición de la supremacía y el poder. El nombre de Iehudá significa alabado, y en el libro de Bereshit (29:35) se asocia con la raíz yadá (יָדָה) en el estado Hifil, que se traduce alabar o agradecer. Pero también se entiende como 'uno que confiesa'; uno que reconoce al Creador infinito, que reconoce que todo proviene de su mano, y da alabanza y agradecimiento por su misericordia y bondad. Iaaqov exhibió el futuro de la tribu de Iehudá, figurándolo como el hijo preeminente - la tribu preeminente. Esta es una promesa de liderazgo, y de estabilidad tribal. En el verso 8, Iehudá es descrito como un guerrero victorioso. Él que regresa a casa de la batalla para ser bienvenido con gritos de elogio de parte de sus hermanos.
Los gritos de elogio indican que el liderazgo y la supremacía de Iehudá se enfatizarían por sus victorias sobre los enemigos de Israel y por su dominio sobre sus hermanos. Las victorias del ejército de David pueden sumarse a esto.[1] De los 51 versos que comprende II Samuel 22, los versos 38-41 hablan marcadamente sobre el éxito y el triunfo de David, y por ende de Iehudá.
Perseguiré a mis enemigos, y los destruiré, y no volveré hasta acabarlos. Los consumiré y los heriré, de modo que no se levanten; caerán debajo de mis pies. Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; has humillado a mis enemigos debajo de mí, y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, para que yo destruyese a los que me aborrecen. (2 Samuel 22:38-41)
El dominio de Iehudá sobre sus hermanos también es revelado simultáneamente por otros factores. Cinco características recalcan su supremacía:
· Iehudá fue el primero en población. Cuando Dios ordenó hacer censo de todos los varones, de veinte años para arriba, de los que podían ir a la batalla, Iehudá encabezó la lista con setenta y cuatro mil seiscientos (Números 1:27, 2:4). Cuarenta años después la nueva generación es sometida a otro censo y Iehudá encabeza la lista con setenta y cuatro mil quinientos varones disponibles (Números 2:4).
· Iehudá fue el primero en el orden de la marcha. A Iehudá le fue dado el primer lugar o la cabecera y conducía la marcha de Israel (Números 2:3-4, 10:13-14).
· Iehudá fue el primero en luchar por la Tierra santa (Jueces 1:1-2). Iehoshúa había muerto. Los hijos de Israel consultaron al Eterno: "¿Quién de nosotros, dijeron, subirá primero a atacar a los cananeos?" El Eterno respondió: "Iehudá será quien subirá, pues he puesto la tierra en sus manos" (Jueces 1:1-2).
· La tribu de Iehudá fue la primera en ejercer juicio sobre el pueblo. Seguido de la muerte de Iehoshúa, Israel se encuentra disciplinado por el pecado mediante Cushán-rishataim, rey de Mesopotamia, por ocho años. Al final del período clamaron a Dios por rescate. Dios responde levantando a Otniel ben Kenaz de la tribu de Iehudá, para guiar a la nación a la libertad. Entonces el espíritu del Eterno vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a la batalla, y el Eterno entregó en su mano a Cushán-rishataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cushán-rishataim (Jueces 3:7-10).
· Iehudá fue el primero, y único, en tener la realeza y el derecho del reino permanentemente residiendo en su tribu. El primer rey de Israel fue Shaúl de la tribu de Biniamin. Sin embargo, fue reemplazado por el rey David de Iehudá. Después de esa sucesión, fue instituido el incondicional, eterno pacto que el Creador infinito hizo con David. En dicho pacto, el Creador infinito promete a David el trono eterno, y el reino y la dinastía por siempre.[2] El cumplimiento de este pacto se encuentra en el Mashíaj, el Rey, quien garantiza la permanencia del trono, el reino y la dinastía de David.
La naturaleza de esta profecía concerniente al Mashíaj, es reiterada en un comentario en el verso 8 de Génesis 49, hallado en el Midrásh Rabá.
Iehudá, tú serás el elogio de tus hermanos... los hijos de tu padre se postrarán delante de ti. Iehudá es jóven león, etc. (Génesis xlix, 8 f.). La tribu de Iehudá - los sabios y grandes entre ellos - poseían una tradición de nuestro padre Iaaqov sobre todo lo que sobrevendría a la tribu hasta los días del Mashíaj. Cada una de las tribus similarmente poseían tradiciones de su padre Iaaqov, de lo que les sucedería hasta los días del Mashíaj... ¿Cómo sabemos lo mismo del Rey, el Mashíaj? Porque está escrito, "Dominará de mar en mar, y desde el río hasta los confines de la tierra" (Salmo 72, 8).[3] ¿Cómo sabemos que él tendrá dominio en la tierra? Porque está escrito, Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán (Salmo 72, 11),[4] y también dice, Y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre... Y le fue dado dominio... para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoren,[5] su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que jamás será destruido. (Daniel vii, 14); Y la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra (Daniel ii, 35)... Las naciones trajeron presentes a Shelomó y lo harán en la era venidera para que similarmente traigan presentes al Rey, el Mashíaj; como es de leerse, "Los reyes de Sheva y Seva ofrecerán presentes" (Salmo 72, 10).[6] (Midrash Rabá, Bamidbar xiiii, 14.)
La idea de un guerrero repleto de victoria se extiende a través de la imagen de Iehudá como un león en el verso 9 de Génesis 49.
Iaaqov compara a Iehudá con un león joven, es decir, un león en crecimiento y desarrollo. En el momento de recibir la bendición, Iehudá era un cachorro. Con el tiempo Iehudá pasaría a ser un león, es decir, el rey de la nación y ancestro de "la tribu del león". Iaaqov rápidamente asciende a la visión de la tribu en la gloria de su fuerza, y lo describe como un león el cual, después de apoderarse de su presa, asciende a las montañas (Cantar de Cantares 4.8), y permanece allí en majestad y serenidad, nadie atreviéndose a molestarlo, de modo que Iaaqov en la visión le dice, "De la presa te elevaste", la presa aparte de entenderse en alusión a sus enemigos, puede también interpretarse en alusión a su hermano Ioséf ("José"), porque él fue vendido por Iehudá, y según el Séfer Ha-Iashar (54.25), Iehudá fue quien manchó la túnica de Ioséf en sangre y se la entregó a su padre Iaaqov, por eso la presa es Ioséf, quien es figura del Mashíaj, porque del Mashíaj está escrito en cuanto a su muerte en el madero, "La asamblea de malvados me ha cercado, como un león a mis manos y mis pies" (Salmo xxii, 17, 16 versión cristiana),[7] el significado de esto es, que la asamblea de malvados cerca al Mashíaj como leones alrededor de él, listos para el ataque, acorralándolo haciendo imposible para sus manos el poder defenderse, y haciendo imposible el escape para sus pies. La asamblea de malvados se refiere al sanedrín del pueblo de Israel; los sacerdotes y ancianos, quienes se convocaron para consultar la muerte de nuestro Señor Ieshúa,[8] enviándolo a clavamiento sobre madero, y de esta manera, el león cercaba al Mashíaj, haciendo de su escape un acto imposible.
A pesar de esto, Iehudá poseía un carácter que crecía en fortaleza tras el transcurrir de los años. Este crecimiento en el carácter personal y en la integridad moral le permitió dominar la imperfección en su personalidad. Por eso, tiempo después, él se ofrece a sí mismo a Ioséf como garantía de la seguridad de Biniamin, ofreciéndose a sí mismo como esclavo en lugar de su hermano menor, Biniamin (Génesis 43; 44).
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[1] Véase el Salmo 18.
[2] 2 Samuel 11-16; 1 Crónicas 17.10-14.
[3] Este texto es aplicado al Mashíaj por varios comentaristas judíos, véase, Raya Mejimna en el Zohar, Éxodo fol. 49. 4; Baal Haturim en Números fol. 178. 4; Najman Disput. cum fratre Paulo, pg. 41.
[4] Los comentaristas judíos dicen que en el mundo venidero, o en la era del Mashíaj, los miembros de las naciones serán prosélitos voluntariamente, véase el Talmud Bavli, Avodá Zara, fol. 24. 1.
[5] A quien le es dado el dominio, gloria, reino, etc, es al Mashíaj, incluso esta es la interpretación de los judíos registrada en el Talmud Bavli, Sanedrin 96b-97a, 98a. Franz Delitzsch comenta en éste texto que Peláj (פְּלַח, adorar; "...naciones y lenguas lo adoren..."), es usado en arameo solamente para referirse al acto de rendir culto y homenaje a Dios (ejemplos: Daniel 7:27; 3:12-13; 3:17, Esdras 7:19; 7:24).
[6] Véase comentario de Mateo 2.1; 2.11.
[7] Véase la interpretación judía de este texto aludiendo al Mashíaj en Pesiqta, Yalkut, par. 2. fol. 56. 4. El texto no puede traducirse como "han taladrado mis manos y mis pies", porque los pies del Mashíaj no fueron clavados, de lo contrario el clavo hubiera quebrado el hueso de sus pies, lo cual no podía suceder, porque estaba profetizado que ningún hueso suyo sería quebrado (Salmo 34:21, 20 versión cristiana; Juan 19:36). Sin embargo, místicamente podría decirse que el texto puede también aludir al clavamiento en sus manos, cuando las garras del león clavaron sus manos atacando con violencia sus pies.
[8] Véase Mateo 26:57.