El versículo dice:
| El cordero se comerá dentro de la casa; no se sacará afuera ni un solo pedazo, ni le quebrarán ningún hueso. (Éxodo 12:46)
La ordenanza dice que el cordero de Pascua debía de ser sin mancha, y durante su sacrificio y cena “no quebrarán hueso suyo”. Cuando Ieshúa fue sacrificado, Jn enseña que a diferencia de los hombres que estaban colgados a lado suyo, a Ieshúa no le quebraron ni un solo hueso de su cuerpo.
| Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Ieshúa, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. (Jn 19.31-36)
Esto fue llevado a cabo para que se cumpliera la escritura: “No será quebrado hueso suyo”. El texto que Jn estaba citando era el Salmo 34.20 (21 versión judía), donde el salmista había dicho un versículo anterior, “Muchas son las aflicciones del justo” y luego, un versículo después, hablando de este a quien él llama justo, dice que Dios “guarda todos sus huesos; no le será quebrado ni uno de ellos”. Pero, ¿Qué relación tiene la justicia de un individuo con que sus huesos no sean quebrados? La respuesta la encontramos en la costumbre que tenían los antiguos pastores de Israel con el trato con su rebaño.
Cuando un cordero se desviaba del rebaño y se apartaba de su pastor, no obedeciendo a su voz, el pastor, en búsqueda, iba tras el cordero. En el momento que el pastor encontraba al cordero que se había descarriado, él golpeaba al cordero con su cayado y le quebraba una pata. Luego unía de nuevo la pata quebrada con una venda para que la pata sanara y se restaurara. El dolor que sufría este cordero en su pata prevenía que este cordero caminara, de esta manera era imposible que el cordero se desviara de nuevo desobedeciendo la voz de su pastor. Ya que el animal herido era incapaz de caminar con la pata quebrada, la costumbre era que el pastor tomara al cordero con sus brazos y lo colocara sobre sus hombros, de esta manera el cordero aprendía que en todo momento su deber es seguir los pasos de su pastor, que tenía que seguirlo a donde quiera que él fuera y a obedecer su voz. Todo esto se llevaba a cabo con el fin de que el cordero aprendiera a no descarriarse y a no desobedecer la voz de su pastor.
Este era el castigo que caía sobre un cordero que desobedecía la voz de su pastor.
La palabra hebrea para castigo es anásh (עָנַשׁ), la cual al analizarla se entiende que el significado de dicha palabra es “observa que te estás cayendo”. La primera letra de esta palabra es la letra Áin (ע), pronunciada como la palabra עין, que literalmente significa ojo o también ‘observar’. El trabajo de un ojo es observar, analizar e investigar. Y la palabra Nash (נש) se refiere al acto de “caer” o “estar cayendo”, lo que nos provee el significado: “observa que te estas cayendo” (עין נש), es decir, observa que te estás apartando del camino. Esto significa que todo castigo de Dios es una advertencia para que el ser humano observe que está cayendo o apartándose del camino correcto, para que una vez advertido comience a rectificar. A partir de aquí podemos entender porque está escrito en el libro de Proverbios, “El Eterno al que ama castiga”. (Pr 3.12). Cuando un pastor quebraba la pata de su cordero que había desobedecido, el castigo caía sobre el cordero con el fin de que él se diera cuenta que había desobedecido a la voz de su pastor, y de esta manera aprendiera a ya no desobedecer.
El motivo por el cual al cordero de Pascua no se le quebraba ningún hueso es porque este cordero tenía que dar la imagen de un cordero que nunca se descarrió y que nunca desobedeció la voz de su pastor. A Ieshúa, que es llamado ‘el justo’ y también ‘el cordero de Dios’, no se le quebró ni un solo hueso, así como tampoco debía de quebrársele ningún hueso al cordero de Pascua. Esto fue llevado a cabo de esta manera porque Ieshúa cumplió el papel como el cordero de Pascua. Ieshúa calificó como el cordero de Pascua porque él nunca cometió pecado, ni desobedeció la voz de su Padre. Él nunca cometió iniquidad, y por esa significante razón es que a Ieshúa no se le quebró ningún hueso.
| El cordero se comerá dentro de la casa; no se sacará afuera ni un solo pedazo, ni le quebrarán ningún hueso. (Éxodo 12:46)
La ordenanza dice que el cordero de Pascua debía de ser sin mancha, y durante su sacrificio y cena “no quebrarán hueso suyo”. Cuando Ieshúa fue sacrificado, Jn enseña que a diferencia de los hombres que estaban colgados a lado suyo, a Ieshúa no le quebraron ni un solo hueso de su cuerpo.
| Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Ieshúa, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. (Jn 19.31-36)
Esto fue llevado a cabo para que se cumpliera la escritura: “No será quebrado hueso suyo”. El texto que Jn estaba citando era el Salmo 34.20 (21 versión judía), donde el salmista había dicho un versículo anterior, “Muchas son las aflicciones del justo” y luego, un versículo después, hablando de este a quien él llama justo, dice que Dios “guarda todos sus huesos; no le será quebrado ni uno de ellos”. Pero, ¿Qué relación tiene la justicia de un individuo con que sus huesos no sean quebrados? La respuesta la encontramos en la costumbre que tenían los antiguos pastores de Israel con el trato con su rebaño.
Cuando un cordero se desviaba del rebaño y se apartaba de su pastor, no obedeciendo a su voz, el pastor, en búsqueda, iba tras el cordero. En el momento que el pastor encontraba al cordero que se había descarriado, él golpeaba al cordero con su cayado y le quebraba una pata. Luego unía de nuevo la pata quebrada con una venda para que la pata sanara y se restaurara. El dolor que sufría este cordero en su pata prevenía que este cordero caminara, de esta manera era imposible que el cordero se desviara de nuevo desobedeciendo la voz de su pastor. Ya que el animal herido era incapaz de caminar con la pata quebrada, la costumbre era que el pastor tomara al cordero con sus brazos y lo colocara sobre sus hombros, de esta manera el cordero aprendía que en todo momento su deber es seguir los pasos de su pastor, que tenía que seguirlo a donde quiera que él fuera y a obedecer su voz. Todo esto se llevaba a cabo con el fin de que el cordero aprendiera a no descarriarse y a no desobedecer la voz de su pastor.
Este era el castigo que caía sobre un cordero que desobedecía la voz de su pastor.
La palabra hebrea para castigo es anásh (עָנַשׁ), la cual al analizarla se entiende que el significado de dicha palabra es “observa que te estás cayendo”. La primera letra de esta palabra es la letra Áin (ע), pronunciada como la palabra עין, que literalmente significa ojo o también ‘observar’. El trabajo de un ojo es observar, analizar e investigar. Y la palabra Nash (נש) se refiere al acto de “caer” o “estar cayendo”, lo que nos provee el significado: “observa que te estas cayendo” (עין נש), es decir, observa que te estás apartando del camino. Esto significa que todo castigo de Dios es una advertencia para que el ser humano observe que está cayendo o apartándose del camino correcto, para que una vez advertido comience a rectificar. A partir de aquí podemos entender porque está escrito en el libro de Proverbios, “El Eterno al que ama castiga”. (Pr 3.12). Cuando un pastor quebraba la pata de su cordero que había desobedecido, el castigo caía sobre el cordero con el fin de que él se diera cuenta que había desobedecido a la voz de su pastor, y de esta manera aprendiera a ya no desobedecer.
El motivo por el cual al cordero de Pascua no se le quebraba ningún hueso es porque este cordero tenía que dar la imagen de un cordero que nunca se descarrió y que nunca desobedeció la voz de su pastor. A Ieshúa, que es llamado ‘el justo’ y también ‘el cordero de Dios’, no se le quebró ni un solo hueso, así como tampoco debía de quebrársele ningún hueso al cordero de Pascua. Esto fue llevado a cabo de esta manera porque Ieshúa cumplió el papel como el cordero de Pascua. Ieshúa calificó como el cordero de Pascua porque él nunca cometió pecado, ni desobedeció la voz de su Padre. Él nunca cometió iniquidad, y por esa significante razón es que a Ieshúa no se le quebró ningún hueso.