La narrativa de los Evangelios registra que después del nacimiento de Ieshúa, el evangelista Mateo se salta por completo la infancia de Ieshúa, hasta su presentación por un personaje llamado "Juan el Bautista". A raíz de esta ausencia de la infancia y época de juventud, los comentaristas de los Evangelios se han formulado la pregunta: ¿por qué Mateo no registró ningún dato acerca de la infancia o juventud de Ieshúa? Es Lucas, después de una ardua investigación acerca de los hechos e historias que fuentes sólidas y congruentes contaban oralmente de la vida de Ieshúa, quien registra un evento a sus doce años de edad (Lc 2.41-52). Cuenta Lucas que la sabiduría, inteligencia y conocimiento de aquel niño de doce años sobrepasaba la de los eruditos y sabios: escribas y fariseos, de edad avanzada y de una vida completamente dedicada al estudio de la Torá y la Masorá. ¿Cómo es pues, que aquellos datos históricos e interesantes de la vida de la infancia y juventud de Ieshúa fueron, por decirlo de alguna manera, olvidados e ignorados por los Evangelistas en sus escritos? Parece por lo recién dicho, que no poseían con precisión y fidelidad aquellas historias de Ieshúa durante su juventud, o quizás por la persecución que sufrieron los primeros discípulos de Ieshúa tanto por judíos que rechazaban a toda costa la identidad de Ieshúa como el Mashíaj, como por los romanos que perseguían al pueblo judío, se vieron obligados a registrar con brevedad, los hechos de Ieshúa desde que fue ungido por el Espíritu de Elohím, y el resto fue transmitido oralmente.
Por la lectura de la narrativa del evangelio de Mateo podemos deducir que una de las intenciones de Mateo era reflejar la vida de Moshé en la vida de Ieshúa, ¿con qué valor y propósito? Pues era en aquel entonces una premisa fundamental que la vida del Mesías se asemejaría en casi toda forma imaginable a la de Moshé (): "como el primer redentor (Moshé), será el último redentor (el Mesías)" fue un axioma rabínico bastante común. Esta premisa se convirtió en la referencia principal del rabinismo de aquel entonces para poder así identificar al Mesías del pueblo de Israel. Después de todo, "nunca se levantó otro profeta como Moshé" (Dt 34.10), pero en el mismo libro de la Torá se hizo una promesa que serviría como referencia para conocer quién sería el Mesías: "levantaré profeta en medio de sus hermanos, como tú" (Dt 18.18). Cuando leemos aquellos libros que fueron escritos por Moshé notamos que muy pocas veces Moshé escribió profecías directas como lo hicieron el resto de los profetas del Tanáj (AT). Y es que, a pesar de que Moshé no escribe profecía como oráculo enigmático, gran parte de la vida de Moshé registrada en la Torá era una imagen casi vívida de aquello que haría el Mesías cuando caminara en la tierra. Por lo tanto, debemos de ver a Moshé como un personaje real pero tipológico de la vida del Mesías, y es esta es la razón por la que Moshé es considerado hasta el día de hoy, el profeta de los profetas. No hay, ni nunca ha habido un profeta como Moshé, porque los otros profetas anunciaron la venida del Mesías con su boca, pero Moshé anunció la vida de Ieshúa con su propia vida y hechos.
Por lo tanto, si Mateo logra, por decir de alguna manera, mostrarle al pueblo judío al cual él pertenecía, que la vida de Ieshúa cumplía con todos los requisitos para ser aquel profeta como Moshé (Dt 18.18), entonces esto sería evidencia para demostrar que Ieshúa era quien decía ser: el Mashíaj, el Hijo de Elohím.
A este tipo de estudio y lectura de las narrativas de la Torá se les llama midrásh": una historia que está escrita con un propósito, mostrar mediante ilustraciones y textos didácticos, un evento similar que sucederá en el futuro. El midrash no exige ser una ficción. Tenemos el ejemplo que escribió el mismo Moshé en el libro de Génesis, cuando un padre tuvo un hijo unigénito, el cual iba a ser sacrificado, es decir, la historia de Avraham y su hijo Itzjáq, que fueron figura ilustrativa de la vida y sacrificio del Mesías Ieshúa. Así también Ieshúa nos enseñó que como Jonás estuvo tres días y tres noches en el gran pez, así estaría él en el corazón de la tierra (), creando de esta manera un midrásh de la vida e historia de Jonás en el Mesías. También dijo, que como fue levantada aquella serpiente por Moshé, así sería levantado el Mesías (), creando así un texto didáctivo que refleja la vida del Mesías. Podría decirse que el midrásh es una historia con tipologías, y que toda la Torá y sus historias tienen un propósito fundamental, la Torá nos ayuda no solo a afrontar el presente y a recordar el pasado, sino a crear y conocer el futuro. Dicho esto, por la narrativa que tuvo Mateo en el evangelio de su autoría, podemos ver una influencia notable sobre la premisa rabínica de aquella época que decía que la vida del Mesías sería similar a la de Moshé en casi toda forma imaginable.
De esta manera Mateo construye su composición literaria como el cumplimiento de aquello que la vida de Moshé había anunciado. Es por esto que, sin perder el midrásh que Mateo está construyendo, el autor del evangelio se salta, y probablemente con intención, toda la infancia y juventud de Ieshúa hasta su madurez. Así también como tipo de esta historia dice en Éx 2:11: «en aquellos días crecido ya Moshé», pasa todo el tiempo desde la temprana juventud de Moshé, cuando su madre lo devolvió a la hija de Faraón, hasta que tenía ya cuarenta años (Hch 7.23). Entre la infancia de Moshé y el comienzo de su obra redentora hay un intervalo de cuarenta años transcurridos en la oscuridad del desierto de Madián; y entre la infancia de Ieshúa y su entrada en la historia de Israel como último Redentor hay un intervalo de treinta años transcurridos en la oscuridad de una aldea galilea. Mientras que Moshé fue anunciado en su nacimiento, y luego se oculta toda su infancia y juventud, apareciendo hasta su madurez, así también se anuncia el nacimiento de Ieshúa, se oculta su infancia y juventud, y aparece hasta su madurez, a lo que da el valor a lo que dice Mateo: " En aquellos días" (Mateo 3:1).
Parece evidente que Mt usó estos esquemas literarios no por razón del gusto y procedimientos ambientales, sino pretendió directamente presentar a Ieshúa como el nuevo Moisés, libertador del “pueblo de sus pecados” (Mt 1:21). El midrash de todo el capítulo 1 y 2 es demasiado notable para ser casual. Lo que destacan los críticos es que aquellos escritores de la antigüedad judía eran más complejos e intencionados de lo que se podría pensar.
De la lectura del éxodo y de los pasajes midráshicos antes citados se ven una serie de elementos que aparecen como un posible “doble” de la descripción de este pasaje de Mt. Es verdad que no tienen el mismo desarrollo o motivo, pero sí se relata una coincidencia evocadora de un mismo hecho — v.g., huida, matanza. —. Es un procedimiento literario judío conocido.
"El que lee la Torá como un libro de historia no ha entendido nada " ().
La inmersión en agua de Ieshúa tiene propósito de gran importancia para que su relato fuera mencionado en los evangelios sinópticos y el evangelio de Jn. Es uno de los únicos eventos que se menciona en todos los evangelios, pues no solo era el testimonio de Juan el Bautista, sino el testimonio que Ieshúa, al ser aquel en quien el Espíritu de Elohím descendía, venía a ser, según la terminología hebraica, el Mashíaj-Ungido-Cristo.
El Escenario.
La narrativa del Bautismo, a lo que yo llamo, la Inmersión de Ieshúa, en agua, para recibir así el Espíritu de Elohím, parece evocar un versículo del profeta Isaías. Le llamo "inmersión", ya que el griego bautismos (), significa "inmersión", de donde proviene el hebreo "tevilá", que también significa "inmersión" en agua. Aquel texto del profeta Isaías que parece evocar es Is
Por la lectura de la narrativa del evangelio de Mateo podemos deducir que una de las intenciones de Mateo era reflejar la vida de Moshé en la vida de Ieshúa, ¿con qué valor y propósito? Pues era en aquel entonces una premisa fundamental que la vida del Mesías se asemejaría en casi toda forma imaginable a la de Moshé (): "como el primer redentor (Moshé), será el último redentor (el Mesías)" fue un axioma rabínico bastante común. Esta premisa se convirtió en la referencia principal del rabinismo de aquel entonces para poder así identificar al Mesías del pueblo de Israel. Después de todo, "nunca se levantó otro profeta como Moshé" (Dt 34.10), pero en el mismo libro de la Torá se hizo una promesa que serviría como referencia para conocer quién sería el Mesías: "levantaré profeta en medio de sus hermanos, como tú" (Dt 18.18). Cuando leemos aquellos libros que fueron escritos por Moshé notamos que muy pocas veces Moshé escribió profecías directas como lo hicieron el resto de los profetas del Tanáj (AT). Y es que, a pesar de que Moshé no escribe profecía como oráculo enigmático, gran parte de la vida de Moshé registrada en la Torá era una imagen casi vívida de aquello que haría el Mesías cuando caminara en la tierra. Por lo tanto, debemos de ver a Moshé como un personaje real pero tipológico de la vida del Mesías, y es esta es la razón por la que Moshé es considerado hasta el día de hoy, el profeta de los profetas. No hay, ni nunca ha habido un profeta como Moshé, porque los otros profetas anunciaron la venida del Mesías con su boca, pero Moshé anunció la vida de Ieshúa con su propia vida y hechos.
Por lo tanto, si Mateo logra, por decir de alguna manera, mostrarle al pueblo judío al cual él pertenecía, que la vida de Ieshúa cumplía con todos los requisitos para ser aquel profeta como Moshé (Dt 18.18), entonces esto sería evidencia para demostrar que Ieshúa era quien decía ser: el Mashíaj, el Hijo de Elohím.
A este tipo de estudio y lectura de las narrativas de la Torá se les llama midrásh": una historia que está escrita con un propósito, mostrar mediante ilustraciones y textos didácticos, un evento similar que sucederá en el futuro. El midrash no exige ser una ficción. Tenemos el ejemplo que escribió el mismo Moshé en el libro de Génesis, cuando un padre tuvo un hijo unigénito, el cual iba a ser sacrificado, es decir, la historia de Avraham y su hijo Itzjáq, que fueron figura ilustrativa de la vida y sacrificio del Mesías Ieshúa. Así también Ieshúa nos enseñó que como Jonás estuvo tres días y tres noches en el gran pez, así estaría él en el corazón de la tierra (), creando de esta manera un midrásh de la vida e historia de Jonás en el Mesías. También dijo, que como fue levantada aquella serpiente por Moshé, así sería levantado el Mesías (), creando así un texto didáctivo que refleja la vida del Mesías. Podría decirse que el midrásh es una historia con tipologías, y que toda la Torá y sus historias tienen un propósito fundamental, la Torá nos ayuda no solo a afrontar el presente y a recordar el pasado, sino a crear y conocer el futuro. Dicho esto, por la narrativa que tuvo Mateo en el evangelio de su autoría, podemos ver una influencia notable sobre la premisa rabínica de aquella época que decía que la vida del Mesías sería similar a la de Moshé en casi toda forma imaginable.
De esta manera Mateo construye su composición literaria como el cumplimiento de aquello que la vida de Moshé había anunciado. Es por esto que, sin perder el midrásh que Mateo está construyendo, el autor del evangelio se salta, y probablemente con intención, toda la infancia y juventud de Ieshúa hasta su madurez. Así también como tipo de esta historia dice en Éx 2:11: «en aquellos días crecido ya Moshé», pasa todo el tiempo desde la temprana juventud de Moshé, cuando su madre lo devolvió a la hija de Faraón, hasta que tenía ya cuarenta años (Hch 7.23). Entre la infancia de Moshé y el comienzo de su obra redentora hay un intervalo de cuarenta años transcurridos en la oscuridad del desierto de Madián; y entre la infancia de Ieshúa y su entrada en la historia de Israel como último Redentor hay un intervalo de treinta años transcurridos en la oscuridad de una aldea galilea. Mientras que Moshé fue anunciado en su nacimiento, y luego se oculta toda su infancia y juventud, apareciendo hasta su madurez, así también se anuncia el nacimiento de Ieshúa, se oculta su infancia y juventud, y aparece hasta su madurez, a lo que da el valor a lo que dice Mateo: " En aquellos días" (Mateo 3:1).
Parece evidente que Mt usó estos esquemas literarios no por razón del gusto y procedimientos ambientales, sino pretendió directamente presentar a Ieshúa como el nuevo Moisés, libertador del “pueblo de sus pecados” (Mt 1:21). El midrash de todo el capítulo 1 y 2 es demasiado notable para ser casual. Lo que destacan los críticos es que aquellos escritores de la antigüedad judía eran más complejos e intencionados de lo que se podría pensar.
De la lectura del éxodo y de los pasajes midráshicos antes citados se ven una serie de elementos que aparecen como un posible “doble” de la descripción de este pasaje de Mt. Es verdad que no tienen el mismo desarrollo o motivo, pero sí se relata una coincidencia evocadora de un mismo hecho — v.g., huida, matanza. —. Es un procedimiento literario judío conocido.
"El que lee la Torá como un libro de historia no ha entendido nada " ().
La inmersión en agua de Ieshúa tiene propósito de gran importancia para que su relato fuera mencionado en los evangelios sinópticos y el evangelio de Jn. Es uno de los únicos eventos que se menciona en todos los evangelios, pues no solo era el testimonio de Juan el Bautista, sino el testimonio que Ieshúa, al ser aquel en quien el Espíritu de Elohím descendía, venía a ser, según la terminología hebraica, el Mashíaj-Ungido-Cristo.
El Escenario.
La narrativa del Bautismo, a lo que yo llamo, la Inmersión de Ieshúa, en agua, para recibir así el Espíritu de Elohím, parece evocar un versículo del profeta Isaías. Le llamo "inmersión", ya que el griego bautismos (), significa "inmersión", de donde proviene el hebreo "tevilá", que también significa "inmersión" en agua. Aquel texto del profeta Isaías que parece evocar es Is