"La Inmersión de Ieshúa"
La primera observación en el evento de la inmersión de Ieshúa son los elementos y los detalles de la inmersión, elementos de importancia. La Voz Divina que baja del cielo para proclamar al Mesías, el descenso de la “paloma” como “contraseña” que Ieshúa es el Mesías. Todos estos elementos “maravillosistas” que van a aparecer en la narración, u otros semejantes, aparecen como elementos bastante ordinarios en la literatura rabínica, targúmica y apocalíptica. Es en este ambiente, donde se ha de buscar el núcleo histórico y los valores didácticos que lo expresan.
El “abrirse los cielos” (Mt) o “rasgarse” (Mc) es un elemento escenográfico para dar lugar, plásticamente, al paso de la “paloma” y a la “voz divina”. Parece inspirarse en Isaías (64.1) en donde se localiza a Dios en el cielo y se pide que se rasguen los cielos y baje. Se añoraban los antiguos profetas, pero se esperaba una nueva intervención de Dios en la historia. Por eso, al abrirse los cielos, en el contexto penitencial de Iojanán el Inmersor, indica que Dios baja para iniciar el tiempo salvador prometido. (Cf. Hch. 10.9-11; Rev 4.l; Enoc 71.1).
El Libro de Mateo registra que el Espíritu de Santidad descendió "como una paloma". Esta forma dé “como” aparece en los tres sinópticos e incluso en Jn 1.32. La paloma aparece en la literatura bíblica y extra bíblica simbolizando diversas cosas. Pero sugerido por el pasaje de Gn en el que el Espíritu de Dios se “cernía” sobre las aguas, la paloma vino a ser símbolo del Rúaj Haqódesh, traducido al español como el Espíritu de la Santidad. Los rabinos establecen comparaciones entre la palomaa y el Rúaj Haqódesh.
Como ejemplo, Gn 1.2 dice que el Espíritu de Dios se “cernía” sobre la faz de las aguas. En el Talmúd Bavli, tratado Jaguigá daf 15a, comentando Ben Zoma sobre este pasaje, dice: "Y el Espíritu de Dios revoloteaba sobre la faz de las aguas — como una paloma que revolotea sobre sus polluelos sin tocarlos."
En Mt 3 el Espíritu de Dios desciende y reposa sobre Ieshúa. Este es el mismo Espíritu que al inicio de la creación se movía sobre la faz de las aguas. Ahora descendía sobre Ieshúa mientras él salía de las aguas del Jordán, donde había sido sumergido.
Una voz del Cielo
Mt también dice que en el instante que descendió el Espíritu sobre Ieshúa se hizo escuchar una voz que proclamaba "este es mi Hijo amado...", más no se dice de quién era la voz que provenía del cielo. Sin embargo, la palabra hebrea שמיים (shamáim), que se traduce al español como "cielo" y "cielos", es lo que se conoce en el Judaísmo como כנוי (kinui), o un "sustituto" o "apodo".
La razón por la que Mt usa muchas veces la frase "el reino de los cielos" con más frecuencia que "el reino de Dios", se debe a que él escribió para un público judío, y los judíos no pronuncian el Tetragráma יהוה (bendito sea su nombre), y muchas veces ni siquiera la palabra אלוהים (elohim). Por ejemplo, hoy en día, los judios no dicen אלוהים (elohim), sino más bien, אלוקים (Eloqim), y ciertamente nunca pronuncian el Tetragráma, es decir, el nombre de Dios.
En lugar de pronunciar estas palabras, usan "sustitutos". Algunos de estos sustitutos incluyen:
Así que, cuando Daniel (Dn 4.26) escribió שַׁלִּטִן שְׁמַיָּא, eso no quiere decir que "los cielos gobiernan", sino "el Cielo gobierna", ya que el arameo שְׁמַיָּא, como el hebreo שמיים, era utilizado por Daniel para sustituir el Tetagráma. Así, vemos que esta práctica ya se producía en el cautiverio babilónico, mucho antes del Mesías.
El Talmud está repleto de ocurrencias de שמיים utilizado como un nombre de Dios. Un ejemplo: Brajot 33b. הכל בידי שמים חוץ מיראת שמים, es decir, "Todo está en la mano del Cielo, excepto el temor del Cielo. Ambas apariciones de 'Cielo' significan 'Dios.'
Así cuando Mt escribió καὶ ἰδοὺ φωνὴ ἐκ τῶν οὐρανῶν, eso no quiere decir que "Hubo una voz de los cielos", sino que "Hubo una voz del Cielo", es decir, de Dios.
El “abrirse los cielos” (Mt) o “rasgarse” (Mc) es un elemento escenográfico para dar lugar, plásticamente, al paso de la “paloma” y a la “voz divina”. Parece inspirarse en Isaías (64.1) en donde se localiza a Dios en el cielo y se pide que se rasguen los cielos y baje. Se añoraban los antiguos profetas, pero se esperaba una nueva intervención de Dios en la historia. Por eso, al abrirse los cielos, en el contexto penitencial de Iojanán el Inmersor, indica que Dios baja para iniciar el tiempo salvador prometido. (Cf. Hch. 10.9-11; Rev 4.l; Enoc 71.1).
El Libro de Mateo registra que el Espíritu de Santidad descendió "como una paloma". Esta forma dé “como” aparece en los tres sinópticos e incluso en Jn 1.32. La paloma aparece en la literatura bíblica y extra bíblica simbolizando diversas cosas. Pero sugerido por el pasaje de Gn en el que el Espíritu de Dios se “cernía” sobre las aguas, la paloma vino a ser símbolo del Rúaj Haqódesh, traducido al español como el Espíritu de la Santidad. Los rabinos establecen comparaciones entre la palomaa y el Rúaj Haqódesh.
Como ejemplo, Gn 1.2 dice que el Espíritu de Dios se “cernía” sobre la faz de las aguas. En el Talmúd Bavli, tratado Jaguigá daf 15a, comentando Ben Zoma sobre este pasaje, dice: "Y el Espíritu de Dios revoloteaba sobre la faz de las aguas — como una paloma que revolotea sobre sus polluelos sin tocarlos."
En Mt 3 el Espíritu de Dios desciende y reposa sobre Ieshúa. Este es el mismo Espíritu que al inicio de la creación se movía sobre la faz de las aguas. Ahora descendía sobre Ieshúa mientras él salía de las aguas del Jordán, donde había sido sumergido.
Una voz del Cielo
Mt también dice que en el instante que descendió el Espíritu sobre Ieshúa se hizo escuchar una voz que proclamaba "este es mi Hijo amado...", más no se dice de quién era la voz que provenía del cielo. Sin embargo, la palabra hebrea שמיים (shamáim), que se traduce al español como "cielo" y "cielos", es lo que se conoce en el Judaísmo como כנוי (kinui), o un "sustituto" o "apodo".
La razón por la que Mt usa muchas veces la frase "el reino de los cielos" con más frecuencia que "el reino de Dios", se debe a que él escribió para un público judío, y los judíos no pronuncian el Tetragráma יהוה (bendito sea su nombre), y muchas veces ni siquiera la palabra אלוהים (elohim). Por ejemplo, hoy en día, los judios no dicen אלוהים (elohim), sino más bien, אלוקים (Eloqim), y ciertamente nunca pronuncian el Tetragráma, es decir, el nombre de Dios.
En lugar de pronunciar estas palabras, usan "sustitutos". Algunos de estos sustitutos incluyen:
- מקום (maqom), es decir, "Lugar"
- גבורה (guevurá), es decir, "Poder"
- שמיים (shamáim), es decir "Cielo"
Así que, cuando Daniel (Dn 4.26) escribió שַׁלִּטִן שְׁמַיָּא, eso no quiere decir que "los cielos gobiernan", sino "el Cielo gobierna", ya que el arameo שְׁמַיָּא, como el hebreo שמיים, era utilizado por Daniel para sustituir el Tetagráma. Así, vemos que esta práctica ya se producía en el cautiverio babilónico, mucho antes del Mesías.
El Talmud está repleto de ocurrencias de שמיים utilizado como un nombre de Dios. Un ejemplo: Brajot 33b. הכל בידי שמים חוץ מיראת שמים, es decir, "Todo está en la mano del Cielo, excepto el temor del Cielo. Ambas apariciones de 'Cielo' significan 'Dios.'
Así cuando Mt escribió καὶ ἰδοὺ φωνὴ ἐκ τῶν οὐρανῶν, eso no quiere decir que "Hubo una voz de los cielos", sino que "Hubo una voz del Cielo", es decir, de Dios.
El Símbolo de la Paloma
En la literatura judía aparecen elementos similares a los elementos presentes en el bautismo de Ieshúa, y es en este ambiente donde se ha de buscar los valores didácticos que lo expresan. En el Talmud Bavli (Berajot 3a), se registra una historia donde se describe a la "Voz Divina" que "se escuchaba como una paloma arrullando". También en el Targúm de Shir HaShirím (Cant. 2.12) se intercambian las palabras "tórtola" por "Rúaj Haqódesh" (Espíritu de Santidad). Es evidente, por lo tanto, que para el judío el Espíritu de Dios era representado por una paloma.
Sin embargo, ¿quién puede leer este relato registrado en el Libro de Mt 3 sin pensar en la paloma de Nóaj (Noé), que traía en su boca una hoja de olivo, como símbolo de la paz y la reconciliación, cuando las aguas se habían retirado de sobre la tierra? Permítaseme transcribir un pasaje encontrado en el libro del Zohar:
En la literatura judía aparecen elementos similares a los elementos presentes en el bautismo de Ieshúa, y es en este ambiente donde se ha de buscar los valores didácticos que lo expresan. En el Talmud Bavli (Berajot 3a), se registra una historia donde se describe a la "Voz Divina" que "se escuchaba como una paloma arrullando". También en el Targúm de Shir HaShirím (Cant. 2.12) se intercambian las palabras "tórtola" por "Rúaj Haqódesh" (Espíritu de Santidad). Es evidente, por lo tanto, que para el judío el Espíritu de Dios era representado por una paloma.
Sin embargo, ¿quién puede leer este relato registrado en el Libro de Mt 3 sin pensar en la paloma de Nóaj (Noé), que traía en su boca una hoja de olivo, como símbolo de la paz y la reconciliación, cuando las aguas se habían retirado de sobre la tierra? Permítaseme transcribir un pasaje encontrado en el libro del Zohar:
"Una puerta se abrirá y de ella saldrá la paloma que Nóaj envió en los días del diluvio, como está escrito, "y envió la paloma", la famosa paloma, pero los antiguos no hablaron de ella, pues no sabían lo que era, sólo sabían de donde venía, y que dio su mensaje, como está escrito, "no volvió más a él"; nadie sabe adónde fue, pero regresó a su lugar, y se escondió dentro de la puerta. Ella tomará una corona en su boca y la colocará sobre la cabeza del Rey Mesías, cómo está escrito: "Colocaste una corona de oro puro sobre su cabeza" (Tehilim 21:3,4)". (Zohar, Sheláj Lejá 147-148)
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יִתְפְּתַח פִּתְחָא אַחֲרָא, וּמִתַּמָּן תִּפּוּק הַהִיא יוֹנָה, דְּשָׁדַר נֹחַ בִּימֵי טוֹפָנָא, דִּכְתִּיב וַיְשַׁלַּח אֶת הַיּוֹנָה, הַיּוֹנָה: הַהִיא דְּאִשְׁתְּמוֹדְעָא, וְלָא מַלִּילוּ בָּהּ קַדְמָאֵי, וְלָא יָדְעוּ מַה הִיא, אֶלָּא מֵהָכָא נַפְקַת, וְעַבְדַת שְׁלִיחוּתָא
וּבְשַׁעֲתָא דִּכְתִּיב וְלָא יָסְפָה שׁוּב אֵלָיו, עוֹד לָא יָדַע בַּר נָשׁ לְאָן אַזְלַת, וְהִיא תָּבַת לְאַתְרָהּ, וְאִתְגְּנִיזַת בְּפִתְחָא דָּא וְאִיהִי תִּטּוֹל עֲטָרָה בְּפוּמָהָא, וּתְשָׁוֵי עַל רֵישֵׁיהּ דְּמַלְכָּא מְשִׁיחָא, מָטֵי וְלָא מָטֵי, וּכְדֵין כְּתִיב, תָּשִׁית לְרֹאשׁוֹ עֲטֶרֶת פָּז. |
Un poco después dice que la paloma reposaría sobre su cabeza, y él recibiría gloria de ella. Si esto se trata de los restos de una antigua tradición, estos hombres conocían algo sobre este acontecimiento; la apertura de los cielos ("la puerta"), y el Espíritu de Dios, en forma de paloma, descendiendo sobre el Ungido para habitar en él.
En la obra conocida como Odas de Salomón, en la Óda 24 hay un texto en similitud. El escritor de las Ódas era un judío completamente inmerso en la cultura de su pueblo, él conocía de las tradiciones y costumbres de su pueblo judío y por ende uso expresiones que serían inmediatamente reconocidas e identificadas por los lectores de su pueblo. El escritor de dicha obra dice así, "La paloma revoloteó sobre el Ungido, y cantó sobre él y se oyó su voz". Las ideas son similares a las del Zohar. En paralelo con lo que fue citado del libro del Zohar también puede citarse lo que es la Óda 1 de la misma obra, que dice, "El Señor está sobre mi cabeza como una corona, y nunca estaré sin él", en lo que puede sugerirse que el escritor de las Ódas conocía de estas tradiciones judías, y las ideas claramente giran en torno a las palabras claves "Espíritu", "Voz", "Corona", "Paloma", y el mensaje al igual, es similar; que en el momento en el que el Espíritu desciende sobre Ieshúa, lo corona como Rey.
Acto de Coronación
Los reyes de Asiria usaban la paloma como un emblema, véase Ramirez de Prado, quien cuenta que, "ellos las tenían pintadas en sus banderas, estandartes y edificios públicos, como insignia de su imperio", de tal manera que leemos en el Libro del profeta Oseas (Cap. 11.11) "Desde Egipto vendrán temblando como pájaros, desde Asiria como palomas".
Del título del Salmo 56, que es dirigido "a la paloma silenciosa en parajes muy lejanos", y que se refiere al rey David, quien, en el tiempo que escribió este Salmo, estaba entre los filisteos, quienes eran ajenos a la ciudadanía de Israel, lejos de Dios y su Ley, lejos de la justicia divina; cuando el rey David estaba allí, estaba a una distancia lejana de su país natal y de la corte del rey, como un rey pero sin poder oficiar, "como una paloma silenciosa", de manera que, la paloma era un emblema también para los reyes israelitas.
Algunos escritores judíos nos describen el trono del rey de Israel de la siguiente manera:
"Cuando Salomón se sentaba en su trono, su cetro estaba colgado detrás de él, en la parte superior había una paloma, y una corona de oro en su pico." (Bamidbar Rabá, folio 250.1).
La asociación gira en torno a las palabras contraseña: "paloma, "corona" y "rey". El autor judío del libro de Mt también concerta con la tradición judía en asociar las palabras "Espíritu" con "Paloma" y la idea de su descenso para descansar sobre la cabeza de Ieshúa.
Estos elementos, para su valoración interpretativa, vinieron a reforzarse con las aportaciones de la “tradición oral judía.” Si a todos estos elementos expuestos, aditivos al hecho fundamental, se le unen los resultados de las investigaciones sobre la “tradición judía” y lo “targumím,” la valoración exegética de este episodio se clarea.
Los judíos habían perdido en el destierro su lengua, y aprendieron allí y usaban el arameo. Pero en las lecturas sacras de la liturgia sinagogal se leían los Libros Sagrados en hebreo, pero se traducían al arameo, ya que se había perdido la comprensión del hebreo. Mas estas traducciones no eran estrictas, se amplificaban y plastificaban para la mejor comprensión del texto sagrado. Se da un ejemplo, entre otros muchos, de la citada obra de Lentzen-Deis. Es Gn 22.10. Itzjaq pide a su padre que le ate bien para el sacrificio, no sea que por miedo se impida o desvirtúe el sacrificio. Es así como se logra centrar el tema en el sacrificio voluntario de Itzjaq, simultáneamente con el heroísmo de su padre. Luego se describe una “visión”: Itzjaq levanta los ojos y “ve” ángeles. “Entonces se adelantaron los ángeles del cielo y dijeron entre sí: Venid y vez estos dos justos, únicos en el mundo: uno sacrifica y el otro es sacrificado; el que sacrifica no vacila y el que es sacrificado ofrece su cuello” (o. c., p.203ss). En el targúm Neofiti, en vez de poner que los ángeles hablan entre sí, se dice sobre este pasaje: “Entonces salió una voz del Cielo y dijo: Venid y vez a estos dos justos” (o. c., p.205 - Para más “visiones” targúmicas, cf. Lentzen-Deis, o.c., p. 105-127; 214-248).
Otro ejemplo de estas concepciones está en el “Testamento de Leví” (18.6), compuesto entre 109/108 a.EC. Dice así:
Estos elementos, para su valoración interpretativa, vinieron a reforzarse con las aportaciones de la “tradición oral judía.” Si a todos estos elementos expuestos, aditivos al hecho fundamental, se le unen los resultados de las investigaciones sobre la “tradición judía” y lo “targumím,” la valoración exegética de este episodio se clarea.
Los judíos habían perdido en el destierro su lengua, y aprendieron allí y usaban el arameo. Pero en las lecturas sacras de la liturgia sinagogal se leían los Libros Sagrados en hebreo, pero se traducían al arameo, ya que se había perdido la comprensión del hebreo. Mas estas traducciones no eran estrictas, se amplificaban y plastificaban para la mejor comprensión del texto sagrado. Se da un ejemplo, entre otros muchos, de la citada obra de Lentzen-Deis. Es Gn 22.10. Itzjaq pide a su padre que le ate bien para el sacrificio, no sea que por miedo se impida o desvirtúe el sacrificio. Es así como se logra centrar el tema en el sacrificio voluntario de Itzjaq, simultáneamente con el heroísmo de su padre. Luego se describe una “visión”: Itzjaq levanta los ojos y “ve” ángeles. “Entonces se adelantaron los ángeles del cielo y dijeron entre sí: Venid y vez estos dos justos, únicos en el mundo: uno sacrifica y el otro es sacrificado; el que sacrifica no vacila y el que es sacrificado ofrece su cuello” (o. c., p.203ss). En el targúm Neofiti, en vez de poner que los ángeles hablan entre sí, se dice sobre este pasaje: “Entonces salió una voz del Cielo y dijo: Venid y vez a estos dos justos” (o. c., p.205 - Para más “visiones” targúmicas, cf. Lentzen-Deis, o.c., p. 105-127; 214-248).
Otro ejemplo de estas concepciones está en el “Testamento de Leví” (18.6), compuesto entre 109/108 a.EC. Dice así:
“Entonces el Eterno alzará un nuevo sacerdote, a quien revelará todas las palabras del Eterno. Los cielos se abrirán y desde el templo de su gloria vendrá sobre él la santidad, con voz paterna, como de Avraham, el padre de Itzjaq. Y la gloria del Altísimo será proclamada sobre él, y el Espíritu de inteligencia y de santificación descansarán sobre él.”
Estos documentos judíos no solo muestran una bella imagen pre-ilustrando la tevilá-inmersión-en-agua de Ieshúa, donde el Espíritu de Dios desciende sobre él en forma de paloma y la voz de Dios es escuchada para confirmar que Ieshúa es el unigénito hijo de Dios, sino también nos enseñan que la inmersión de Ieshúa fue el servicio de una ceremonia de entronización.
Originariamente en la ceremonia de entronización o ascensión al trono de un nuevo rey, perteneciente a la dinastía davídica se leía el Salmo 2 en el cual se encuentran las siguientes palabras (vv. 5, 6, 7) "Yo mismo he ungido a mi Rey sobre Zion, mi santo monte" y también "Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy". Es inevitable unir piezas, y hallar paralelos entre la descripción mesiánica de Mt y Salmos 2; Ieshúa sumergido en agua, ungido como Rey, el Espíritu de Dios desciende sobre él en forma de paloma, y en ese momento una Voz Divina es escuchada desde el Cielo diciendo, "Este es mi Hijo amado en quien me complazco," y esta era la señal del Cielo para manifestar que Ieshúa es Rey perteneciente a la dinastía davídica.
Iom Teruá
La festividad solemne de Iom Teruá es considerada el día de entronización y coronación de Dios como rey sobre su creación. Este día, según la tradición judía, Dios acabó su creación con la creación de Adám y Java, y desde ese momento Dios se coronó como el rey del universo. También hay una tradición en el Seder Olam Rabá que dice que igualmente Noé nació en este día. Además, justo en la propia Torá, leemos que en Rosh Hashaná las aguas del diluvio se habían secado y Noé quitó la cubierta del arca:
El año seiscientos uno, el día primero del primer mes, ya no había aguas sobre la tierra, y abriendo Noé la cubierta del arca miró y vio que estaba seca la superficie del suelo. (Gn 8.13)
Según Rashí, "el primer mes, el primer día del mes" se refiere a Rosh Hashaná. Rashí también considera que Noé soltó la paloma en Gn 8:12 el mismo día. De ahí que encontremos a Noé mencionado en las oraciones Musaf para Rosh Hashaná:
Porque el recuerdo de todas tus obras se presenta ante ti y analizas los hechos de todas ellas. Además, te acordaste amorosamente de Noé y lo recordaste con palabras de salvación y misericordia, cuando trajiste las aguas del Diluvio para destruir a toda carne viviente a causa de la maldad de sus actos. En consecuencia, su recuerdo viene ante ti, HaShem, nuestro Dios, para que su descendencia sea tan abundante como el polvo del mundo y sus descendientes como la arena junto al mar. Como está escrito en la Torá: Dios se acordó de Noé y de todas las bestias y todo el ganado que estaban con él en el arca, y Dios hizo pasar un espíritu sobre la tierra y las aguas se calmaron. (b. Rosh Hashaná 11ba)
Parece existir una relación entre Iom Teruá, el día de la coronación de Dios como rey, y el bautismo de Ieshúa. Dios ungía a sus elegidos con el Espíritu de Santidad para coronarlos como reyes sobre Israel, de esta manera eran adoptados como hijos de Dios para ser por lo tanto herederos legítimos de su trono. Pero en este día, como mencionado arriba, Dios se proclama como rey de Israel y del universo. En Ieshúa el Espíritu de Santidad descendió y reposó sobre él, porque él es el verdadero y único hijo de Dios por naturaleza. La fecha del bautismo de Ieshúa coincide con las fechas cercanas al mes de Elul y Tishri, que es son los meses que se preparan y celebran para la fiesta de Iom Teruá. Ieshúa tuvo tres años y medio de ministerio que iniciaron en su bautismo y finalizaron en el mes de Aviv con su muerte y resurrección. Contando tres años y medio desde su sacrificio en el mes de Aviv nos situamos ya sea en el mes de Elul o el mes de Tishri, que es el mes que celebra la fiesta de Iom Teruá. A esto puede añadirse que el relato dice que Ieshúa fue sumergido en agua "en [los días de] arrepentimiento" (véase Mt. 3.11; Hch. 19.4) haciendo con esto referencia a los días que preceden al Iom Kipur (Día de la Expiación). El texto griego da a entender que dice "[Iojanán:] Yo ciertamente les hago inmersión con agua en [--] arrepentimiento" (Mt. 3.11), no dice "para arrepentimiento" sino "en". Grotius opina que debería de traducirse "yo les hago inmersión con agua en [la profesión] de arrepentimiento", pero eso no tiene mucho sentido, tradicionalmente hablando "[en los días] de arrepentimiento" encaja mucho mejor por el contexto tradicional judío, lo que también aclara el texto, haciendo una alusión a los días de arrepentimiento (ימי רצון “ieméi raztón”, ימי רחמים "ieméi rajamím", y también llamados ימי תשובה “ieméi teshuvá”) observados en el Judaísmo que preceden al Iom Kipúr (Día de la Expiación). Porque según la tradición judía la cuenta de los cuarenta días de penitencia inicia a partir del primer día del sexto mes, el mes de Elul, se observan en recuerdo de la segunda estancia de Moshé en el Monte Sinaí. Después del pecado del becerro de oro, Moshé regresó al Sinaí y estuvo "... allí estuvo con el Eterno cuarenta días y cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua" (Éx 34.28). Mientras tanto, Israel estaba acampando debajo de la montaña en un estado de fuerte arrepentimiento. Además, Iojanán el bautista se identifica como aquel cuya voz es escuchada en el desierto para preparar el camino de Hashem. Esta profecía dice: «Voz de uno que clama: En el desierto enderezcan el camino a nuestro Dios» (Is 40.3). El profeta, siguiendo las costumbres orientales para las visitas a los pueblos de los reyes, describe como «la voz de uno» pide que se prepare el camino en la zona desértica por donde debería pasar Dios para ser proclamado como rey. Cuando un monarca oriental estaba planeando viajar a cierta región, enviaba mensajeros con anticipación para exigir que se preparara una carretera nivelada. De ahí la imagen, que aquí denota preparación espiritual para la venida del rey, que para Iojanán era Ieshúa el Mesías, lo cual sería otra alusión a la festividad solemne del Iom Teruá, donde se espera la venida del Rey de Universo para ser coronado y proclamado como rey sobre su pueblo por medio del Espíritu de Santidad descendiendo sobre él en forma de paloma, y la voz de su Padre proclamando que él es el verdadero hijo de Dios. Hijo, no por creación, como los ángeles y los hombres, no por adopción, como los santos, no por oficio, como los magistrados civiles, no en razón de su encarnación o resurrección, no por el gran amor de Dios hacia él, sino de una manera tal de filiación que no puede decirse de ninguna otra criatura, ni de ningún otro ser (véase Hb 1.5). Él es el verdadero, propio, natural y eterno hijo de Dios, tal y como fue declarado y reconocido por el Padre en el Salmo Cap. 2 y en su bautismo.
Conclusión
Por lo tanto, esta porción de la Voz del Cielo explica por qué Ieshúa tuvo que ser sumergido en agua (gr. bautizado); todo rey necesita una ceremonia de coronación, y en el “diálogo” entre Ieshúa y Iojanán el Inmersor ("Juan el Bautista") se explica el porqué de todo esto: “era cumplir toda justicia-plan-de Dios”. Ieshúa fue coronado y ungido como Rey en el río Jordán. Como Rey, Ieshúa heredará las naciones, y las regirá con vara de hierro. Él es a quien los reyes de la tierra deben rendir homenaje y servirle, como está escrito: "Y le fue concedido señorío, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoren. Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será jamás destruido." (Daniel 7.14)
Sabemos que Ieshúa es el único en quien el Ruaj-haqódesh-Espíritu-de-la-Santidad pudo complacerse en habitar, porque él no tenía pecado. En dos ocasiones a lo largo de su servicio, la Voz Divina habló desde el cielo diciendo: "Este es mi Hijo, el amado, en quien me complací" (Mt 3.17; 17.5). Esto fue durante su tevilá ("inmersión en agua"), y mientras él está siendo sumergido en el agua, el Espíritu de Dios descendió sobre él como una paloma. (Mt 3.16; Lc 33.22; Jn 1.32). La obra, pues, de aquel que, humildemente, era sumergido en agua por Iojanán-Juan, era el mismo Hijo de Dios. Esta era la presentación y proclamación de Ieshúa sumergido en agua (gr. bautizado), por los evangelios. Era el Mesías anunciado por el profeta Isaías (42.1-4), como “Siervo del Eterno.” Dice así el profeta: “He aquí a mi Siervo, a quien sostengo yo; mí Elegido (LXX = b εκλεχτός) en quien se complace (LXX = προσεδέξατο) mi alma. He puesto mi espíritu sobre él (LXX = έπ αυτόν), él dará el derecho a las naciones.”
Originariamente en la ceremonia de entronización o ascensión al trono de un nuevo rey, perteneciente a la dinastía davídica se leía el Salmo 2 en el cual se encuentran las siguientes palabras (vv. 5, 6, 7) "Yo mismo he ungido a mi Rey sobre Zion, mi santo monte" y también "Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy". Es inevitable unir piezas, y hallar paralelos entre la descripción mesiánica de Mt y Salmos 2; Ieshúa sumergido en agua, ungido como Rey, el Espíritu de Dios desciende sobre él en forma de paloma, y en ese momento una Voz Divina es escuchada desde el Cielo diciendo, "Este es mi Hijo amado en quien me complazco," y esta era la señal del Cielo para manifestar que Ieshúa es Rey perteneciente a la dinastía davídica.
Iom Teruá
La festividad solemne de Iom Teruá es considerada el día de entronización y coronación de Dios como rey sobre su creación. Este día, según la tradición judía, Dios acabó su creación con la creación de Adám y Java, y desde ese momento Dios se coronó como el rey del universo. También hay una tradición en el Seder Olam Rabá que dice que igualmente Noé nació en este día. Además, justo en la propia Torá, leemos que en Rosh Hashaná las aguas del diluvio se habían secado y Noé quitó la cubierta del arca:
El año seiscientos uno, el día primero del primer mes, ya no había aguas sobre la tierra, y abriendo Noé la cubierta del arca miró y vio que estaba seca la superficie del suelo. (Gn 8.13)
Según Rashí, "el primer mes, el primer día del mes" se refiere a Rosh Hashaná. Rashí también considera que Noé soltó la paloma en Gn 8:12 el mismo día. De ahí que encontremos a Noé mencionado en las oraciones Musaf para Rosh Hashaná:
Porque el recuerdo de todas tus obras se presenta ante ti y analizas los hechos de todas ellas. Además, te acordaste amorosamente de Noé y lo recordaste con palabras de salvación y misericordia, cuando trajiste las aguas del Diluvio para destruir a toda carne viviente a causa de la maldad de sus actos. En consecuencia, su recuerdo viene ante ti, HaShem, nuestro Dios, para que su descendencia sea tan abundante como el polvo del mundo y sus descendientes como la arena junto al mar. Como está escrito en la Torá: Dios se acordó de Noé y de todas las bestias y todo el ganado que estaban con él en el arca, y Dios hizo pasar un espíritu sobre la tierra y las aguas se calmaron. (b. Rosh Hashaná 11ba)
Parece existir una relación entre Iom Teruá, el día de la coronación de Dios como rey, y el bautismo de Ieshúa. Dios ungía a sus elegidos con el Espíritu de Santidad para coronarlos como reyes sobre Israel, de esta manera eran adoptados como hijos de Dios para ser por lo tanto herederos legítimos de su trono. Pero en este día, como mencionado arriba, Dios se proclama como rey de Israel y del universo. En Ieshúa el Espíritu de Santidad descendió y reposó sobre él, porque él es el verdadero y único hijo de Dios por naturaleza. La fecha del bautismo de Ieshúa coincide con las fechas cercanas al mes de Elul y Tishri, que es son los meses que se preparan y celebran para la fiesta de Iom Teruá. Ieshúa tuvo tres años y medio de ministerio que iniciaron en su bautismo y finalizaron en el mes de Aviv con su muerte y resurrección. Contando tres años y medio desde su sacrificio en el mes de Aviv nos situamos ya sea en el mes de Elul o el mes de Tishri, que es el mes que celebra la fiesta de Iom Teruá. A esto puede añadirse que el relato dice que Ieshúa fue sumergido en agua "en [los días de] arrepentimiento" (véase Mt. 3.11; Hch. 19.4) haciendo con esto referencia a los días que preceden al Iom Kipur (Día de la Expiación). El texto griego da a entender que dice "[Iojanán:] Yo ciertamente les hago inmersión con agua en [--] arrepentimiento" (Mt. 3.11), no dice "para arrepentimiento" sino "en". Grotius opina que debería de traducirse "yo les hago inmersión con agua en [la profesión] de arrepentimiento", pero eso no tiene mucho sentido, tradicionalmente hablando "[en los días] de arrepentimiento" encaja mucho mejor por el contexto tradicional judío, lo que también aclara el texto, haciendo una alusión a los días de arrepentimiento (ימי רצון “ieméi raztón”, ימי רחמים "ieméi rajamím", y también llamados ימי תשובה “ieméi teshuvá”) observados en el Judaísmo que preceden al Iom Kipúr (Día de la Expiación). Porque según la tradición judía la cuenta de los cuarenta días de penitencia inicia a partir del primer día del sexto mes, el mes de Elul, se observan en recuerdo de la segunda estancia de Moshé en el Monte Sinaí. Después del pecado del becerro de oro, Moshé regresó al Sinaí y estuvo "... allí estuvo con el Eterno cuarenta días y cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua" (Éx 34.28). Mientras tanto, Israel estaba acampando debajo de la montaña en un estado de fuerte arrepentimiento. Además, Iojanán el bautista se identifica como aquel cuya voz es escuchada en el desierto para preparar el camino de Hashem. Esta profecía dice: «Voz de uno que clama: En el desierto enderezcan el camino a nuestro Dios» (Is 40.3). El profeta, siguiendo las costumbres orientales para las visitas a los pueblos de los reyes, describe como «la voz de uno» pide que se prepare el camino en la zona desértica por donde debería pasar Dios para ser proclamado como rey. Cuando un monarca oriental estaba planeando viajar a cierta región, enviaba mensajeros con anticipación para exigir que se preparara una carretera nivelada. De ahí la imagen, que aquí denota preparación espiritual para la venida del rey, que para Iojanán era Ieshúa el Mesías, lo cual sería otra alusión a la festividad solemne del Iom Teruá, donde se espera la venida del Rey de Universo para ser coronado y proclamado como rey sobre su pueblo por medio del Espíritu de Santidad descendiendo sobre él en forma de paloma, y la voz de su Padre proclamando que él es el verdadero hijo de Dios. Hijo, no por creación, como los ángeles y los hombres, no por adopción, como los santos, no por oficio, como los magistrados civiles, no en razón de su encarnación o resurrección, no por el gran amor de Dios hacia él, sino de una manera tal de filiación que no puede decirse de ninguna otra criatura, ni de ningún otro ser (véase Hb 1.5). Él es el verdadero, propio, natural y eterno hijo de Dios, tal y como fue declarado y reconocido por el Padre en el Salmo Cap. 2 y en su bautismo.
Conclusión
Por lo tanto, esta porción de la Voz del Cielo explica por qué Ieshúa tuvo que ser sumergido en agua (gr. bautizado); todo rey necesita una ceremonia de coronación, y en el “diálogo” entre Ieshúa y Iojanán el Inmersor ("Juan el Bautista") se explica el porqué de todo esto: “era cumplir toda justicia-plan-de Dios”. Ieshúa fue coronado y ungido como Rey en el río Jordán. Como Rey, Ieshúa heredará las naciones, y las regirá con vara de hierro. Él es a quien los reyes de la tierra deben rendir homenaje y servirle, como está escrito: "Y le fue concedido señorío, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoren. Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será jamás destruido." (Daniel 7.14)
Sabemos que Ieshúa es el único en quien el Ruaj-haqódesh-Espíritu-de-la-Santidad pudo complacerse en habitar, porque él no tenía pecado. En dos ocasiones a lo largo de su servicio, la Voz Divina habló desde el cielo diciendo: "Este es mi Hijo, el amado, en quien me complací" (Mt 3.17; 17.5). Esto fue durante su tevilá ("inmersión en agua"), y mientras él está siendo sumergido en el agua, el Espíritu de Dios descendió sobre él como una paloma. (Mt 3.16; Lc 33.22; Jn 1.32). La obra, pues, de aquel que, humildemente, era sumergido en agua por Iojanán-Juan, era el mismo Hijo de Dios. Esta era la presentación y proclamación de Ieshúa sumergido en agua (gr. bautizado), por los evangelios. Era el Mesías anunciado por el profeta Isaías (42.1-4), como “Siervo del Eterno.” Dice así el profeta: “He aquí a mi Siervo, a quien sostengo yo; mí Elegido (LXX = b εκλεχτός) en quien se complace (LXX = προσεδέξατο) mi alma. He puesto mi espíritu sobre él (LXX = έπ αυτόν), él dará el derecho a las naciones.”