Eqev
Porque — עֵקֶב
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TORÁ: Deuteronomio 7:12-11:25
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HAFTARÁ: Isaías 49:14–51:3
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KÉTE"R: Hechos 25-26
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TEHILÍM: Salmos 106-139
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Resumen de la Parashá
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7:11
Israel, Pueblo Privilegiado y a Sanio” (6-15).
7Si Yahvé se ha ligado con vosotros y os ha elegido, no es por ser vosotros los más en número entre todos los pueblos, pues sois el más pequeño de todos los pueblos. 8Porque Yahvé os amó y porque ha querido cumplir el juramento que hizo a vuestros padres, os ha sacado de Egipto Yahvé con mano poderosa, redimiéndoos de la casa de la servidumbre, de la mano del faraón, rey de Egipto. 9Has de saber, pues, que Yahvé, tu Dios, es Dios fiel, que guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos; 10pero retribuye en cara al que le aborrece, destruyéndole; no tarda en darle en cara su merecido. 11Guarda, pues, tú sus mandamientos, las leyes y estatutos que te prescribe hoy, poniéndolos por obra. 12Si escucháis sus mandatos, y los guardáis, y los ponéis por obra, en retorno, Yahvé, tu Dios, te guardará su alianza y la misericordia que a tus padres juró. 13Te amará, te bendecirá y te multiplicará; bendecirá el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo: tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las crías de tus ovejas, en la tierra que a tus padres juró darte. 14Serás bendito sobre todos los pueblos, no habrá estériles en ti ni en tus ganados. 15Yahvé alejará de ti las enfermedades, no mandará sobre ti ninguna de las plagas malignas de Egipto que tú conoces y afligirá con ellas a los que te odian.”
Exterminio de los Cananeos (16-26).
16“Devorarás a todos los pueblos que Yahvé, tu Dios, va a entregarte; tus ojos no los perdonarán, y no servirás a sus dioses, porque eso sería para ti la ruina. 17Y si se te ocurriere decir: “¿Cómo voy a poder expulsar a esas naciones, que son más numerosas que yo?” 18No las temas. Acuérdate de lo que Yahvé, tu Dios, hizo con el faraón y con todo Egipto, 19las grandes pruebas que vieron tus ojos, los portentos y prodigios, la mano fuerte y el brazo tendido con que Yahvé, tu Dios, te sacó; así hará también Yahvé, tu Dios, con todos los pueblos que tú temes. 20Aun tábanos mandará Yahvé, tu Dios, contra ellos hasta hacer perecer a los supervivientes o a los que se escondiesen. 21No los temas, porque en medio de ti está Yahvé, tu Dios; el Dios grande y terrible. 22Yahvé, tu Dios, expulsará a esas naciones poco a poco; no podrás exterminarlas en un día, no sea que las fieras salvajes se multipliquen contra ti. 23Yahvé, tu Dios, te los entregará y los conturbará con gran conturbación hasta que desaparezcan; 24entregará en tus manos sus reyes y harás desaparecer sus nombres de debajo de los cielos; nadie podrá resistirle hasta que los hayas destruido. 25Consumirás por el fuego las imágenes esculpidas de sus dioses; no codicies la plata ni el oro que haya sobre ellas, apropiándotelo, y cayendo en una trampa, porque es abominable a Yahvé, tu Dios, 26y no has de introducir en tu casa abominación para no hacerte como ello es, anatema. Detéstalo y abomínalo como abominación por ser cosa dada al anatema.”
Capítulo 8: Agradecimiento a Dios.
8:1 “Tened gran cuidado de poner por obra los mandamientos que os prescribo hoy, para que viváis y os multipliquéis y entréis, para poseerla, en la tierra que Yahvé juró dar a vuestros padres. 2Acuérdate de todo el camino que Yahvé, tu Dios, te ha hecho andar todos estos cuarenta años por el desierto para castigarte y probarte, para conocer los sentimientos de tu corazón y saber si guardas o no sus mandamientos. 3El te afligió, te hizo pasar hambre y te alimentó con el maná, que no conocieron tus padres, para que aprendieras que no sólo de pan vive el hombre, sino de cuanto procede de la palabra de Dios. 4Tus vestidos no se envejecieron sobre ti, ni se hincharon tus pies durante esos cuarenta años, 5para que reconocieras en tu corazón que Yahvé, tu Dios, te instruye como instruye un hombre a su hijo; 6y guardarás los mandamientos de Yahvé, tu Dios, marchando por sus caminos y temiéndole. 7Ahora, Yahvé, tu Dios, va a introducirte en una buena tierra; tierra de torrentes, de fuentes, de aguas profundas que brotan en los valles y en los montes; 8tierra de trigo, de cebada, de viñas, de higueras y de granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; 9tierra donde comerás tu pan con abundancia y no carecerás de nada; tierra cuyas piedras son hierro y de cuyas montañas sale el cobre. 10Comerás y te hartarás; bendice, pues, a Yahvé por la buena tierra que te ha dado.11Guárdate bien de olvidarte de Yahvé, tu Dios, dejando de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos que hoy te prescribo yo; 12no sea que, cuando comas y te hartes, cuando edifiques y habites hermosas casas, 13y veas multiplicarse tus bueyes y tus ovejas, y acrecentarse tu plata, tu oro y todos tus bienes, 14te ensoberbezcas en tu corazón y te olvides de Yahvé, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre, 15y te ha conducido a través de vasto y horrible desierto, de serpientes de fuego y escorpiones, tierra árida y sin aguas; que hizo brotar para ti agua de la roca pedernalina 16y te ha dado a comer en el desierto el maná, que tus padres no conocieron, castigándote y probándote para a la postre hacerte bien, 17no dijeras: “Mi fuerza y el poder de mi mano me ha dado esta riqueza.” 18Acuérdate, pues, de Yahvé, tu Dios, que es quien te da poder para adquirirla, cumpliendo como hoy la alianza que a tus padres juró. 19Si, olvidándote de Yahvé, te llegaras a ir tras de otros dioses y les sirvieras y te prosternaras ante ellos, yo doy testimonio hoy contra vosotros de que con toda certeza pereceréis; 20 como las naciones que Yahvé hace perecer ante vosotros, así vosotros pereceréis por no haber escuchado la voz de Yahvé, vuestro Dios.”
9. Protección Divina.
Capítulo 9: Iahvé Expulsará a los Cananeos (1-6).
9:1 1“Escucha, Israel: Estáis hoy para pasar el Jordán y marchar a la conquista de naciones más numerosas y más poderosas que tú; de grandes ciudades, cuyas murallas se levantan hasta el cielo; 2de un pueblo numeroso, de elevada estatura, los hijos de Enaq, que ya conoces y de quienes has oído hablar. ¿Quién podrá resistir contra estos hijos de Enaq? 3Has de saber desde hoy que Yahvé, tu Dios, irá El mismo delante de ti como fuego devorador, que los destruirá, los humillará ante ti, y tú los arrojarás y los destruirás pronto, como te lo ha dicho Yahvé. 4No digas luego en tu corazón cuando Yahvé, tu Dios, los arroje de delante de ti: “Por mi justicia me ha puesto Yahvé en posesión de esta tierra.” Por la iniquidad de esos pueblos, Yahvé los arrojará de ante ti. 5No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de esa tierra, sino por la maldad de esas naciones los expulsa Yahvé de delante de ti; para cumplir la palabra que con juramento dio a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6Entiende que no por tu justicia te da Yahvé, tu Dios, la posesión de esa buena tierra; porque eres pueblo de dura cerviz.”
La Prevaricación de Israel (7-29).
7“Acuérdate, no olvides cuánto has irritado a Yahvé, tu Dios, en el desierto; desde el día en que salisteis de la tierra de Egipto hasta que habéis llegado a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahvé. 8Ya en Horeb provocasteis la ira de Yahvé, y Yahvé se irritó contra vosotros hasta querer destruiros. 9Cuando subí yo a la cumbre de la montaña para recibir las tablas de la alianza que Yahvé hacía con vosotros, y estuve allí cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, 10y me dio Yahvé las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios, que contenían todas las palabras que El os había dicho en la montaña, en medio del fuego, el día de la congregación;11al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches me dio Yahvé las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,12y me dijo entonces: “Anda, baja presto de aquí, porque tu pueblo, el que has sacado de Egipto, se ha corrompido; pronto se ha apartado del camino que yo le mandé y se han hecho una imagen fundida.” 13Y me dijo Yahvé: “Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz; 14déjame que le destruya y que borre su nombre de debajo de los cielos, y te haré a ti una nación más poderosa y más nvimerosa que ese pueblo.” 15Yo me volví y bajé de la montaña, que estaba toda en fuego, trayendo en mis manos las dos tablas de la alianza; 16miré y vi que habíais pecado contra Yahvé, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido, apartándoos bien pronto del camino que Yahvé os había prescrito;17agarré entonces las dos tablas y con mis manos las tiré, rompiéndolas ante vuestros ojos. 18Luego me postré en la presencia de Yahvé, como la primera vez, durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan y sin beber agua, por todos los pecados que vosotros habíais cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé, irritándole. 19Yo estaba espantado de ver la cólera y el furor con que Yahvé estaba enojado contra vosotros, hasta querer destruiros; pero todavía esta vez me escuchó Yahvé. 20Estaba Yahvé también fuertemente irritado contra Aarón, hasta el punto de querer hacerle perecer, y yo intercedí entonces por Aarón; 21y tomé vuestro pecado, el que os habíais hecho, y lo arrojé al fuego, y desmenuzándolo bien hasta reducirlo a polvo, eché el polvo en el torrente que baja de la montaña. 22En Taberá, en Masa y en Quibrot-at-tawah excitasteis también la cólera de Yahvé; 23y cuando Yahvé os hizo subir de Cadesbarne, diciendo: “Subid y tomad posesión de la tierra que os doy,” fuisteis rebeldes a las órdenes de Yahvé, vuestro Dios; no tuvisteis confianza en El y no obedecisteis a su voz. 24Habéis sido rebeldes a Yahvé desde el día en que El comenzó a poner en vosotros sus ojos. 25Yo me postré ante Yahvé aquellos cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado, porque Yahvé hablaba de destruiros, 26y le rogué, diciendo: “¡Señor, Yahvé!, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto con tu mano poderosa. 27Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza, de este pueblo, a su perversidad y a su pecado; 28que no puedan decir los de la tierra de que nos has sacado: “Por no poder Yahvé hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los odiaba, los ha sacado fuera para hacerlos morir en el desierto.” 29Son tu pueblo, tu heredad, que con tu gran poder y brazo tendido has sacado fuera.”
Capítulo 10: Nuevas Exhortaciones.
Las Tablas de la Ley (1-5).
10:1 1“Entonces me dijo Yahvé: “Hazte dos tablas de piedra como las primeras y sube a mí a la montaña; haz también un arca de madera; 2yo escribiré sobre estas tablas las palabras que estaban escritas sobre las primeras, que tú rompiste, y las guardarás en el arca.” 3Hice, pues, un arca de madera de acacia, y, habiendo cortado dos tablas de piedra como las primeras, subí con ellas a la montaña. 4El escribió sobre estas tablas lo que estaba escrito en las primeras, los diez mandamientos que Yahvé os había dicho en la montaña de en medio del fuego el día de la congregación, y me las dio. 5Yo me volví y, bajando de la montaña, puse las tablas en el arca que había hecho, y allí han quedado, como Yahvé me lo mandó.”
Partida de los Israelitas (6-7).
6Los hijos de Israel partieron de Berot-Bene Yahqan para Moserá. Allí murió Aarón y allí fue enterrado. Elea-zar, su hijo, fue sacerdote en su lugar. 7De allí partieron para Gadgad, y de Gadgad para Yotbatá, región rica en aguas.
Elección de los levitas (8-9)
“En ese tiempo separó Yahvé la tribu de Leví para llevar el arca de la alianza de Yahvé, para que estuvieran en su presencia y le sirvieran y bendijeran su nombre, como hasta hoy. 9Por eso Leví no tiene parte ni heredad entre sus hermanos, porque es Yahvé su heredad, como Yahvé te lo ha dicho.”
Moisés recibe orden de ponerse al frente de su pueblo (10-11).
10“Yo me estuve en la montaña como anteriormente, cuarenta días y cuarenta noches; y Yahvé me escuchó esta vez también y no quiso ya destruiros. 11Me dijo Yahvé: “Levántate y ve a ponerte a la cabeza del pueblo para que entren y se posesionen de la tierra que a sus padres juré darles.”
Exhortación a la fidelidad a Yahvé (12-22).
12“Ahora, pues, Israel, ¿qué es lo que de ti exige Yahvé, tu Dios, sino que temas a Yahvé, tu Dios, siguiendo por todos sus caminos, amando y sirviendo a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, 13y guardando los mandamientos de Yahvé y sus leyes, que hoy te prescribo yo, para que seas dichoso? 14Mira: De Yahvé, tu Dios, son los cielos de los cielos, la tierra y todo cuando en ella se contiene. 15Y sólo con tus padres se ligó amándolos, y a su descendencia después de ellos, a vosotros, os ha elegido de entre todos los pueblos, como hoy. 16Circuncidad, pues, vuestros corazones y no endurezcáis más vuestra cerviz; 17porque Yahvé, vuestro Dios, es el Dios de dioses, el Señor de los señores, el Dios grande, fuerte y terrible, que no hace acepción de personas ni recibe regalos, 18hace justicia al huérfano y a la viuda, 19ama al extranjero y le alimenta y le viste. Amad también vosotros al extranjero, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. 20Teme a Yahvé, tu Dios; sírvele, apégate a El y jura por su nombre. 21El es tu gloria, El es tu Dios, que por ti ha hecho cosas grandes y terribles que con tus mismos ojos has visto. 22Tus padres bajaron a Egipto en número de setenta personas, y ahora Yahvé, tu Dios, ha hecho de ti una muchedumbre como las estrellas del cielo.”
Capítulo 11: Amonestaciones.
La Bendición Divina, Condicionada a la Fidelidad a sus Mandatos (1-21).
11:1 1“Ama, pues, a tu Dios y cumple lo que de ti demanda: sus leyes y sus preceptos, sus mandamientos. 2Reconoced hoy, pues no hablo ahora a vuestros hijos, que no saben y no vieron la enseñanza de Yahvé, vuestro Dios; su grandeza, su mano fuerte y su brazo tendido; 3los prodigios y portentos que en medio de Egipto obró contra el faraón, rey de Egipto, y contra toda su tierra; 4lo que hizo con el ejército egipcio, con sus caballos y sus carros, arrojando sobre ellos las aguas del mar Rojo cuando os perseguían y destruyéndolos hasta hoy; 5lo que por vosotros ha hecho en el desierto hasta que habéis llegado a este lugar; 6lo que hizo con Datan y Abirón, hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando, abriendo la tierra su boca, se los tragó con sus casas, sus tiendas y todos sus secuaces en medio de todo Israel. 7Porque con vuestros ojos habéis visto todos los grandes prodigios que ha hecho Yahvé. 8Guardad, pues, todos sus mandamientos que hoy os prescribo yo, para que seáis fuertes y entréis y os adueñéis de la tierra a que vais a pasar para tomar posesión de ella 9y para que se dilaten vuestros días sobre la tierra que Yahvé juró dar a vuestros padres, a ellos y a su descendencia; la tierra que mana leche y miel. 10Porque la tierra en que vais a entrar para poseerla no es como la de Egipto, de donde habéis salido, donde echabas tu simiente y la regabas con tu pie como se riega una huerta. 11La tierra en que vais a entrar para poseerla es una tierra de montes y valles que riega la lluvia del cielo; 12es una tierra de que cuida Yahvé, tu Dios, y sobre la cual tiene siempre puestos sus ojos desde el comienzo del año hasta el fin. 13Si vosotros obedecéis los mandatos que os prescribo, amando a Yahvé, vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14 yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la temprana y la tardía; y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite. 15Yo daré también hierba en tus campos para tus ganados, y de ellos comerás y te saciarás. 16Pero cuidad mucho de que no se deje seducir vuestro corazón y, desviándoos, sirváis a otros dioses y os prosternéis ante ellos; 17porque la cólera de Yahvé se encendería contra vosotros y cerraría el cielo, y no habría más lluvia, y la tierra no daría más su frutos, y desaparecerías presto de la buena tierra que Dios os da. 18Poned, pues, en vuestro corazón y en vuestra alma las palabras que yo os digo; atadlas por recuerdo a vuestras manos y ponedlas como frontal entre vuestros ojos. 19Enseñádselas a vuestros hijos, habladles de ellas, ya cuando estés en tu casa, ya cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. 20Escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas, 21para que vuestros días y los días de vuestros hijos sobre la tierra que a vuestros padres Yahvé juró darles sean tan numerosos como los días de los cielos sobre la tierra.”
Sanciones de la Ley (22-32).
22“Porque, si cuidadosamente guardáis estos mandamientos que yo os prescribo, amando a vuestro Dios, marchando siempre por sus sendas y apegándoos a El, 23 Yahvé arrojará de ante vosotros a todos los pueblos más numerosos y más poderosos que vosotros; 24cuanto pise la planta de vuestros pies, vuestro será, y vuestras fronteras se extenderán desde el desierto al Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental; todo será dominio vuestro. 25Nadie podrá resistir ante vosotros; Yahvé, vuestro Dios, esparcirá ante vosotros, como os lo ha dicho, el miedo y el terror sobre toda tierra donde pongáis vuestro pie.
Israel, Pueblo Privilegiado y a Sanio” (6-15).
7Si Yahvé se ha ligado con vosotros y os ha elegido, no es por ser vosotros los más en número entre todos los pueblos, pues sois el más pequeño de todos los pueblos. 8Porque Yahvé os amó y porque ha querido cumplir el juramento que hizo a vuestros padres, os ha sacado de Egipto Yahvé con mano poderosa, redimiéndoos de la casa de la servidumbre, de la mano del faraón, rey de Egipto. 9Has de saber, pues, que Yahvé, tu Dios, es Dios fiel, que guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos; 10pero retribuye en cara al que le aborrece, destruyéndole; no tarda en darle en cara su merecido. 11Guarda, pues, tú sus mandamientos, las leyes y estatutos que te prescribe hoy, poniéndolos por obra. 12Si escucháis sus mandatos, y los guardáis, y los ponéis por obra, en retorno, Yahvé, tu Dios, te guardará su alianza y la misericordia que a tus padres juró. 13Te amará, te bendecirá y te multiplicará; bendecirá el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo: tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las crías de tus ovejas, en la tierra que a tus padres juró darte. 14Serás bendito sobre todos los pueblos, no habrá estériles en ti ni en tus ganados. 15Yahvé alejará de ti las enfermedades, no mandará sobre ti ninguna de las plagas malignas de Egipto que tú conoces y afligirá con ellas a los que te odian.”
Exterminio de los Cananeos (16-26).
16“Devorarás a todos los pueblos que Yahvé, tu Dios, va a entregarte; tus ojos no los perdonarán, y no servirás a sus dioses, porque eso sería para ti la ruina. 17Y si se te ocurriere decir: “¿Cómo voy a poder expulsar a esas naciones, que son más numerosas que yo?” 18No las temas. Acuérdate de lo que Yahvé, tu Dios, hizo con el faraón y con todo Egipto, 19las grandes pruebas que vieron tus ojos, los portentos y prodigios, la mano fuerte y el brazo tendido con que Yahvé, tu Dios, te sacó; así hará también Yahvé, tu Dios, con todos los pueblos que tú temes. 20Aun tábanos mandará Yahvé, tu Dios, contra ellos hasta hacer perecer a los supervivientes o a los que se escondiesen. 21No los temas, porque en medio de ti está Yahvé, tu Dios; el Dios grande y terrible. 22Yahvé, tu Dios, expulsará a esas naciones poco a poco; no podrás exterminarlas en un día, no sea que las fieras salvajes se multipliquen contra ti. 23Yahvé, tu Dios, te los entregará y los conturbará con gran conturbación hasta que desaparezcan; 24entregará en tus manos sus reyes y harás desaparecer sus nombres de debajo de los cielos; nadie podrá resistirle hasta que los hayas destruido. 25Consumirás por el fuego las imágenes esculpidas de sus dioses; no codicies la plata ni el oro que haya sobre ellas, apropiándotelo, y cayendo en una trampa, porque es abominable a Yahvé, tu Dios, 26y no has de introducir en tu casa abominación para no hacerte como ello es, anatema. Detéstalo y abomínalo como abominación por ser cosa dada al anatema.”
Capítulo 8: Agradecimiento a Dios.
8:1 “Tened gran cuidado de poner por obra los mandamientos que os prescribo hoy, para que viváis y os multipliquéis y entréis, para poseerla, en la tierra que Yahvé juró dar a vuestros padres. 2Acuérdate de todo el camino que Yahvé, tu Dios, te ha hecho andar todos estos cuarenta años por el desierto para castigarte y probarte, para conocer los sentimientos de tu corazón y saber si guardas o no sus mandamientos. 3El te afligió, te hizo pasar hambre y te alimentó con el maná, que no conocieron tus padres, para que aprendieras que no sólo de pan vive el hombre, sino de cuanto procede de la palabra de Dios. 4Tus vestidos no se envejecieron sobre ti, ni se hincharon tus pies durante esos cuarenta años, 5para que reconocieras en tu corazón que Yahvé, tu Dios, te instruye como instruye un hombre a su hijo; 6y guardarás los mandamientos de Yahvé, tu Dios, marchando por sus caminos y temiéndole. 7Ahora, Yahvé, tu Dios, va a introducirte en una buena tierra; tierra de torrentes, de fuentes, de aguas profundas que brotan en los valles y en los montes; 8tierra de trigo, de cebada, de viñas, de higueras y de granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; 9tierra donde comerás tu pan con abundancia y no carecerás de nada; tierra cuyas piedras son hierro y de cuyas montañas sale el cobre. 10Comerás y te hartarás; bendice, pues, a Yahvé por la buena tierra que te ha dado.11Guárdate bien de olvidarte de Yahvé, tu Dios, dejando de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos que hoy te prescribo yo; 12no sea que, cuando comas y te hartes, cuando edifiques y habites hermosas casas, 13y veas multiplicarse tus bueyes y tus ovejas, y acrecentarse tu plata, tu oro y todos tus bienes, 14te ensoberbezcas en tu corazón y te olvides de Yahvé, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre, 15y te ha conducido a través de vasto y horrible desierto, de serpientes de fuego y escorpiones, tierra árida y sin aguas; que hizo brotar para ti agua de la roca pedernalina 16y te ha dado a comer en el desierto el maná, que tus padres no conocieron, castigándote y probándote para a la postre hacerte bien, 17no dijeras: “Mi fuerza y el poder de mi mano me ha dado esta riqueza.” 18Acuérdate, pues, de Yahvé, tu Dios, que es quien te da poder para adquirirla, cumpliendo como hoy la alianza que a tus padres juró. 19Si, olvidándote de Yahvé, te llegaras a ir tras de otros dioses y les sirvieras y te prosternaras ante ellos, yo doy testimonio hoy contra vosotros de que con toda certeza pereceréis; 20 como las naciones que Yahvé hace perecer ante vosotros, así vosotros pereceréis por no haber escuchado la voz de Yahvé, vuestro Dios.”
9. Protección Divina.
Capítulo 9: Iahvé Expulsará a los Cananeos (1-6).
9:1 1“Escucha, Israel: Estáis hoy para pasar el Jordán y marchar a la conquista de naciones más numerosas y más poderosas que tú; de grandes ciudades, cuyas murallas se levantan hasta el cielo; 2de un pueblo numeroso, de elevada estatura, los hijos de Enaq, que ya conoces y de quienes has oído hablar. ¿Quién podrá resistir contra estos hijos de Enaq? 3Has de saber desde hoy que Yahvé, tu Dios, irá El mismo delante de ti como fuego devorador, que los destruirá, los humillará ante ti, y tú los arrojarás y los destruirás pronto, como te lo ha dicho Yahvé. 4No digas luego en tu corazón cuando Yahvé, tu Dios, los arroje de delante de ti: “Por mi justicia me ha puesto Yahvé en posesión de esta tierra.” Por la iniquidad de esos pueblos, Yahvé los arrojará de ante ti. 5No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de esa tierra, sino por la maldad de esas naciones los expulsa Yahvé de delante de ti; para cumplir la palabra que con juramento dio a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6Entiende que no por tu justicia te da Yahvé, tu Dios, la posesión de esa buena tierra; porque eres pueblo de dura cerviz.”
La Prevaricación de Israel (7-29).
7“Acuérdate, no olvides cuánto has irritado a Yahvé, tu Dios, en el desierto; desde el día en que salisteis de la tierra de Egipto hasta que habéis llegado a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahvé. 8Ya en Horeb provocasteis la ira de Yahvé, y Yahvé se irritó contra vosotros hasta querer destruiros. 9Cuando subí yo a la cumbre de la montaña para recibir las tablas de la alianza que Yahvé hacía con vosotros, y estuve allí cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, 10y me dio Yahvé las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios, que contenían todas las palabras que El os había dicho en la montaña, en medio del fuego, el día de la congregación;11al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches me dio Yahvé las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,12y me dijo entonces: “Anda, baja presto de aquí, porque tu pueblo, el que has sacado de Egipto, se ha corrompido; pronto se ha apartado del camino que yo le mandé y se han hecho una imagen fundida.” 13Y me dijo Yahvé: “Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz; 14déjame que le destruya y que borre su nombre de debajo de los cielos, y te haré a ti una nación más poderosa y más nvimerosa que ese pueblo.” 15Yo me volví y bajé de la montaña, que estaba toda en fuego, trayendo en mis manos las dos tablas de la alianza; 16miré y vi que habíais pecado contra Yahvé, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido, apartándoos bien pronto del camino que Yahvé os había prescrito;17agarré entonces las dos tablas y con mis manos las tiré, rompiéndolas ante vuestros ojos. 18Luego me postré en la presencia de Yahvé, como la primera vez, durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan y sin beber agua, por todos los pecados que vosotros habíais cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé, irritándole. 19Yo estaba espantado de ver la cólera y el furor con que Yahvé estaba enojado contra vosotros, hasta querer destruiros; pero todavía esta vez me escuchó Yahvé. 20Estaba Yahvé también fuertemente irritado contra Aarón, hasta el punto de querer hacerle perecer, y yo intercedí entonces por Aarón; 21y tomé vuestro pecado, el que os habíais hecho, y lo arrojé al fuego, y desmenuzándolo bien hasta reducirlo a polvo, eché el polvo en el torrente que baja de la montaña. 22En Taberá, en Masa y en Quibrot-at-tawah excitasteis también la cólera de Yahvé; 23y cuando Yahvé os hizo subir de Cadesbarne, diciendo: “Subid y tomad posesión de la tierra que os doy,” fuisteis rebeldes a las órdenes de Yahvé, vuestro Dios; no tuvisteis confianza en El y no obedecisteis a su voz. 24Habéis sido rebeldes a Yahvé desde el día en que El comenzó a poner en vosotros sus ojos. 25Yo me postré ante Yahvé aquellos cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado, porque Yahvé hablaba de destruiros, 26y le rogué, diciendo: “¡Señor, Yahvé!, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto con tu mano poderosa. 27Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza, de este pueblo, a su perversidad y a su pecado; 28que no puedan decir los de la tierra de que nos has sacado: “Por no poder Yahvé hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los odiaba, los ha sacado fuera para hacerlos morir en el desierto.” 29Son tu pueblo, tu heredad, que con tu gran poder y brazo tendido has sacado fuera.”
Capítulo 10: Nuevas Exhortaciones.
Las Tablas de la Ley (1-5).
10:1 1“Entonces me dijo Yahvé: “Hazte dos tablas de piedra como las primeras y sube a mí a la montaña; haz también un arca de madera; 2yo escribiré sobre estas tablas las palabras que estaban escritas sobre las primeras, que tú rompiste, y las guardarás en el arca.” 3Hice, pues, un arca de madera de acacia, y, habiendo cortado dos tablas de piedra como las primeras, subí con ellas a la montaña. 4El escribió sobre estas tablas lo que estaba escrito en las primeras, los diez mandamientos que Yahvé os había dicho en la montaña de en medio del fuego el día de la congregación, y me las dio. 5Yo me volví y, bajando de la montaña, puse las tablas en el arca que había hecho, y allí han quedado, como Yahvé me lo mandó.”
Partida de los Israelitas (6-7).
6Los hijos de Israel partieron de Berot-Bene Yahqan para Moserá. Allí murió Aarón y allí fue enterrado. Elea-zar, su hijo, fue sacerdote en su lugar. 7De allí partieron para Gadgad, y de Gadgad para Yotbatá, región rica en aguas.
Elección de los levitas (8-9)
“En ese tiempo separó Yahvé la tribu de Leví para llevar el arca de la alianza de Yahvé, para que estuvieran en su presencia y le sirvieran y bendijeran su nombre, como hasta hoy. 9Por eso Leví no tiene parte ni heredad entre sus hermanos, porque es Yahvé su heredad, como Yahvé te lo ha dicho.”
Moisés recibe orden de ponerse al frente de su pueblo (10-11).
10“Yo me estuve en la montaña como anteriormente, cuarenta días y cuarenta noches; y Yahvé me escuchó esta vez también y no quiso ya destruiros. 11Me dijo Yahvé: “Levántate y ve a ponerte a la cabeza del pueblo para que entren y se posesionen de la tierra que a sus padres juré darles.”
Exhortación a la fidelidad a Yahvé (12-22).
12“Ahora, pues, Israel, ¿qué es lo que de ti exige Yahvé, tu Dios, sino que temas a Yahvé, tu Dios, siguiendo por todos sus caminos, amando y sirviendo a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, 13y guardando los mandamientos de Yahvé y sus leyes, que hoy te prescribo yo, para que seas dichoso? 14Mira: De Yahvé, tu Dios, son los cielos de los cielos, la tierra y todo cuando en ella se contiene. 15Y sólo con tus padres se ligó amándolos, y a su descendencia después de ellos, a vosotros, os ha elegido de entre todos los pueblos, como hoy. 16Circuncidad, pues, vuestros corazones y no endurezcáis más vuestra cerviz; 17porque Yahvé, vuestro Dios, es el Dios de dioses, el Señor de los señores, el Dios grande, fuerte y terrible, que no hace acepción de personas ni recibe regalos, 18hace justicia al huérfano y a la viuda, 19ama al extranjero y le alimenta y le viste. Amad también vosotros al extranjero, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. 20Teme a Yahvé, tu Dios; sírvele, apégate a El y jura por su nombre. 21El es tu gloria, El es tu Dios, que por ti ha hecho cosas grandes y terribles que con tus mismos ojos has visto. 22Tus padres bajaron a Egipto en número de setenta personas, y ahora Yahvé, tu Dios, ha hecho de ti una muchedumbre como las estrellas del cielo.”
Capítulo 11: Amonestaciones.
La Bendición Divina, Condicionada a la Fidelidad a sus Mandatos (1-21).
11:1 1“Ama, pues, a tu Dios y cumple lo que de ti demanda: sus leyes y sus preceptos, sus mandamientos. 2Reconoced hoy, pues no hablo ahora a vuestros hijos, que no saben y no vieron la enseñanza de Yahvé, vuestro Dios; su grandeza, su mano fuerte y su brazo tendido; 3los prodigios y portentos que en medio de Egipto obró contra el faraón, rey de Egipto, y contra toda su tierra; 4lo que hizo con el ejército egipcio, con sus caballos y sus carros, arrojando sobre ellos las aguas del mar Rojo cuando os perseguían y destruyéndolos hasta hoy; 5lo que por vosotros ha hecho en el desierto hasta que habéis llegado a este lugar; 6lo que hizo con Datan y Abirón, hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando, abriendo la tierra su boca, se los tragó con sus casas, sus tiendas y todos sus secuaces en medio de todo Israel. 7Porque con vuestros ojos habéis visto todos los grandes prodigios que ha hecho Yahvé. 8Guardad, pues, todos sus mandamientos que hoy os prescribo yo, para que seáis fuertes y entréis y os adueñéis de la tierra a que vais a pasar para tomar posesión de ella 9y para que se dilaten vuestros días sobre la tierra que Yahvé juró dar a vuestros padres, a ellos y a su descendencia; la tierra que mana leche y miel. 10Porque la tierra en que vais a entrar para poseerla no es como la de Egipto, de donde habéis salido, donde echabas tu simiente y la regabas con tu pie como se riega una huerta. 11La tierra en que vais a entrar para poseerla es una tierra de montes y valles que riega la lluvia del cielo; 12es una tierra de que cuida Yahvé, tu Dios, y sobre la cual tiene siempre puestos sus ojos desde el comienzo del año hasta el fin. 13Si vosotros obedecéis los mandatos que os prescribo, amando a Yahvé, vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14 yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la temprana y la tardía; y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite. 15Yo daré también hierba en tus campos para tus ganados, y de ellos comerás y te saciarás. 16Pero cuidad mucho de que no se deje seducir vuestro corazón y, desviándoos, sirváis a otros dioses y os prosternéis ante ellos; 17porque la cólera de Yahvé se encendería contra vosotros y cerraría el cielo, y no habría más lluvia, y la tierra no daría más su frutos, y desaparecerías presto de la buena tierra que Dios os da. 18Poned, pues, en vuestro corazón y en vuestra alma las palabras que yo os digo; atadlas por recuerdo a vuestras manos y ponedlas como frontal entre vuestros ojos. 19Enseñádselas a vuestros hijos, habladles de ellas, ya cuando estés en tu casa, ya cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. 20Escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas, 21para que vuestros días y los días de vuestros hijos sobre la tierra que a vuestros padres Yahvé juró darles sean tan numerosos como los días de los cielos sobre la tierra.”
Sanciones de la Ley (22-32).
22“Porque, si cuidadosamente guardáis estos mandamientos que yo os prescribo, amando a vuestro Dios, marchando siempre por sus sendas y apegándoos a El, 23 Yahvé arrojará de ante vosotros a todos los pueblos más numerosos y más poderosos que vosotros; 24cuanto pise la planta de vuestros pies, vuestro será, y vuestras fronteras se extenderán desde el desierto al Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental; todo será dominio vuestro. 25Nadie podrá resistir ante vosotros; Yahvé, vuestro Dios, esparcirá ante vosotros, como os lo ha dicho, el miedo y el terror sobre toda tierra donde pongáis vuestro pie.
Especial solicitad de Dios sobre Israel (14-19).
49:14 14 Sión decía: Yahvé me ha abandonado, y mi Señor se ha olvidado de mí. ¿Puede acaso una mujer olvidarse de su mamoncillo, no compadecerse del hijo de sus entrañas? 15Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaría. 16 He aquí que te tengo grabada sobre las palmas de las manos, y tus muros están siempre delante de mí. 17 Vienen aprisa tus reconstructores8, y tus aseladores y destructores se van de ti. 18 Levanta en torno tus ojos y mira, todos se reunieron para venir a ti. Por mi vida, dice Yahvé, que te revestirás de ellos como de ornamento, y te ceñirás de ellos como novia, 19 Porque tus ruinas y devastaciones y tu país asolado serán estrechos para los moradores, y se alejarán los que te devoraban.
Maravillosa fecundidad de Jerusalén (20-21).
20 Aún dirán a tus oídos los hijos de tu orfandad: El lugar es demasiado estrecho para mí,hazme sitio para que habite en ella. 21 Y tú dirás en tu corazón: ¿Quién me ha parido éstos? Yo no tenía hijos y era estéril. A éstos, ¿quién los ha criado? Yo había quedado sola; ¿de dónde vienen éstos?
Los reyes de las naciones, al servicio de Israel (22.-23)
22 Así habla el Señor, Yahvé: He aquí que tenderé mi mano a las gentes y alzaré mi bandera a las naciones, y traerán en el seno a tus hijos, y en hombros a tus hijas. 23 Reyes serán tus ayos, y sus princesas tus nodrizas; postrados ante ti, rostro a tierra, lamerán el polvo de tus pies. Y sabrás que yo soy Yahvé y que los que en mí confían no serán confundidos.
La omnipotencia de Yahvé, causa de la liberación de Israel (24-26).
24 ¿Se le quita al guerrero el botín? ¿Se le escapan al poderoso los cautivos?9 25Porque así habla Yahvé: Si aun al guerrero se le quitaran los cautivos, si el botín del poderoso le fuera arrebatado10, con tus adversarios lucharé 11y salvaré a tus hijos. 26Y a tus opresores haré comer su propia carne, y se embriagarán de su sangre como de mosto, y reconocerá toda carne que yo soy Yahvé, tu salvador y tu redentor, el Fuerte de Jacob.
Capítulo 50: Consolación de Sión. El Siervo de Yahvé.
La omnipotencia de Yahvé, prenda de salvación (1.-3)
1 Así dice Yahvé: ¿Dónde está el libelo de repudio de vuestra madre, por el cual la he repudiado yo? ¿O cuál es aquel de mis acreedores a quien os haya vendido yo? He aquí que por vuestros crímenes fuisteis vendidos, y por vuestros pecados fue repudiada vuestra madre. 2 ¿Por qué, cuando yo venía, no hallaba a nadie, y, cuando llamaba, nadie me respondía? ¿Habráse acortado mi mano para redimir o no tendré ya fuerza para librar? He aquí que con mi amenaza seco el mar y torno en desierto los ríos, hasta pudrirse sus peces por falta de agua y morir de sed sus vivientes. 3 Yo revisto los cielos de negrura y los cubro como de saco.
El Siervo de Yahvé; su resignación (4-6).
4 El Señor, Yahvé, me ha dado lengua de discípulo 2 para saber sostener con palabras al cansado 3. Cada mañana despierta mis oídos para que oiga como discípulo; 5 el Señor, Yahvé, me ha abierto los oídos, y yo no me resisto, no me echo atrás. 6 He dado mis espaldas a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba. Y no escondí mi rostro ante las injurias y los esputos.
Confianza del Siervo en Yahvé (7-9).
7 Pero el Señor, Yahvé, me socorre, y por eso no fui confundido, por eso hice mi rostro como de pedernal,sabiendo que no sería confundido. 8 Cerca está mi Justificador; ¿quién contenderá conmigo? Comparezcamos juntos; ¿quién es mi demandante? 5 Que se acerque a mí. 9 He aquí que el Señor, Yahvé, me asiste; ¿quién me condenará? He aquí que todos ellos se gastarán como un vestido, la polilla los consumirá.
Israel debe confiar en Yahvé (10-11).
10 ¿Quién de vosotros terne a Yahvé, escucha la voz de su Siervo? 7El que ande en tinieblas, privado de resplandor, que confíe en el nombre de Yahvé y se apoye en su Dios. 11He aquí que todos vosotros encendéis fuego, encendéis saetas8; caminad a la luz de vuestro fuego y entre las saetas que habéis encendido. Por mi mano os sucederá esto, en tormento yaceréis.
Capítulo 51: Consolación de Sión.
Yahvé, fiel a la promesa hecha a Abraham (1-3).
1 Oídme vosotros los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la roca de que habéis sido tallados y la cantera de que habéis sido sacados1. 2 Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz. Porque sólo a él le llamé yo, le bendije y le multipliqué. 3 Porque Yahvé se apiadará de Sión, se compadecerá de todas su ruinas, y tornará su desierto en vergel, y su estepa en paraíso de Yahvé, donde habrá gozo y alegría, alabanza y rumor de cánticos.
49:14 14 Sión decía: Yahvé me ha abandonado, y mi Señor se ha olvidado de mí. ¿Puede acaso una mujer olvidarse de su mamoncillo, no compadecerse del hijo de sus entrañas? 15Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaría. 16 He aquí que te tengo grabada sobre las palmas de las manos, y tus muros están siempre delante de mí. 17 Vienen aprisa tus reconstructores8, y tus aseladores y destructores se van de ti. 18 Levanta en torno tus ojos y mira, todos se reunieron para venir a ti. Por mi vida, dice Yahvé, que te revestirás de ellos como de ornamento, y te ceñirás de ellos como novia, 19 Porque tus ruinas y devastaciones y tu país asolado serán estrechos para los moradores, y se alejarán los que te devoraban.
Maravillosa fecundidad de Jerusalén (20-21).
20 Aún dirán a tus oídos los hijos de tu orfandad: El lugar es demasiado estrecho para mí,hazme sitio para que habite en ella. 21 Y tú dirás en tu corazón: ¿Quién me ha parido éstos? Yo no tenía hijos y era estéril. A éstos, ¿quién los ha criado? Yo había quedado sola; ¿de dónde vienen éstos?
Los reyes de las naciones, al servicio de Israel (22.-23)
22 Así habla el Señor, Yahvé: He aquí que tenderé mi mano a las gentes y alzaré mi bandera a las naciones, y traerán en el seno a tus hijos, y en hombros a tus hijas. 23 Reyes serán tus ayos, y sus princesas tus nodrizas; postrados ante ti, rostro a tierra, lamerán el polvo de tus pies. Y sabrás que yo soy Yahvé y que los que en mí confían no serán confundidos.
La omnipotencia de Yahvé, causa de la liberación de Israel (24-26).
24 ¿Se le quita al guerrero el botín? ¿Se le escapan al poderoso los cautivos?9 25Porque así habla Yahvé: Si aun al guerrero se le quitaran los cautivos, si el botín del poderoso le fuera arrebatado10, con tus adversarios lucharé 11y salvaré a tus hijos. 26Y a tus opresores haré comer su propia carne, y se embriagarán de su sangre como de mosto, y reconocerá toda carne que yo soy Yahvé, tu salvador y tu redentor, el Fuerte de Jacob.
Capítulo 50: Consolación de Sión. El Siervo de Yahvé.
La omnipotencia de Yahvé, prenda de salvación (1.-3)
1 Así dice Yahvé: ¿Dónde está el libelo de repudio de vuestra madre, por el cual la he repudiado yo? ¿O cuál es aquel de mis acreedores a quien os haya vendido yo? He aquí que por vuestros crímenes fuisteis vendidos, y por vuestros pecados fue repudiada vuestra madre. 2 ¿Por qué, cuando yo venía, no hallaba a nadie, y, cuando llamaba, nadie me respondía? ¿Habráse acortado mi mano para redimir o no tendré ya fuerza para librar? He aquí que con mi amenaza seco el mar y torno en desierto los ríos, hasta pudrirse sus peces por falta de agua y morir de sed sus vivientes. 3 Yo revisto los cielos de negrura y los cubro como de saco.
El Siervo de Yahvé; su resignación (4-6).
4 El Señor, Yahvé, me ha dado lengua de discípulo 2 para saber sostener con palabras al cansado 3. Cada mañana despierta mis oídos para que oiga como discípulo; 5 el Señor, Yahvé, me ha abierto los oídos, y yo no me resisto, no me echo atrás. 6 He dado mis espaldas a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba. Y no escondí mi rostro ante las injurias y los esputos.
Confianza del Siervo en Yahvé (7-9).
7 Pero el Señor, Yahvé, me socorre, y por eso no fui confundido, por eso hice mi rostro como de pedernal,sabiendo que no sería confundido. 8 Cerca está mi Justificador; ¿quién contenderá conmigo? Comparezcamos juntos; ¿quién es mi demandante? 5 Que se acerque a mí. 9 He aquí que el Señor, Yahvé, me asiste; ¿quién me condenará? He aquí que todos ellos se gastarán como un vestido, la polilla los consumirá.
Israel debe confiar en Yahvé (10-11).
10 ¿Quién de vosotros terne a Yahvé, escucha la voz de su Siervo? 7El que ande en tinieblas, privado de resplandor, que confíe en el nombre de Yahvé y se apoye en su Dios. 11He aquí que todos vosotros encendéis fuego, encendéis saetas8; caminad a la luz de vuestro fuego y entre las saetas que habéis encendido. Por mi mano os sucederá esto, en tormento yaceréis.
Capítulo 51: Consolación de Sión.
Yahvé, fiel a la promesa hecha a Abraham (1-3).
1 Oídme vosotros los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la roca de que habéis sido tallados y la cantera de que habéis sido sacados1. 2 Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz. Porque sólo a él le llamé yo, le bendije y le multipliqué. 3 Porque Yahvé se apiadará de Sión, se compadecerá de todas su ruinas, y tornará su desierto en vergel, y su estepa en paraíso de Yahvé, donde habrá gozo y alegría, alabanza y rumor de cánticos.
HECHOS 25
Nuevo proceso ante el procurador Festo, y apelación al Cesar, 25:1-12.
1 Llegó Festo a la provincia, y a los tres días subió de Cesárea a Jerusalén, 2 y los sumos sacerdotes y los principales de los judíos le presentaron sus acusaciones contra Pablo. 3 Pidieron la gracia de que le hiciese conducir a Jerusalén. Hacían esto con ánimo de prepararle una asechanza para matarle en el camino. 4 Festo les respondió que Pablo estaba preso en Cesárea y que él mismo había de partir en breve para allá: 5 Así, pues, que los principales de vosotros bajen conmigo para acusar allí a ese hombre, si tienen de qué. 6 Habiendo pasado entre ellos sólo unos ocho o diez días, bajó a Cesárea, y al día siguiente se sentó en su tribunal, ordenando presentar a Pablo. 7 Presentado éste, los judíos que habían bajado de Jerusalén le rodearon, haciéndole muchos y graves cargos, que no podían probar, 8 replicando Pablo que ni contra la Ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el Cesar había cometido delito alguno. 9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, se dirigió a Pablo y le dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén y allí ser juzgado ante mí de todas estas acusaciones ? 10 Pablo contestó: Estoy ante el tribunal del César; en él debo ser juzgado. Ninguna injuria he hecho a los judíos, como tú bien sabes. 11 Si he cometido alguna injusticia o crimen digno de muerte, no rehuso morir. Pero si no hay nada de todo eso de que me acusan, nadie puede entregarme a ellos: Apelo al César. 12 Festo entonces, después de hablar con los de su consejo, respondió: Has apelado al César, al César irás.
El caso de Pablo, expuesto ante el rey Agripa 25:13-27.
13 Transcurridos algunos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesárea para saludar a Festo. 14 Habiendo pasado allí varios días, dio cuenta Festo al rey del asunto de Pablo, diciendo: Hay aquí un hombre que fue dejado preso por Félix, 15 al cual, cuando yo estuve en Jerusalén, acusaron los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo su condena. 16 Yo les contesté que no es costumbre de los romanos entregar a un hombre cualquiera sin que al acusado, en presencia de los acusadores, se le dé lugar para defenderse de la acusación. 17 Habiendo, pues, venido ellos aquí a mí, luego, al día siguiente, sentado en el tribunal, ordené traer al hombre ese. 18 Presentes los acusadores, ningún crimen adujeron de los que yo sospechaba, 19 sólo cuestiones sobre su propia religión y de cierto Jesús muerto, de quien Pablo asegura que vive. 20 Vacilando yo sobre el modo de inquirir sobre semejantes cuestiones, le dije que si quería ir a Jerusalén y ser allí juzgado. 21 Pero Pablo interpuso apelación para que su causa fuese reservada al conocimiento de Augusto, y así ordené que se le guardase hasta que pueda remitirlo al César. 22 Dijo Agripa a Festo: Tendría gusto en oír a ese hombre. Mañana, dijo, le oirás. 23 Al otro día llegaron Agripa y Berenice con gran pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y personajes conspicuos de la ciudad, ordenó Festo que Pablo fuera conducido. 24 Y dijo Festo: Rey Agripa y todos los que estáis presentes: He aquí a este hombre, contra quien toda la muchedumbre de los judíos en Jerusalén y aquí me instaban gritando que no es digno de la vida. 25 Pero yo no he hallado en él nada que le haga reo de muerte, y habiendo él apelado al César, he resuelto enviarle a él. 26 Del cual nada cierto tengo que escribir al señor. Por esto le he mandado conducir ante vosotros, y especialmente ante ti, rey Agripa, a fin de que con esta inquisición tenga yo qué poder escribir; 27 porque me parece fuera de razón enviar un preso y no informar acerca de las acusaciones que sobre él pesan.
HECHOS 26
Discurso de Pablo, 26:1-32.
1 Dijo Agripa a Pablo: Se te permite hablar en tu defensa. Entonces Pablo, tendiendo la mano, comenzó así su defensa: 2 “Por dichoso me tengo, rey Agripa, de poder defenderme hoy ante ti de todas las acusaciones de los judíos; 3 sobre todo, porque tú conoces todas las costumbres de los judíos y sus controversias. Te pido, pues, que me escuches con paciencia. 4 Lo que ha sido mi vida desde la juventud, cómo desde el principio he vivido en medio de mi pueblo, en Jerusalén mismo, lo saben todos los judíos; 5 de mucho tiempo atrás me conocen y pueden, si quieren, dar testimonio de que he vivido como fariseo, según la secta más estrecha de nuestra religión. 6 Al presente estoy sometido a juicio por la esperanza en las promesas hechas por Dios a nuestros padres, 7 cuyo cumplimiento nuestras doce tribus, sirviendo continuamente a Dios día y noche, esperan alcanzar. Pues por esta esperanza, ¡oh rey!, soy yo acusado por los judíos. 8 ¿Tenéis por increíble que Dios resucite a los muertos? 9 Yo me creí en el deber de hacer mucho contra el nombre de Jesús Nazareno, 10 y lo hice en Jerusalén, donde encarcelé a muchos santos, con poder que para ello tenía de los sumos sacerdotes, y cuando eran muertos, yo daba mi voto. 11 Muchas veces por todas las sinagogas los obligaba a blasfemar a fuerza de castigos, y loco de furor contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extrañas. 12 Para esto mismo iba yo a Damasco, con poder y autorización de los sumos sacerdotes; 13 y al mediodía, ¡oh rey!, vi en el camino una luz del cielo, más brillante que el sol, que me envolvía a mí y a los que me acompañaban. 14 Caídos todos a tierra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro te es dar coces contra el aguijón. 15 Yo contesté: ¿Quién eres, Señor? El Señor me dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Pero levántate y ponte en pie, pues para esto me he aparecido a ti, para hacerte ministro y testigo de lo que has visto y de lo que te mostraré aún, 17 librándote de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío 18 para que les abras los ojos, se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, y reciban la remisión de los pecados y la herencia entre los santificados por la fe en mí. 19 No fui, ¡oh rey Agripa!, desobediente a la visión celestial, 20 sino que primero a los de Damasco, luego a los de Jerusalén y por toda la región de Judea y a los gentiles, anuncié la penitencia y la conversión a Dios por obras dignas de penitencia. 21 Sólo por esto los judíos, al cogerme en el templo, intentaron quitarme la vida; 22 pero gracias al socorro de Dios he continuado hasta este día dando testimonio a pequeños y a grandes y no enseñando otra cosa sino lo que los profetas y Moisés han dicho que debía de suceder: 23 Que el Mesías había de padecer, que siendo el primero en la resurrección de los muertos, había de anunciar la luz al pueblo y a los gentiles.” 24 Defendiéndose él de este modo, dijo Festo en alta voz: ¡Tú deliras, Pablo! Las muchas letras te han sorbido el juicio. 25 Pablo le contestó: No deliro, nobilísimo Festo; lo que digo son palabras de verdad y sensatez. 26 Bien sabe el rey estas cosas, y a él hablo confiadamente, porque estoy persuadido de que nada de esto ignora, pues no son cosas que se hayan hecho en un rincón. 27 ¿Crees, rey Agripa, en los profetas? Yo sé que crees. 28 Agripa dijo a Pablo: Poco más, y me persuades a que me haga cristiano. 29 Y Pablo: Por poco más o por mucho más, pluguiese a Dios que no sólo tú, sino todos los que me oyen se hicieran hoy tales como lo soy yo, aunque sin estas cadenas. 30 Se levantaron el rey y el procurador, Berenice y cuantos con ellos estaban sentados; 31 y al retirarse se decían unos a otros: Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la prisión. 32 Agripa dijo a Festo: Podría ponérsele en libertad, si no hubiera apelado al César.
Nuevo proceso ante el procurador Festo, y apelación al Cesar, 25:1-12.
1 Llegó Festo a la provincia, y a los tres días subió de Cesárea a Jerusalén, 2 y los sumos sacerdotes y los principales de los judíos le presentaron sus acusaciones contra Pablo. 3 Pidieron la gracia de que le hiciese conducir a Jerusalén. Hacían esto con ánimo de prepararle una asechanza para matarle en el camino. 4 Festo les respondió que Pablo estaba preso en Cesárea y que él mismo había de partir en breve para allá: 5 Así, pues, que los principales de vosotros bajen conmigo para acusar allí a ese hombre, si tienen de qué. 6 Habiendo pasado entre ellos sólo unos ocho o diez días, bajó a Cesárea, y al día siguiente se sentó en su tribunal, ordenando presentar a Pablo. 7 Presentado éste, los judíos que habían bajado de Jerusalén le rodearon, haciéndole muchos y graves cargos, que no podían probar, 8 replicando Pablo que ni contra la Ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el Cesar había cometido delito alguno. 9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, se dirigió a Pablo y le dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén y allí ser juzgado ante mí de todas estas acusaciones ? 10 Pablo contestó: Estoy ante el tribunal del César; en él debo ser juzgado. Ninguna injuria he hecho a los judíos, como tú bien sabes. 11 Si he cometido alguna injusticia o crimen digno de muerte, no rehuso morir. Pero si no hay nada de todo eso de que me acusan, nadie puede entregarme a ellos: Apelo al César. 12 Festo entonces, después de hablar con los de su consejo, respondió: Has apelado al César, al César irás.
El caso de Pablo, expuesto ante el rey Agripa 25:13-27.
13 Transcurridos algunos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesárea para saludar a Festo. 14 Habiendo pasado allí varios días, dio cuenta Festo al rey del asunto de Pablo, diciendo: Hay aquí un hombre que fue dejado preso por Félix, 15 al cual, cuando yo estuve en Jerusalén, acusaron los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo su condena. 16 Yo les contesté que no es costumbre de los romanos entregar a un hombre cualquiera sin que al acusado, en presencia de los acusadores, se le dé lugar para defenderse de la acusación. 17 Habiendo, pues, venido ellos aquí a mí, luego, al día siguiente, sentado en el tribunal, ordené traer al hombre ese. 18 Presentes los acusadores, ningún crimen adujeron de los que yo sospechaba, 19 sólo cuestiones sobre su propia religión y de cierto Jesús muerto, de quien Pablo asegura que vive. 20 Vacilando yo sobre el modo de inquirir sobre semejantes cuestiones, le dije que si quería ir a Jerusalén y ser allí juzgado. 21 Pero Pablo interpuso apelación para que su causa fuese reservada al conocimiento de Augusto, y así ordené que se le guardase hasta que pueda remitirlo al César. 22 Dijo Agripa a Festo: Tendría gusto en oír a ese hombre. Mañana, dijo, le oirás. 23 Al otro día llegaron Agripa y Berenice con gran pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y personajes conspicuos de la ciudad, ordenó Festo que Pablo fuera conducido. 24 Y dijo Festo: Rey Agripa y todos los que estáis presentes: He aquí a este hombre, contra quien toda la muchedumbre de los judíos en Jerusalén y aquí me instaban gritando que no es digno de la vida. 25 Pero yo no he hallado en él nada que le haga reo de muerte, y habiendo él apelado al César, he resuelto enviarle a él. 26 Del cual nada cierto tengo que escribir al señor. Por esto le he mandado conducir ante vosotros, y especialmente ante ti, rey Agripa, a fin de que con esta inquisición tenga yo qué poder escribir; 27 porque me parece fuera de razón enviar un preso y no informar acerca de las acusaciones que sobre él pesan.
HECHOS 26
Discurso de Pablo, 26:1-32.
1 Dijo Agripa a Pablo: Se te permite hablar en tu defensa. Entonces Pablo, tendiendo la mano, comenzó así su defensa: 2 “Por dichoso me tengo, rey Agripa, de poder defenderme hoy ante ti de todas las acusaciones de los judíos; 3 sobre todo, porque tú conoces todas las costumbres de los judíos y sus controversias. Te pido, pues, que me escuches con paciencia. 4 Lo que ha sido mi vida desde la juventud, cómo desde el principio he vivido en medio de mi pueblo, en Jerusalén mismo, lo saben todos los judíos; 5 de mucho tiempo atrás me conocen y pueden, si quieren, dar testimonio de que he vivido como fariseo, según la secta más estrecha de nuestra religión. 6 Al presente estoy sometido a juicio por la esperanza en las promesas hechas por Dios a nuestros padres, 7 cuyo cumplimiento nuestras doce tribus, sirviendo continuamente a Dios día y noche, esperan alcanzar. Pues por esta esperanza, ¡oh rey!, soy yo acusado por los judíos. 8 ¿Tenéis por increíble que Dios resucite a los muertos? 9 Yo me creí en el deber de hacer mucho contra el nombre de Jesús Nazareno, 10 y lo hice en Jerusalén, donde encarcelé a muchos santos, con poder que para ello tenía de los sumos sacerdotes, y cuando eran muertos, yo daba mi voto. 11 Muchas veces por todas las sinagogas los obligaba a blasfemar a fuerza de castigos, y loco de furor contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extrañas. 12 Para esto mismo iba yo a Damasco, con poder y autorización de los sumos sacerdotes; 13 y al mediodía, ¡oh rey!, vi en el camino una luz del cielo, más brillante que el sol, que me envolvía a mí y a los que me acompañaban. 14 Caídos todos a tierra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro te es dar coces contra el aguijón. 15 Yo contesté: ¿Quién eres, Señor? El Señor me dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Pero levántate y ponte en pie, pues para esto me he aparecido a ti, para hacerte ministro y testigo de lo que has visto y de lo que te mostraré aún, 17 librándote de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío 18 para que les abras los ojos, se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, y reciban la remisión de los pecados y la herencia entre los santificados por la fe en mí. 19 No fui, ¡oh rey Agripa!, desobediente a la visión celestial, 20 sino que primero a los de Damasco, luego a los de Jerusalén y por toda la región de Judea y a los gentiles, anuncié la penitencia y la conversión a Dios por obras dignas de penitencia. 21 Sólo por esto los judíos, al cogerme en el templo, intentaron quitarme la vida; 22 pero gracias al socorro de Dios he continuado hasta este día dando testimonio a pequeños y a grandes y no enseñando otra cosa sino lo que los profetas y Moisés han dicho que debía de suceder: 23 Que el Mesías había de padecer, que siendo el primero en la resurrección de los muertos, había de anunciar la luz al pueblo y a los gentiles.” 24 Defendiéndose él de este modo, dijo Festo en alta voz: ¡Tú deliras, Pablo! Las muchas letras te han sorbido el juicio. 25 Pablo le contestó: No deliro, nobilísimo Festo; lo que digo son palabras de verdad y sensatez. 26 Bien sabe el rey estas cosas, y a él hablo confiadamente, porque estoy persuadido de que nada de esto ignora, pues no son cosas que se hayan hecho en un rincón. 27 ¿Crees, rey Agripa, en los profetas? Yo sé que crees. 28 Agripa dijo a Pablo: Poco más, y me persuades a que me haga cristiano. 29 Y Pablo: Por poco más o por mucho más, pluguiese a Dios que no sólo tú, sino todos los que me oyen se hicieran hoy tales como lo soy yo, aunque sin estas cadenas. 30 Se levantaron el rey y el procurador, Berenice y cuantos con ellos estaban sentados; 31 y al retirarse se decían unos a otros: Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la prisión. 32 Agripa dijo a Festo: Podría ponérsele en libertad, si no hubiera apelado al César.
Salmo 106 (107)
Es eterna su misericordia
106:1 Celebrad a Yahvé porque es bueno,
porque su misericordia
permanece para siempre.
2 Así digan los rescatados de Yahvé,
los que Él redimió
de manos del enemigo,
3 y a quienes Él ha congregado de las tierras
del Oriente y del Occidente,
del Norte y del Mediodía.
4 Erraban por el desierto, en la soledad,
sin hallar camino a una ciudad donde morar.
5 Sufrían hambre y sed;
su alma desfallecía en ellos.
6 Y clamaron a Yahvé en su angustia,
y Él los sacó de sus tribulaciones.
7 Y los condujo por camino derecho,
para que llegasen a una ciudad
donde habitar.
8 Den gracias a Yahvé
por su misericordia,
y por sus maravillas
en favor de los hijos de los hombres.
9 Porque sació al alma sedienta,
y a la hambrienta colmó de bienes.
10 Moraban en tinieblas y sombras,
cautivos de la miseria y del hierro;
11 porque habían resistido a las palabras de Dios
y despreciado el consejo del Altísimo.
12 Y Él humilló su corazón con trabajos;
sucumbían y no había quien los socorriese.
13 Y clamaron a Yahvé en su angustia,
y Él los sacó de sus tribulaciones.
14 Y los libró de las tinieblas y de las sombras,
y rompió sus cadenas.
15 Den gracias a Yahvé
por su misericordia,
y por sus maravillas
en favor de los hijos de los hombres;
16 porque Él rompió las puertas de bronce,
e hizo pedazos los cerrojos de hierro.
17 Estaban enfermos a causa de su iniquidad,
y afligidos a causa de sus delitos;
18 sintieron náuseas de todo alimento,
y llegaron a las puertas de la muerte.
19 Y clamaron a Yahvé en su angustia,
y Él los sacó de sus tribulaciones.
20 Envió su Palabra para sanarlos
y arrancarlos de la perdición.
21 Den gracias a Yahvé
por su misericordia,
y por sus maravillas
en favor de los hijos de los hombres,
22 y ofrezcan sacrificios de alabanza,
y publiquen con júbilo sus obras.
23 Surcaban en naves el mar,
traficando sobre las vastas ondas,
24 ésos vieron las obras del Yahvé,
y sus maravillas en el piélago.
25 Con Su palabra suscitó un viento borrascoso,
que levantó las olas del mar;
26 subían hasta el cielo
y descendían hasta el abismo,
Su alma desmayaba en medio de sus males.
27 Titubeaban y se tambaleaban como ebrios,
y les fallaba toda su pericia.
28 Y clamaron a Yahvé en su angustia,
y Él los sacó de sus tribulaciones.
29 Tornó el huracán en suave brisa,
y las ondas del mar callaron.
30 Y se alegraron de que callasen,
y los condujo al puerto deseado.
31 Den gracias a Yahvé por su misericordia,
y por sus maravillas
en favor de los hijos de los hombres.
32 Celébrenlo en la asamblea del pueblo,
y en la reunión de los ancianos, cántenle.
33 Él convirtió los ríos en desierto,
y los manantiales en árida tierra,
34 el suelo fructífero en un salobral,
por la malicia de sus moradores.
35 Él mismo ha convertido el desierto en lago
y la tierra árida en manantiales,
36 allí coloca a los hambrientos,
y fundan una ciudad para habitarla.
37 Siembran los campos y plantan viñas,
y obtienen de ellos los frutos.
38 Bendecidos por Él
se multiplican en gran manera,
y sus ganados no disminuyen nunca.
39 Aunque reducidos a pocos y despreciados,
por el peso del infortunio y de la aflicción,
40 Aquel que derrama desprecio
sobre los príncipes,
y los hace errar por desiertos sin huellas,
41 ha levantado de la miseria al indigente,
y hace las familias numerosas como rebaños.
42 Lo ven los justos y se alegran,
y toda malicia cierra su boca.
43 ¿Quién es el sabio que considere estas cosas
y comprenda las misericordias del Yahvé?
Salmo 107 (108)
Israel canta su esperanza
107:1 Cántico. Salmo. De David.
2 Mi corazón está pronto, oh Dios;
quiero cantar y entonar salmos;
mi alma está despierta.
3 Salterio y lira, despertaos;
despiértese la aurora (a nuestro canto).
4 Te alabaré, Yahvé, entre los pueblos,
te cantaré himnos ante las naciones.
5 Porque tu misericordia
es más grande que los cielos,
y tu fidelidad hasta las nubes.
6 Muéstrate excelso,
oh Dios, sobre los cielos,
y brille tu gloria sobre toda la tierra,
7 para que sean libertados los que Tú amas;
socorre con tu diestra y escúchanos.
8 Lo dijo Dios por su santidad:
“Triunfaré; repartiré a Siquem,
y mediré el valle de Sucot.
9 Mía es la tierra de Galaad,
mía la tierra de Manasés;
Efraím es el yelmo de mi cabeza,
y Judá, mi cetro;
10 Moab, la vasija de mi lavatorio;
sobre Edom echaré mi calzado,
sobre Filistea cantaré victoria.”
11 ¿Quién me conducirá a la ciudad inaccesible?
¿Quién me llevará hasta Edom?
12 ¿No serás Tú, oh Dios,
que nos has rechazado
y que ya no sales con nuestros ejércitos?
13 Ven en nuestro auxilio contra el adversario,
porque vano es el concurso de los hombres.
14 Con Dios haremos proezas;
Él hollará a nuestros enemigos.
Salmo 108 (109)
Oración imprecatoria contra los maldicientes
108:1 Al maestro de coro. De David. Salmo.
Oh Dios, Gloria mía, no enmudezcas,
2 porque bocas impías y dolosas
se han abierto contra mí
y me hablan con lengua pérfida.
3 Me asedian con odiosos discursos,
me combaten sin motivo.
4 Por lo que me debieran amar, me acusan,
y yo hago oración.
5 Me devuelven mal por bien,
y odio a cambio de mi amor.
6 Ponlo bajo la mano de un impío,
con el acusador a su derecha.
7 Cuando se le juzgue, salga condenado,
y su oración sea pecado.
8 Acórtense sus días,
y otro reciba su ministerio.
9 Que sus hijos queden huérfanos
y viuda su mujer.
10 Anden sus hijos mendigando, errantes,
arrojados de sus casas destruidas.
11 El usurero aseche todos sus bienes,
y sea presa de los extraños
el fruto de su trabajo.
12 Nadie le muestre misericordia
y ninguno se compadezca de sus huérfanos.
13 Sea su posteridad entregada al exterminio,
extíngase su nombre
en la primera generación.
14 La culpa de sus padres
sea recordada [por Yahvé],
y el pecado de su madre no se borre.
15 Estén siempre ante los ojos de Yahvé,
para que Él quite de la tierra su memoria;
16 pues no pensó en usar de misericordia,
sino que persiguió al infortunado, al pobre,
al afligido de corazón,
para darle el golpe de muerte.
17 Amó la maldición. ¡Cáigale encima!
No quiso la bendición. ¡Apártese de él!
18 Se revistió de maldición como de una túnica;
y le penetró como agua en sus entrañas,
y como aceite en sus huesos.
19 Séale como manto que lo cubra,
y como cinto con que siempre se ciña.
20 Tal pago tengan [de Yahvé]
los que me acusan
y los que profieren maldiciones contra mí.
21 Mas Tú, Yahvé, Señor mío, haz conmigo
según la gloria de tu Nombre;
sálvame,
pues tu bondad es misericordiosa.
22 Porque yo soy un infortunado y pobre,
y llevo en mí el corazón herido.
23 Como sombra que declina,
me voy desvaneciendo;
soy arrojado como la langosta.
24 Mis rodillas vacilan,
debilitadas por el ayuno,
y mi carne, enflaquecida, desfallece.
25 Y he venido a ser el escarnio de ellos;
me miran, y hacen meneos de cabeza.
26 Ayúdame, Yahvé, Dios mío,
sálvame conforme a tu misericordia.
27 Y sepan que aquí está tu mano,
y que eres Tú, Yahvé, quien lo ha hecho.
28 Que ellos maldigan, pero Tú bendíceme.
Véanse confundidos
los que contra mí se levantan,
mas alégrese tu siervo.
29 Sean cubiertos de ignominia
los que me acusan,
y envueltos en su confusión
como en un manto.
30 Mi boca rebosará de alabanzas a Yahvé;
en medio de la gran multitud
cantaré sus glorias;
31 porque Él se mantuvo
a la derecha de este pobre
para salvarlo de sus jueces.
Salmo 109 (110)
Triunfo de Cristo rey y Sacerdote
109:1 Salmo de David.
Oráculo de Yahvé a mi Señor:
“Siéntate a mi diestra,
hasta que Yo haga de tus enemigos
el escabel de tus pies.”
2 El cetro de tu poder
lo entregará Yahvé (diciéndote):
“Desde Sión impera
en medio de tus enemigos.”
3 Tuya será la autoridad
en el día de tu poderío,
en los resplandores de la santidad;
Él te engendró del seno antes del lucero.
4 Yahvé lo juró y no se arrepentirá:
“Tú eres Sacerdote para siempre
a la manera de Melquisedec.”
5 Mi Señor está a la diestra de (Yahvé).
En el día de su ira
destrozará a los reyes.
6 Juzgará las naciones,
amontonará cadáveres,
aplastará la cabeza de un gran país.
7 Beberá del torrente en el camino;
por eso erguirá la cabeza.
Salmo 110 (111)
Memorables son las obras de Yahvé
110:1 ¡Aleluya!
Quiero honrar a Yahvé
con todo mi corazón,
en el coro de los justos y en la asamblea.
2 Grandes son las obras de Yahvé:
escudríñenlas los que las disfrutan.
3 Su obrar es todo majestad y esplendor,
y su justicia permanece para siempre.
4 Hizo sus maravillas
para ser recordadas.
Yahvé es benigno y compasivo;
5 Él da alimento a los que le temen;
para siempre se acordará de su alianza.
6 A su pueblo ha mostrado
el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones.
7 Fieles y justas son las obras de sus manos.
Sus preceptos son todos infalibles,
8 establecidos por los siglos, para siempre,
dictados con firmeza y justicia.
9 Él ha enviado la redención a su pueblo,
ha ratificado su alianza para siempre;
santo y terrible es su Nombre.
10 El principio de la sabiduría
es el temor de Yahvé.
Prudentes son todos los que lo adoran,
Su alabanza permanece para siempre.
Salmo 111 (112)
Bienaventuranzas del justo
111:1 ¡Aleluya!
Dichoso el hombre que teme a Yahvé,
en sus preceptos halla el sumo deleite.
2 Su descendencia
será poderosa sobre la tierra;
la estirpe de los rectos es bendecida.
3 En su casa hay bienestar y abundancia,
y su justicia permanece para siempre.
4 Para los rectos
brilla una luz en las tinieblas:
el Clemente, el Misericordioso, el Justo.
5 Bien le va al hombre
que se compadece y presta;
reglará sus negocios con discreción;
6 nunca resbalará;
el justo quedará en memoria eterna.
7 No temerá malas nuevas;
su corazón está firme,
confiado en Yahvé.
8 Su ánimo es constante, impávido,
hasta ver confundidos a sus adversarios.
9 Distribuye y da a los pobres largamente;
su justicia permanece para siempre,
su triunfo será exaltado con gloria.
10 Lo verá el impío y se enfurecerá,
se consumirá rechinando los dientes.
Estéril será la envidia de los pecadores.
Salmo 112 (113)
Cómo el Altísimo exalta a los humildes
112:1 ¡Aleluya!
Alabad, siervos de Yahvé,
alabad el Nombre de Yahvé.
2 Sea bendito el Nombre de Yahvé,
desde ahora y para siempre.
3 Desde el nacimiento del sol hasta su ocaso
sea ensalzado el Nombre de Yahvé.
4 Excelso es Yahvé
sobre todas las naciones,
sobre los cielos, su gloria.
5 ¿Quién hay en los cielos y en la tierra,
comparable a Yahvé nuestro Dios,
que tiene su trono en las alturas
6 y se inclina para mirar?
7 Alza del polvo al desvalido
y desde el estiércol exalta al pobre
8 para sentarlo con los nobles,
entre los príncipes de su pueblo.
9 Él hace que la estéril viva en hogar,
madre gozosa de hijos.
Salmo 113 a (114)
Majestad del Libertador de Israel
113 A:1 ¡Aleluya!
Cuando Israel salió de Egipto,
—la casa de Jacob
de entre un pueblo bárbaro—
2 Judá vino a ser su santuario,
Israel su imperio.
3 El mar, al ver, huyó;
el Jordán volvió atrás.
4 Los montes saltaron como carneros,
los collados como corderillos.
5 ¿Qué tienes, mar, para huir
y tú, Jordán, para volver atrás?
6 ¿Montes, para saltar como carneros;
collados, como corderillos?
7 Tiembla, oh tierra,
ante la faz de Yahvé,
ante la faz del Dios de Jacob,
8 que convierte la peña en estanque,
la roca en fuente de aguas.
Salmo 113 b (115)
Israel alabe a su Dios
113 B:1 No a nosotros, Yahvé, no a nosotros,
sino a tu Nombre da la gloria
por tu misericordia y tu fidelidad.
2 Por qué habrían de decir los gentiles:
“¿Dónde está el Dios de éstos?”
3 El Dios nuestro está en el cielo;
Él hace todo cuanto quiere.
4 Los ídolos de aquéllos
son plata y oro,
hechura de mano de hombre:
5 tienen boca, pero no hablan;
tienen ojos, mas no ven;
6 tienen orejas y no oyen;
tienen narices y no huelen;
7 tienen manos y no palpan,
tienen pies y no andan;
y de su garganta no sale voz.
8 Semejantes a ellos serán quienes los hacen,
quienquiera confía en ellos.
9 La casa de Israel confía en Yahvé;
Él es su auxilio y su escudo.
10 La casa de Aarón confía en Yahvé;
Él es su auxilio y su escudo.
11 Los temerosos de Yahvé confían en Yahvé;
Él es su auxilio y su escudo.
12 Yahvé se acuerda de nosotros y nos bendecirá:
bendecirá a la casa de Israel,
bendecirá a la casa de Aarón.
13 Bendecirá a los que temen a Yahvé,
tanto a pequeños como a grandes.
14 Yahvé os multiplicará
a vosotros y a vuestros hijos.
15 Sois benditos de Yahvé
que hizo el cielo y la tierra.
16 El cielo es cielo de Yahvé;
mas dio la tierra a los hijos de los hombres.
17 Los muertos no alaban a Yahvé,
ninguno de los que bajan al sepulcro.
18 Nosotros, en cambio, bendecimos a Yahvé,
desde ahora y para siempre.
Salmo 114 (116:1–9)
Acción de gracias del salmista
114:1 ¡Aleluya!
Yo lo amo, porque Yahvé escucha
mi voz, mi súplica;
2 porque inclinó hacia mí su oído
el día en que lo invoqué.
3 Me habían rodeado
los lazos de la muerte,
vinieron sobre mí
las angustias del sepulcro;
caí en la turbación y en el temor.
4 Pero invoqué el Nombre de Yahvé:
¡Oh Yahvé, salva mi vida!
5 Yahvé es benigno y justo;
sí, nuestro Dios es misericordioso.
6 Yahvé cuida de los sencillos;
yo era miserable y Él me salvó.
7 Vuelve, alma mía, a tu sosiego,
porque Yahvé te ha favorecido.
8 Puesto que Él ha arrancado
mi vida de la muerte,
mis ojos del llanto, mis pies de la caída,
9 caminaré delante de Yahvé
en la tierra de los vivientes.
Salmo 115 (116:10–19)
¿Qué podemos dar a Yahvé?
(10)Yo tenía confianza
aun cuando hablé diciendo:
115:1 “Grande es mi aflicción”,
2 y exclamando en mi angustia:
“Todo hombre es mentira.”
3 ¿Que daré a Yahvé
por todo lo que Él me ha dado?
4 Tomaré la copa de la salud
y publicaré el Nombre de Yahvé.
5 [Cumpliré los votos hechos a Yahvé
en presencia de todo su pueblo.]
6 Es cosa grave delante de Yahvé
la muerte de sus fieles.
7 Oh Yahvé, yo soy tu siervo;
siervo tuyo, hijo de tu esclava.
Tú soltaste mis ataduras,
8 y yo t e ofreceré un sacrificio de alabanza;
publicaré el Nombre de Yahvé.
9 Cumpliré a Yahvé estos votos
en presencia de todo su pueblo;
10 en los atrios de la casa de Yahvé,
en medio de ti, oh Jerusalén.
Salmo 116 (117)
Alabanza de los gentiles a Yahvé
116:1 ¡Aleluya!
Alabad a Yahvé, naciones todas,
celebradle todos los pueblos;
2 pues su misericordia
se ha confirmado sobre nosotros,
y la fidelidad de Yahvé
permanece para siempre.
Salmo 117 (118)
Júbilo y acción de gracias por la salvación
117:1 ¡Aleluya!
Alabad a Yahvé porque es bueno,
porque su misericordia
permanece para siempre.
2 Diga ahora la casa de Israel:
“Su misericordia permanece para siempre.”
3 Diga la casa de Aarón:
“Su misericordia permanece para siempre.”
4 Digan los que temen a Yahvé:
“Su misericordia permanece para siempre.”
5 En la estrechez invoqué a Yahvé;
y Yah me escuchó
y me sacó a la anchura.
6 Yahvé está en mi favor, nada temo.
¿Qué podrá hacerme el hombre?
7 Yahvé, mi auxiliador, está conmigo
y miraré (confundidos) a mis enemigos.
8 Mejor es acogerse a Yahvé
que confiar en el hombre.
9 Mejor es acogerse a Yahvé
que confiar en príncipes.
10 Todas las naciones me habían cercado;
en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.
11 Me envolvieron por todas partes;
en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.
12 Me rodeaban como abejas,
ardían como fuego de espinas;
en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.
13 Empujado, empujado, estuve a punto de caer,
pero Yahvé vino en mi ayuda.
14 Mi fuerza y mi valor es Yahvé,
mi Salvador es Él.
15 Voz de exultación y de triunfo
en las tiendas de los justos:
“La diestra de Yahvé ha hecho proezas;
16 la diestra de Yahvé se alzó muy alto,
la diestra de Yahvé ha hecho proezas.
17 No moriré, sino que viviré;
y publicaré las hazañas de Yahvé.
18 Me castigó Yahvé, me castigó,
pero no me entregó a la muerte.”
19 Abridme las puertas de la justicia,
para que entre por ellas
y dé gracias a Yah.
20 Esta es la puerta de Yahvé;
entren los justos por ella.
21 Te daré gracias porque me escuchaste
y te has hecho mi Salvador.
22 La piedra que rechazaron los constructores
ha venido a ser la piedra angular.
23 Obra de Yahvé es esto,
admirable ante nuestros ojos.
24 Este es el día que hizo Yahvé;
alegrémonos por él y celebrémoslo.
25 Sí, oh Yahvé, ¡da la victoria!
Sí, oh Yahvé, ¡da prosperidad!
26 Bendito el que viene
en el nombre de Yahvé;
desde la casa de Yahvé os bendecimos.
27 Yahvé es Dios y nos ha iluminado.
Ordenad procesión con ramos frondosos
hasta los cuernos del altar.
28 Mi Dios eres Tú y te doy gracias;
Mi Dios eres Tú, quiero alabarte;
29 Alabad a Yahvé porque es bueno;
porque su misericordia
permanece para siempre.
Salmo 118 (119)
Alabanza de la Palabra Divina
ÁLEF.
118:1 Dichosos aquellos
cuyo camino es perfecto,
que andan tras la Ley de Yahvé.
2 Bienaventurados
los que observan sus instrucciones,
de todo corazón lo buscan,
3 no cometen ninguna iniquidad,
siguen los caminos de Él.
4 Tu diste tus preceptos,
para que sean cuidadosamente guardados.
5 ¡Ojalá se afirmen mis pasos
hacia la guarda de tus palabras!
6 Entonces no quedaré confundido
cuando contemple todos tus mandamientos.
7 Te alabaré por la rectitud de corazón,
aprendiendo los decretos de tu justicia.
8 Tus estatutos guardaré,
de ningún modo me desampares.
BET.
9 ¿Cómo el joven mantendrá puro su camino?
Conservando tus palabras.
10 Con toda mi alma te busco;
no permitas que yo ande errante
al margen de tus mandamientos.
11 En mi corazón escondo tus palabras,
para no pecar contra Ti.
12 Bendito seas, oh Yahvé,
enséñame tus decretos.
13 Con mis labios doy a conocer
todos los oráculos de tu boca.
14 En el camino de tus testimonios me deleito
como quien posee todas las riquezas.
15 Quiero meditar en tus preceptos
y contemplar tus caminos;
16 gozarme en tus estatutos,
no olvidar tus palabras.
GUÍMEL.
17 Haz merced a tu siervo que viva
y guarde tus palabras.
18 Quita el velo a mis ojos,
para que descubra las maravillas de tu Ley.
19 Peregrino soy en la tierra:
no me ocultes tus preceptos.
20 Mi alma se consume
anhelando en todo tiempo tus justificaciones.
21 Increpaste a los infatuados;
malditos esos
que se desvían de tus mandamientos.
22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio,
porque sigo tus instrucciones.
23 Aunque los príncipes se sientan
y confabulan contra mí,
tu siervo medita tus testimonios;
24 porque tus enseñanzas son mis delicias,
y tus leyes mis consejeros.
DÁLET.
25 Postrada está mi alma en el polvo;
vuélveme la vida según tu palabra.
26 Te manifesté mis pasos y Tú me escuchaste;
enséñame tus disposiciones.
27 Instrúyeme en el camino de tus designios,
y contemplaré tus maravillas.
28 Mi alma vierte lágrimas de tristeza;
confórtame según tu palabra.
29 Aléjame del camino del error,
y favoréceme con tu Ley.
30 He deseado la senda de la verdad,
he hallado rectos tus juicios.
31 Me apoyo en tus testimonios;
no quieras confundirme, oh Yahvé.
32 Corro por el camino de tus mandamientos,
porque Tú me ensanchas el corazón.
HÉI.
33 Muéstrame, Yahvé,
el camino de tus ordenaciones,
para seguirlo hasta el fin.
34 Dame entendimiento
para que observe tu Ley
y la practique con todo mi corazón.
35 Hazme marchar
por la senda de tus mandamientos,
porque en ella me deleito.
36 Inclina mi corazón hacia tus enseñanzas
y no vaya hacia el lucro.
37 Aparta mis ojos
para que no miren la vanidad;
dame la vida en tu camino.
38 Cumple en tu siervo tu promesa,
hecha para los que te temen.
39 Aleja de mí el oprobio que me asusta,
pues tus juicios son tan amables.
40 Mira cómo me he aficionado
a tus decretos;
hazme vivir por tu justicia.
VAV.
41 Vengan sobre mí
tus misericordias, oh Yahvé;
y tu salud, según tus oráculos;
42 y podré responder
a los que me reprochan
por haber confiado en tus palabras.
43 No quites de mi boca
la palabra de la verdad,
porque en tus designios
tengo puesta mi esperanza.
44 Y guardaré tu Ley para siempre,
en el siglo y por los siglos de los siglos.
45 Ancho será el camino en que yo ande,
porque busco tus preceptos.
46 Hablaré de tus enseñanzas
delante de los reyes,
y no me avergonzaré.
47 Y me deleitaré con las voluntades tuyas,
que yo amo.
48 Y alzaré mis manos hacia tus mandatos
y meditaré en tus enseñanzas.
ZÁIN.
49 Acuérdate de tu palabra a tu siervo,
en la cual me hiciste poner mi esperanza.
50 Esto es lo que me consuela en mi aflicción:
que tu palabra me da vida.
51 Los infatuados hacen burla de mí
hasta el extremo,
pero yo no me aparto de tu Ley.
52 Recuerdo tus antiguos juicios,
oh Yahvé, y quedo consolado.
53 La indignación se enciende en mí
a causa de esos malvados
que abandonan tu Ley.
54 Tus decretos se han hecho cantos para mí
en el lugar de mi destierro.
55 Durante la noche
me acuerdo de tu nombre, oh Yahvé,
y guardaré tu Ley.
56 Ésta ha sido mi suerte: guardar tus preceptos.
JET.
57 He dicho, oh Yahvé, que mi suerte
es guardar tus palabras.
58 De todo corazón imploro tu rostro;
apiádate de mí conforme a tu promesa.
59 Examiné mis caminos,
y volví mis pies hacia tus enseñanzas.
60 Me apresuré, y no me he detenido
en guardar tus mandamientos.
61 Los lazos de los pecadores me rodean,
mas no he dado tu Ley al olvido.
62 A media noche me levanto para alabarte
por tus justos decretos.
63 Estoy asociado a todos los que te temen
y guardan tus preceptos.
64 La tierra está llena
de tu misericordia, oh Yahvé,
hazme conocer tus disposiciones.
TET.
65 Conforme a tu palabra, oh Yahvé,
has obrado bondadosamente con tu siervo.
66 Enséñame el juicio recto y el conocimiento,
pues confío en tus preceptos.
67 Antes que me humillaras anduve descarriado,
mas ahora me atengo a tu palabra.
68 Tú eres bueno y benéfico;
instrúyeme, pues, en tus enseñanzas.
69 Fraguan engaños contra mí los infatuados,
pero yo guardo tus preceptos
con todo mi corazón.
70 El corazón de ellos está craso como sebo,
mas yo tengo tu Ley como deleite.
71 Bueno me ha sido el ser maltratado,
para conocer tus estatutos.
72 Mejor es para mí la Ley de tu boca
que millares de oro y plata.
IOD.
73 Tus manos me hicieron
y me formaron;
dame la inteligencia de tus disposiciones.
74 Los que te temen
se alegrarán al verme,
porque puse en tu palabra
toda mi esperanza.
75 Reconozco, Yahvé,
que tus juicios son justos
y que justamente me has humillado.
76 Venga ahora tu misericordia a consolarme,
según la promesa que diste a tu siervo.
77 Vengan a mí tus piedades
para que tenga vida,
porque tu Ley hace mis delicias.
78 Confundido quede el fatuo;
mintiendo me ha deformado;
pero yo meditaré en tus mandatos.
79 Diríjanse a mí los que te temen,
los que conocen tus testimonios.
80 Sea mi corazón perfecto según tus leyes,
para que no quede confundido.
KÁF.
81 Desfallece mi alma
suspirando por la salud que de Ti viene;
cuento con tu palabra.
82 Desfallecen mis ojos
de tanto esperar tu promesa;
¿cuándo vendrás a consolarme?
83 He venido a ser como pellejo
expuesto al humo,
mas no he olvidado tus estatutos.
84 ¿Cuántos son los días de tu siervo?
¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen?
85 El infatuado cavó fosas para mí;
él, que es contrario a la Ley.
86 Todos tus mandamientos son verdad;
mas ellos sin causa me persiguen;
ayúdame Tú.
87 Casi me han exterminado del país,
pero yo no abandoné tus preceptos.
88 Según tu misericordia, consérvame la vida,
y guardaré los oráculos de tu boca.
LÁMED.
89 Tu palabra, oh Yahvé, es eterna,
permanece en el cielo.
90 Tu fidelidad, de generación en generación;
Tú formaste la tierra, y perdura.
91 Como Tú lo dispusiste,
así continúa en todo tiempo,
pues todas las cosas están a tu servicio.
92 Si yo no hubiera puesto
mis delicias en tu Ley,
ya habría perecido en mi angustia.
93 No olvidaré nunca tus decretos,
porque en ellos me das la vida.
94 Yo soy tuyo: sálvame,
pues me empeño en hacer tu voluntad.
95 Los pecadores me espían para perderme;
pero yo sigo atento a tus preceptos.
96 A toda perfección le he hallado el límite,
mas tus estatutos no lo tienen.
MEM.
97 ¡Oh Yahvé, cuánto amo tu Ley!
Es mi meditación de todo el día.
98 Tu mandamiento me hace más sabio
que mis enemigos
porque él está siempre conmigo.
99 Estoy más instruido
que todos mis maestros,
porque tus enseñanzas son mi meditación.
100 Entiendo más que los ancianos,
porque observo tus prescripciones.
101 Aparto mis pies de toda senda mala,
para ser fiel a tus palabras.
102 No me desvío de tus decretos,
porque me enseñaste Tú.
103 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus palabras!
Mas que la miel a mi boca.
104 Por tus preceptos me hago inteligente;
por eso aborrezco todo camino de iniquidad.
NUN.
105 Antorcha para mis pies es tu palabra,
y luz para mi senda.
106 Juro, y me resuelvo
a guardar tus justas disposiciones.
107 Abatido estoy en gran manera, oh Yahvé;
dame vida según tu palabra.
108 Te sea grata, Yahvé,
la ofrenda de mis labios,
y enséñame tus designios.
109 Tengo constantemente mi vida en la mano,
pero tu Ley no se aparta de mi memoria.
110 Los malvados me tendieron un lazo,
mas yo no me desvié de tus preceptos.
111 Tus decretos son mi herencia para siempre,
porque constituyen
a alegría de mi corazón.
112 He inclinado mi corazón
a cumplir tus estatutos,
para siempre, hasta el fin.
SÁMEJ.
113 Aborrezco a los de corazón doble
y amo tu Ley.
114 Mi protector y mi escudo eres Tú;
mi esperanza está en tu palabra.
115 Alejaos de mí los malvados;
yo escrutaré las disposiciones de mi Dios.
116 Sosténme, como lo tienes prometido,
y viviré;
no desalientes mi esperanza.
117 Sé mi apoyo para que sea salvo y tenga
constantemente mis ojos en tus decretos.
118 Tú desprecias
a cuantos se apartan de tus órdenes,
pues su pensamiento es engañoso.
119 Yo tengo por escoria
a todos los impíos de la tierra;
por esto amo tus enseñanzas.
120 Ante Ti se estremece de temor mi carne;
tus juicios me llenan de espanto.
ÁYIN.
121 He abrazado la rectitud y la justicia,
no me entregues
en manos de mis opresores.
122 Responde Tú del bien por tu siervo,
no sea que me opriman los infatuados.
123 Mis ojos desfallecen
de tanto desear tu salvación
y la promesa de liberación.
124 Haz con tu siervo según tu benignidad,
e instrúyeme en tus enseñanzas.
125 Siervo tuyo soy; dame inteligencia,
a fin de que comprenda tus testimonios.
126 Tiempo es ya de obrar, oh Yahvé;
han hecho escarnio de tu Ley.
127 Por eso amo yo tus mandamientos,
por sobre el oro, aun el más puro.
128 Por eso he escogido para mí
todos tus preceptos,
y odio todo camino de impostura.
PE.
129 Tus prescripciones son maravillas;
por eso mi alma las observa.
130 La explicación de tus palabras ilumina,
a los simples les da inteligencia.
131 Abro mi boca y suspiro,
ansioso de tus órdenes.
132 Vuélvete hacia mí y seme propicio,
como lo haces
con los que aman tu Nombre.
133 Dirige mis pasos mediante tus palabras,
para que no reine en mí
injusticia alguna.
134 Rescátame de la opresión de los hombres,
y seré obediente a tus preceptos.
135 Muestra a tu siervo tu Rostro sereno,
y enséñame tus designios.
136 Ríos de agua han corrido de mis ojos,
porque tu Ley no es observada.
TZÁDE.
137 Tú eres justo, Yahvé,
y tu juicio es recto.
138 Con justicia has impuesto tus preceptos,
y con gran benignidad.
139 Mi celo me consume,
porque mis adversarios
olvidan tus palabras.
140 Acendrada en extremo es tu palabra,
y tu siervo la ama.
141 Yo soy pequeño, soy despreciado,
mas no olvido tus preceptos.
142 Tu justicia es justicia eterna,
y tu Ley es la verdad.
143 Angustia y tribulación vinieron sobre mí,
mas tus sentencias son mis delicias.
144 La justicia de tus decretos es eterna;
instrúyeme en ellos y viviré.
QOF.
145 Clamo con todo mi corazón;
escúchame, Yahvé;
quiero obedecer tus voluntades.
146 Te he llamado; sálvame Tú,
y cumpliré tus preceptos.
147 Me anticipo a la aurora y grito,
pues tengo mi esperanza en tus palabras.
148 Mis ojos se adelantan
a las vigilias de la noche,
para meditar tu palabra.
149 Oh Yahvé, escucha mi voz
según tu misericordia,
y vivifícame conforme a tu justificación.
150 Se acercan los que me persiguen inicuamente,
los que se alejan de tu Ley.
151 Tú, Yahvé, estás cerca;
y todos tus caminos son verdad.
152 Desde antiguo tus preceptos me enseñaron
que los estableciste para siempre.
RESH.
153 Mira mi aflicción y líbrame,
pues no me he olvidado de tu Ley.
154 Defiende Tú mi causa y rescátame,
guarda mi vida, conforme a tu promesa.
155 Lejos está de los impíos la salvación,
porque no se interesan por tus disposiciones.
156 Tus misericordias son muchas, oh Yahvé,
otórgame vida según tus designios.
157 Muchos me persiguen y me atribulan,
pero yo no me aparto de tus preceptos.
158 A la vista de los impostores tuve asco;
ellos no hacían caso de tus palabras.
159 Mira, Yahvé, que yo amo tus preceptos;
por tu misericordia, consérvame la vida.
160 La suma de tu palabra es la verdad,
y eternos son todos los decretos de tu justicia.
SHIN.
161 Me persiguen sin causa
los que tienen poder;
pero mi corazón teme a tus palabras.
162 Y tus oráculos me alearan tanto
como quien halla copioso botín.
163 Odio la falsedad y le tengo horror;
pero tu Ley la amo.
164 Siete veces al día te digo mi alabanza
por tus justos juicios.
165 Mucha es la paz de los que aman tu Ley;
para ellos no hay piedra de escándalo.
166 Aguardo, Yahvé, tu socorro,
mientras practico tus mandamientos.
167 Mi alma conserva tus enseñanzas,
y las ama sin medida.
168 Sigo tus preceptos y disposiciones,
porque Tú tienes en vista todos mis caminos.
TAV.
169 Llegue a Ti, Yahvé, mi clamor,
adiéstrame según tu palabra.
170 Penetre mi súplica hasta llegar a Ti,
y líbrame conforme a tu palabra.
171 Un himno brotará de mis labios
cuando Tú me hayas enseñado
tus justificaciones.
172 Cante mi lengua tu palabra,
porque todos tus preceptos son justos.
173 Que tu mano esté cerca para ayudarme,
pues he preferido tus mandamientos.
174 Ansío la salud
que de Ti viene, oh Yahvé,
y en tu Ley he puesto mis delicias.
175 Viva, pues, mi alma para alabarte,
y tus decretos sean mi apoyo.
176 Si me he descarriado,
busca Tú a tú siervo
como oveja perdida,
porque no me he olvidado de tus leyes.
Salmo 119 (120)
Contra la lengua calumniadora
119:1 Cántico gradual.
A Yahvé clamé
en medio de mi tribulación
y Él me escuchó.
2 Yahvé, libra mi alma del labio engañoso,
de la lengua astuta.
3 ¿Qué te dará o qué te añadirá (Yahvé),
oh lengua astuta?
4 Saetas de un potente
aguzadas en ascuas de retama.
5 ¡Ay de mí, advenedizo en Mósoc,
alojado en las tiendas de Cedar!
6 Demasiado tiempo ha habitado mi alma
entre los que odian la paz.
7 Yo soy hombre de paz; apenas hablo,
y ellos mueven la guerra.
Salmo 120 (121)
El custodio de Israel
120:1 Cántico gradual.
Alzo mis ojos hacia los montes:
¿De dónde me vendrá el socorro?
2 Mi socorro viene de Yahvé
que creó el cielo y la tierra.
3 ¿Permitirá Él que resbale tu pie?
¿O se dormirá el que te guarda?
4 No por cierto: no dormirá,
ni siquiera dormitará,
el Custodio de Israel.
5 Es Yahvé quien te custodia;
Yahvé es tu umbráculo
y se mantiene a tu derecha.
6 De día no te dañará el sol,
ni de noche la luna.
7 Presérvete Yahvé de todo mal;
Él guarde tu alma.
8 Yahvé custodiará tu salida y tu llegada,
ahora y para siempre.
Salmo 121 (122)
Cántico de los peregrinos
121:1 Cántico gradual. De David.
Me llené de gozo cuando me dijeron:
“Iremos a la Casa de Yahvé.”
2 Ya se posan nuestros pies
ante tus puertas, ¡oh Jerusalén!
3 Jerusalén, que estás edificada,
como la ciudad
cuya comunidad le está bien unida.
4 Allá suben las tribus, las tribus de Yah;
es ley para Israel
celebrar allí el Nombre de Yahvé.
5 Allí se han establecido
los tronos para el juicio,
los tronos de la casa de David.
6 Saludad a Jerusalén:
“Gocen de seguridad los que te aman;
7 reine la paz dentro de tus muros,
la felicidad en tus palacios.”
8 Por amor a mis hermanos y amigos
exclamo: Paz sobre ti.
9 A causa del Templo de Yahvé nuestro Dios
te auguro todo bien.
Salmo 122 (123)
Los ojos fijos en Dios
122:1 Cántico gradual.
Levanto mis ojos a Ti
que habitas en los cielos.
2 Como los ojos de los siervos
están fijos en las manos de sus señores;
como los ojos de la sierva
en las manos de su señora,
así nuestros ojos están fijos
en Yahvé nuestro Dios,
hasta que se apiade de nosotros.
3 Apiádate, Yahvé, senos propicio,
porque estamos colmados de desprecio.
4 Nuestra alma está muy harta
del escarnio de los saciados,
del oprobio de los soberbios.
Salmo 123 (124)
El lazo roto
123:1 Cántico gradual. De David.
Si Yahvé no hubiera estado con nosotros
—dígalo ahora Israel—
2 si no hubiera estado Yahvé de nuestra parte
cuando los hombres
se levantaron contra nosotros,
3 nos habrían tragado vivos
al inflamarse contra nosotros su furor;
4 entonces nos habrían sumergido las aguas,
el torrente habría pasado sobre nosotros
5 y nuestra alma habría caído
bajo las aguas tumultuosas.
6 Bendito sea Yahvé que no nos dio
por presa de sus dientes.
7 Nuestra vida escapó como un pájaro
del lazo de los cazadores.
El lazo se ha roto
y hemos quedado libres.
8 Nuestro socorro está
en el Nombre de Yahvé,
el que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 124 (125)
Firmeza del monte Sión
124:1 Cántico gradual.
Los que confían en Yahvé
son como el monte Sión,
que no será conmovido
y permanecerá eternamente.
2 Como Jerusalén está rodeada de montes,
así Yahvé rodea a su pueblo,
ahora y para siempre.
3 No permanecerá, pues,
el cetro de los impíos
sobre la heredad de los justos;
no sea que también los justos
extiendan sus manos hacia la iniquidad.
4 Oh Yahvé, derrama tus favores
sobre los buenos y rectos de corazón.
5 Pero a los que se desvían
por senderos tortuosos
échelos Yahvé con los obradores de iniquidad.
¡Paz sobre Israel!
Salmo 125 (126)
Oración por la plena restauración del pueblo
125:1 Cántico gradual.
Cuando Yahvé trajo de nuevo
a los cautivos de Sión,
fue para nosotros como un sueño.
2 Se llenó nuestra boca de risas,
y nuestra lengua de exultación.
Entonces dijeron entre los gentiles:
“Es grande lo que Yahvé ha hecho por ellos.”
3 Sí, Yahvé ha obrado con magnificencia
en favor nuestro;
por eso nos llenamos de gozo.
4 Oh Yahvé, cambia nuestro destino
como los torrentes en el Négueb.
5 Los que siembran con lágrimas
segaran con júbilo.
6 Yendo, iban llorosos,
llevando la semilla para la siembra;
volviendo, vendrán con exultación,
trayendo sus gavillas.
Salmo 126 (127)
El esfuerzo humano y el regalo divino
126:1 Cántico gradual. De Salomón.
Si Yahvé no edifica la casa,
en vano trabajan los que la construyen.
Si Yahvé no guarda la ciudad,
el centinela se desvela en vano.
2 Vano es que os levantéis antes del alba,
que os recojáis tarde a descansar,
que comáis pan de dolores;
porque Él regala a sus amigos
(aun) durante el sueño.
3 Vedlo: don de Yahvé son los hijos,
el fruto del seno es un regalo.
4 Como flechas en manos del guerrero,
así son los hijos de la juventud.
5 Dichoso el varón
que tiene su aljaba llena de ellos;
no será confundido cuando, en la puerta,
litigue con sus adversarios.
Salmo 127 (128)
El justo bendecido en su hogar
127:1 Cántico gradual.
Dichoso tú que temes a Yahvé,
que andas en sus caminos.
2 Pues comerás del trabajo de tus manos;
serás bendito, te irá bien:
3 tu esposa, parra fecunda
en el interior de tu casa;
tus hijos, retoños de olivo
alrededor de tu mesa.
4 Así será bendecido el hombre
que teme a Yahvé.
5 Te bendiga Yahvé desde Sión,
para que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
6 para que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz sobre Israel!
Salmo 128 (129)
Contra los enemigos de Israel
128:1 Cántico gradual.
Mucho me han combatido
desde mi mocedad,
exclame ahora Israel;
2 mucho me combatieron desde mi mocedad,
mas no concluyeron conmigo.
3 Sobre mis espaldas araron los aradores;
abrieron largos surcos;
4 mas Yahvé, el Justo,
ha cortado las coyundas de los impíos.
5 Retrocedan confundidos cuantos odian a Sión.
6 Sean como la hierba de los tejados,
que se seca antes de crecer.
7 No llena de ella su mano el segador,
ni su regazo el que hace gavillas.
8 No dicen los transeúntes:
“La bendición de Yahvé sea sobre vosotros.”
“Os bendecimos en el Nombre de Yahvé.”
Salmo 129 (130)
“De profundis” Salmo penitencial
129:1 Cántico gradual.
Desde lo más profundo clamo a Ti, Yahvé,
2 Yahvé, oye mi voz.
Estén tus oídos atentos al grito de mi súplica.
3 Si Tú recordaras las iniquidades, oh Yahvé,
Señor ¿quién quedaría en pie?
4 Más en Ti está el perdón de los pecados,
a fin de que se te venere.
5 Espero en Yahvé,
mi alma confía en su palabra.
Aguardando está
6 mi alma a Yahvé,
más que los centinelas el alba.
Más que los centinelas con la aurora
7 cuenta Israel con Yahvé,
porque en Yahvé está la misericordia,
y con Él copiosa redención.
8 Y Él mismo redimirá a Israel
de todas sus iniquidades.
Salmo 130 (131)
Infancia espiritual
130:1 Cántico gradual. De David.
Yahvé, mi corazón (ya) no se engríe
ni son altaneros mis ojos.
No ando tras de grandezas
ni en planes muy difíciles para mí;
2 lejos de eso, he hecho a mi alma
quieta y apaciguada
como un niño que se recuesta
sobre el pecho de su madre;
como ese niño, está mi alma en mí.
3 Oh Israel, espera en Yahvé,
desde ahora y para siempre.
Salmo 131 (132)
La promesa hecha a David
131:1 Cántico gradual.
Acuérdate, Yahvé, en favor de David,
de toda su solicitud;
2 cómo juró a Yahvé,
e hizo al Fuerte de Jacob este voto:
3 “No entraré yo a morar en mi casa,
ni subiré al estrado de mi lecho;
4 no concederé sueño a mis ojos
ni descanso a mis párpados,
5 hasta que halle un sitio para Yahvé,
una morada para el Fuerte de Jacob.”
6 He aquí que le oímos mencionar en Efrata,
encontrárnosle en los campos de Yáar.
7 Entrábamos en la morada,
para postrarnos
ante el escabel de sus pies.
8 Oh Yahvé, sube a tu mansión estable,
Tú y el Arca de tu majestad.
9 Revístanse de justicia tus sacerdotes
y tus santos rebosen de exultación.
10 Por amor de David tu siervo
no rechaces el rostro de tu ungido.
11 Yahvé juró a David
una firme promesa que no retractará:
“Vástago de tu raza pondré sobre tu trono.
12 Si tus hijos guardaren mi alianza,
y los mandamientos que Yo les enseñare,
también los hijos de ellos
se sentarán sobre tu trono perpetuamente.”
13 Porque Yahvé escogió a Sión;
la ha querido para morada suya:
14 “Éste es mi reposo para siempre;
aquí habitaré porque la he elegido.
15 Colmaré su mesa de bendiciones,
saciaré de pan a sus pobres.
16 A sus sacerdotes los vestiré de salud,
y sus santos rebosarán de exultación.
17 Allí haré reflorecer el cuerno de David,
allí preparo una lámpara para mi ungido.
18 A sus enemigos vestiré de confusión;
mas sobre él refulgirá mi diadema.”
Salmo 132 (133)
El rebaño reunido
132:1 Cántico gradual. De David.
¡Mirad cuan bueno es y cuan deleitoso
para los hermanos el estar reunidos!
2 Es como el precioso ungüento
sobre la cabeza,
que desciende a la barba,
la barba de Aarón,
y que baja hasta la orla de su vestido.
3 Es como el rocío del Hermón,
que desciende sobre el monte Sión.
Porque allí Yahvé derrama bendición,
vida para siempre.
Salmo 133 (134)
Alabanza perpetua
133:1 Cántico gradual.
Ea, bendecid a Yahvé,
todos los siervos de Yahvé,
los que estáis en la casa de Yahvé,
en las horas de la noche.
2 Alzad vuestras manos
hacia el Santuario,
y bendecid a Yahvé.
3 Desde Sión te bendiga Yahvé,
el que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 134 (135)
Alabanza de Israel a su Dios
134:1 ¡Aleluya!
Alabad el Nombre de Yahvé;
alabadle vosotros, ciervos de Yahvé,
2 los que estáis en la casa de Yahvé,
en los atrios del Templo de nuestro Dios.
3 Alabad a Yahvé
porque es un Señor bueno;
cantad salmos a su Nombre,
porque es suave.
4 Porque Yah se eligió a Jacob,
a Israel como su bien propio.
5 Porque yo sé esto:
que Yahvé es grande,
y que nuestro Señor es más
que todas las divinidades.
6 Todo d o cuanto Yahvé quiere lo hace
en el cielo y en la tierra,
en el mar y en todos los abismos.
7 Él trae las nubes
desde el extremo de la tierra,
hace la lluvia con los relámpagos,
saca los vientos de sus depósitos.
8 Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde el hombre hasta el ganado.
9 Envió signos y prodigios
a ti, oh Egipto.
contra Faraón y contra todos sus vasallos.
10 Hirió a muchas naciones,
y mató a reyes poderosos:
11 a Sehón, rey de los amorreos;
y a Og, rey de Basan,
y a todos los reyes de Canaán.
12 Y dio en herencia la tierra de ellos,
en herencia a Israel, su pueblo.
13 Yahvé es tu Nombre para siempre;
Yahvé, tu memorial
de generación en generación;
14 pues Yahvé protege a su pueblo
y tiene compasión de sus siervos.
15 Los ídolos de los gentiles son plata y oro,
hechuras de manos de hombre:
16 tienen boca y no hablan;
tienen ojos y no ven;
17 tienen orejas y no oyen,
y no hay aliento en su boca.
18 Semejantes a ellos son quienes los hacen,
quienquiera confía en ellos.
19 Casa de Israel, bendecid a Yahvé;
casa de Aarón, bendecid a Yahvé.
20 Casa de Leví, bendecid a Yahvé,
los que adoráis a Yahvé, bendecid a Yahvé.
21 Bendito sea Yahvé desde Sión,
el que mora en Jerusalén.
Salmo 135 (136)
Letanía de la misericordia
135:1 ¡Aleluya!
Alabad a Yahvé porque es bueno,
porque su misericordia es para siempre.
2 Alabad al Dios de los dioses,
porque su misericordia es para siempre.
3 Alabad al Señor de los señores,
porque su misericordia es para siempre.
4 Al que, solo, obra grandes maravillas,
porque su misericordia es para siempre.
5 Al que creó los cielos con sabiduría,
porque su misericordia es para siempre.
6 Al que afirmó la tierra sobre las aguas,
porque su misericordia es para siempre.
7 Al que hizo los grandes luminares,
porque su misericordia es para siempre;
8 el sol para presidir el día,
porque su misericordia es para siempre;
9 la luna y las estrellas para presidir la noche,
porque su misericordia es para siempre.
10 Al que hirió a los egipcios
en sus primogénitos,
porque su misericordia es para siempre,
11 y sacó a Israel de en medio de ellos,
porque su misericordia es para siempre;
12 con mano fuerte y brazo extendido,
porque su misericordia es para siempre.
13 Al que partió en dos el Mar Rojo,
porque su misericordia es para siempre;
14 y llevó a Israel a cruzarlo en el medio,
porque su misericordia es para siempre;
15 y precipitó a Faraón y su ejército
en el Mar Rojo,
porque su misericordia es para siempre.
16 Al que guio a su pueblo por el desierto,
porque su misericordia es para siempre.
17 Al que destrozó a grandes reyes,
porque su misericordia es para siempre;
18 y mató a reyes poderosos,
porque su misericordia es para siempre;
19 a Sehón, rey de los amorreos,
porque su misericordia es para siempre;
20 y a Og, rey de Basan,
porque su misericordia es para siempre;
21 y dio en herencia su tierra,
porque su misericordia es para siempre;
22 en herencia a Israel, su siervo,
porque su misericordia es para siempre.
23 Al que en nuestro abatimiento
se acordó de nosotros,
porque su misericordia es para siempre;
24 y nos libró de nuestros enemigos,
porque su misericordia es para siempre.
25 Al que alimenta a toda carne,
porque su misericordia es para siempre.
26 Alabad al Dios del cielo,
porque su misericordia es para siempre.
Salmo 136 (137)
Imprecación contra Babilonia
136:1 Junto a los ríos de Babilonia,
allí nos sentábamos y llorábamos,
acordándonos de Sión.
2 En los sauces de aquella tierra
colgábamos nuestras cítaras;
3 porque allí nuestros raptores
nos pedían cánticos,
y nuestros atormentadores alegría:
“Cantadnos de los cantares de Sión.”
4 ¿Cómo cantar un cántico de Yahvé
en tierra extraña?
5 Si yo te olvido, oh Jerusalén,
olvídese de sí mi diestra.
6 Péguese mi lengua a mi paladar,
si no me acordare de ti;
si no pusiese a Jerusalén
por encima de toda alegría.
7 Acuérdate, Yahvé,
contra los hijos de Edom,
del día de Jerusalén.
Ellos decían: “¡Arrasad,
arrasadla hasta los cimientos!”
8 Hija de Babilonia, la devastada:
dichoso aquel que ha de pagarte
el precio de lo que nos hiciste.
9 ¡Dichoso el que tomará tus pequeñuelos
y los estrellará contra la peña!
Salmo 137 (138)
La alabanza de los reyes
137:1 De David.
Quiero celebrarte, Yahvé,
con todo mi corazón,
porque oíste las palabras de mi boca;
quiero cantarte delante de los reyes.
2 Me postraré ante tu santo Templo,
y alabaré tu Nombre
por tu misericordia y tu fidelidad;
porque has engrandecido tu Palabra
sobre todas las cosas.
3 El día en que (te) invoqué Tú me oíste
y multiplicaste la fuerza en mi alma.
4 Te alabarán, Yahvé,
todos los reyes de la tierra
cuando hayan oído los oráculos de tu boca;
5 y cantarán los caminos de Yahvé:
“Grande es ciertamente la gloria de Yahvé.
6 Sí, Yahvé, siendo excelso,
pone los ojos en el humilde
y mira como lejos de sí al soberbio.”
7 Cuando camino en medio de la tribulación,
Tú conservas mi vida;
tiendes tu mano
contra la ira de mis enemigos,
y tu diestra me salva.
8 Yahvé acabará para mí lo que ha comenzado.
Yahvé, tu misericordia
permanece eternamente;
no abandones la obra de tus manos.
Salmo 138 (139)
Himno a la omnisciencia divina
138:1 Al maestro de coro. Salmo de David.
Yahvé, Tú me penetras y me conoces.
2 Sabes cuando me siento
y cuando me levanto;
de lejos disciernes mis pensamientos.
3 Si ando y si descanso Tú lo percibes,
y todos mis caminos te son familiares.
4 No está todavía en mi lengua la palabra,
y Tú, Yahvé, ya la sabes toda.
5 Tú me rodeas por detrás y por delante,
y pones tu mano sobre mí.
6 Maravillosa sobremanera
es para mí tal ciencia,
demasiado sublime,
superior a mi alcance.
7 ¿Adónde iré que me sustraiga a tu espíritu.
adonde huiré de tu rostro?
8 Si subiere al cielo, allí estás Tú;
si bajare al abismo, Tú estás presente.
9 Si tomare las alas de la aurora,
y me posare en el extremo del mar,
10 también allí me conducirá tu mano,
y me tendrá asido tu diestra.
11 Si dijera:
“Al menos las tinieblas me esconderán”,
y a modo de luz me envolviese la noche.
12 las mismas tinieblas
no serían oscuras para Ti,
y la noche resplandecería como el día,
la oscuridad como la luz.
13 Tú formaste mis entrañas;
me tejiste en el seno de mi madre.
14 Te alabo
porque te has mostrado maravilloso,
porque tus obras son admirables;
largamente conoces mi alma,
15 y mi cuerpo no se te ocultaba,
aunque lo plasmabas en la oscuridad,
tejiéndolo bajo la tierra.
16 Tus ojos veían ya mis actos,
y todos están escritos en tu libro;
los días (míos) estaban determinados
antes de que ninguno de ellos fuese.
17 Oh Dios ¡cuán difíciles de comprender
tus designios!
¡Cuán ingente es su número!
18 Si quisiera contarlos,
son más que las arenas;
si llegara al fin,
mi duración sería como la tuya.
19 ¡Oh, si quitaras la vida,
oh Dios, al impío,
y se apartasen de mí
los hombres perversos!
20 Porque con disimulo
se rebelan contra Ti;
siendo tus enemigos,
asumen tu Nombre en vano.
21 ¿Acaso no debo odiar, Yahvé,
a los que te odian,
y aborrecer a los que contra Ti se enaltecen?
22 Los odio con odio total;
se han hecho mis propios enemigos.
23 Escudríñame, oh Dios, y explora mi corazón,
examíname y observa mi intimidad;
24 mira si ando por el falso camino,
y condúceme por la senda antigua.
Resumen de la Parashá
La cuadragésima sexta lectura de la Torá y la tercera lectura del libro de Deuteronomio se llama Eqev, una palabra del primer versículo de la porción. Deuteronomio 7:12 dice: “Y sucederá que, porque [eqev] escuches estos juicios y los guardes y los cumplas, el Eterno tu Elohím guardará contigo la alianza y la misericordia que juró a tus padres.” Usualmente la palabra eqev significa “talón”. Esta palabra comparte la misma raíz de tres letras que el nombre Jacob (Iaaqov, יַעֲקֹב), cuyo nombre significa “talón”. Nació tomando el talón de Esav. Sin embargo, en Dt 7:12, la palabra eqev significa “a la estela de” o “a causa de”. Esta porción de Deuteronomio habla de las recompensas que vendrán a Israel como resultado de mantener la alianza y los mandamientos de Dios.
La cuadragésima sexta lectura de la Torá y la tercera lectura del libro de Deuteronomio se llama Eqev, una palabra del primer versículo de la porción. Deuteronomio 7:12 dice: “Y sucederá que, porque [eqev] escuches estos juicios y los guardes y los cumplas, el Eterno tu Elohím guardará contigo la alianza y la misericordia que juró a tus padres.” Usualmente la palabra eqev significa “talón”. Esta palabra comparte la misma raíz de tres letras que el nombre Jacob (Iaaqov, יַעֲקֹב), cuyo nombre significa “talón”. Nació tomando el talón de Esav. Sin embargo, en Dt 7:12, la palabra eqev significa “a la estela de” o “a causa de”. Esta porción de Deuteronomio habla de las recompensas que vendrán a Israel como resultado de mantener la alianza y los mandamientos de Dios.
Esquema de la Parashá
TORÁ
Deuteronomio 7:12 - Bendiciones por la obediencia
Deuteronomio 8:1 - Una advertencia para no olvidar a Dios en prosperidad
Deuteronomio 9:1 - Las consecuencias de rebelarse contra Dios
Deuteronomio 10:1 - El segundo par de tabletas
Deuteronomio 10:12 - La esencia de la ley
Deuteronomio 11:1 - Recompensas por la obediencia
PROFETAS
Isaías 49:8 - Los hijos de Sion serán traídos a casa
Isaías 50:4 - La humillación y vindicación del siervo
Isaías 51:1 - Bendiciones reservadas para el pueblo de Dios
TORÁ
Deuteronomio 7:12 - Bendiciones por la obediencia
Deuteronomio 8:1 - Una advertencia para no olvidar a Dios en prosperidad
Deuteronomio 9:1 - Las consecuencias de rebelarse contra Dios
Deuteronomio 10:1 - El segundo par de tabletas
Deuteronomio 10:12 - La esencia de la ley
Deuteronomio 11:1 - Recompensas por la obediencia
PROFETAS
Isaías 49:8 - Los hijos de Sion serán traídos a casa
Isaías 50:4 - La humillación y vindicación del siervo
Isaías 51:1 - Bendiciones reservadas para el pueblo de Dios