Vaetjanán
Y supliqué — וָאֶתְחַנַּן
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TORÁ: Génesis 1:1-6:8
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HAFTARÁ: Isaías 42:5-43:10
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KÉTE"R: Juan 1:1-18
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TEHILÍM: Salmos 1-29
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Resumen de la Parashá
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1:1 Al principio creó Dios los ciclos y la tierra. 2 La tierra estaba confusa y vacía, y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas.
Obra de Distinción (3-10).
3 Dijo Dios: “Haya luz,” y hubo luz. 4 y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas; 5 y a la luz llamó día y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero. 6 Dijo luego Dios: “Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”; y así fue. 7 E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas, las aguas que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. 8 Llamó Dios al firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, día segundo. 9 Dijo luego: “Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca lo seco.” Así se hizo, 10 y se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios ser bueno.
Creación de las Plantas (11-13).
11 Dijo luego: “Haga brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla y árboles frutales, cada uno con su fruto según su especie y con su simiente, sobre la tierra.” Y así fue. 12 Y produjo la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales, con su semilla cada uno. Vio Dios ser bueno; 13 y hubo tarde y mañana, día tercero.
Creación de los Astros: Cuarto Día (14-19).
14 Dijo luego Dios: “Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche y servir de señales a estaciones, días y años; 15 y luzcan en el firmamento de los cielos, para alumbrar la tierra.” Y así fue. 16 Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche, y las estrellas; 17 y los puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra, 18 y presidir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios ser bueno, 19 y hubo tarde y mañana, día cuarto.
Día Quinto: Creación de los Animales, del Agua y del Aire (20-23).
20 Dijo luego Dios: “Hiervan de animales las aguas y vuelen sobre la tierra las aves bajo el firmamento de los cielos.” Y así fue.21 Y creó Dios los grandes monstruos del agua y todos los animales que bullen en ella, según su especie, y todas las aves aladas, según su especie. Y vio Dios ser bueno, 22 y los bendijo diciendo: “Procread y multiplicaos, y henchid las aguas del mar, y multiplíquense sobre la tierra las aves.” 23 Y hubo tarde y mañana, día quinto.
Sexto Día: Creación de los Animales Terrestres (24-25).
24 Dijo luego Dios: “Brote la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles, bestias de la tierra según su especie.” Y así fue.25 Hizo Dios todas las bestias de la tierra según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios ser bueno.
Sexto Día: Formación del Hombre (26-31).
26 Díjose entonces Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre las bestias de la tierra, y sobre cuantos animales se mueven sobre ella.” 27 Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, y los creó macho y hembra; 28 y los bendijo Dios, diciéndoles: “Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados, y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra.” 29 Dijo también Dios: “Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz dé la tierra, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento. 30 También a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todos los vivientes que sobre la tierra están y se mueven, les doy por comida cuanto de verde hierba la tierra produce.” Y así fue. 31 Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho, y hubo tarde y mañana, día sexto.
Conclusión de la Obra de la Creación (1-4).
2:1 Así fueron acabados los cielos, y la tierra, y todo su cortejo. 2 Y, rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el día séptimo de cuanto hiciera; 3 y bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho. 4 Este es el origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados.
Formación del Hombre (4-7).
4b Al tiempo de hacer Yahvé Elohim los cielos y la tierra, 5 no había aún arbusto alguno en el campo, ni germinaba la tierra hierbas, por no haber todavía llovido Yahvé Elohim sobre la tierra ni haber todavía hombre que la labrase, 6 y sacase agua de la tierra para regar toda la superficie del suelo. 7 Formó Yahvé Elohim al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado.
El Paraíso (8-17).
8 Plantó luego Yahvé Elohim un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara” 9 Hizo Yahvé Elohim brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10 Salía de Edén un río qué regaba el jardín, y de allí se partía en cuatro brazos. 11 El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro, 12 un oro muy fino, y a más también bedelio y ágata; 13 y el segundo se llama Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus; 14 el tercero se llama Tigris, y corre al oriente de Asiria; el cuarto es el Eufrates. 15 Tomó, pues, Yahvé Elohim al hombre y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y guardase, 16 y le dio este mandato: “De todos los árboles del paraíso puedes comer, 17 pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
Formación de la Mujer (18-25).
18Y se dijo Yahvé Elohim: “No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda semejante a él.” 19Y Yahvé Elohim trajo ante Adán todos cuantos animales del campa y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. 20Y dio Adán nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; pero entre todos ellos no había paía Adán ayuda, semejante a él. 21Hizo, pues, Yahvé Elohim caer sobre Adán un profundó sopor, y, dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar la carne, 22y de la costilla que de Adán tomara, formó Yahvé Dios a la mujer y se la presentó a Adán. 23Adán exclamó: “Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne.” Esto se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. 24 Dejará el hombre a su padre y a su madre y se adherirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne.” 25Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, sin avergonzarse de ello.
Tentación y Caída (1-7).
3:1 Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yahvé Elohim, dijo a la mujer: “¿Conque os ha mandado Elohim que no comáis de los árboles todos del paraíso?” 2 Y respondió la mujer a la serpiente: “Del fruto de los árboles del paraíso comemos, 3 pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir.” 4 Y dijo la serpiente a la mujer: “No, no moriréis; 5 es que sabe Elohim que el día en que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Elohim, conocedores del bien y del mal.” 6 Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno al gusto y hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió. 7 Abriéronse los ojos de ambos, y, viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores.
La Intervención de Dios (8-13).
8 Oyeron a Yahvé Elohim, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yahvé Elohim, Adán y su mujer, en medio de la arboleda del jardín. 9 Pero llamó Yahvé Elohim a Adán, diciendo: “Adán, ¿dónde estás?” 10 Y éste contestó: “Te he oído en el jardín, y, temeroso, porque estaba desnudo, me escondí,” 11“¿Y quién, le dijo, te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer?” 12 Y dijo Adán: “La mujer que me diste por compañera me dio de él y comí.” 13 Dijo, pues, Yahvé Elohim a la mujer: “¿Por qué has hecho eso?” Y contestó la mujer: “La serpiente me engañó y comí.”
La Sentencia Divina y la Promesa de Redención (14-19).
14 Dijo luego Yahvé Elohim a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los animales y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida. 15 Pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza, y tú le acecharás a él el calcañal.” 16 A la mujer le dijo: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces; parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará.” 17 A Adán le dijo: “Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del árbol de que te prohibí comer, diciéndote: “No comas de él,” por ti será maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; 18 te dará espinas y abrojos y comerás de las hierbas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás.”
20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. 21 Y Yahvé Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.22 Díjose Yahvé Dios: “He ahí a Adán hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida y, comiendo de él, viva para siempre. 23 Y le arrojó Yahvé Elohim del jardín de Edén a labrar la tierra de que había sido tomado. 24 Expulsó a Adán y puso delante del jardín de Edén un querubín que blandía flameante espada para guardar el camino del árbol de la vida.
Caín y Abel (1-16).
4:1 Conoció Adán a su mujer, que concibió y parió a Caín, diciendo: “He adquirido de Yahvé un varón.” 2 Volvió a parir y tuvo a Abel, su hermano. Fue Abel pastor, y Caín labrador. 3 Y al cabo de tiempo hizo Caín ofrenda a Yahvé de los frutos de la tierra, 4 y se lo hizo también Abel de los primogénitos de sus ganados, de lo mejor de ellos; agradóse Yahvé de Abel y su ofrenda, 5 pero no de Caín y de la suya. Se enfureció Caín y andaba cabizbajo; 6 y Yahvé le dijo: “¿Por qué estás enfurecido y por qué andas cabizbajo? 7¿No es verdad que, si obraras bien, andarías erguido, mientras que, si no obras bien, estará el pecado a la puerta? Y siente apego a ti, y tú debes dominarle.” 8 Dijo Caín a Abel, su hermano: “Vamos al campo.” Y, cuando estuvieron en el campo, se alzó Caín contra Abel, su hermano, y le mató. 9 Preguntó Yahvé a Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” Contestóle: “No sé; ¿soy acaso el guardián de mi hermano?” 10“¿Qué has hecho? — le dijo Él —. La voz de la sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra. 11 Ahora, pues, maldito serás de la tierra, que abrió su boca para recibir de mano tuya la sangre de tu hermano. 12 Cuando la labres, te negará sus frutos y andarás por ella fugitivo y errante.” 13 Dijo Caín a Yahvé: “Insoportablemente grande es mi castigo. 14 Ahora me arrojas de esta tierra; oculto a tu rostro habré de andar fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará,” 15 Pero Yahvé le dijo: “No será así. Si alguien matare a Caín, sería éste siete veces vengado.” Puso, pues, Yahvé a Caín una señal, para que nadie que le encontrase, le matara. 16 Caín, alejándose de la presencia del Señor, habitó la tierra de Nod, al oriente de Edén.
La Descendencia de Caín (17-24).
17 Conoció Caín a su mujer, que concibió y parió a Enoc. Púsose aquél a edificar una ciudad, a la que dio el nombre de Enoc, su hijo. 18 A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mejuyael; Mejuyael a Matusael, y Matusael a Lamec. 19 Lamec tomó dos mujeres, una de nombre Ada, otra de nombre Sela. 20 Ada parió a Yabel, que fue el padre de los que habitan tiendas y pastorean. 21 El nombre de su hermano fue Yubal, el padre de cuantos tocan la cítara y la flauta. 22 También Sela tuvo un hijo, Tubalcaín, forjador de instrumentos de bronce y de hierro. Hermana de Tubalcaín fue Naamah. 23 Dijo, pues, Lamec a sus mujeres:
“Ada y Sela, oíd mi voz;
mujeres de Lamec, dad oídos a mis palabras:
Por una herida mataré a un hombre,
y a un joven por un rasguño.
24 Si Caín sería vengado siete veces,
Lamec lo será setenta veces siete.”
Set y su Descendencia (25-26).
25 Conoció de nuevo Adán a su mujer, que parió un hijo, a quien puso por nombre Set, diciendo: “Hame dado Dios otro descendiente por Abel, a quien mató Caín.” 26 También a Set le nació un hijo, al que llamó Enós; entonces comenzó a invocar el nombre de Yahvé.
5. Descendencia de los Setitas.
5:1 Este es el libro de la descendencia de Adán. Cuando creó Dios al hombre, le hizo a imagen de Dios” 2 Hízolos macho y hembra, y les bendijo, y les dio al crearlos el nombre de hombres. 3 Tenia Adán ciento treinta años cuando engendró un hijo a su imagen y semejanza, y le llamó Set; 4 vivió Adán, después de engendrar a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 5 Fueron todos los días de la vida de Adán novecientos treinta años, y murió. 6 Era Set de ciento cinco años cuando engendró a Enós; 7 vivió, después de engendrar a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. 8 Fueron los días todos de su vida novecientos doce años, y murió. 9 Era Enós de noventa años cuando engendró a Cainán; 10 vivió, después de engendrar a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. 11 Fueron todos los días de la vida de Enós novecientos cinco años, y murió. 12 Era Cainán de setenta años cuando engendró a Malaleel; 13 vivió, después de engendrar a Malaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. 14 Fueron todos los días de su vida novecientos diez años, y murió. 15 Era Malaleel de sesenta y cinco años cuando engendró a Yared. 16 Vivió, después de engendrar a Yared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. 17 Fueron todos los días de su vida ochocientos noventa años, y murió. 18 Era Yared de ciento sesenta y dos años cuando engendró a Henoc; 19 vivió, después de engendrar a Henoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 20 Fueron todos los días de su vida novecientos sesenta y dos años, y murió. 21 Era Henoc de sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén. 22 Anduvo Henoc en la presencia de Dios, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. 23 Fueron todos los días de la vida de Henoc trescientos sesenta y cinco años, 24 y anduvo constantemente en la presencia de Yahvé, y desapareció, pues se lo llevó Dios. 25 Era Matusalén de ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lamec; 26 vivió, después de engendrar a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. 27 Fueron todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años, y murió. 28 Era Lamec de ciento ochenta y dos años cuando engendró un hijo, 29 al que puso por nombre Noé, diciendo: “Este nos consolará de nuestros quebrantos y del trabajo de nuestras manos por la tierra que maldijo Yahvé.” 30 Vivió Lamec, después de engendrar a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. 31 Fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años, y murió. 32 Era Noé de quinientos años, y engendró a Sem, Cam y Jafet.
6. El Diluvio.
La Corrupción Creciente de la Humanidad (1-4).
6:1 Cuando comenzaron a multiplicarse los hombres sobre la tierra y tuvieron hijas, 2 viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que bien quisieron. 3 y dijo Yahvé: “No permanecerá por siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne. Ciento veinte años serán sus días.” 4 Había entonces gigantes en la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y les engendraron hijos; éstos son los héroes famosos muy de antiguo.
Yahvé Decreta el Diluvio (5-8).
5 Viendo Yahvé cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra y cómo todos sus pensamientos y deseos de su corazón sólo y siempre tendían al mal, 6 se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, doliéndose grandemente en su corazón, 7 y dijo: “Voy a exterminar al hombre que creé de sobre la haz de la tierra, al hombre, a los animales, a los reptiles y hasta las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho.” 8 Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé.
Obra de Distinción (3-10).
3 Dijo Dios: “Haya luz,” y hubo luz. 4 y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas; 5 y a la luz llamó día y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero. 6 Dijo luego Dios: “Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”; y así fue. 7 E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas, las aguas que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. 8 Llamó Dios al firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, día segundo. 9 Dijo luego: “Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca lo seco.” Así se hizo, 10 y se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios ser bueno.
Creación de las Plantas (11-13).
11 Dijo luego: “Haga brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla y árboles frutales, cada uno con su fruto según su especie y con su simiente, sobre la tierra.” Y así fue. 12 Y produjo la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales, con su semilla cada uno. Vio Dios ser bueno; 13 y hubo tarde y mañana, día tercero.
Creación de los Astros: Cuarto Día (14-19).
14 Dijo luego Dios: “Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche y servir de señales a estaciones, días y años; 15 y luzcan en el firmamento de los cielos, para alumbrar la tierra.” Y así fue. 16 Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche, y las estrellas; 17 y los puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra, 18 y presidir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios ser bueno, 19 y hubo tarde y mañana, día cuarto.
Día Quinto: Creación de los Animales, del Agua y del Aire (20-23).
20 Dijo luego Dios: “Hiervan de animales las aguas y vuelen sobre la tierra las aves bajo el firmamento de los cielos.” Y así fue.21 Y creó Dios los grandes monstruos del agua y todos los animales que bullen en ella, según su especie, y todas las aves aladas, según su especie. Y vio Dios ser bueno, 22 y los bendijo diciendo: “Procread y multiplicaos, y henchid las aguas del mar, y multiplíquense sobre la tierra las aves.” 23 Y hubo tarde y mañana, día quinto.
Sexto Día: Creación de los Animales Terrestres (24-25).
24 Dijo luego Dios: “Brote la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles, bestias de la tierra según su especie.” Y así fue.25 Hizo Dios todas las bestias de la tierra según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios ser bueno.
Sexto Día: Formación del Hombre (26-31).
26 Díjose entonces Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre las bestias de la tierra, y sobre cuantos animales se mueven sobre ella.” 27 Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, y los creó macho y hembra; 28 y los bendijo Dios, diciéndoles: “Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados, y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra.” 29 Dijo también Dios: “Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz dé la tierra, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento. 30 También a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todos los vivientes que sobre la tierra están y se mueven, les doy por comida cuanto de verde hierba la tierra produce.” Y así fue. 31 Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho, y hubo tarde y mañana, día sexto.
Conclusión de la Obra de la Creación (1-4).
2:1 Así fueron acabados los cielos, y la tierra, y todo su cortejo. 2 Y, rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el día séptimo de cuanto hiciera; 3 y bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho. 4 Este es el origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados.
Formación del Hombre (4-7).
4b Al tiempo de hacer Yahvé Elohim los cielos y la tierra, 5 no había aún arbusto alguno en el campo, ni germinaba la tierra hierbas, por no haber todavía llovido Yahvé Elohim sobre la tierra ni haber todavía hombre que la labrase, 6 y sacase agua de la tierra para regar toda la superficie del suelo. 7 Formó Yahvé Elohim al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado.
El Paraíso (8-17).
8 Plantó luego Yahvé Elohim un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara” 9 Hizo Yahvé Elohim brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10 Salía de Edén un río qué regaba el jardín, y de allí se partía en cuatro brazos. 11 El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro, 12 un oro muy fino, y a más también bedelio y ágata; 13 y el segundo se llama Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus; 14 el tercero se llama Tigris, y corre al oriente de Asiria; el cuarto es el Eufrates. 15 Tomó, pues, Yahvé Elohim al hombre y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y guardase, 16 y le dio este mandato: “De todos los árboles del paraíso puedes comer, 17 pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
Formación de la Mujer (18-25).
18Y se dijo Yahvé Elohim: “No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda semejante a él.” 19Y Yahvé Elohim trajo ante Adán todos cuantos animales del campa y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. 20Y dio Adán nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; pero entre todos ellos no había paía Adán ayuda, semejante a él. 21Hizo, pues, Yahvé Elohim caer sobre Adán un profundó sopor, y, dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar la carne, 22y de la costilla que de Adán tomara, formó Yahvé Dios a la mujer y se la presentó a Adán. 23Adán exclamó: “Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne.” Esto se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. 24 Dejará el hombre a su padre y a su madre y se adherirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne.” 25Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, sin avergonzarse de ello.
Tentación y Caída (1-7).
3:1 Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yahvé Elohim, dijo a la mujer: “¿Conque os ha mandado Elohim que no comáis de los árboles todos del paraíso?” 2 Y respondió la mujer a la serpiente: “Del fruto de los árboles del paraíso comemos, 3 pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir.” 4 Y dijo la serpiente a la mujer: “No, no moriréis; 5 es que sabe Elohim que el día en que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Elohim, conocedores del bien y del mal.” 6 Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno al gusto y hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió. 7 Abriéronse los ojos de ambos, y, viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores.
La Intervención de Dios (8-13).
8 Oyeron a Yahvé Elohim, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yahvé Elohim, Adán y su mujer, en medio de la arboleda del jardín. 9 Pero llamó Yahvé Elohim a Adán, diciendo: “Adán, ¿dónde estás?” 10 Y éste contestó: “Te he oído en el jardín, y, temeroso, porque estaba desnudo, me escondí,” 11“¿Y quién, le dijo, te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer?” 12 Y dijo Adán: “La mujer que me diste por compañera me dio de él y comí.” 13 Dijo, pues, Yahvé Elohim a la mujer: “¿Por qué has hecho eso?” Y contestó la mujer: “La serpiente me engañó y comí.”
La Sentencia Divina y la Promesa de Redención (14-19).
14 Dijo luego Yahvé Elohim a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los animales y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida. 15 Pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza, y tú le acecharás a él el calcañal.” 16 A la mujer le dijo: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces; parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará.” 17 A Adán le dijo: “Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del árbol de que te prohibí comer, diciéndote: “No comas de él,” por ti será maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; 18 te dará espinas y abrojos y comerás de las hierbas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás.”
20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. 21 Y Yahvé Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.22 Díjose Yahvé Dios: “He ahí a Adán hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida y, comiendo de él, viva para siempre. 23 Y le arrojó Yahvé Elohim del jardín de Edén a labrar la tierra de que había sido tomado. 24 Expulsó a Adán y puso delante del jardín de Edén un querubín que blandía flameante espada para guardar el camino del árbol de la vida.
Caín y Abel (1-16).
4:1 Conoció Adán a su mujer, que concibió y parió a Caín, diciendo: “He adquirido de Yahvé un varón.” 2 Volvió a parir y tuvo a Abel, su hermano. Fue Abel pastor, y Caín labrador. 3 Y al cabo de tiempo hizo Caín ofrenda a Yahvé de los frutos de la tierra, 4 y se lo hizo también Abel de los primogénitos de sus ganados, de lo mejor de ellos; agradóse Yahvé de Abel y su ofrenda, 5 pero no de Caín y de la suya. Se enfureció Caín y andaba cabizbajo; 6 y Yahvé le dijo: “¿Por qué estás enfurecido y por qué andas cabizbajo? 7¿No es verdad que, si obraras bien, andarías erguido, mientras que, si no obras bien, estará el pecado a la puerta? Y siente apego a ti, y tú debes dominarle.” 8 Dijo Caín a Abel, su hermano: “Vamos al campo.” Y, cuando estuvieron en el campo, se alzó Caín contra Abel, su hermano, y le mató. 9 Preguntó Yahvé a Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” Contestóle: “No sé; ¿soy acaso el guardián de mi hermano?” 10“¿Qué has hecho? — le dijo Él —. La voz de la sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra. 11 Ahora, pues, maldito serás de la tierra, que abrió su boca para recibir de mano tuya la sangre de tu hermano. 12 Cuando la labres, te negará sus frutos y andarás por ella fugitivo y errante.” 13 Dijo Caín a Yahvé: “Insoportablemente grande es mi castigo. 14 Ahora me arrojas de esta tierra; oculto a tu rostro habré de andar fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará,” 15 Pero Yahvé le dijo: “No será así. Si alguien matare a Caín, sería éste siete veces vengado.” Puso, pues, Yahvé a Caín una señal, para que nadie que le encontrase, le matara. 16 Caín, alejándose de la presencia del Señor, habitó la tierra de Nod, al oriente de Edén.
La Descendencia de Caín (17-24).
17 Conoció Caín a su mujer, que concibió y parió a Enoc. Púsose aquél a edificar una ciudad, a la que dio el nombre de Enoc, su hijo. 18 A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mejuyael; Mejuyael a Matusael, y Matusael a Lamec. 19 Lamec tomó dos mujeres, una de nombre Ada, otra de nombre Sela. 20 Ada parió a Yabel, que fue el padre de los que habitan tiendas y pastorean. 21 El nombre de su hermano fue Yubal, el padre de cuantos tocan la cítara y la flauta. 22 También Sela tuvo un hijo, Tubalcaín, forjador de instrumentos de bronce y de hierro. Hermana de Tubalcaín fue Naamah. 23 Dijo, pues, Lamec a sus mujeres:
“Ada y Sela, oíd mi voz;
mujeres de Lamec, dad oídos a mis palabras:
Por una herida mataré a un hombre,
y a un joven por un rasguño.
24 Si Caín sería vengado siete veces,
Lamec lo será setenta veces siete.”
Set y su Descendencia (25-26).
25 Conoció de nuevo Adán a su mujer, que parió un hijo, a quien puso por nombre Set, diciendo: “Hame dado Dios otro descendiente por Abel, a quien mató Caín.” 26 También a Set le nació un hijo, al que llamó Enós; entonces comenzó a invocar el nombre de Yahvé.
5. Descendencia de los Setitas.
5:1 Este es el libro de la descendencia de Adán. Cuando creó Dios al hombre, le hizo a imagen de Dios” 2 Hízolos macho y hembra, y les bendijo, y les dio al crearlos el nombre de hombres. 3 Tenia Adán ciento treinta años cuando engendró un hijo a su imagen y semejanza, y le llamó Set; 4 vivió Adán, después de engendrar a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 5 Fueron todos los días de la vida de Adán novecientos treinta años, y murió. 6 Era Set de ciento cinco años cuando engendró a Enós; 7 vivió, después de engendrar a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. 8 Fueron los días todos de su vida novecientos doce años, y murió. 9 Era Enós de noventa años cuando engendró a Cainán; 10 vivió, después de engendrar a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. 11 Fueron todos los días de la vida de Enós novecientos cinco años, y murió. 12 Era Cainán de setenta años cuando engendró a Malaleel; 13 vivió, después de engendrar a Malaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. 14 Fueron todos los días de su vida novecientos diez años, y murió. 15 Era Malaleel de sesenta y cinco años cuando engendró a Yared. 16 Vivió, después de engendrar a Yared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. 17 Fueron todos los días de su vida ochocientos noventa años, y murió. 18 Era Yared de ciento sesenta y dos años cuando engendró a Henoc; 19 vivió, después de engendrar a Henoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 20 Fueron todos los días de su vida novecientos sesenta y dos años, y murió. 21 Era Henoc de sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén. 22 Anduvo Henoc en la presencia de Dios, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. 23 Fueron todos los días de la vida de Henoc trescientos sesenta y cinco años, 24 y anduvo constantemente en la presencia de Yahvé, y desapareció, pues se lo llevó Dios. 25 Era Matusalén de ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lamec; 26 vivió, después de engendrar a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. 27 Fueron todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años, y murió. 28 Era Lamec de ciento ochenta y dos años cuando engendró un hijo, 29 al que puso por nombre Noé, diciendo: “Este nos consolará de nuestros quebrantos y del trabajo de nuestras manos por la tierra que maldijo Yahvé.” 30 Vivió Lamec, después de engendrar a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. 31 Fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años, y murió. 32 Era Noé de quinientos años, y engendró a Sem, Cam y Jafet.
6. El Diluvio.
La Corrupción Creciente de la Humanidad (1-4).
6:1 Cuando comenzaron a multiplicarse los hombres sobre la tierra y tuvieron hijas, 2 viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que bien quisieron. 3 y dijo Yahvé: “No permanecerá por siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne. Ciento veinte años serán sus días.” 4 Había entonces gigantes en la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y les engendraron hijos; éstos son los héroes famosos muy de antiguo.
Yahvé Decreta el Diluvio (5-8).
5 Viendo Yahvé cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra y cómo todos sus pensamientos y deseos de su corazón sólo y siempre tendían al mal, 6 se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, doliéndose grandemente en su corazón, 7 y dijo: “Voy a exterminar al hombre que creé de sobre la haz de la tierra, al hombre, a los animales, a los reptiles y hasta las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho.” 8 Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé.
Misión del Siervo de Yahvé (5-7).
42:5 Así dice Dios, Yahvé, que creó los cielos y los tendió,el que extendió la tierra y sus brotes,el que da al pueblo que (está) sobre ella el aliento, y el soplo a los que por ella andan. 6 Yo, Yahvé, te he llamado en la justicia y te he tomado de la mano. Yo te he formado y te he puesto por alianza del pueblo y para luz de las gentes, 7 para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del calabozo a los que moran en las tinieblas.
La divinidad de Yahvé (8-9).
8 Yo soy Yahvé, tal es mi nombre; no doy mi gloria a ningún otro ni a los ídolos mi alabanza. 9 He aquí que las cosas antiguas han llegado, y anuncio otras nuevas; antes de que germinen las voy a hacer oír.
Invitación a la alegría general (10-13).
10 Cantad a Yahvé un cántico nuevo, su alabanza desde los confines de la tierra. Estremézcase el mar y cuanto en él se contiene, las islas con sus habitantes. 11 Alcen su voz el desierto y sus ciudades y las aldeas que habita Cedar. Lancen gritos de júbilo los habitantes de Sela y den gritos de alegría en lo alto de los montes. 12 Que den gloria a Yahvé, que expresen su alabanza en las islas. 13 Yahvé saldrá como un héroe, como guerrero se excita en su ardor. Lanzará gritos y alaridos y se portará como un héroe contra sus enemigos.
Intervención justiciera de Dios (14-17).
14 Mucho tiempo callé, estuve en silencio, me contuve; como mujer en parto gemiré, suspiraré y jadearé a la vez. 15 Devastaré montes y collados y agostaré todo su verdor; convertiré en islas las corrientes de las aguas 6 y secaré los lagos. 16 Llevaré a los ciegos por un camino ignorado, los conduciré por senderos desconocidos. Ante ellos tornaré en luz las tinieblas, y en llano lo escarpado. Estas cosas haré yo y los dejaré. 17 Retrocederán cubiertos de ignominia los que confían en los ídolos, los que dicen a las imágenes fundidas: Vosotros sois nuestros dioses.
Invitación á reconocer la obra de Yahvé (18-25).
18 ¡Oíd, sordos; mirad, ciegos, y ved! 19 ¿Quién es ciego sino mi Siervo? ¿Quién sordo como el mensajero que yo envío? ¿Quién es ciego como mi familiar, y ciego como el siervo de Yahvé?7 20 Muchas cosas has visto sin poner en ellas atención; abiertos tenías los oídos, pero no oíste. 21 Habíase complacido Yahvé en su justicia, en hacer grande y magnífica la ley, 22 y he ahí a este pueblo saqueado y hollado, puesto en cepos, encerrado en mazmorras; destinado al pillaje, sin que nadie los libre; despojados, sin que nadie diga: Restituid, 23 ¿Quién de vosotros dará oído a estas cosas, quién atento las escuchará para lo por venir? 24 ¿Quién entregó Jacob a los saqueadores, Israel a los despojadores? ¿No fue Yahvé contra quien hemos pecado, cuyos caminos no quisimos seguir, cuya ley no obedecimos? 25 Y El derramó el fuego de su ira con los furores de la guerra, que se encendieron en torno a él, pero no comprendió; le quemaron, mas no hizo caso.
Yahvé, protector de Israel (1-7).
43:1 Ahora, pues, así dice Yahvé, que te creó, Jacob; que te formó, Israel: No temas, porque yo te he rescatado, yo te llamé por tu nombre y tú me perteneces. 2 Porque, si atraviesas las aguas, yo seré contigo; si por ríos, no te anegarás. Si pasas por el fuego, no te quemarás; las llamas no te consumirán. 3 Porque yo soy Yahvé, tu Dios, Santo de Israel, tu Salvador; yo doy a Egipto por rescate tuyo, doy por ti a Etiopía y Seba. 4 Porque eres a mis ojos de muy gran estima, de gran precio y te amo, y entrego por ti hombres y pueblos a cambio de tu vida. 5 No temas, porque yo soy contigo; yo traeré tu descendencia desde oriente y te reuniré desde occidente. 6 Diré al septentrión: Entrega, y al mediodía: No retengas. Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra, 7 a todos cuantos llevan mi nombre, que yo los creé, formé e hice para mi gloria.
Desafío a las naciones (8-13).
8 Que salga el pueblo ciego, aunque tiene ojos; los sordos, aunque tienen oídos. 9 Los pueblos se han reunido a una y se congregaron las naciones. ¿Quién de entre ellos anuncia esto y nos hace oír cosas antiguas? Que presenten sus pruebas para justificarse, y, oyéndolas, se diga: Verdad. 10 Vosotros sois mis pruebas, dice Yahvé; mi siervo, a quien yo elegí para que aprendáis y me creáis y comprendáis que soy yo. Antes de mí no fue formado dios alguno, y ninguno habrá después de mí.
42:5 Así dice Dios, Yahvé, que creó los cielos y los tendió,el que extendió la tierra y sus brotes,el que da al pueblo que (está) sobre ella el aliento, y el soplo a los que por ella andan. 6 Yo, Yahvé, te he llamado en la justicia y te he tomado de la mano. Yo te he formado y te he puesto por alianza del pueblo y para luz de las gentes, 7 para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del calabozo a los que moran en las tinieblas.
La divinidad de Yahvé (8-9).
8 Yo soy Yahvé, tal es mi nombre; no doy mi gloria a ningún otro ni a los ídolos mi alabanza. 9 He aquí que las cosas antiguas han llegado, y anuncio otras nuevas; antes de que germinen las voy a hacer oír.
Invitación a la alegría general (10-13).
10 Cantad a Yahvé un cántico nuevo, su alabanza desde los confines de la tierra. Estremézcase el mar y cuanto en él se contiene, las islas con sus habitantes. 11 Alcen su voz el desierto y sus ciudades y las aldeas que habita Cedar. Lancen gritos de júbilo los habitantes de Sela y den gritos de alegría en lo alto de los montes. 12 Que den gloria a Yahvé, que expresen su alabanza en las islas. 13 Yahvé saldrá como un héroe, como guerrero se excita en su ardor. Lanzará gritos y alaridos y se portará como un héroe contra sus enemigos.
Intervención justiciera de Dios (14-17).
14 Mucho tiempo callé, estuve en silencio, me contuve; como mujer en parto gemiré, suspiraré y jadearé a la vez. 15 Devastaré montes y collados y agostaré todo su verdor; convertiré en islas las corrientes de las aguas 6 y secaré los lagos. 16 Llevaré a los ciegos por un camino ignorado, los conduciré por senderos desconocidos. Ante ellos tornaré en luz las tinieblas, y en llano lo escarpado. Estas cosas haré yo y los dejaré. 17 Retrocederán cubiertos de ignominia los que confían en los ídolos, los que dicen a las imágenes fundidas: Vosotros sois nuestros dioses.
Invitación á reconocer la obra de Yahvé (18-25).
18 ¡Oíd, sordos; mirad, ciegos, y ved! 19 ¿Quién es ciego sino mi Siervo? ¿Quién sordo como el mensajero que yo envío? ¿Quién es ciego como mi familiar, y ciego como el siervo de Yahvé?7 20 Muchas cosas has visto sin poner en ellas atención; abiertos tenías los oídos, pero no oíste. 21 Habíase complacido Yahvé en su justicia, en hacer grande y magnífica la ley, 22 y he ahí a este pueblo saqueado y hollado, puesto en cepos, encerrado en mazmorras; destinado al pillaje, sin que nadie los libre; despojados, sin que nadie diga: Restituid, 23 ¿Quién de vosotros dará oído a estas cosas, quién atento las escuchará para lo por venir? 24 ¿Quién entregó Jacob a los saqueadores, Israel a los despojadores? ¿No fue Yahvé contra quien hemos pecado, cuyos caminos no quisimos seguir, cuya ley no obedecimos? 25 Y El derramó el fuego de su ira con los furores de la guerra, que se encendieron en torno a él, pero no comprendió; le quemaron, mas no hizo caso.
Yahvé, protector de Israel (1-7).
43:1 Ahora, pues, así dice Yahvé, que te creó, Jacob; que te formó, Israel: No temas, porque yo te he rescatado, yo te llamé por tu nombre y tú me perteneces. 2 Porque, si atraviesas las aguas, yo seré contigo; si por ríos, no te anegarás. Si pasas por el fuego, no te quemarás; las llamas no te consumirán. 3 Porque yo soy Yahvé, tu Dios, Santo de Israel, tu Salvador; yo doy a Egipto por rescate tuyo, doy por ti a Etiopía y Seba. 4 Porque eres a mis ojos de muy gran estima, de gran precio y te amo, y entrego por ti hombres y pueblos a cambio de tu vida. 5 No temas, porque yo soy contigo; yo traeré tu descendencia desde oriente y te reuniré desde occidente. 6 Diré al septentrión: Entrega, y al mediodía: No retengas. Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra, 7 a todos cuantos llevan mi nombre, que yo los creé, formé e hice para mi gloria.
Desafío a las naciones (8-13).
8 Que salga el pueblo ciego, aunque tiene ojos; los sordos, aunque tienen oídos. 9 Los pueblos se han reunido a una y se congregaron las naciones. ¿Quién de entre ellos anuncia esto y nos hace oír cosas antiguas? Que presenten sus pruebas para justificarse, y, oyéndolas, se diga: Verdad. 10 Vosotros sois mis pruebas, dice Yahvé; mi siervo, a quien yo elegí para que aprendáis y me creáis y comprendáis que soy yo. Antes de mí no fue formado dios alguno, y ninguno habrá después de mí.
JUAN 1:1-18
1 Al principio era el Verbo,
y el Verbo estaba en Dios,
y el Verbo era Dios.
2 El estaba al principio en Dios.
3 Todas las cosas fueron hechas por EL,
y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.
4 En El estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la abrazaron.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, de nombre Juan.
7 Vino éste a dar testimonio de la luz, para testificar de ella
y que todos creyeran por él.
8 No era él la luz,
sino que vino a dar testimonio de la luz.
9 Era la luz verdadera,
(luz) que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre.
10 Estaba en el mundo
y por El fue hecho el mundo, pero el mundo no le conoció.
11 vino a los suyos, pero los suyos no le conocieron.
12 Mas a cuantos le recibieron
dioles poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre;
13 que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos.
14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos visto su gloria,
gloria como de Unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de EL, clamando: Este es de quien os dije:
EL que viene detrás de mí ha pasado delante de mí, porque era primero que yo.
16 Pues de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia.
17 Porque la ley fue dada por Moisés;
la gracia y la verdad vino por Ieshúa el Mesías.
18 A Dios nadie le vio jamás;
Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, ése nos le ha dado a conocer.
1 Al principio era el Verbo,
y el Verbo estaba en Dios,
y el Verbo era Dios.
2 El estaba al principio en Dios.
3 Todas las cosas fueron hechas por EL,
y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.
4 En El estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la abrazaron.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, de nombre Juan.
7 Vino éste a dar testimonio de la luz, para testificar de ella
y que todos creyeran por él.
8 No era él la luz,
sino que vino a dar testimonio de la luz.
9 Era la luz verdadera,
(luz) que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre.
10 Estaba en el mundo
y por El fue hecho el mundo, pero el mundo no le conoció.
11 vino a los suyos, pero los suyos no le conocieron.
12 Mas a cuantos le recibieron
dioles poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre;
13 que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos.
14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos visto su gloria,
gloria como de Unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de EL, clamando: Este es de quien os dije:
EL que viene detrás de mí ha pasado delante de mí, porque era primero que yo.
16 Pues de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia.
17 Porque la ley fue dada por Moisés;
la gracia y la verdad vino por Ieshúa el Mesías.
18 A Dios nadie le vio jamás;
Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, ése nos le ha dado a conocer.
Salmo 1
Fruto seguro de la Palabra divina
Sal 1:1 ¡Dichoso el hombre que no sigue
el consejo de los malvados,
ni pone el pie
en el camino de los pecadores,
ni entre los burladores toma asiento,
2 mas tiene su deleite en la Ley del Señor,
y en ella medita día y noche!
3 Es como un árbol
plantado junto a ríos de agua,
que a su tiempo dará fruto
y cuyas hojas no se marchitan;
todo cuanto hiciere prosperará.
4 No así los malvados, no así.
Ellos son como paja
que el viento desparrama.
5 Por eso en el juicio
no estarán en pie los malvados,
ni los pecadores en la reunión de los justos.
6 Porque el camino de los justos
lo cuida Yahvé,
y el camino de los malvados tiene mal fin.
Salmo 2
Triunfo del Mesías Rey
2:1 ¿Por qué se amotinan las gentes,
y las naciones traman vanos proyectos?
2 Se han levantado los reyes de la tierra,
y a una se confabulan los príncipes
contra Yahvé y contra su Ungido.
3 “Rompamos (dicen) sus coyundas,
y arrojemos lejos de nosotros sus ataduras.”
4 El que habita en los cielos ríe,
el Señor se burla de ellos.
5 A su tiempo les hablará en su ira,
y en su indignación los aterrará:
6 “Pues bien, soy Yo
quien he constituido a mi Rey
sobre Sión, mi santo monte.”
7 ¡Yo promulgaré ese decreto de Yahvé!
Él me ha dicho: “Tú eres mi Hijo,
Yo mismo te he engendrado en este día.
8 Pídeme y te daré en herencia las naciones,
y en posesión tuya los confines de la tierra,
9 Con cetro de hierro los gobernarás,
los harás pedazos como a un vaso de alfarero.”
10 Ahora, pues, oh reyes, comprended,
instruíos, vosotros que gobernáis la tierra.
11 Sed siervos de Yahvé con temor y alabadle,
temblando, besad sus pies,
12 antes que se irrite y vosotros erréis el camino,
pues su ira se encenderá pronto.
¡Dichosos quien haya hecho de Él su refugio!
Salmo 3
El eterno es mi escudo
3:1 Salmo de David cuando huía de su hijo Absalón.
2 Oh Yahvé, ¡cuán numerosos
son mis perseguidores!
¡Cuantos se levantan contra mí!
3 Muchos son los que dicen de mi vida:
“No hay para él salvación en Dios.”
4 Pero Tú, Yahvé, eres mi escudo,
Tú mi gloria,
Tú quien me hace erguir la cabeza.
5 Con mi voz invoco a Yahvé
y Él me oye desde su santo monte.
6 Me acuesto y me duermo,
y despierto incólume,
porque Yahvé me sostiene.
7 No temo a los muchos millares de gentes
que en derredor se ponen contra mí.
8 Levántate, Yahvé; sálvame, Dios mío,
Tú que heriste en la mejilla
a todos mis enemigos,
y a los impíos les quebraste los dientes.
9 De Yahvé viene la salvación,
¡Que sea tu bendición sobre tu pueblo!
Salmo 4
Para un sueño apacible. Oración vespertina
4:1 Al maestro de música. Para instrumentos de cuerda. Salmo de David.
2 Cuando te invoque,
óyeme ¡oh Dios de mi justicia!
Tú, que en la tribulación me levantaste,
ten misericordia de mí, y acoge mi súplica.
3 Hijos de hombres
¿hasta cuándo seréis insensatos?
¿Por qué amáis la vanidad
y buscáis lo que es mentira?
4 Sabed que Yahvé favorece
maravillosamente al santo suyo;
cuando le invoca, Yahvé me oye.
5 Temblad, y no queráis pecar;
dentro de vuestros corazones,
en vuestros lechos, recapacitad y enmudeced.
6 Ofreced sacrificios de justicia,
y esperad en Yahvé.
7 Muchos dicen:
“¿Quién nos mostrará los bienes?”
Alza Tú sobre nosotros
la luz de tu rostro, oh Yahvé.
8 Tú has puesto en mi corazón mayor alegría
que cuando abunda trigo y vino.
9 Apenas me acuesto, me duermo en paz,
porque Tú me das seguridad, oh Yahvé.
Salmo 5
Oración al despertar
5:1 Al maestro de coro. Para flautas. Salmo de David.
2 Presta oído a mis palabras, oh Yahvé,
atiende a mi gemido;
3 advierte la voz de mi oración,
oh Rey mío y Dios mío;
4 porque es a Ti a quien ruego, Yahvé.
Desde la mañana va mi voz hacia Ti;
temprano te presento mi oración
y aguardo.
5 Tú no eres un Dios
que se complazca en la maldad;
el malvado no habita contigo,
6 ni los impíos permanecen en tu presencia.
Aborreces a todos
los que obran iniquidades;
7 Tú destruyes a todos
los que hablan mentiras;
del hombre sanguinario y doble
abomina Yahvé.
8 Mas yo, por la abundancia de tu gracia,
entraré en tu Casa,
en tu santo Templo me postraré
con reverencia, oh Yahvé.
9 A causa de mis enemigos
condúceme en tu justicia,
y allana tu camino delante de mí;
10 porque en su boca no hay sinceridad,
su corazón trama insidias,
sepulcro abierto es su garganta,
y adulan con sus lenguas.
11 Castígalos, Dios,
desbarata sus planes;
arrójalos por la multitud de sus crímenes,
pues su rebeldía es contra Ti.
12 Alégrese, empero,
los que en Ti se refugian;
regocíjense para siempre
y gocen de tu protección,
y gloríense en Ti cuantos aman tu Nombre.
13 Pues Tú, Yahvé, bendices al justo,
y lo rodeas de tu benevolencia
como de un escudo.
Salmo 6
Oración de un penitente
6:1 Al maestro de canto. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo de David.
2 Yahvé, no quieras argüirme en tu ira,
ni corregirme en tu furor.
3 Ten misericordia de mí, oh Yahvé,
porque soy débil;
sáname, porque hasta mis huesos se sacuden
4 y mi alma está en el colmo de la turbación;
mas Tú, Yahvé ¿hasta cuándo?
5 Vuélvete, oh Yahvé, libra mi alma;
sálvame por tu misericordia,
6 porque en la muerte
no hay quien se acuerde de Ti;
¿quién te alaba en el sepulcro?
7 Me hallo extenuado de tanto gemir,
cada noche inundo en llanto mi almohada,
y riego con mis lágrimas el lecho.
8 A causa de todos mis enemigos,
van mis ojos apagándose de tristeza,
y envejecen.
9 Apartaos de mí todos
los que obráis la iniquidad;
pues Yahvé ha oído la voz de mi llanto.
10 Yahvé escuchó mi demanda,
Yahvé aceptó mi oración.
11 Mis enemigos todos quedarán sonrojados
y llenos de vergüenza;
huirán súbitamente confundidos.
Salmo 7
Apelación del justo al Supremo Juez
7:1 Lamentación que David entonó con ocasión de las palabras de Cus, hijo de Benjamín.
2 Yahvé, Dios mío, a Ti me acojo;
líbrame de todo el que me persigue,
y ponme a salvo;
3 no sea que arrebate mi vida,
como león, y me despedace,
sin que haya quien me salve.
4 Yahvé, Dios mío, si yo hice eso,
si hay en mis manos iniquidad;
5 si he hecho mal a mi amigo
-yo, que salvé a los que me oprimían injustamente-
6 persígame el enemigo y apodérese de mí;
aplaste mi vida en el suelo
y arrastre mi honor por el fango.
7 Despierta, Yahvé, en tu ira;
yérguete contra la rabia
de los que me oprimen.
Levántate a mi favor
en el juicio que tienes decretado
8 Te rodee la congregación de los pueblos
y siéntate sobre ella en lo alto.
9 Yahvé va juzgar a las naciones.
Hazme a mí justicia, Yahvé,
según mi rectitud,
y según la inocencia que hay en mí.
10 Cese ya la malicia de los impíos
y confirma Tú al justo,
¡oh justo Dios, que sondeas
los corazones y las entrañas!
11 Mi defensa está en Dios,
que salva a los rectos de corazón.
12 Dios, justo Juez, fuerte y paciente,
tiene pronta su ira cada día.
13 Si no se convierte afilará su espada,
entesará su arco y apuntará;
14 tiene preparadas para ellos flechas mortales;
hará de fuego sus saetas.
15 Mirad al que concibió la iniquidad:
quedó grávido de malicia
y dio a luz la traición.
16 Cavó una fosa y la ahondó,
mas cayó en el hoyo que él hizo.
17 En su propia cabeza recaerá su malicia,
y sobre su cerviz
descenderá su iniquidad.
18 Mas yo alabaré a Yahvé por su justicia,
y cantaré salmos
al Nombre de Yahvé Altísimo.
Salmo 8
La gloria de Dios en la Creación
8:1 Al maestro de coro. Sobre el ghittit (los lagares). Salmo de David.
2 ¡Oh Yahvé, Señor nuestro,
cuán admirable es tu Nombre
en toda la tierra!
Tú, cuya gloria cantan los cielos,
3 te has preparado la alabanza
de la boca de los pequeños
y de los lactantes,
para confundir a tus enemigos
y hacer callar
al adversario y al perseguidor.
4 Cuando contemplo tus cielos,
hechura de tus dedos,
la luna y las estrellas
que Tú pusiste en su lugar…
5 ¿Qué es el hombre para que Tú lo recuerdes,
o el hijo del hombre
para que te ocupes de él?
6 Tú lo creaste poco inferior a Dios,
le ornaste de gloria y de honor.
7 Le diste poder sobre las obras de tus manos,
y todo lo pusiste bajo sus pies:
8 las ovejas y los bueyes todos,
y aun las bestias salvajes,
9 las aves del cielo y los peces del mar,
y cuanto surca las sendas del agua.
10 Oh Yahvé, Señor nuestro,
¡cuán admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Salmo 9a
El juicio de las naciones
9 A:1 Al maestro de coro. Sobre el tono de Muthlabbén. Salmo de David.
2 Quiero alabarte, Yahvé,
con todo mi corazón,
voy a cantar todas tus maravillas.
3 En Ti me alegraré
y saltaré de gozo,
cantaré salmos a tu Nombre,
oh Altísimo.
4 Porque mis enemigos vuelven las espaldas,
caen y perecen ante tu presencia.
5 He aquí que Tú me has hecho justicia,
y has tomado en tus manos mi causa;
te has sentado, Juez justo,
sobre el trono.
6 Has reprendido a los gentiles
y aniquilado al impío,
borrado su nombre para siempre.
7 Los enemigos han sido aplastados,
reducidos a perpetua ruina;
has destruido sus ciudades,
y hasta la memoria de ellas ha perecido.
8 He aquí que Yahvé se sienta para siempre,
ha establecido su trono para juzgar.
9 Él mismo juzgará el orbe con justicia,
y gobernará a los pueblos con equidad.
10 Y será Yahvé refugio para el oprimido,
refugio siempre pronto
en el tiempo de la tribulación.
11 Y los que conocieron tu nombre
confiarán en Ti,
pues Tú no abandonas, Yahvé,
a los que te buscan.
12 Cantad salmos a Yahvé,
que habita en Sión,
haced conocer a los pueblos sus proezas.
13 Porque el vengador de la sangre
se ha acordado de los pobres,
y no ha olvidado su clamor.
14 Yahvé se apiadó de mí
viendo la aflicción
que me causan mis enemigos,
y me ha sacado
de los umbrales de la muerte,
15 para que anuncie todas sus alabanzas
en las puertas de la hija de Sión,
y me goce yo en tu salud.
16 Cayeron las naciones
en la fosa que cavaron,
su pie quedó preso
en el lazo que escondieron.
17 Yahvé se ha dado a conocer
haciendo justicia;
el pecador quedó enredado
en las obras de sus manos.
18 Bajen los malvados al sepulcro,
todos los gentiles
que se han olvidado de Dios.
19 Porque no siempre
quedará en olvido el pobre,
ni siempre burlada
la esperanza de los oprimidos.
20 Levántate Yahvé;
no prevalezca el hombre,
sean juzgadas las naciones
ante tu presencia.
21 Arroja, Señor, sobre ellas
el terror, oh Yahvé,
¡que sepan los gentiles que son hombres!
Salmo 9 b (10)
9 B:1 ¿Por qué, Yahvé, te estás lejos?
¿Te escondes en el tiempo de la tribulación,
2 mientras se ensoberbece el impío,
y el pobre es vejado y preso
en los ardides que aquél le urdió?
3 Porque he aquí que el inicuo
se jacta de sus antojos,
el expoliador blasfema
despreciando a Yahvé.
4 En el orgullo de su mente dice el impío:
“Él no tomará venganza; Dios no existe.”
Tal es todo su pensamiento.
5 Sus caminos prosperan en todo tiempo;
lejos de su ánimo están tus juicios;
menosprecia él a todos sus adversarios.
6 En su corazón dice:
“No seré conmovido;
de generación en generación
estaré al abrigo de la adversidad.”
7 Su boca está llena de maldición,
de astucia y de violencia;
bajo su lengua lleva
la maldad y la mentira.
8 Se pone en acecho junto al poblado,
en lo escondido, para matar al inocente.
Sus ojos están espiando al pobre;
9 insidia en la oscuridad como el león
que desde su guarida está asechando
al desvalido para atraparlo;
lo arrebata y lo atrae a su red;
10 se encoge, se agacha hasta el suelo,
y el desdichado cae en sus garras.
11 Dice en su corazón:
“Dios está desmemoriado,
apartó su rostro, nunca ve nada.”
12 Levántate, Yahvé Dios mío,
alza tu mano;
no quieras olvidarte de los afligidos.
13 ¿Cómo es que el impío desprecia a Dios,
diciendo en su corazón:
“No tomará venganza”?
14 Mas Tú lo estás viendo.
Tú consideras el afán y la angustia,
para tomarlos en tus manos.
A Ti está confiado el pobre;
Tú eres el protector del huérfano.
15 Quebranta Tú el brazo del impío
y del maligno;
castigarás su malicia y no subsistirá.
16 Yahvé es Rey para siglos eternos;
los gentiles fueron exterminados de su tierra.
17 Ya escuchaste, Yahvé,
el deseo de los humildes;
confirmaste su corazón y prestaste oído,
18 para tomar en tus manos
la causa del huérfano y del oprimido,
a fin de que nunca más vuelva
a infundir pavor el hombre de tierra.
Salmo 10 (11)
No huye quien tiene a Yahvé por refugio
10:1 Al maestro de coro. De David.
Yo me refugio en Yahvé.
¿Cómo podéis decirme:
“Huye al monte como el pájaro”?
2 Pues los malvados están entesando el arco
y colocan ya su flecha en la cuerda
para asaetear en la sombra
a los rectos de corazón;
3 si han socavado los cimientos
¿qué puede hacer el justo?
4 Está Yahvé en su santo templo;
¡Yahvé! su trono está en el cielo;
sus ojos miran,
sus párpados escrutan
a los hijos de los hombres.
5 Yahvé examina al justo y al malvado;
y al que ama la prepotencia
Él lo abomina.
6 Sobre los pecadores
hará llover ascuas y azufre,
y viento abrasador
será su porción en el cáliz.
7 Porque Yahvé es justo y ama la justicia;
los rectos verán su rostro.
Salmo 11 (12)
Recurso a Dios contra la corrupción dominante
11:1 Al maestro de coro. En octava. Salmo de David.
2 Sálvame Tú, oh Yahvé,
porque se acaban los justos;
la fidelidad ha desaparecido
de entre los hombres.
3 Unos a otros se dicen mentiras;
se hablan con labios fraudulentos
y doblez de corazón.
4 Acabe Yahvé con todo labio fraudulento
y con la lengua jactanciosa;
5 con esos que dicen:
“Somos fuertes con nuestra lengua,
contamos con nuestros labios;
¿quién es señor nuestro?”
6 “Por la aflicción de los humildes
y el gemido de los pobres,
me levantaré ahora mismo, dice Yahvé;
pondré a salvo a aquel que lo desea.”
7 Las palabras de Yahvé
son palabras sinceras;
plata acrisolada, sin escorias,
siete veces purificada.
8 Tú las cumplirás, oh Yahvé;
nos preservarás para siempre
de esta generación.
9 Los malvados se pasean por todas partes,
mientras Tú dejas que sea exaltado
lo más vil de entre los hombres.
Salmo 12 (13)
Recurso del alma apremiada
12:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 ¿Hasta cuándo, Yahvé?
¿Me tendrás olvidado constantemente?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
3 ¿Hasta cuándo fatigaré
mi alma con cavilaciones
y mi corazón con tristezas cada día?
¿Hasta cuándo habrá de prevalecer
sobre mí el enemigo?
4 Mira y respóndeme, Yahvé, Dios mío;
alumbra mis ojos
para que no me duerma en la muerte,
5 y no diga el adversario:
“Lo he vencido.”
Los que me afligen
saltarían de gozo si yo cayera,
6 después de haber puesto
mi confianza en tu misericordia.
Sea mi corazón
el que se alegre por tu socorro;
cante yo a Yahvé
por su bondad para conmigo.
Salmo 13 (14)
Llegará la hora para los impostores
13:1 Al maestro de coro. De David.
El insensato dice en su corazón:
“No hay Dios.”
Se han pervertido; su conducta es abominable.
ni uno solo obra bien.
2 Yahvé mira desde el cielo
a los hijos de los hombres,
para ver si hay quién sea inteligente
y busque a Dios.
3 Pero se han extraviado todos juntos
y se han depravado.
No hay uno que obre el bien,
ni uno siquiera.
4 ¡Nunca entenderán, todos esos malhechores,
que devoran a mi pueblo
como quien come pan,
sin acordarse de Dios para nada!
5 Mas algún día temblarán de espanto,
porque Dios está
con la generación de los justos.
6 Vosotros que despreciáis
las ansias del desvalido,
sabed que Dios es su refugio.
7 ¡Oh, venga ya de Sión
la salud de Israel!
Cuando cambie el Señor
la suerte de su pueblo,
saltarán de gozo Jacob,
e Israel de alegría.
Salmo 14 (15)
El verdadero hombre de Dios
14:título Salmo de David.
1 Yahvé, ¿quién podrá morar en tu Tabernáculo?
¿Quién habitará en tu santo monte?
2 El que procede sin tacha
y obra justicia
y piensa verdad en su corazón,
3 cuya lengua no calumnia,
que no hace mal a su semejante,
ni infiere injuria a su prójimo;
4 que tiene por despreciable al réprobo,
y honra en cambio
a los temerosos de Yahvé;
que no vuelve atrás,
aunque haya jurado en perjuicio propio;
5 que no presta su dinero a usura,
ni recibe sobornos contra el inocente.
6 El que así vive
no será conmovido jamás.
Salmo 15 (16)
El sumo bien
15:título Miktam de David.
1 Presérvame, oh Dios, pues me refugio en Ti;
2 dije a Yahvé: “Tú eres mi Señor,
no hay bien para mí fuera de Ti”.
3 En cuanto a los santos
e ilustres de la tierra,
no pongo en ellos mi afecto.
4 Multiplican sus dolores
los que corren tras falsos dioses;
no libaré la sangre de sus ofrendas,
ni pronunciaré sus nombres con mis labios.
5 Yahvé es la porción de mi herencia
de mi cáliz;
Tú tienes en tus manos mi suerte.
6 Las cuerdas (de medir)
cayeron para mí en buen lugar,
y me tocó una herencia que me encanta.
7 Bendeciré a Yahvé,
porque me (lo) hizo entender,
y aun durante la noche
me (lo) enseña mi corazón.
8 Tengo siempre a Yahvé ante mis ojos,
porque con Él a mi diestra no seré conmovido.
9 Por eso se alegra mi corazón
y se regocija mi alma,
y aun mi carne descansará segura;
10 pues Tú no dejarás a mi alma en el sepulcro,
ni permitirás que tu santo
experimente corrupción.
11 Tú me harás conocer la senda de la vida,
la plenitud del gozo a la vista de tu rostro,
las eternas delicias de tu diestra.
Salmo 16 (17)
Plegaria del perseguido
16:1 Oración de David.
Escucha, oh Yahvé, una justa demanda;
atiende a mi clamor;
oye mi plegaria,
que no brota de labios hipócritas.
2 Que mi sentencia venga de Ti;
tus ojos ven lo que es recto.
3 Si escrutas mi corazón,
si me visitas en la noche,
si me pruebas por el fuego,
no encontrarás malicia en mí.
4 Que jamás mi boca se exceda
a la manera de los hombres.
Ateniéndome a las palabras de tus labios,
he guardado los caminos de la Ley.
5 Firmemente se adhirieron
mis pasos a tus senderos,
y mis pies no han titubeado.
6 Te invoco, oh Dios,
porque sé que Tú responderás;
inclina a mi tu oído,
y oye mis palabras.
7 Ostenta tu maravillosa misericordia,
oh Salvador
de los que se refugian en tu diestra,
contra tus enemigos.
8 Cuídame como a la niña de tus ojos,
escóndeme bajo la sombra de tus alas
9 de la vista de los impíos
que me hacen violencia,
de los enemigos furiosos que me rodean.
10 Han cerrado con grasa su corazón;
por su boca habla la arrogancia.
11 Ahora me rodean espiando,
con la mira de echarme por tierra,
12 cual león ávido de presa,
como cachorro que asecha en su guarida.
13 Levántate, Yahvé, hazle frente y derríbalo,
líbrame del perverso con tu espada;
14 y con tu mano, oh Yahvé,
líbrame de estos hombres del siglo,
cuya porción es esta vida,
y cuyo vientre Tú llenas con tus dádivas;
quedan hartos sus hijos,
y dejan sobrante a los nietos.
15 Yo, empero, con la justicia tuya
llegaré a ver tu rostro;
me saciaré al despertarme, con tu gloria.
Salmo 17 (18)
Gratitud de David
17:1 Al maestro de coro. Del servidor de Dios, de David, el cual dirigió al Señor las palabras de este cántico en el día en que le libró de las manos de todos sus enemigos y de las de Saúl.
2 Y dijo: Te amo, Yahvé, fortaleza mía,
mi peña, mi baluarte, mi libertador,
3 Dios mío, mi roca, mi refugio,
broquel mío, cuerno de mi salud, asilo mío.
4 Invoco a Yahvé, el digno de alabanza,
y quedo libre de mis enemigos.
5 Olas de muerte me rodeaban,
me alarmaban los torrentes de iniquidad;
6 las ataduras del sepulcro me envolvieron,
se tendían a mis pies lazos mortales.
7 En mi angustia invoqué a Yahvé,
y clamé a mi Dios;
y Él, desde su palacio, oyó mi voz;
mi lamento llegó a sus oídos.
8 Se estremeció la tierra y tembló;
se conmovieron los cimientos de los montes
y vacilaron, porque Él ardía de furor.
9 Humo salió de sus narices;
de su boca, fuego devorador;
y despedía carbones encendidos.
10 Inclinó los cielos, y descendió
con densas nubes bajo sus pies.
11 Subió sobre un querube y voló,
y era llevado sobre las alas del viento.
12 Se ocultaba bajo un velo de tinieblas;
aguas tenebrosas y oscuras nubes
lo rodeaban como un pabellón.
13 Se encendieron carbones de fuego
al resplandor de su rostro.
14 Tronó Yahvé desde el cielo,
el Altísimo hizo resonar su voz;
15 y lanzó sus saetas y los dispersó;
multiplicó sus rayos,
y los puso en derrota.
16 Y aparecieron a la vista
los lechos de los océanos;
se mostraron desnudos
los cimientos del orbe terráqueo,
ante la amenaza de Yahvé,
al resollar el soplo de su ira.
17 Desde lo alto extendió su brazo
y me arrebató,
sacándome de entre las muchas aguas;
18 me libró de mi feroz enemigo,
de adversarios más poderosos que yo.
19 Se echaron sobre mí
en el día de mi infortunio;
pero salió Yahvé en mi defensa,
20 y me trajo a la anchura;
me salvó porque me ama.
21 Yahvé me ha retribuido
conforme a mi rectitud;
me remunera según la limpieza
de mis manos.
22 Porque seguí los caminos de Yahvé,
y no me rebelé contra mi Dios;
23 porque mantuve ante mis ojos
todos sus mandamientos
y nunca aparté de mí sus estatutos.
24 Fuí íntegro para con Él,
y me cuidé de mi maldad.
25 Yahvé me ha retribuido
conforme a mi rectitud;
según la limpieza de mis manos
ante sus ojos.
26 Tú eres misericordioso con el misericordioso;
con el varón recto, eres recto.
27 Con el sincero, eres sincero;
y con el doble, te haces astuto.
28 Tú salvas al pueblo oprimido,
y humillas los ojos altaneros.
29 Eres Tú quien mantiene
encendida mi lámpara, oh Yahvé;
Tú, Dios mío, disipas mis tinieblas.
30 Fiado en Ti embestiré a un ejército;
con mi Dios saltaré murallas.
31 ¡El Dios mío!… Su conducta es perfecta,
Su palabra acrisolada.
Él mismo es el escudo
de cuantos lo buscan como refugio.
32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
o ¿qué roca hay si no es el Dios nuestro?
33 Aquel Dios que me ciñó de fortaleza
e hizo inmaculado mi camino.
34 El que volvió mis pies veloces
como los del ciervo,
y me afirmó sobre las cumbres.
35 El que adiestró mis manos para la pelea,
y mi brazo para tender el arco de bronce.
36 Tú me diste por broquel tu auxilio,
me sostuvo tu diestra;
tu solicitud me ha engrandecido.
37 Ensanchaste el camino a mis pasos,
y mis pies no flaquearon.
38 Perseguía a mis enemigos y los alcanzaba;
y no me volvía hasta desbaratarlos.
39 Los destrozaba y no podían levantarse;
caían bajo mis pies.
40 Tú me revestías de valor para el combate,
sujetabas a mi cetro a los que me resistían.
41 Ponías en fuga a mis enemigos.
dispersabas a cuantos me aborrecían.
42 Vociferaban,
mas no había quien los auxiliase;
(clamaban) a Yahvé mas Él no los oía.
43 Y yo los dispersaba
como polvo que el viento dispersa;
los pisoteaba como el lodo de las calles.
44 Me libraste de las contiendas del pueblo,
me has hecho cabeza de las naciones;
un pueblo que no conocía me sirve;
45 con atento oído me obedecen;
los extraños me adulan.
46 Los extranjeros palidecen,
y abandonan, temblando, sus fortalezas.
47 ¡Vive Yahvé! ¡Bendita sea mi Roca!
¡Sea ensalzado el Dios mi Salvador!
48 Aquel Dios que me otorgó la venganza,
que sujetó a mí las naciones;
49 que me libró de mis enemigos,
que me encumbró sobre mis opositores,
y me salvó
de las manos del hombre violento.
50 Por eso te alabaré
entre las naciones, oh Yahvé;
cantaré himnos a tu Nombre.
51 Él da grandes victorias a su rey,
y usa de misericordia con su ungido,
con David y su linaje, por toda la eternidad.
Salmo 18 (19)
Dos biblias: la naturaleza y la palabra
18:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 Los cielos atestiguan la gloria de Dios;
y el firmamento predica las obras
que Él ha hecho.
3 Cada día transmite
al siguiente este mensaje,
y una noche lo hace conocer a la otra.
4 Si bien no es la palabra,
tampoco es un lenguaje
cuya voz no pueda percibirse.
5 Por toda la tierra se oye su sonido,
y sus acentos hasta los confines del orbe.
Allí le puso tienda al sol,
6 que sale como un esposo de su tálamo,
y se lanza alegremente cual gigante
a recorrer su carrera.
7 Parte desde un extremo del cielo,
y su giro va hasta el otro extremo;
nada puede sustraerse a su calor.
8 La Ley de Yahvé es perfecta,
restaura el alma.
El testimonio de Yahvé es fiel,
hace sabio al hombre sencillo.
9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
alegran el corazón.
La enseñanza de Yahvé es clara,
ilumina los ojos.
10 El temor de Yahvé es santo,
permanece para siempre.
Los juicios de Yahvé son la verdad,
todos son la justicia misma,
11 más codiciables que el oro,
oro abundante y finísimo;
más sabrosos que la miel
que destila de los panales.
12 También tu siervo
es iluminado por ellos,
y en su observancia
halla gran galardón.
13 Mas ¿quién es el
que conoce sus defectos?
Purifícame de los que no advierto.
14 Preserva a tu siervo,
para que nunca domine
en mí la soberbia.
Entonces seré íntegro,
y estaré libre del gran pecado.
15 Hallen favor ante Ti
estas palabras de mi boca
y los anhelos de mi corazón,
oh Yahvé, Roca mía
y Redentor mío.
Salmo 19 (20)
Plegaria por el Rey
19:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 Que Yahvé te escuche
en el día de la prueba;
te defienda el Nombre
del Dios de Jacob.
3 Él te envíe su auxilio desde el santuario,
y desde Sión te sostenga.
4 Acuérdese de todas tus ofrendas
y séale grato tu holocausto.
5 Te conceda lo que tu corazón anhela
y confirme todos tus designios.
6 Séanos dado ver gozosos tu victoria,
y alzar el pendón
en el nombre de nuestro Dios.
Otorgue el Señor todas tus peticiones.
7 Ahora ya sé que Yahvé
dará el triunfo a su ungido,
respondiéndole desde su santo cielo
con la potencia victoriosa de su diestra.
8 Aquéllos en sus carros,
éstos en sus caballos;
mas nosotros seremos fuertes
en el Nombre de [Yahvé] nuestro Dios.
9 Ellos se doblegarán y caerán;
mas nosotros estaremos erguidos,
y nos mantendremos.
10 Oh Yahvé, salva al rey.
y escúchanos en este día
en que apelamos a Ti.
Salmo 20 (21)
Acción de gracias por la victoria del Rey
20:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 Oh Yahvé, de tu poder se goza el rey,
y está lleno de alegría por tu auxilio.
3 Cumpliste el anhelo de su corazón,
y no frustraste
la petición de sus labios.
4 Lo previniste con faustas bendiciones,
corona de oro puro pusiste en su cabeza.
5 Te pidió la vida
y le has dado días
que durarán por los siglos de los siglos.
6 Gracias a tu socorro
es grande su gloria;
lo colmaste de honor
y de magnificencia.
7 Porque has hecho
que él sea una bendición
para siempre,
y lo has llenado de alegría
con el gozo de tu vista.
8 Pues el rey confía en Yahvé,
y merced al Altísimo
no será conmovido.
9 Descargue tu mano
sobre todos tus enemigos;
alcance tu diestra
a los que te aborrecen.
10 Cuando tu rostro aparezca
los pondrás como en un horno encendido.
El Señor los destruirá en su ira,
y el fuego los devorará.
11 Quita de la tierra su descendencia,
y su raza de entre los hijos de los hombres.
12 Y si dirigen sus malas artes contra Ti
y maquinan insidias, nada podrán.
13 Porque Tú los pondrás en fuga
al dirigir tu arco hacia su rostro.
14 Levántate, Yahvé, en tu poderío,
y con salmos celebraremos tus hazañas.
Salmo 21 (22)
Elí, Elí, “lemá sabaqtani?” (Profecía sobre la Pasión del Mashíaj)
21:1 Al maestro de coro. Por el pronto socorro. Salmo de David.
2 Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Los gritos de mis pecados
alejan de mí el socorro.
3 Dios mío, clamo de día, y no respondes;
de noche también, y no te cuidas de mí.
4 Y Tú, sin embargo,
estás en tu santa morada,
¡oh gloria de Israel!
5 En Ti esperaron nuestros padres;
esperaron, y los libraste.
6 A Ti clamaron, y fueron salvados;
en Ti confiaron,
y no quedaron confundidos.
7 Pero es que yo soy gusano,
y no hombre,
oprobio de los hombres
y desecho de la plebe.
8 Cuantos me ven se mofan de mí,
tuercen los labios y menean la cabeza:
9 “Confió en Yahvé: que Él lo salve;
líbrelo, ya que en Él se complace.”
10 Sí, Tú eres mi sostén
desde el seno materno,
mi refugio desde los pechos de mi madre.
11 A Ti fui entregado
desde mi nacimiento;
desde el vientre de mi madre
Tú eres mi Dios.
12 No estés lejos de mí,
porque la tribulación está cerca,
porque no hay quien socorra.
13 Me veo rodeado de muchos toros;
los fuertes de Basan me cercan;
14 abren contra mí sus bocas,
cual león rapaz y rugiente.
15 Soy como agua derramada,
todos mis huesos se han descoyuntado;
mi corazón, como cera,
se diluye en mis entrañas.
16 Mi garganta se ha secado como una teja;
mi lengua se pega a mi paladar,
me has reducido al polvo de la muerte.
17 Porque me han rodeado muchos perros:
una caterva de malvados me encierra;
han perforado mis manos y mis pies;
18 puedo contar todos mis huesos.
Entretanto, ellos miran,
y al verme se alegran.
19 Se reparten mis vestidos,
y sobre mi túnica echan suertes.
20 Mas Tú, Yahvé, no estés lejos de mí;
sostén mío, apresúrate a socorrerme.
21 Libra mi alma de la espada,
mi vida del poder del perro.
22 Sálvame de la boca del león;
de entre las astas de los bisontes escúchame.
23 Anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
y proclamaré tu alabanza
en medio de la asamblea.
24 Los que teméis a Yahvé alabadle,
glorificadle, vosotros todos, linaje de Israel.
25 Pues no despreció ni desatendió
la miseria del miserable;
no escondió de él su rostro,
y cuando imploró su auxilio, le escuchó.
26 Para Ti será mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré mis votos
en presencia de los que te temen.
27 Los pobres comerán y se hartarán,
alabarán a Yahvé los que le buscan.
Sus corazones vivirán para siempre.
28 Recordándolo, volverán a Yahvé
todos los confines de la tierra;
y todas las naciones de los gentiles
se postrarán ante su faz.
29 Porque de Yahvé es el reino,
y Él mismo gobernará a las naciones.
30 A Él solo adorarán
todos los que duermen
bajo la tierra;
ante Él se encorvará
todo el que desciende al polvo,
y no tiene ya vida en sí.
31 Mi descendencia le servirá a Él
y hablará de Yahvé a la edad venidera.
32 Anunciará su justicia
a un pueblo que ha de nacer:
“Estas cosas ha hecho Yahvé.”
Salmo 22 (23)
El buen Pastor
22:1 Salmo de David.
Yahvé es mi pastor,
nada me faltará.
2 Él me hace recostar en verdes prados,
me conduce a manantiales
que restauran,
3 Confortando mi alma,
guiándome por senderos rectos,
para gloria de su Nombre.
4 Aunque atraviese
un valle de tinieblas,
no temeré ningún mal,
porque Tú vas conmigo.
Tu bastón y tu cayado
me infunden aliento.
5 Para mí Tú dispones una mesa
ante los ojos de mis enemigos.
Unges con bálsamo mi cabeza;
mi copa rebosa.
6 Bondad y misericordia me seguirán
todos los días de mi vida;
y moraré en la casa de Yahvé
por días sin fin.
Salmo 23 (24)
Entrada del Rey de la gloria
23:1 De David. Salmo.
De Yahvé es la tierra
y cuanto ella contiene;
el orbe y cuantos lo habitan.
2 Porque Él la asentó sobre mares
y la afirmó sobre corrientes.
3 ¿Quién será digno
de ascender al monte de Yahvé?
y ¿quién estará en su santuario?
4 Aquel que tiene inmaculadas las manos
y puro el corazón,
que no inclinó su ánimo a la vanidad
[ni juró con doblez];
5 él recibirá la bendición de Yahvé,
y la justicia de Dios su Salvador.
6 Esta es la generación
de los que lo buscan,
de los que buscan tu faz,
(Dios de) Jacob.
7 Levantad, oh puertas, vuestros dinteles,
y alzaos, portones antiquísimos,
para que entre el Rey de la gloria!
8 ¿Quién es este Rey de la gloria?
Yahvé fuerte y poderoso;
Yahvé, poderoso en la batalla.
9 ¡Levantad, oh puertas, vuestros dinteles;
y alzaos, portones antiquísimos,
para que entre el Rey de la gloria!
10 ¿Quién es este Rey de la gloria?
Yahvé Dios de los ejércitos:
Él mismo es el Rey de la gloria.
Salmo 24 (25)
Oración para crecer en la amistad de Dios
24:1 De David.
A Ti, Yahvé, Dios mío, elevo mi alma;
2 en Ti confío, no sea yo confundido;
no se gocen a costa mía mis enemigos.
3 No, ninguno que espera en Ti es confundido.
Confundido queda el que locamente se aparta de Ti.
4 Muéstrame tus caminos, oh Yahvé,
indícame tus sendas;
5 condúceme a tu verdad e instrúyeme,
porque Tú eres el Dios que me salva,
y estoy siempre esperándote.
6 Acuérdate, Yahvé, de tus misericordias,
y de tus bondades de todos los tiempos.
7 No recuerdes los pecados de mi mocedad,
[ni mis ofensas];
según tu benevolencia acuérdate de mí,
por tu bondad, oh Yahvé.
8 Yahvé es benigno y es recto;
por eso da a los pecadores
una ley para el camino;
9 guía en la justicia a los humildes,
y amaestra a los dóciles en sus vías.
10 Todos los caminos de Yahvé
son misericordia y fidelidad
para cuantos buscan su alianza
y sus disposiciones.
11 Por la gloria de tu Nombre, oh Yahvé,
Tú perdonarás mi culpa,
aunque es muy grande.
12 ¿Hay algún hombre que tema a Yahvé?
A ése le mostrará Él qué senda elegir;
13 reposará su alma rodeada de bienes,
y su descendencia poseerá la tierra.
14 Yahvé concede intimidad familiar
a los que le temen;
les da a conocer (las promesas de) su alianza.
15 Mis ojos están siempre puestos en Yahvé
porque Él saca mis pies del lazo.
16 Mírame Tú y tenme lástima,
porque soy miserable y estoy solo.
17 Ensancha mi corazón angustiado,
sácame de mis estrecheces.
18 Mira que estoy cargado y agobiado,
y perdona Tú todos mis delitos.
19 Repara en mis enemigos,
porque son muchos
y me odian con odio feroz.
20 Cuida Tú mi alma y sálvame;
no tenga yo que sonrojarme
de haber acudido a Ti.
21 Los íntegros y justos
están unidos conmigo,
porque espero en Ti.
22 Oh Yahvé, libra a Israel
de todas sus tribulaciones.
Salmo 25 (26)
Confianza del hombre recto
25:1 De David.
Hazme justicia, oh Yahvé:
he procedido con integridad:
y, puesta en Yahvé mi confianza,
no he vacilado.
2 Escrútame, Yahvé, y sondéame;
acrisola mi conciencia y mi corazón.
3 Porque, teniendo tu bondad
presente a mis ojos,
anduve según tu verdad.
4 No he tomado asiento con hombres inicuos,
ni busqué la compañía de los que fingen;
5 aborrecí la sociedad de los malvados,
y con los impíos no tuve comunicación.
6 Lavo mis manos como inocente
y rodeo tu altar, oh Yahvé,
7 para levantar mi voz en tu alabanza
y narrar todas tus maravillas.
8 Amo, Yahvé, la casa de tu morada,
el lugar del tabernáculo de tu gloria.
9 No quieras juntar mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
10 que en sus manos tienen crimen,
y cuya diestra está llena de soborno,
11 en tanto que yo he procedido con integridad;
sálvame y apiádate de mí.
12 Ya está mi pie sobre camino llano;
en las asambleas bendeciré a Yahvé.
Salmo 26 (27)
Espera confiada
26:1 De David.
Yahvé es mi luz y mi socorro;
¿a quién temeré?
La defensa de mi vida es Yahvé;
¿ante quién podré temblar?
2 Cada vez que me asaltan los malignos
para devorar mi carne,
son ellos, mis adversarios y enemigos,
quienes vacilan y caen.
3 Si un ejército acampase contra mí,
mi corazón no temería;
y aunque estalle contra mí la guerra,
tendré confianza.
4 Una sola cosa he pedido a Yahvé,
y esto sí lo reclamo:
[habitar en la casa de Yahvé
todos los días de mi vida];
contemplar la suavidad de Yahvé
y meditar en su santuario.
5 Porque en el día malo
Él me esconderá en su tienda;
me tendrá seguro
en el secreto de su tabernáculo,
y me pondrá sobre una alta roca.
6 Entonces mi cabeza se alzará
por encima de mis enemigos en torno mío,
e inmolaré en su tabernáculo
sacrificios de júbilo;
cantaré y entonaré salmos a Yahvé.
7 Escucha, oh Yahvé, mi voz que te llama;
ten misericordia de mí y atiéndeme.
8 Mi corazón sabe
que Tú has dicho: “Buscadme.”
Y yo busco tu rostro, oh Yahvé.
9 No quieras esconderme tu faz,
no rechaces con desdén a tu siervo.
Mi socorro eres Tú;
no me eches fuera,
ni me desampares,
oh Dios, Salvador mío.
10 Si mi padre y mi madre me abandonan,
Yahvé me recogerá.
11 Muéstrame, oh Yahvé, tu camino,
y condúceme por la senda llana
a causa de los que me están asechando.
12 No me dejes entregado
a la voluntad de mis enemigos,
porque se han levantado
contra mí falsos testigos
que respiran crueldad.
13 ¡Ah, si no creyera yo
que veré los bienes de Yahvé
en la tierra de los vivientes!
14 ¡Aguarda a Yahvé y ten ánimo;
aliéntese tu corazón y aguarde a Yahvé!
Salmo 27 (28)
Oración escuchada
27:1 De David.
A Ti, Yahvé, clamo, roca mía,
no te muestres sordo conmigo;
no sea que si Tú me desoyes
me asemeje yo a los que bajan al sepulcro.
2 Escucha la voz de mi súplica
cuando clamo a Ti,
mientras levanto mis manos
hacia el interior de tu Santuario.
3 No me quites de en medio con los impíos
y los obradores de iniquidad,
que hablan paz a su prójimo
y maquinan el mal en su corazón.
4 Retribúyeles conforme a sus obras
y a la malicia de sus maquinaciones;
págales según su conducta,
dales su merecido.
5 Porque no paran mientes
en los hechos de Yahvé,
ni en las obras de sus manos.
¡Destrúyalos Él y no los restablezca!
6 Bendito sea Yahvé,
porque oyó la voz de mi súplica.
7 Yahvé es mi fortaleza y mi escudo;
en Él confió mi corazón y fui socorrido.
Por eso mi corazón salta de gozo
y lo alabo con mi cántico.
8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
y el alcázar de salvación para su ungido.
9 Salva a tu pueblo
y bendice a tu heredad;
apaciéntalos y condúcelos para siempre.
Salmo 28 (29)
La voz de Yahvé en la tempestad del juicio
28:1 Salmo de David.
Dad a Yahvé, oh hijos de Dios.
dad a Yahvé gloria y poderío.
2 Tributad a Yahvé la gloria
debida a su Nombre,
adorad a Yahvé en su Santuario.
3 ¡La voz de Yahvé sobre las aguas!
Truena el Dios de la majestad,
Yahvé sobre las muchas aguas.
4 ¡La voz de Yahvé con poderío!
¡La voz de Yahvé con majestad!
5 La voz de Yahvé troncha los cedros,
Yahvé troncha los cedros del Líbano.
6 Hace brincar al Líbano como un novillo,
y al Shirión como cría de bisonte.
7 La voz de Yahvé hace brotar llamas de fuego.
8 La voz de Yahvé sacude el desierto;
Yahvé hace temblar el desierto de Cadés.
9 La voz de Yahvé retuerce los robles
y arrasa las selvas,
mientras en su Santuario todos dicen:
¡Gloria!
10 Yahvé ha puesto su trono
sobre las muchas aguas,
y se sentará como Rey para siempre.
11 Yahvé dará fortaleza a su pueblo;
Yahvé bendecirá a su pueblo con la paz.
Salmo 29 (30)
Acción de gracias después de una enfermedad grave
29:1 Salmo-cántico para la dedicación de la casa de David.
2 Yo te alabo, Yahvé, porque me libraste
y no dejaste que a costa mía
se alegraran mis enemigos.
3 Yahvé, Dios mío,
clamé a Ti, y me sanaste.
4 Tú, Yahvé, sacaste mi vida del sepulcro;
me sacaste de entre los que descienden a la fosa.
5 Cantad himnos a Yahvé
vosotros sus santos,
dad gracias al Nombre de Su santidad.
6 Porque su enojo dura un instante,
mas su benevolencia es por toda la vida,
como el llanto viene al anochecer
y con la aurora vuelve la alegría.
7 Me decía yo en mi presunción:
“Nunca me pasará nada”;
8 pues Tú, oh Yahvé, en tu benevolencia,
me habías prestado honor y poderío;
mas apenas escondiste tu rostro,
quedé conturbado.
9 Clamé a Ti, oh Yahvé,
e imploré la misericordia de mi Dios:
10 “¿Qué beneficio se obtendrá con mi sangre,
cuando yo descienda a la fosa?
¿Acaso te alabará el polvo,
o proclamará tu fidelidad?”
11 Me oyó Yahvé y tuvo compasión de mí;
Yahvé vino en mi socorro.
12 Convertiste en danza mi llanto
desataste mi cilicio
y me ceñiste de alegría,
13 para que mi alma
te cante himnos sin cesar.
¡Oh Yahvé, Dios mío,
te alabaré eternamente!
Fruto seguro de la Palabra divina
Sal 1:1 ¡Dichoso el hombre que no sigue
el consejo de los malvados,
ni pone el pie
en el camino de los pecadores,
ni entre los burladores toma asiento,
2 mas tiene su deleite en la Ley del Señor,
y en ella medita día y noche!
3 Es como un árbol
plantado junto a ríos de agua,
que a su tiempo dará fruto
y cuyas hojas no se marchitan;
todo cuanto hiciere prosperará.
4 No así los malvados, no así.
Ellos son como paja
que el viento desparrama.
5 Por eso en el juicio
no estarán en pie los malvados,
ni los pecadores en la reunión de los justos.
6 Porque el camino de los justos
lo cuida Yahvé,
y el camino de los malvados tiene mal fin.
Salmo 2
Triunfo del Mesías Rey
2:1 ¿Por qué se amotinan las gentes,
y las naciones traman vanos proyectos?
2 Se han levantado los reyes de la tierra,
y a una se confabulan los príncipes
contra Yahvé y contra su Ungido.
3 “Rompamos (dicen) sus coyundas,
y arrojemos lejos de nosotros sus ataduras.”
4 El que habita en los cielos ríe,
el Señor se burla de ellos.
5 A su tiempo les hablará en su ira,
y en su indignación los aterrará:
6 “Pues bien, soy Yo
quien he constituido a mi Rey
sobre Sión, mi santo monte.”
7 ¡Yo promulgaré ese decreto de Yahvé!
Él me ha dicho: “Tú eres mi Hijo,
Yo mismo te he engendrado en este día.
8 Pídeme y te daré en herencia las naciones,
y en posesión tuya los confines de la tierra,
9 Con cetro de hierro los gobernarás,
los harás pedazos como a un vaso de alfarero.”
10 Ahora, pues, oh reyes, comprended,
instruíos, vosotros que gobernáis la tierra.
11 Sed siervos de Yahvé con temor y alabadle,
temblando, besad sus pies,
12 antes que se irrite y vosotros erréis el camino,
pues su ira se encenderá pronto.
¡Dichosos quien haya hecho de Él su refugio!
Salmo 3
El eterno es mi escudo
3:1 Salmo de David cuando huía de su hijo Absalón.
2 Oh Yahvé, ¡cuán numerosos
son mis perseguidores!
¡Cuantos se levantan contra mí!
3 Muchos son los que dicen de mi vida:
“No hay para él salvación en Dios.”
4 Pero Tú, Yahvé, eres mi escudo,
Tú mi gloria,
Tú quien me hace erguir la cabeza.
5 Con mi voz invoco a Yahvé
y Él me oye desde su santo monte.
6 Me acuesto y me duermo,
y despierto incólume,
porque Yahvé me sostiene.
7 No temo a los muchos millares de gentes
que en derredor se ponen contra mí.
8 Levántate, Yahvé; sálvame, Dios mío,
Tú que heriste en la mejilla
a todos mis enemigos,
y a los impíos les quebraste los dientes.
9 De Yahvé viene la salvación,
¡Que sea tu bendición sobre tu pueblo!
Salmo 4
Para un sueño apacible. Oración vespertina
4:1 Al maestro de música. Para instrumentos de cuerda. Salmo de David.
2 Cuando te invoque,
óyeme ¡oh Dios de mi justicia!
Tú, que en la tribulación me levantaste,
ten misericordia de mí, y acoge mi súplica.
3 Hijos de hombres
¿hasta cuándo seréis insensatos?
¿Por qué amáis la vanidad
y buscáis lo que es mentira?
4 Sabed que Yahvé favorece
maravillosamente al santo suyo;
cuando le invoca, Yahvé me oye.
5 Temblad, y no queráis pecar;
dentro de vuestros corazones,
en vuestros lechos, recapacitad y enmudeced.
6 Ofreced sacrificios de justicia,
y esperad en Yahvé.
7 Muchos dicen:
“¿Quién nos mostrará los bienes?”
Alza Tú sobre nosotros
la luz de tu rostro, oh Yahvé.
8 Tú has puesto en mi corazón mayor alegría
que cuando abunda trigo y vino.
9 Apenas me acuesto, me duermo en paz,
porque Tú me das seguridad, oh Yahvé.
Salmo 5
Oración al despertar
5:1 Al maestro de coro. Para flautas. Salmo de David.
2 Presta oído a mis palabras, oh Yahvé,
atiende a mi gemido;
3 advierte la voz de mi oración,
oh Rey mío y Dios mío;
4 porque es a Ti a quien ruego, Yahvé.
Desde la mañana va mi voz hacia Ti;
temprano te presento mi oración
y aguardo.
5 Tú no eres un Dios
que se complazca en la maldad;
el malvado no habita contigo,
6 ni los impíos permanecen en tu presencia.
Aborreces a todos
los que obran iniquidades;
7 Tú destruyes a todos
los que hablan mentiras;
del hombre sanguinario y doble
abomina Yahvé.
8 Mas yo, por la abundancia de tu gracia,
entraré en tu Casa,
en tu santo Templo me postraré
con reverencia, oh Yahvé.
9 A causa de mis enemigos
condúceme en tu justicia,
y allana tu camino delante de mí;
10 porque en su boca no hay sinceridad,
su corazón trama insidias,
sepulcro abierto es su garganta,
y adulan con sus lenguas.
11 Castígalos, Dios,
desbarata sus planes;
arrójalos por la multitud de sus crímenes,
pues su rebeldía es contra Ti.
12 Alégrese, empero,
los que en Ti se refugian;
regocíjense para siempre
y gocen de tu protección,
y gloríense en Ti cuantos aman tu Nombre.
13 Pues Tú, Yahvé, bendices al justo,
y lo rodeas de tu benevolencia
como de un escudo.
Salmo 6
Oración de un penitente
6:1 Al maestro de canto. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo de David.
2 Yahvé, no quieras argüirme en tu ira,
ni corregirme en tu furor.
3 Ten misericordia de mí, oh Yahvé,
porque soy débil;
sáname, porque hasta mis huesos se sacuden
4 y mi alma está en el colmo de la turbación;
mas Tú, Yahvé ¿hasta cuándo?
5 Vuélvete, oh Yahvé, libra mi alma;
sálvame por tu misericordia,
6 porque en la muerte
no hay quien se acuerde de Ti;
¿quién te alaba en el sepulcro?
7 Me hallo extenuado de tanto gemir,
cada noche inundo en llanto mi almohada,
y riego con mis lágrimas el lecho.
8 A causa de todos mis enemigos,
van mis ojos apagándose de tristeza,
y envejecen.
9 Apartaos de mí todos
los que obráis la iniquidad;
pues Yahvé ha oído la voz de mi llanto.
10 Yahvé escuchó mi demanda,
Yahvé aceptó mi oración.
11 Mis enemigos todos quedarán sonrojados
y llenos de vergüenza;
huirán súbitamente confundidos.
Salmo 7
Apelación del justo al Supremo Juez
7:1 Lamentación que David entonó con ocasión de las palabras de Cus, hijo de Benjamín.
2 Yahvé, Dios mío, a Ti me acojo;
líbrame de todo el que me persigue,
y ponme a salvo;
3 no sea que arrebate mi vida,
como león, y me despedace,
sin que haya quien me salve.
4 Yahvé, Dios mío, si yo hice eso,
si hay en mis manos iniquidad;
5 si he hecho mal a mi amigo
-yo, que salvé a los que me oprimían injustamente-
6 persígame el enemigo y apodérese de mí;
aplaste mi vida en el suelo
y arrastre mi honor por el fango.
7 Despierta, Yahvé, en tu ira;
yérguete contra la rabia
de los que me oprimen.
Levántate a mi favor
en el juicio que tienes decretado
8 Te rodee la congregación de los pueblos
y siéntate sobre ella en lo alto.
9 Yahvé va juzgar a las naciones.
Hazme a mí justicia, Yahvé,
según mi rectitud,
y según la inocencia que hay en mí.
10 Cese ya la malicia de los impíos
y confirma Tú al justo,
¡oh justo Dios, que sondeas
los corazones y las entrañas!
11 Mi defensa está en Dios,
que salva a los rectos de corazón.
12 Dios, justo Juez, fuerte y paciente,
tiene pronta su ira cada día.
13 Si no se convierte afilará su espada,
entesará su arco y apuntará;
14 tiene preparadas para ellos flechas mortales;
hará de fuego sus saetas.
15 Mirad al que concibió la iniquidad:
quedó grávido de malicia
y dio a luz la traición.
16 Cavó una fosa y la ahondó,
mas cayó en el hoyo que él hizo.
17 En su propia cabeza recaerá su malicia,
y sobre su cerviz
descenderá su iniquidad.
18 Mas yo alabaré a Yahvé por su justicia,
y cantaré salmos
al Nombre de Yahvé Altísimo.
Salmo 8
La gloria de Dios en la Creación
8:1 Al maestro de coro. Sobre el ghittit (los lagares). Salmo de David.
2 ¡Oh Yahvé, Señor nuestro,
cuán admirable es tu Nombre
en toda la tierra!
Tú, cuya gloria cantan los cielos,
3 te has preparado la alabanza
de la boca de los pequeños
y de los lactantes,
para confundir a tus enemigos
y hacer callar
al adversario y al perseguidor.
4 Cuando contemplo tus cielos,
hechura de tus dedos,
la luna y las estrellas
que Tú pusiste en su lugar…
5 ¿Qué es el hombre para que Tú lo recuerdes,
o el hijo del hombre
para que te ocupes de él?
6 Tú lo creaste poco inferior a Dios,
le ornaste de gloria y de honor.
7 Le diste poder sobre las obras de tus manos,
y todo lo pusiste bajo sus pies:
8 las ovejas y los bueyes todos,
y aun las bestias salvajes,
9 las aves del cielo y los peces del mar,
y cuanto surca las sendas del agua.
10 Oh Yahvé, Señor nuestro,
¡cuán admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Salmo 9a
El juicio de las naciones
9 A:1 Al maestro de coro. Sobre el tono de Muthlabbén. Salmo de David.
2 Quiero alabarte, Yahvé,
con todo mi corazón,
voy a cantar todas tus maravillas.
3 En Ti me alegraré
y saltaré de gozo,
cantaré salmos a tu Nombre,
oh Altísimo.
4 Porque mis enemigos vuelven las espaldas,
caen y perecen ante tu presencia.
5 He aquí que Tú me has hecho justicia,
y has tomado en tus manos mi causa;
te has sentado, Juez justo,
sobre el trono.
6 Has reprendido a los gentiles
y aniquilado al impío,
borrado su nombre para siempre.
7 Los enemigos han sido aplastados,
reducidos a perpetua ruina;
has destruido sus ciudades,
y hasta la memoria de ellas ha perecido.
8 He aquí que Yahvé se sienta para siempre,
ha establecido su trono para juzgar.
9 Él mismo juzgará el orbe con justicia,
y gobernará a los pueblos con equidad.
10 Y será Yahvé refugio para el oprimido,
refugio siempre pronto
en el tiempo de la tribulación.
11 Y los que conocieron tu nombre
confiarán en Ti,
pues Tú no abandonas, Yahvé,
a los que te buscan.
12 Cantad salmos a Yahvé,
que habita en Sión,
haced conocer a los pueblos sus proezas.
13 Porque el vengador de la sangre
se ha acordado de los pobres,
y no ha olvidado su clamor.
14 Yahvé se apiadó de mí
viendo la aflicción
que me causan mis enemigos,
y me ha sacado
de los umbrales de la muerte,
15 para que anuncie todas sus alabanzas
en las puertas de la hija de Sión,
y me goce yo en tu salud.
16 Cayeron las naciones
en la fosa que cavaron,
su pie quedó preso
en el lazo que escondieron.
17 Yahvé se ha dado a conocer
haciendo justicia;
el pecador quedó enredado
en las obras de sus manos.
18 Bajen los malvados al sepulcro,
todos los gentiles
que se han olvidado de Dios.
19 Porque no siempre
quedará en olvido el pobre,
ni siempre burlada
la esperanza de los oprimidos.
20 Levántate Yahvé;
no prevalezca el hombre,
sean juzgadas las naciones
ante tu presencia.
21 Arroja, Señor, sobre ellas
el terror, oh Yahvé,
¡que sepan los gentiles que son hombres!
Salmo 9 b (10)
9 B:1 ¿Por qué, Yahvé, te estás lejos?
¿Te escondes en el tiempo de la tribulación,
2 mientras se ensoberbece el impío,
y el pobre es vejado y preso
en los ardides que aquél le urdió?
3 Porque he aquí que el inicuo
se jacta de sus antojos,
el expoliador blasfema
despreciando a Yahvé.
4 En el orgullo de su mente dice el impío:
“Él no tomará venganza; Dios no existe.”
Tal es todo su pensamiento.
5 Sus caminos prosperan en todo tiempo;
lejos de su ánimo están tus juicios;
menosprecia él a todos sus adversarios.
6 En su corazón dice:
“No seré conmovido;
de generación en generación
estaré al abrigo de la adversidad.”
7 Su boca está llena de maldición,
de astucia y de violencia;
bajo su lengua lleva
la maldad y la mentira.
8 Se pone en acecho junto al poblado,
en lo escondido, para matar al inocente.
Sus ojos están espiando al pobre;
9 insidia en la oscuridad como el león
que desde su guarida está asechando
al desvalido para atraparlo;
lo arrebata y lo atrae a su red;
10 se encoge, se agacha hasta el suelo,
y el desdichado cae en sus garras.
11 Dice en su corazón:
“Dios está desmemoriado,
apartó su rostro, nunca ve nada.”
12 Levántate, Yahvé Dios mío,
alza tu mano;
no quieras olvidarte de los afligidos.
13 ¿Cómo es que el impío desprecia a Dios,
diciendo en su corazón:
“No tomará venganza”?
14 Mas Tú lo estás viendo.
Tú consideras el afán y la angustia,
para tomarlos en tus manos.
A Ti está confiado el pobre;
Tú eres el protector del huérfano.
15 Quebranta Tú el brazo del impío
y del maligno;
castigarás su malicia y no subsistirá.
16 Yahvé es Rey para siglos eternos;
los gentiles fueron exterminados de su tierra.
17 Ya escuchaste, Yahvé,
el deseo de los humildes;
confirmaste su corazón y prestaste oído,
18 para tomar en tus manos
la causa del huérfano y del oprimido,
a fin de que nunca más vuelva
a infundir pavor el hombre de tierra.
Salmo 10 (11)
No huye quien tiene a Yahvé por refugio
10:1 Al maestro de coro. De David.
Yo me refugio en Yahvé.
¿Cómo podéis decirme:
“Huye al monte como el pájaro”?
2 Pues los malvados están entesando el arco
y colocan ya su flecha en la cuerda
para asaetear en la sombra
a los rectos de corazón;
3 si han socavado los cimientos
¿qué puede hacer el justo?
4 Está Yahvé en su santo templo;
¡Yahvé! su trono está en el cielo;
sus ojos miran,
sus párpados escrutan
a los hijos de los hombres.
5 Yahvé examina al justo y al malvado;
y al que ama la prepotencia
Él lo abomina.
6 Sobre los pecadores
hará llover ascuas y azufre,
y viento abrasador
será su porción en el cáliz.
7 Porque Yahvé es justo y ama la justicia;
los rectos verán su rostro.
Salmo 11 (12)
Recurso a Dios contra la corrupción dominante
11:1 Al maestro de coro. En octava. Salmo de David.
2 Sálvame Tú, oh Yahvé,
porque se acaban los justos;
la fidelidad ha desaparecido
de entre los hombres.
3 Unos a otros se dicen mentiras;
se hablan con labios fraudulentos
y doblez de corazón.
4 Acabe Yahvé con todo labio fraudulento
y con la lengua jactanciosa;
5 con esos que dicen:
“Somos fuertes con nuestra lengua,
contamos con nuestros labios;
¿quién es señor nuestro?”
6 “Por la aflicción de los humildes
y el gemido de los pobres,
me levantaré ahora mismo, dice Yahvé;
pondré a salvo a aquel que lo desea.”
7 Las palabras de Yahvé
son palabras sinceras;
plata acrisolada, sin escorias,
siete veces purificada.
8 Tú las cumplirás, oh Yahvé;
nos preservarás para siempre
de esta generación.
9 Los malvados se pasean por todas partes,
mientras Tú dejas que sea exaltado
lo más vil de entre los hombres.
Salmo 12 (13)
Recurso del alma apremiada
12:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 ¿Hasta cuándo, Yahvé?
¿Me tendrás olvidado constantemente?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
3 ¿Hasta cuándo fatigaré
mi alma con cavilaciones
y mi corazón con tristezas cada día?
¿Hasta cuándo habrá de prevalecer
sobre mí el enemigo?
4 Mira y respóndeme, Yahvé, Dios mío;
alumbra mis ojos
para que no me duerma en la muerte,
5 y no diga el adversario:
“Lo he vencido.”
Los que me afligen
saltarían de gozo si yo cayera,
6 después de haber puesto
mi confianza en tu misericordia.
Sea mi corazón
el que se alegre por tu socorro;
cante yo a Yahvé
por su bondad para conmigo.
Salmo 13 (14)
Llegará la hora para los impostores
13:1 Al maestro de coro. De David.
El insensato dice en su corazón:
“No hay Dios.”
Se han pervertido; su conducta es abominable.
ni uno solo obra bien.
2 Yahvé mira desde el cielo
a los hijos de los hombres,
para ver si hay quién sea inteligente
y busque a Dios.
3 Pero se han extraviado todos juntos
y se han depravado.
No hay uno que obre el bien,
ni uno siquiera.
4 ¡Nunca entenderán, todos esos malhechores,
que devoran a mi pueblo
como quien come pan,
sin acordarse de Dios para nada!
5 Mas algún día temblarán de espanto,
porque Dios está
con la generación de los justos.
6 Vosotros que despreciáis
las ansias del desvalido,
sabed que Dios es su refugio.
7 ¡Oh, venga ya de Sión
la salud de Israel!
Cuando cambie el Señor
la suerte de su pueblo,
saltarán de gozo Jacob,
e Israel de alegría.
Salmo 14 (15)
El verdadero hombre de Dios
14:título Salmo de David.
1 Yahvé, ¿quién podrá morar en tu Tabernáculo?
¿Quién habitará en tu santo monte?
2 El que procede sin tacha
y obra justicia
y piensa verdad en su corazón,
3 cuya lengua no calumnia,
que no hace mal a su semejante,
ni infiere injuria a su prójimo;
4 que tiene por despreciable al réprobo,
y honra en cambio
a los temerosos de Yahvé;
que no vuelve atrás,
aunque haya jurado en perjuicio propio;
5 que no presta su dinero a usura,
ni recibe sobornos contra el inocente.
6 El que así vive
no será conmovido jamás.
Salmo 15 (16)
El sumo bien
15:título Miktam de David.
1 Presérvame, oh Dios, pues me refugio en Ti;
2 dije a Yahvé: “Tú eres mi Señor,
no hay bien para mí fuera de Ti”.
3 En cuanto a los santos
e ilustres de la tierra,
no pongo en ellos mi afecto.
4 Multiplican sus dolores
los que corren tras falsos dioses;
no libaré la sangre de sus ofrendas,
ni pronunciaré sus nombres con mis labios.
5 Yahvé es la porción de mi herencia
de mi cáliz;
Tú tienes en tus manos mi suerte.
6 Las cuerdas (de medir)
cayeron para mí en buen lugar,
y me tocó una herencia que me encanta.
7 Bendeciré a Yahvé,
porque me (lo) hizo entender,
y aun durante la noche
me (lo) enseña mi corazón.
8 Tengo siempre a Yahvé ante mis ojos,
porque con Él a mi diestra no seré conmovido.
9 Por eso se alegra mi corazón
y se regocija mi alma,
y aun mi carne descansará segura;
10 pues Tú no dejarás a mi alma en el sepulcro,
ni permitirás que tu santo
experimente corrupción.
11 Tú me harás conocer la senda de la vida,
la plenitud del gozo a la vista de tu rostro,
las eternas delicias de tu diestra.
Salmo 16 (17)
Plegaria del perseguido
16:1 Oración de David.
Escucha, oh Yahvé, una justa demanda;
atiende a mi clamor;
oye mi plegaria,
que no brota de labios hipócritas.
2 Que mi sentencia venga de Ti;
tus ojos ven lo que es recto.
3 Si escrutas mi corazón,
si me visitas en la noche,
si me pruebas por el fuego,
no encontrarás malicia en mí.
4 Que jamás mi boca se exceda
a la manera de los hombres.
Ateniéndome a las palabras de tus labios,
he guardado los caminos de la Ley.
5 Firmemente se adhirieron
mis pasos a tus senderos,
y mis pies no han titubeado.
6 Te invoco, oh Dios,
porque sé que Tú responderás;
inclina a mi tu oído,
y oye mis palabras.
7 Ostenta tu maravillosa misericordia,
oh Salvador
de los que se refugian en tu diestra,
contra tus enemigos.
8 Cuídame como a la niña de tus ojos,
escóndeme bajo la sombra de tus alas
9 de la vista de los impíos
que me hacen violencia,
de los enemigos furiosos que me rodean.
10 Han cerrado con grasa su corazón;
por su boca habla la arrogancia.
11 Ahora me rodean espiando,
con la mira de echarme por tierra,
12 cual león ávido de presa,
como cachorro que asecha en su guarida.
13 Levántate, Yahvé, hazle frente y derríbalo,
líbrame del perverso con tu espada;
14 y con tu mano, oh Yahvé,
líbrame de estos hombres del siglo,
cuya porción es esta vida,
y cuyo vientre Tú llenas con tus dádivas;
quedan hartos sus hijos,
y dejan sobrante a los nietos.
15 Yo, empero, con la justicia tuya
llegaré a ver tu rostro;
me saciaré al despertarme, con tu gloria.
Salmo 17 (18)
Gratitud de David
17:1 Al maestro de coro. Del servidor de Dios, de David, el cual dirigió al Señor las palabras de este cántico en el día en que le libró de las manos de todos sus enemigos y de las de Saúl.
2 Y dijo: Te amo, Yahvé, fortaleza mía,
mi peña, mi baluarte, mi libertador,
3 Dios mío, mi roca, mi refugio,
broquel mío, cuerno de mi salud, asilo mío.
4 Invoco a Yahvé, el digno de alabanza,
y quedo libre de mis enemigos.
5 Olas de muerte me rodeaban,
me alarmaban los torrentes de iniquidad;
6 las ataduras del sepulcro me envolvieron,
se tendían a mis pies lazos mortales.
7 En mi angustia invoqué a Yahvé,
y clamé a mi Dios;
y Él, desde su palacio, oyó mi voz;
mi lamento llegó a sus oídos.
8 Se estremeció la tierra y tembló;
se conmovieron los cimientos de los montes
y vacilaron, porque Él ardía de furor.
9 Humo salió de sus narices;
de su boca, fuego devorador;
y despedía carbones encendidos.
10 Inclinó los cielos, y descendió
con densas nubes bajo sus pies.
11 Subió sobre un querube y voló,
y era llevado sobre las alas del viento.
12 Se ocultaba bajo un velo de tinieblas;
aguas tenebrosas y oscuras nubes
lo rodeaban como un pabellón.
13 Se encendieron carbones de fuego
al resplandor de su rostro.
14 Tronó Yahvé desde el cielo,
el Altísimo hizo resonar su voz;
15 y lanzó sus saetas y los dispersó;
multiplicó sus rayos,
y los puso en derrota.
16 Y aparecieron a la vista
los lechos de los océanos;
se mostraron desnudos
los cimientos del orbe terráqueo,
ante la amenaza de Yahvé,
al resollar el soplo de su ira.
17 Desde lo alto extendió su brazo
y me arrebató,
sacándome de entre las muchas aguas;
18 me libró de mi feroz enemigo,
de adversarios más poderosos que yo.
19 Se echaron sobre mí
en el día de mi infortunio;
pero salió Yahvé en mi defensa,
20 y me trajo a la anchura;
me salvó porque me ama.
21 Yahvé me ha retribuido
conforme a mi rectitud;
me remunera según la limpieza
de mis manos.
22 Porque seguí los caminos de Yahvé,
y no me rebelé contra mi Dios;
23 porque mantuve ante mis ojos
todos sus mandamientos
y nunca aparté de mí sus estatutos.
24 Fuí íntegro para con Él,
y me cuidé de mi maldad.
25 Yahvé me ha retribuido
conforme a mi rectitud;
según la limpieza de mis manos
ante sus ojos.
26 Tú eres misericordioso con el misericordioso;
con el varón recto, eres recto.
27 Con el sincero, eres sincero;
y con el doble, te haces astuto.
28 Tú salvas al pueblo oprimido,
y humillas los ojos altaneros.
29 Eres Tú quien mantiene
encendida mi lámpara, oh Yahvé;
Tú, Dios mío, disipas mis tinieblas.
30 Fiado en Ti embestiré a un ejército;
con mi Dios saltaré murallas.
31 ¡El Dios mío!… Su conducta es perfecta,
Su palabra acrisolada.
Él mismo es el escudo
de cuantos lo buscan como refugio.
32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
o ¿qué roca hay si no es el Dios nuestro?
33 Aquel Dios que me ciñó de fortaleza
e hizo inmaculado mi camino.
34 El que volvió mis pies veloces
como los del ciervo,
y me afirmó sobre las cumbres.
35 El que adiestró mis manos para la pelea,
y mi brazo para tender el arco de bronce.
36 Tú me diste por broquel tu auxilio,
me sostuvo tu diestra;
tu solicitud me ha engrandecido.
37 Ensanchaste el camino a mis pasos,
y mis pies no flaquearon.
38 Perseguía a mis enemigos y los alcanzaba;
y no me volvía hasta desbaratarlos.
39 Los destrozaba y no podían levantarse;
caían bajo mis pies.
40 Tú me revestías de valor para el combate,
sujetabas a mi cetro a los que me resistían.
41 Ponías en fuga a mis enemigos.
dispersabas a cuantos me aborrecían.
42 Vociferaban,
mas no había quien los auxiliase;
(clamaban) a Yahvé mas Él no los oía.
43 Y yo los dispersaba
como polvo que el viento dispersa;
los pisoteaba como el lodo de las calles.
44 Me libraste de las contiendas del pueblo,
me has hecho cabeza de las naciones;
un pueblo que no conocía me sirve;
45 con atento oído me obedecen;
los extraños me adulan.
46 Los extranjeros palidecen,
y abandonan, temblando, sus fortalezas.
47 ¡Vive Yahvé! ¡Bendita sea mi Roca!
¡Sea ensalzado el Dios mi Salvador!
48 Aquel Dios que me otorgó la venganza,
que sujetó a mí las naciones;
49 que me libró de mis enemigos,
que me encumbró sobre mis opositores,
y me salvó
de las manos del hombre violento.
50 Por eso te alabaré
entre las naciones, oh Yahvé;
cantaré himnos a tu Nombre.
51 Él da grandes victorias a su rey,
y usa de misericordia con su ungido,
con David y su linaje, por toda la eternidad.
Salmo 18 (19)
Dos biblias: la naturaleza y la palabra
18:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 Los cielos atestiguan la gloria de Dios;
y el firmamento predica las obras
que Él ha hecho.
3 Cada día transmite
al siguiente este mensaje,
y una noche lo hace conocer a la otra.
4 Si bien no es la palabra,
tampoco es un lenguaje
cuya voz no pueda percibirse.
5 Por toda la tierra se oye su sonido,
y sus acentos hasta los confines del orbe.
Allí le puso tienda al sol,
6 que sale como un esposo de su tálamo,
y se lanza alegremente cual gigante
a recorrer su carrera.
7 Parte desde un extremo del cielo,
y su giro va hasta el otro extremo;
nada puede sustraerse a su calor.
8 La Ley de Yahvé es perfecta,
restaura el alma.
El testimonio de Yahvé es fiel,
hace sabio al hombre sencillo.
9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
alegran el corazón.
La enseñanza de Yahvé es clara,
ilumina los ojos.
10 El temor de Yahvé es santo,
permanece para siempre.
Los juicios de Yahvé son la verdad,
todos son la justicia misma,
11 más codiciables que el oro,
oro abundante y finísimo;
más sabrosos que la miel
que destila de los panales.
12 También tu siervo
es iluminado por ellos,
y en su observancia
halla gran galardón.
13 Mas ¿quién es el
que conoce sus defectos?
Purifícame de los que no advierto.
14 Preserva a tu siervo,
para que nunca domine
en mí la soberbia.
Entonces seré íntegro,
y estaré libre del gran pecado.
15 Hallen favor ante Ti
estas palabras de mi boca
y los anhelos de mi corazón,
oh Yahvé, Roca mía
y Redentor mío.
Salmo 19 (20)
Plegaria por el Rey
19:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 Que Yahvé te escuche
en el día de la prueba;
te defienda el Nombre
del Dios de Jacob.
3 Él te envíe su auxilio desde el santuario,
y desde Sión te sostenga.
4 Acuérdese de todas tus ofrendas
y séale grato tu holocausto.
5 Te conceda lo que tu corazón anhela
y confirme todos tus designios.
6 Séanos dado ver gozosos tu victoria,
y alzar el pendón
en el nombre de nuestro Dios.
Otorgue el Señor todas tus peticiones.
7 Ahora ya sé que Yahvé
dará el triunfo a su ungido,
respondiéndole desde su santo cielo
con la potencia victoriosa de su diestra.
8 Aquéllos en sus carros,
éstos en sus caballos;
mas nosotros seremos fuertes
en el Nombre de [Yahvé] nuestro Dios.
9 Ellos se doblegarán y caerán;
mas nosotros estaremos erguidos,
y nos mantendremos.
10 Oh Yahvé, salva al rey.
y escúchanos en este día
en que apelamos a Ti.
Salmo 20 (21)
Acción de gracias por la victoria del Rey
20:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
2 Oh Yahvé, de tu poder se goza el rey,
y está lleno de alegría por tu auxilio.
3 Cumpliste el anhelo de su corazón,
y no frustraste
la petición de sus labios.
4 Lo previniste con faustas bendiciones,
corona de oro puro pusiste en su cabeza.
5 Te pidió la vida
y le has dado días
que durarán por los siglos de los siglos.
6 Gracias a tu socorro
es grande su gloria;
lo colmaste de honor
y de magnificencia.
7 Porque has hecho
que él sea una bendición
para siempre,
y lo has llenado de alegría
con el gozo de tu vista.
8 Pues el rey confía en Yahvé,
y merced al Altísimo
no será conmovido.
9 Descargue tu mano
sobre todos tus enemigos;
alcance tu diestra
a los que te aborrecen.
10 Cuando tu rostro aparezca
los pondrás como en un horno encendido.
El Señor los destruirá en su ira,
y el fuego los devorará.
11 Quita de la tierra su descendencia,
y su raza de entre los hijos de los hombres.
12 Y si dirigen sus malas artes contra Ti
y maquinan insidias, nada podrán.
13 Porque Tú los pondrás en fuga
al dirigir tu arco hacia su rostro.
14 Levántate, Yahvé, en tu poderío,
y con salmos celebraremos tus hazañas.
Salmo 21 (22)
Elí, Elí, “lemá sabaqtani?” (Profecía sobre la Pasión del Mashíaj)
21:1 Al maestro de coro. Por el pronto socorro. Salmo de David.
2 Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Los gritos de mis pecados
alejan de mí el socorro.
3 Dios mío, clamo de día, y no respondes;
de noche también, y no te cuidas de mí.
4 Y Tú, sin embargo,
estás en tu santa morada,
¡oh gloria de Israel!
5 En Ti esperaron nuestros padres;
esperaron, y los libraste.
6 A Ti clamaron, y fueron salvados;
en Ti confiaron,
y no quedaron confundidos.
7 Pero es que yo soy gusano,
y no hombre,
oprobio de los hombres
y desecho de la plebe.
8 Cuantos me ven se mofan de mí,
tuercen los labios y menean la cabeza:
9 “Confió en Yahvé: que Él lo salve;
líbrelo, ya que en Él se complace.”
10 Sí, Tú eres mi sostén
desde el seno materno,
mi refugio desde los pechos de mi madre.
11 A Ti fui entregado
desde mi nacimiento;
desde el vientre de mi madre
Tú eres mi Dios.
12 No estés lejos de mí,
porque la tribulación está cerca,
porque no hay quien socorra.
13 Me veo rodeado de muchos toros;
los fuertes de Basan me cercan;
14 abren contra mí sus bocas,
cual león rapaz y rugiente.
15 Soy como agua derramada,
todos mis huesos se han descoyuntado;
mi corazón, como cera,
se diluye en mis entrañas.
16 Mi garganta se ha secado como una teja;
mi lengua se pega a mi paladar,
me has reducido al polvo de la muerte.
17 Porque me han rodeado muchos perros:
una caterva de malvados me encierra;
han perforado mis manos y mis pies;
18 puedo contar todos mis huesos.
Entretanto, ellos miran,
y al verme se alegran.
19 Se reparten mis vestidos,
y sobre mi túnica echan suertes.
20 Mas Tú, Yahvé, no estés lejos de mí;
sostén mío, apresúrate a socorrerme.
21 Libra mi alma de la espada,
mi vida del poder del perro.
22 Sálvame de la boca del león;
de entre las astas de los bisontes escúchame.
23 Anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
y proclamaré tu alabanza
en medio de la asamblea.
24 Los que teméis a Yahvé alabadle,
glorificadle, vosotros todos, linaje de Israel.
25 Pues no despreció ni desatendió
la miseria del miserable;
no escondió de él su rostro,
y cuando imploró su auxilio, le escuchó.
26 Para Ti será mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré mis votos
en presencia de los que te temen.
27 Los pobres comerán y se hartarán,
alabarán a Yahvé los que le buscan.
Sus corazones vivirán para siempre.
28 Recordándolo, volverán a Yahvé
todos los confines de la tierra;
y todas las naciones de los gentiles
se postrarán ante su faz.
29 Porque de Yahvé es el reino,
y Él mismo gobernará a las naciones.
30 A Él solo adorarán
todos los que duermen
bajo la tierra;
ante Él se encorvará
todo el que desciende al polvo,
y no tiene ya vida en sí.
31 Mi descendencia le servirá a Él
y hablará de Yahvé a la edad venidera.
32 Anunciará su justicia
a un pueblo que ha de nacer:
“Estas cosas ha hecho Yahvé.”
Salmo 22 (23)
El buen Pastor
22:1 Salmo de David.
Yahvé es mi pastor,
nada me faltará.
2 Él me hace recostar en verdes prados,
me conduce a manantiales
que restauran,
3 Confortando mi alma,
guiándome por senderos rectos,
para gloria de su Nombre.
4 Aunque atraviese
un valle de tinieblas,
no temeré ningún mal,
porque Tú vas conmigo.
Tu bastón y tu cayado
me infunden aliento.
5 Para mí Tú dispones una mesa
ante los ojos de mis enemigos.
Unges con bálsamo mi cabeza;
mi copa rebosa.
6 Bondad y misericordia me seguirán
todos los días de mi vida;
y moraré en la casa de Yahvé
por días sin fin.
Salmo 23 (24)
Entrada del Rey de la gloria
23:1 De David. Salmo.
De Yahvé es la tierra
y cuanto ella contiene;
el orbe y cuantos lo habitan.
2 Porque Él la asentó sobre mares
y la afirmó sobre corrientes.
3 ¿Quién será digno
de ascender al monte de Yahvé?
y ¿quién estará en su santuario?
4 Aquel que tiene inmaculadas las manos
y puro el corazón,
que no inclinó su ánimo a la vanidad
[ni juró con doblez];
5 él recibirá la bendición de Yahvé,
y la justicia de Dios su Salvador.
6 Esta es la generación
de los que lo buscan,
de los que buscan tu faz,
(Dios de) Jacob.
7 Levantad, oh puertas, vuestros dinteles,
y alzaos, portones antiquísimos,
para que entre el Rey de la gloria!
8 ¿Quién es este Rey de la gloria?
Yahvé fuerte y poderoso;
Yahvé, poderoso en la batalla.
9 ¡Levantad, oh puertas, vuestros dinteles;
y alzaos, portones antiquísimos,
para que entre el Rey de la gloria!
10 ¿Quién es este Rey de la gloria?
Yahvé Dios de los ejércitos:
Él mismo es el Rey de la gloria.
Salmo 24 (25)
Oración para crecer en la amistad de Dios
24:1 De David.
A Ti, Yahvé, Dios mío, elevo mi alma;
2 en Ti confío, no sea yo confundido;
no se gocen a costa mía mis enemigos.
3 No, ninguno que espera en Ti es confundido.
Confundido queda el que locamente se aparta de Ti.
4 Muéstrame tus caminos, oh Yahvé,
indícame tus sendas;
5 condúceme a tu verdad e instrúyeme,
porque Tú eres el Dios que me salva,
y estoy siempre esperándote.
6 Acuérdate, Yahvé, de tus misericordias,
y de tus bondades de todos los tiempos.
7 No recuerdes los pecados de mi mocedad,
[ni mis ofensas];
según tu benevolencia acuérdate de mí,
por tu bondad, oh Yahvé.
8 Yahvé es benigno y es recto;
por eso da a los pecadores
una ley para el camino;
9 guía en la justicia a los humildes,
y amaestra a los dóciles en sus vías.
10 Todos los caminos de Yahvé
son misericordia y fidelidad
para cuantos buscan su alianza
y sus disposiciones.
11 Por la gloria de tu Nombre, oh Yahvé,
Tú perdonarás mi culpa,
aunque es muy grande.
12 ¿Hay algún hombre que tema a Yahvé?
A ése le mostrará Él qué senda elegir;
13 reposará su alma rodeada de bienes,
y su descendencia poseerá la tierra.
14 Yahvé concede intimidad familiar
a los que le temen;
les da a conocer (las promesas de) su alianza.
15 Mis ojos están siempre puestos en Yahvé
porque Él saca mis pies del lazo.
16 Mírame Tú y tenme lástima,
porque soy miserable y estoy solo.
17 Ensancha mi corazón angustiado,
sácame de mis estrecheces.
18 Mira que estoy cargado y agobiado,
y perdona Tú todos mis delitos.
19 Repara en mis enemigos,
porque son muchos
y me odian con odio feroz.
20 Cuida Tú mi alma y sálvame;
no tenga yo que sonrojarme
de haber acudido a Ti.
21 Los íntegros y justos
están unidos conmigo,
porque espero en Ti.
22 Oh Yahvé, libra a Israel
de todas sus tribulaciones.
Salmo 25 (26)
Confianza del hombre recto
25:1 De David.
Hazme justicia, oh Yahvé:
he procedido con integridad:
y, puesta en Yahvé mi confianza,
no he vacilado.
2 Escrútame, Yahvé, y sondéame;
acrisola mi conciencia y mi corazón.
3 Porque, teniendo tu bondad
presente a mis ojos,
anduve según tu verdad.
4 No he tomado asiento con hombres inicuos,
ni busqué la compañía de los que fingen;
5 aborrecí la sociedad de los malvados,
y con los impíos no tuve comunicación.
6 Lavo mis manos como inocente
y rodeo tu altar, oh Yahvé,
7 para levantar mi voz en tu alabanza
y narrar todas tus maravillas.
8 Amo, Yahvé, la casa de tu morada,
el lugar del tabernáculo de tu gloria.
9 No quieras juntar mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
10 que en sus manos tienen crimen,
y cuya diestra está llena de soborno,
11 en tanto que yo he procedido con integridad;
sálvame y apiádate de mí.
12 Ya está mi pie sobre camino llano;
en las asambleas bendeciré a Yahvé.
Salmo 26 (27)
Espera confiada
26:1 De David.
Yahvé es mi luz y mi socorro;
¿a quién temeré?
La defensa de mi vida es Yahvé;
¿ante quién podré temblar?
2 Cada vez que me asaltan los malignos
para devorar mi carne,
son ellos, mis adversarios y enemigos,
quienes vacilan y caen.
3 Si un ejército acampase contra mí,
mi corazón no temería;
y aunque estalle contra mí la guerra,
tendré confianza.
4 Una sola cosa he pedido a Yahvé,
y esto sí lo reclamo:
[habitar en la casa de Yahvé
todos los días de mi vida];
contemplar la suavidad de Yahvé
y meditar en su santuario.
5 Porque en el día malo
Él me esconderá en su tienda;
me tendrá seguro
en el secreto de su tabernáculo,
y me pondrá sobre una alta roca.
6 Entonces mi cabeza se alzará
por encima de mis enemigos en torno mío,
e inmolaré en su tabernáculo
sacrificios de júbilo;
cantaré y entonaré salmos a Yahvé.
7 Escucha, oh Yahvé, mi voz que te llama;
ten misericordia de mí y atiéndeme.
8 Mi corazón sabe
que Tú has dicho: “Buscadme.”
Y yo busco tu rostro, oh Yahvé.
9 No quieras esconderme tu faz,
no rechaces con desdén a tu siervo.
Mi socorro eres Tú;
no me eches fuera,
ni me desampares,
oh Dios, Salvador mío.
10 Si mi padre y mi madre me abandonan,
Yahvé me recogerá.
11 Muéstrame, oh Yahvé, tu camino,
y condúceme por la senda llana
a causa de los que me están asechando.
12 No me dejes entregado
a la voluntad de mis enemigos,
porque se han levantado
contra mí falsos testigos
que respiran crueldad.
13 ¡Ah, si no creyera yo
que veré los bienes de Yahvé
en la tierra de los vivientes!
14 ¡Aguarda a Yahvé y ten ánimo;
aliéntese tu corazón y aguarde a Yahvé!
Salmo 27 (28)
Oración escuchada
27:1 De David.
A Ti, Yahvé, clamo, roca mía,
no te muestres sordo conmigo;
no sea que si Tú me desoyes
me asemeje yo a los que bajan al sepulcro.
2 Escucha la voz de mi súplica
cuando clamo a Ti,
mientras levanto mis manos
hacia el interior de tu Santuario.
3 No me quites de en medio con los impíos
y los obradores de iniquidad,
que hablan paz a su prójimo
y maquinan el mal en su corazón.
4 Retribúyeles conforme a sus obras
y a la malicia de sus maquinaciones;
págales según su conducta,
dales su merecido.
5 Porque no paran mientes
en los hechos de Yahvé,
ni en las obras de sus manos.
¡Destrúyalos Él y no los restablezca!
6 Bendito sea Yahvé,
porque oyó la voz de mi súplica.
7 Yahvé es mi fortaleza y mi escudo;
en Él confió mi corazón y fui socorrido.
Por eso mi corazón salta de gozo
y lo alabo con mi cántico.
8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
y el alcázar de salvación para su ungido.
9 Salva a tu pueblo
y bendice a tu heredad;
apaciéntalos y condúcelos para siempre.
Salmo 28 (29)
La voz de Yahvé en la tempestad del juicio
28:1 Salmo de David.
Dad a Yahvé, oh hijos de Dios.
dad a Yahvé gloria y poderío.
2 Tributad a Yahvé la gloria
debida a su Nombre,
adorad a Yahvé en su Santuario.
3 ¡La voz de Yahvé sobre las aguas!
Truena el Dios de la majestad,
Yahvé sobre las muchas aguas.
4 ¡La voz de Yahvé con poderío!
¡La voz de Yahvé con majestad!
5 La voz de Yahvé troncha los cedros,
Yahvé troncha los cedros del Líbano.
6 Hace brincar al Líbano como un novillo,
y al Shirión como cría de bisonte.
7 La voz de Yahvé hace brotar llamas de fuego.
8 La voz de Yahvé sacude el desierto;
Yahvé hace temblar el desierto de Cadés.
9 La voz de Yahvé retuerce los robles
y arrasa las selvas,
mientras en su Santuario todos dicen:
¡Gloria!
10 Yahvé ha puesto su trono
sobre las muchas aguas,
y se sentará como Rey para siempre.
11 Yahvé dará fortaleza a su pueblo;
Yahvé bendecirá a su pueblo con la paz.
Salmo 29 (30)
Acción de gracias después de una enfermedad grave
29:1 Salmo-cántico para la dedicación de la casa de David.
2 Yo te alabo, Yahvé, porque me libraste
y no dejaste que a costa mía
se alegraran mis enemigos.
3 Yahvé, Dios mío,
clamé a Ti, y me sanaste.
4 Tú, Yahvé, sacaste mi vida del sepulcro;
me sacaste de entre los que descienden a la fosa.
5 Cantad himnos a Yahvé
vosotros sus santos,
dad gracias al Nombre de Su santidad.
6 Porque su enojo dura un instante,
mas su benevolencia es por toda la vida,
como el llanto viene al anochecer
y con la aurora vuelve la alegría.
7 Me decía yo en mi presunción:
“Nunca me pasará nada”;
8 pues Tú, oh Yahvé, en tu benevolencia,
me habías prestado honor y poderío;
mas apenas escondiste tu rostro,
quedé conturbado.
9 Clamé a Ti, oh Yahvé,
e imploré la misericordia de mi Dios:
10 “¿Qué beneficio se obtendrá con mi sangre,
cuando yo descienda a la fosa?
¿Acaso te alabará el polvo,
o proclamará tu fidelidad?”
11 Me oyó Yahvé y tuvo compasión de mí;
Yahvé vino en mi socorro.
12 Convertiste en danza mi llanto
desataste mi cilicio
y me ceñiste de alegría,
13 para que mi alma
te cante himnos sin cesar.
¡Oh Yahvé, Dios mío,
te alabaré eternamente!
Resumen de la Parashá
El rollo de la Torá es el más antiguo y sagrado de todas las Escrituras de Israel. Contiene cinco libros. El nombre hebreo del primero es Bereshit. También es la primera palabra del libro en el texto hebreo, así como el nombre de la primera Parashá (la lectura de la primera semana). Bereshit significa "En el principio " .
El nombre español Génesis procede de la Septuaginta (LXX), la traducción griega de la Biblia hebrea. Génesis significa "orígenes". Por lo tanto, el nombre griego del primer libro de la Biblia significa "El Libro de los Orígenes".
El Génesis describe los orígenes de todo. Comienza con los orígenes del universo, se centra en los orígenes del hombre y luego explora los orígenes de la nación de Israel.
El rollo de la Torá es el más antiguo y sagrado de todas las Escrituras de Israel. Contiene cinco libros. El nombre hebreo del primero es Bereshit. También es la primera palabra del libro en el texto hebreo, así como el nombre de la primera Parashá (la lectura de la primera semana). Bereshit significa "En el principio " .
El nombre español Génesis procede de la Septuaginta (LXX), la traducción griega de la Biblia hebrea. Génesis significa "orígenes". Por lo tanto, el nombre griego del primer libro de la Biblia significa "El Libro de los Orígenes".
El Génesis describe los orígenes de todo. Comienza con los orígenes del universo, se centra en los orígenes del hombre y luego explora los orígenes de la nación de Israel.
Esquema de la Parashá
TORÁ
Génesis 1:1 - Los seis días de la creación y el sábado
Génesis 2:4 - Otro relato de la Creación
Génesis 3:1 - El primer pecado y su castigo
Génesis 4:1 - Caín asesina a Abel
Génesis 4:17 - Inicios de la civilización
Génesis 5:1 - La descendencia de Adán hasta Noé y sus hijos
Génesis 6:1 - La Maldad de la Humanidad
Génesis 6:9 - Noé complace a Dios
PROFETAS
Isaías 42:1 - El siervo, luz de las naciones
Isaías 42:10 - Un himno de alabanza
Isaías 42:21 - La desobediencia de Israel
Isaías 43:1 - Promesa de restauración y protección
TORÁ
Génesis 1:1 - Los seis días de la creación y el sábado
Génesis 2:4 - Otro relato de la Creación
Génesis 3:1 - El primer pecado y su castigo
Génesis 4:1 - Caín asesina a Abel
Génesis 4:17 - Inicios de la civilización
Génesis 5:1 - La descendencia de Adán hasta Noé y sus hijos
Génesis 6:1 - La Maldad de la Humanidad
Génesis 6:9 - Noé complace a Dios
PROFETAS
Isaías 42:1 - El siervo, luz de las naciones
Isaías 42:10 - Un himno de alabanza
Isaías 42:21 - La desobediencia de Israel
Isaías 43:1 - Promesa de restauración y protección