Parashát Shemot
Tres Señales de Moshé en el Mashíaj
Moshé temía que quizás los egipcios triunfaran en acabar con los hijos de Israel. Por lo tanto, Dios le mostró a Moshé una zarza ardiendo en fuego que no se consumía. Dios le dijo: De la manera como la zarza ardiendo en fuego no se consume, así los egipcios no podrán acabar con los hijos de Israel. (Midrash Raba en Éxodo 3)
En la zarza ardiendo, cuando Dios encomienda a Moshé con la misión de sacar a los hijos de Israel de Egipto, le da tres señales para que los hijos de Israel crean que Moshé era su enviado:
1) La vara se convierte en culebra.
2) La mano se vuelve leprosa.
3) El agua se convierte en sangre.
Estas tres señales fueron dadas originalmente a los hijos de Israel para que ellos creyeran que Moshé era elegido de Dios. Como está escrito "Esto es para que crean que IHVH, el Dios de tus padres, Dios de Avraham, Dios de Itzjaq y Dios de Iaacov se te ha aparecido" (Shemot 4.5).
Una serie de tradiciones han surgido acerca de la venida del Mashíaj, dentro de estas se escribieron pensamientos acerca de qué hará el Mashíaj, y que dirá, y varios textos de la Torá fueron estudiados y aplicados a la venida del Mashíaj, pero en la cima de todas las tradiciones y leyendas había una premisa fundamental: el Mashíaj se asemejará a Moshé en casi toda forma imaginable. Que "el ultimo redentor [el Mashíaj] sería como el primer redentor [Moshé]" era un axioma bastante común dentro de los judíos.[1]
La primera señal
La vara se convierte en culebra. En el Séfer Bamidbar (Nm. 21:4-9), los hijos de Israel encontrándose en el desierto, fueron picados por serpientes. Dios da la solución al problema, que pertenecía en colgar a una culebra de bronce en el asta (lit. con el artículo "el" asta) en el desierto, para que la gente al verla fuera sanada de las picaduras.
Miles de años después Ieshúa se identifica así mismo como la representación de la serpiente de bronce levantada por Moshé en el desierto en paralelismo cuando él estuviera muriendo por los pecados de la humanidad en el Gólgota (Jn. 3:14).
Puede ser difícil entender esto cuando Ieshúa se identifica a sí mismo con un animal que es considerado inmundo, e ícono de la maldad y raíz de la maldición, por eso se arrastra sobre su pecho (Génesis 3:14). Pero haciendo un análisis más cuidadoso por el cual Ieshúa dijo que la serpiente de bronce era una representación de él mismo cuando él estuviera colgado en el madero, debe de entenderse que era necesario poder ver a Ieshúa como aquel que no conoció pecado y se hizo pecado por nosotros (II Carta a la Comunidad en Corintio / Corintios 5.21), como aquel que es la fuente de la bendición y se hizo maldición por nosotros (Carta a la Comunidad en Galicia / Gálatas. 3:13).
El asta en la que la serpiente de bronce era colgada, y que es una representación vivida del sacrificio del Mashíaj, se ilustra en paralelo con la vara de Moshé convirtiéndose en serpiente.
Esta vara era un instrumento para guiar, y para corregir, y un pastor hace uso de ella. Si esta vara es figura del Mashíaj, es casi inevitable poder observar que la vara de Moshé lanzada a tierra, para convertirla en culebra, y para que luego sea restaurada a su estado original a la diestra de Moshé, es una ilustración alegórica y simbólica de la persona del Mashíaj; su venida, muerte en donde cargó con la maldición de los hombres, resurrección y ascensión a los cielos donde se sienta a la diestra de Dios (Tehilim 110.1).
La segunda señal
La mano de Moshé convirtiéndose en una mano leprosa.
Cuando la Guemará del Talmúd en el tratado Sanedrín 98b pregunta sobre el Mashíaj: "¿Cuál es su nombre?", responde: "el leproso". La razón que da el Talmúd es porque sobre el Mashíaj está escrito: "Él mismo cargó con nuestras enfermedades y llevó nuestros dolores" (Isaías 53:4).
También el templo es identificado como "leproso".
Sobre Levítico 13:45: "y el leproso que posea la afección" dice el Midrash Eijá Rabá Pitjata 21, traído en el Ialkut Shimoní Vaiqrá dice: "y el leproso- este es el sagrado templo".
En el IV Evangelio (libro de Juan 2.19) Ieshúa se identifica a sí mismo como el verdadero templo de Dios.
Que la carne de la mano de Moshé al ser metida en su pecho, se convertía en una mano leprosa y enferma, para luego ser restaurada al meter la mano de nuevo en su pecho, es una imagen bastante clara que ilustra con bastante claridad la vida, muerte y resurrección del Mashíaj, el cual cargando con nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores (Isaías 53:4), el cual entregando su cuerpo y carne para ser despezada y triturada por nuestros pecados e iniquidades, luego fue restaurada para darnos vida si somos fieles a él.
La tercera señal
Moshé convierte el agua en sangre.
Esta es bastante interesante.
Moshé tenía que tomar un contenedor llenarlo de agua del río (heb. lit. con el artículo "el" río), sacar el agua del contenedor derramándola sobre la tierra, y mientras caía en tierra el agua se convertía en sangre.
El agua salida del contenedor y derramada sobre la tierra se convertía en sangre como una pre-demostración de la persona del Mashíaj y su sufrimiento.
Está escrito sobre el sacrificio del Mashíaj: "He sido derramado como aguas." (Tehilim 22:14 [15 versión judía]) Y también: “Y he aquí que uno de los soldados le abrió el costado a Ieshúa con una lanza, y al instante salió sangre y agua." (Jn. 19:34).
Esta es la señal que Dios le dice a Moshé que tenía que mostrarle al pueblo para que creyeran en él.
Moshé, sin duda alguna es una representación de Ieshúa (Deu. 18:15). Así mismo, como estas señales sirvieron para que el pueblo de Israel identificara a Moshé como el elegido de Dios, estas mismas señales son halladas en el verdadero y único Redentor y Mashíaj: Ieshúa de Natzrát.
El Midrásh Rabá señala que "Como el primer redentor [Moshé], así será el segundo redentor [el Mashíaj]." (Midrash Kohelet, fol. 63. 2)
Así como Moshé convirtió las aguas en sangre como principio de las maravillas en el orden de las plagas, del mismo modo, cuando viniera el Mashíaj, él convertiría las aguas en vino [que es la representación de la sangre] como primer milagro obrado.
Nótese que está registrado en el libro escrito por el Discípulo Amado (Jn. 2:1-11), que Ieshúa como principio de milagros lo que hizo fue convertir las aguas en vino, que es la representación de la sangre.
Que el Mashíaj que vino y convirtió el agua en vino, venga y nos convierta de maldad a justicia (Un himno en arameo).
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[1] Kohelet Rabá 1:28, Rut Rabá 5:6.