Mt relata la venida a Jerusalén de unos «magos de Oriente».[1] La venida de unos magos a Ieshúa y la adoración u homenaje que en su infancia le tributaron, es uno de los episodios con más investigación en el libro de Mt. La estrella que se les apareció a los magos, les comunicó a un tiempo revelación, y los obligó a emprender un viaje largo, con el fin de buscar al nuevo rey. A la vista de este fenómeno, parece ser que trajeron a su memoria una antigua profecía que mil y quinientos años antes pronunció Balaam. Al parecer se acordaban que había predicho: Nacerá una estrella de Jacob, y se levantará un dominador de Israel. (Nm 24.17). Se les hizo conocer que este nuevo astro era la señal de ese nuevo rey. Llegan a Jerusalén y preguntan: ¿En dónde está el nuevo rey? Se les responde, que Belén es en donde debe nacer el Mesías. Van allá; encuentran al niño, se postran ante él y le ofrecen sus dones.
El nombre magos se toma o en un sentido genérico por toda clase de magos, adivinos, agoreros e intérpretes de sueños; o por los sacerdotes y adivinos de los Persas, a los cuales se daba particularmente el nombre de magos. Este nombre trae su origen del hebreo Moug o Mag, que significa fundirse, escurrirse; y en sentido figurado acobardarse.[2] Se creía que la magia tenia virtud de infundir temor a los ejércitos, y que los magos por su arte podían causar estos efectos en las tropas de sus enemigos. Otros lo derivan del hebreo Haga, de donde viene מָגִים (maguim),[3] los que susurran o hablan bajo y entre dientes, como hacen los encantadores en sus oraciones y ceremonias mágicas.[4]
Los antiguos[5] enseñan que los magos de los Persas debían nacer de un incesto de un hijo con su madre, del padre con su hija, lo que allí no era muy raro no estando prohibidos semejantes matrimonios. Su principal estudio era la teología y la religión: ellos fueron sacerdotes y adivinos de los Persas.[6] Su profesión era de la más alta distinción, y aún los reyes estaban obligados a instruirse bajo su dirección.[7] Su lugar era entre los consejeros del príncipe.[8] Sin su intervención ninguna cosa se decidía. Castigaban o premiaban como les parecía. Cambíses cuando salió con su ejército contra Egipto, dejó el gobierno de su imperio a magos; y después de la muerte de este príncipe, se apoderaron de la autoridad soberana, y conservaron el mando por mucho tiempo.
La mayor parte de los magos despreciaban las riquezas, vivían en gran retiro, y practicaban excesivas austeridades.[9] Se acostaban sobre la tierra desnuda, y solo se alimentaban con pan, legumbres y queso. Su ropaje era blanco: obedecían a un superior instituido de los de su cuerpo. No quemaban los cadáveres, temiendo manchar el fuego, a quien miraban con un soberano respeto. Su principal estudio era la magia;[10] predecir lo futuro, interpretar los sueños y leer en los astros la buena o mala ventura de los hombres. No tenían templos, altares ni estatuas, no creyendo que la divinidad fuese capaz de encerrarse en lugar alguno; pero conservaban un fuego perpetuo en un gran cercado sin techo donde entraban todas las mañanas llevando un manojo de varas, haciendo largas oraciones, y teniendo cubierta la cabeza con un bonete, y usando pendientes que les colgaban sobre los carrillos y aún sobre los labios.[11] Sus sacrificios los hacían sobre las montañas y los montes en un lugar puro. El mago hacia primero una larga oración teniendo en su cabeza la tiara; después se mataba la víctima con un golpe de maza; se destrozaba, y las partes se ponían sobre una cama de yerbas frescas, y después de haber cantado la teogonía, o la genealogía de los dioses, se llevaban la carne de la víctima, y usaban de ella según les parecía. He aquí lo que eran los magos.
En cuanto a la profesión de los magos de Mt, sabemos que muchos padres[12] creyeron que los que vinieron a adorar a Ieshúa, eran verdaderos encantadores, que ejercían las artes de la magia y de la adivinación, astrología judiciaria y encantamientos. Los mas de los antiguos tenían el mismo concepto de Balaam creyéndolo idólatra y verdadero mago.[13] Aunque otros padres[14] y muchos intérpretes[15] han creído que la magia de los que vinieron a adorar a Ieshúa, así como la de Balaam, era una magia natural. Sin embargo, en otras partes del Nuevo Testamento, los magos en el primer siglo se ven de manera bastante desfavorable (Hch 8: 9; 13: 6, 8).
El abad Ruperto[16] los nombra profetas e inspirados. Tertuliano[17] parece decir, que la astrología fue por la que los magos conocieron la venida del Mesías. Lo que hay de cierto es, que según Josefo[18] y también según los autores profanos de aquel tiempo,[19] todo el Oriente estaba entonces esperando un monarca que debía salir de la Judea e imperar en todo el mundo.
Cornelio Tácito (en latín, Cornelius Tacitus; c. 55-c. 120), en Vespasiano 4.5, escribe: "Se había extendido por todo el Oriente una creencia antigua y muy firme, de que en ese tiempo estaba destinado a los hombres que venían de Judea a gobernar el mundo".[20] Y Suetonio nos habla de la misma creencia, "en todo el Oriente se esperaba, que en esa época surgiría un rey de Judea, que gobernaría sobre todo el mundo".[21] Josefo también informa que los judíos tenían la creencia de que «hacia ese tiempo uno de su país se convertiría en el gobernador de todo el mundo».[22]
La identidad de los Magos como Reyes
Comúnmente se dice que los magos de Mt eran reyes en su país;[23] pero los antiguos no se han expresado de una manera tan positiva. El autor del sermón sobre el bautismo, citado bajo el nombre de Cipriano,[24] expresamente da a los magos el nombre de reyes; mas esta obra es de un amigo de Bernardo, llamado Arnaldo abad de Boneval. El autor de los sermones ad Fratres in eremo,[25] bajo el nombre de Agustín, les hace también el mismo honor; pero todos saben que este escritor es muy moderno, que vivió en el siglo trece, y talvez en el catorce. El sermón dúo décimo, publicado en otro tiempo bajo el nombre de Ambrosio,[26] claramente les da el nombre de tres reyes; pero este sermón es de Cesario de Arles que vivía en el sexto siglo; y aun el nombre de reyes está allí muy dudoso, y parece que se añadió después. Pascasio Radbert[27] que florecía en el siglo nono en la abadía de Corbia, verdaderamente está decidido por la real dignidad de los magos: Magos reges ertitisse, nemo qui historias legit gentilium, ignorat. Teofilácto[28] entre los griegos reconoce por reyes a los magos; pero Nicéforo[29] mas antiguo que él se contenta con decir que eran ilustres así por su ciencia como por su poder. Es verdad que se cita a Tertuliano[30] como reconociéndolos reyes; mas este autor después de haber referido estas palabras del salmo: Los reyes de Arabia y de Sabá le ofrecerán dones (Sal 72.10), simplemente añade: Porque el Oriente comúnmente tiene a los magos por reyes. Esto es lo mas fuerte que encontramos entre antiguos y modernos en favor de esta opinión. Lo que es más conforme a lo relatado también por el rey David en el Salmo (72.10): Que los reyes de los árabes, y de Sabá ofrecerían presentes al Mesías. De aquí han creído algunos intérpretes que los Magos, fueron reyes; o por lo menos de los principales y más nobles del país. Esta profecía del Salmo 72.10-11, fue interpretada por varios antiguos judíos (Zohar en Gn fol. 71. 1) como una profecía en espera al cumplimiento del Mesías. Dado que los reyes estaban obligados a instruirse bajo la dirección de los magos,[31] podría deducirse que estos magos de Oriente llegan a Jerusalén en nombre y bajo la autoridad de los reyes del imperio del país de donde procedían, puesto que los magos eran servidores del imperio y reino de algún gobernador, y esto puede deducirse por la procedencia real de los regalos que ofrecieron al Mesías.
Sobre su número y nombre nada hay cierto. En las pinturas de las catacumbas y antiguos monumentos aparecen representados a veces dos (iglesia de los Santos Pedro y Marcelino, siglo iii), cuatro en las catacumbas de Domitila (siglo iv); otras veces se los representa en número de seis. Y hasta llegan a doce en algunas representaciones sirias y armenias.[32] Este número es usado por razones de simetría. Pero, ordinariamente, aparecen tres en las representaciones, sugeridos, sin duda, por los tres regalos que cita Mt. En la tradición occidental se ponen tres; parece que es Orígenes el primero que usa este número. Lo único que se sabe por el texto es que fueron varios, ya que usa la forma plural «magos». Más tarde se fija el número de tres por hacerlos representantes de las tres razas después del diluvio: Sem, Cam y Jafet. Ya desde el siglo xii se representa a Melcor, de color gris y larga barba, como representante de la raza de Jafet (Europa), y ofrece oro; Gaspar, joven y rubio, es representante de los semitas (Asia), y ofrece incienso; y Baltasar, moreno y con negra barba, es el representante de los cainitas (África), y ofrece mirra.[33]
En la Iglesia Oriental, donde, al parecer, había menos deseo de encontrar significados simbólicos que magnificar las circunstancias de la historia, las tradiciones asumen un carácter diferente. Los magos llegan a Jerusalén con un séquito de mil hombres, después de haber dejado atrás, en la otra orilla del Éufrates, un ejército de siete mil.[34] Según la tradición de la Iglesia Oriental[35] vinieron del más remoto Oriente, y se les había enseñado a esperar la estrella por un escrito. Esa expectativa se transmitió de padres a hijos. Doce de los más sabios fueron designados para estar siempre en guardia. Su puesto de observación era una roca conocida como el Monte de la Victoria. Noche tras noche se lavaban en agua pura, rezaban y contemplaban los cielos. Finalmente apareció la estrella. Y se dirigieron a Judea por orden de un ángel. Comenzaron su viaje de dos años, y durante todo ese tiempo el alimento nunca les faltó. Los regalos que traen son los que Abraham dio a sus progenitores, los hijos de Ketura, que la reina de Saba había presentado a su vez a Salomón.[36]
¿De dónde proceden?
El texto dice que «de oriente», o mejor aún, «de las regiones orientales» (απὸ ἀνατολῶν). Y ellos mismos dirán que vieron su estrella «en oriente». La referencia «en el oriente» es, sin duda, una referencia al punto cardinal. Pero al tratar de precisar la región concreta a la cual se refiere este «oriente», las divergencias de localización, entre los autores, es triple: Persia, Caldea, Arabia.
Persia.—El haberse creído que los magos eran persas, es probablemente lo que hizo decir a muchos antiguos[37] que los magos de quienes hablamos salieron de Persia para adorar a Ieshúa. Esta opinión ha tenido muchísimos defensores entre los intérpretes modernos.[38] Los armenios[39] pretenden que los magos eran naturales de la ciudad de Maveg, sobre el lago de Ran en Armenia persa. El Evangelio apócrifo sobre la infancia del Mesías, cree que eran discípulos de Zoroastro, y por consiguiente que vinieron de la Persia. Pero las mas de estas conjeturas son indefendibles. Por lo relativo al nombre de magos que es por lo que se ha creído que venían de Persia, eso nada prueba para el tiempo de que hablamos; porque desde que los Persas extendieron su imperio bajo Ciro y sus sucesores en la mayor parte del Oriente, se dio el nombre de magos a los mas de los sacerdotes y adivinos sujetos a esa monarquía, y de ahí ha venido la equivocación de esta opinión. Bajo este nombre se comprenden los adivinos o profetas de los Caldeos, de los Árabes y de otros pueblos; y hay la mayor verosimilitud de que Mt tomó en este lugar el nombre de magos según toda la extensión que tenia en su tiempo en todo el Oriente, significando magos, adivinos, agoreros, sabios religiosos por profesión, y los que predicen lo por venir por el aspecto de los astros o por otra vía.
Caldea.—También Caldea—Babilonia—era país de «magos» astrólogos. Es pueblo que estuvo en mayor contacto con Israel, por lo que pudieron conocer mejor sus esperanzas mesiánicas. Sin embargo, aunque Caldea fue ciertamente famosa por sus magos, en el lenguaje de la Escritura se localiza al norte de Judea,[40] y no parece que, aun estando al oriente de Judea, sea éste el calificativo bíblico de este punto cardinal. Pues, en Joel (2.20), el asirio-babilónico, el enemigo por excelencia de Israel, es llamado «el septentrional», porque las invasiones de este pueblo se hacían en Judea por el norte. También son llamados “las familias del norte” en el libro del profeta Jeremías (Jer 1.14,15) y “He aquí que viene pueblo de la tierra del norte” (Jer 6.22). Lo mismo que el comercio de Mesopotamia con Judea se hacía por las rutas de Siria. La Mesopotamia venía, por este concepto, a ser como país situado al norte.
Arabia.—El texto dice que «de oriente». La Arabia Desierta, país del Oriente por excelencia, su comercio y las invasiones a Judea se hacían por Moab y el Jordán. Tácito describe a la Arabia,[41] “hacia el oriente de Judea". Los filósofos de la Arabia eran conocidos entonces con el nombre general de magos.[42] Porfirio,[43] asegura que Pitágoras consultaba a los sabios de la Arabia. Grotius cita a Ptolomeo, diciendo: Arabia era el magorum sinus, es decir, “el receptáculo de los magos”. Epifanio[44] y otros padres,[45] por tradición recibida, dicen que los magos de Mt eran de la posteridad de Abraham con Keturá. Abraham habiendo dado todos sus bienes a Isaac, distribuyó otros dones a los hijos que tuvo con Keturá y los envió al Oriente,[46] es decir, a la Arabia Desierta. Todos estos países de la Arabia a donde fueron enviados los hijos de Abraham con Keturá son conocidos en la Escritura bajo el nombre de Oriente (véase Jue 6.3; Job 1.3; Jeremías 49.28).[47] El erudito Dr. Alix dijo, que los judíos creían que hubo profetas en el reino de Arabia, especialmente en Saba, siendo ellos de la posteridad de Abraham, por Ketura, y que profetizaron sucesivamente en nombre de Dios, lo que habían recibido por tradición de la boca de Abraham. Y así, cuando Salomón fue exaltado al reino, estos árabes[48] dijeron: tal vez él sea el Mesías, y por lo tanto vinieron a él, “con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas” (1R 10.2); para esto cita a Bereshit Rabatí de Moshé ha-Darshan 25b, que dice textualmente: “Abraham dijo: "Isaac es mi hijo precioso. Cualquiera de las naciones que esclavice a Isaac y a sus descendientes será castigado severamente en el Gehinom (Infierno). Por lo tanto, vosotros (sus hijos con Keturá) permaneceréis lejos en el Oriente. Mientras que los hijos de Isaac estén bajo esclavitud entre las naciones, vosotros permaneceréis allí. Pero cuando escuchéis que ellos viven en paz y sin peligro, id a ellos y servidles. De esta manera vosotros seriés merecedores del Cuerno del Mesías.”[49] En los días de Salomón, algunos de ellos vinieron a servir al pueblo judío, pensando que Salomón era el Rey Mesías. Cuando notaron que él no lo era, regresaron al Oriente. Ciertamente regresarán en la aparición del Mesías.” (Midrash Bereshit Rabatí Moshé Hadarshán 25b; Midrash Hagadol sobre Bereshit 25.6).[50]
Obsérvese también que, los regalos que ofrecen estos magos de Mt eran las mercancías nativas de Arabia; "El oro de Saba en Arabia", (Sal 72.15). Herodotus (ca. 490-425 a.E.C.) afirma que: “Arabia es el único país que produce incienso, mirra, cassia, canela, y ledanum”,[51] y comenta que: “Respecto a las especias de Arabia no se diga más. Toda la región está perfumada con ellas, y exhala una fragancia maravillosamente dulce”.[52] Por eso se llama Felix, la Arabia Feliz. “En ninguna parte hay incienso", dice Plinio, "excepto en Arabia". Y Virgilio, "El árbol de incienso pertenece solo a los sabeos".[53] En la Arabia también hay abundancia de mirra y especias.[54] En el mismo país hay una cantidad de oro tan grande que su mobiliario es resplandeciente, y en Saba, incluso las cadenas de los prisioneros están hechas de oro.[55] Y esto responde mejor a la profecía de Isaías, quien predice (Is 60:6)[56] que los Sabeos, Madios y Efa, que son todos árabes, irán al Mesías con regalos; oro e incienso, “Te cubrirán muchedumbres de camellos, de dromedarios de Madián y de Efa. Todos vienen de Saba, trayendo oro e incienso, pregonando las glorias de Hashem.“[57] [58] Madián fue un hijo de Abraham por Keturá, y Efa fue un hijo de Madián (véase Gn 25.4), estos y su posterioridad habitaron en la Arabia. Lo que es conforme también a lo profetizado por el rey David en el Salmo 72.10-11:[59] que los reyes de los árabes, y de Sabá ofrecerían regalos al Mesías. De aquí, resaltamos nuevamente, han creído algunos intérpretes que los magos de Mt, fueron reyes; o por lo menos de los principales y más nobles del país.
La opinión que acabamos de fundar sobre el país de los magos, haciéndolos venir de la Arabia Desierta, es muy común entre los padres[60] e intérpretes,[61] y está apoyada en buenas pruebas tomadas de la noción de la voz Oriente que la Escritura fija al país que hemos nombrado. Es, pues, lo más probable que por estas «regiones orientales» se designa, en el relato de Mt, alguna de estas regiones situadas en esta gran zona de Arabia. Debe agregarse la facilidad que hay de venir desde este país que está sobre el Éufrates en pocos días a Jerusalén, ciudad fuerte conocida en todas las provincias de que hablamos.
La Estrella de Oriente
Existe un elemento midrásico procedente de Nm 24.17, el relato de Balaám el mago;[62] la estrella y el cetro de esta profecía, parece que están encarnados en una persona.[63] En la literatura rabínica y de la época judía del primer siglo se identifica la estrella y el cetro con el Mesías.[64] Los judíos esperaban que una estrella apareciera en el momento de la venida del Mesías, dice el Zohar: “El rey Mesías será revelado en la tierra de Galilea, y he aquí una estrella en el oriente se tragará siete estrellas en el norte, y una llama de fuego rojo estará en el firmamento por seis días.”[65] También en la misma obra dice: “Cuando el Mesías sea revelado, se levantará en el oriente una Estrella que arderá con todo tipo de colores, y todos los hombres la verán.”[66] Y una vez más el Zohar dice: “El santo bendito Dios ha establecido construir Jerusalén y que una determinada estrella aparezca muy resplandeciente con siete colas brillantes en medio del firmamento, y entonces el Rey Mesías será revelado en todo el mundo.”[67] Los Magos del oriente, corresponde a la misma procedencia del mago Balaam, quien también provenía “de las montañas del Oriente” (Nm 23.7). La misma profecía comienza con una imagen que se yergue ante los ojos mentales del vidente. «Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca: Saldrá estrella de Jacob, entonces se levantará cetro de Israel». Los sufijos de אֶרְאֶנּוּ (Lo veré), y עֲשׁוּרֶנּוּ (Lo miraré) se refieren a la estrella que se menciona, la cual Balaam ve en espíritu, pero «no ahora», es decir, no como si ya hubiese aparecido, y «no de cerca», es decir, no se refiere a Israel, porque en ese momento lo estaba viendo acampado, y no a gran distancia, sino más bien, se refiere a un tiempo futuro, como comienza su profecía con la imagen «los postreros días»[68] que es una referencia al tiempo mesiánico.[69] Los nacimientos y ascensos de grandes reyes eran anunciados por la aparición de estrellas.[70] Si hubiese alguna duda de que la estrella representaba la aparición de un rey, ésta sería eliminada por completo por la frase paralela: «se levantará cetro de Israel». El cetro es el símbolo de poder real, y en su forma más temprana era un bastón largo, el cual el rey sostenía en su mano cuando hablaba en asambleas públicas (por ejemplo, Agamenón, Il. 2, 46, 101); y cuando se sentaba en su trono lo descansaba entre sus pies, inclinándolo hacia sí mismo (véase la representación de un rey persa en las ruinas de Persépolis, Niebuhr Reisebeschr. ii. 145). Este mismo cetro que fue introducido como símbolo de dominio en la bendición de Jacob (Gn 49.10), se emplea aquí con la representación de una estrella. La profecía del mago Balaam dice, “Saldrá (lit. caminará) Estrella de Jacob, entonces se levantará cetro de Israel.” (Nm 24:17). El significado es el siguiente: cuando una estrella, como literalmente se lee en el hebreo דרך “camine” o “conduzca”,[71] su curso desde Jacob, es decir, desde arriba, o sobre la tierra de Israel, entonces un cetro, es decir, un rey, se levantará de Israel. [72] [73]
Otro elemento midrásico procede del nacimiento de Moshé. Herodes en la narración del evangelio toma el lugar del faraón, y los asesores del faraón fueron identificados en el midrash como magos (cf. Filo de Alejandría, Vita Mosis 1.92; b. Sanedrín 101a; Midrash Rabá 1.9), y uno de estos magos era Balaam hijo de Beor (cf. Eusebio, Supplementa Quaestionum ad Stephanum; b. Sotah 11a; Sefer Zikhronot 44.9; cf. Diodore de Tarso en Balaam como astrólogo), quien se creía ser el antepasado de todos los magos posteriores, y cuyos hijos eran otros dos magos del faraón, Janes y Jambres (cf. Targum Pseudo-Jonathan Éx 1: 15-16, Nm 22:22; Sefer Zikhronot, 45,2, 47,6; 2Ti 3:8). Y por último, Mt también utiliza otro elemento midrásico procedente de la tradición judía; durante el nacimiento de Abraham magos vieron una estrella en el oriente que también anunció su nacimiento. Así como los magos del Oriente dieron la noticia a Herodes sobre el nacimiento del rey de Israel, estos magos también dieron la noticia al rey Nimrod sobre el nacimiento de Abraham (Séfer ha-Yashar 8.1-13). Los magos dijeron a Nimrod: “Cuando nuestro padre Abraham nació, una estrella del oriente vino y consumió a cuatro estrellas de los cuatro confines del cielo. Los magos dijeron a Nimrod: “Un hijo a nacido a Téraj y una nación saldrá de él, la cual heredará este mundo y el mundo por venir.” (Maasé Avraham, 43 en Laj, 9).
El nombre magos se toma o en un sentido genérico por toda clase de magos, adivinos, agoreros e intérpretes de sueños; o por los sacerdotes y adivinos de los Persas, a los cuales se daba particularmente el nombre de magos. Este nombre trae su origen del hebreo Moug o Mag, que significa fundirse, escurrirse; y en sentido figurado acobardarse.[2] Se creía que la magia tenia virtud de infundir temor a los ejércitos, y que los magos por su arte podían causar estos efectos en las tropas de sus enemigos. Otros lo derivan del hebreo Haga, de donde viene מָגִים (maguim),[3] los que susurran o hablan bajo y entre dientes, como hacen los encantadores en sus oraciones y ceremonias mágicas.[4]
Los antiguos[5] enseñan que los magos de los Persas debían nacer de un incesto de un hijo con su madre, del padre con su hija, lo que allí no era muy raro no estando prohibidos semejantes matrimonios. Su principal estudio era la teología y la religión: ellos fueron sacerdotes y adivinos de los Persas.[6] Su profesión era de la más alta distinción, y aún los reyes estaban obligados a instruirse bajo su dirección.[7] Su lugar era entre los consejeros del príncipe.[8] Sin su intervención ninguna cosa se decidía. Castigaban o premiaban como les parecía. Cambíses cuando salió con su ejército contra Egipto, dejó el gobierno de su imperio a magos; y después de la muerte de este príncipe, se apoderaron de la autoridad soberana, y conservaron el mando por mucho tiempo.
La mayor parte de los magos despreciaban las riquezas, vivían en gran retiro, y practicaban excesivas austeridades.[9] Se acostaban sobre la tierra desnuda, y solo se alimentaban con pan, legumbres y queso. Su ropaje era blanco: obedecían a un superior instituido de los de su cuerpo. No quemaban los cadáveres, temiendo manchar el fuego, a quien miraban con un soberano respeto. Su principal estudio era la magia;[10] predecir lo futuro, interpretar los sueños y leer en los astros la buena o mala ventura de los hombres. No tenían templos, altares ni estatuas, no creyendo que la divinidad fuese capaz de encerrarse en lugar alguno; pero conservaban un fuego perpetuo en un gran cercado sin techo donde entraban todas las mañanas llevando un manojo de varas, haciendo largas oraciones, y teniendo cubierta la cabeza con un bonete, y usando pendientes que les colgaban sobre los carrillos y aún sobre los labios.[11] Sus sacrificios los hacían sobre las montañas y los montes en un lugar puro. El mago hacia primero una larga oración teniendo en su cabeza la tiara; después se mataba la víctima con un golpe de maza; se destrozaba, y las partes se ponían sobre una cama de yerbas frescas, y después de haber cantado la teogonía, o la genealogía de los dioses, se llevaban la carne de la víctima, y usaban de ella según les parecía. He aquí lo que eran los magos.
En cuanto a la profesión de los magos de Mt, sabemos que muchos padres[12] creyeron que los que vinieron a adorar a Ieshúa, eran verdaderos encantadores, que ejercían las artes de la magia y de la adivinación, astrología judiciaria y encantamientos. Los mas de los antiguos tenían el mismo concepto de Balaam creyéndolo idólatra y verdadero mago.[13] Aunque otros padres[14] y muchos intérpretes[15] han creído que la magia de los que vinieron a adorar a Ieshúa, así como la de Balaam, era una magia natural. Sin embargo, en otras partes del Nuevo Testamento, los magos en el primer siglo se ven de manera bastante desfavorable (Hch 8: 9; 13: 6, 8).
El abad Ruperto[16] los nombra profetas e inspirados. Tertuliano[17] parece decir, que la astrología fue por la que los magos conocieron la venida del Mesías. Lo que hay de cierto es, que según Josefo[18] y también según los autores profanos de aquel tiempo,[19] todo el Oriente estaba entonces esperando un monarca que debía salir de la Judea e imperar en todo el mundo.
Cornelio Tácito (en latín, Cornelius Tacitus; c. 55-c. 120), en Vespasiano 4.5, escribe: "Se había extendido por todo el Oriente una creencia antigua y muy firme, de que en ese tiempo estaba destinado a los hombres que venían de Judea a gobernar el mundo".[20] Y Suetonio nos habla de la misma creencia, "en todo el Oriente se esperaba, que en esa época surgiría un rey de Judea, que gobernaría sobre todo el mundo".[21] Josefo también informa que los judíos tenían la creencia de que «hacia ese tiempo uno de su país se convertiría en el gobernador de todo el mundo».[22]
La identidad de los Magos como Reyes
Comúnmente se dice que los magos de Mt eran reyes en su país;[23] pero los antiguos no se han expresado de una manera tan positiva. El autor del sermón sobre el bautismo, citado bajo el nombre de Cipriano,[24] expresamente da a los magos el nombre de reyes; mas esta obra es de un amigo de Bernardo, llamado Arnaldo abad de Boneval. El autor de los sermones ad Fratres in eremo,[25] bajo el nombre de Agustín, les hace también el mismo honor; pero todos saben que este escritor es muy moderno, que vivió en el siglo trece, y talvez en el catorce. El sermón dúo décimo, publicado en otro tiempo bajo el nombre de Ambrosio,[26] claramente les da el nombre de tres reyes; pero este sermón es de Cesario de Arles que vivía en el sexto siglo; y aun el nombre de reyes está allí muy dudoso, y parece que se añadió después. Pascasio Radbert[27] que florecía en el siglo nono en la abadía de Corbia, verdaderamente está decidido por la real dignidad de los magos: Magos reges ertitisse, nemo qui historias legit gentilium, ignorat. Teofilácto[28] entre los griegos reconoce por reyes a los magos; pero Nicéforo[29] mas antiguo que él se contenta con decir que eran ilustres así por su ciencia como por su poder. Es verdad que se cita a Tertuliano[30] como reconociéndolos reyes; mas este autor después de haber referido estas palabras del salmo: Los reyes de Arabia y de Sabá le ofrecerán dones (Sal 72.10), simplemente añade: Porque el Oriente comúnmente tiene a los magos por reyes. Esto es lo mas fuerte que encontramos entre antiguos y modernos en favor de esta opinión. Lo que es más conforme a lo relatado también por el rey David en el Salmo (72.10): Que los reyes de los árabes, y de Sabá ofrecerían presentes al Mesías. De aquí han creído algunos intérpretes que los Magos, fueron reyes; o por lo menos de los principales y más nobles del país. Esta profecía del Salmo 72.10-11, fue interpretada por varios antiguos judíos (Zohar en Gn fol. 71. 1) como una profecía en espera al cumplimiento del Mesías. Dado que los reyes estaban obligados a instruirse bajo la dirección de los magos,[31] podría deducirse que estos magos de Oriente llegan a Jerusalén en nombre y bajo la autoridad de los reyes del imperio del país de donde procedían, puesto que los magos eran servidores del imperio y reino de algún gobernador, y esto puede deducirse por la procedencia real de los regalos que ofrecieron al Mesías.
Sobre su número y nombre nada hay cierto. En las pinturas de las catacumbas y antiguos monumentos aparecen representados a veces dos (iglesia de los Santos Pedro y Marcelino, siglo iii), cuatro en las catacumbas de Domitila (siglo iv); otras veces se los representa en número de seis. Y hasta llegan a doce en algunas representaciones sirias y armenias.[32] Este número es usado por razones de simetría. Pero, ordinariamente, aparecen tres en las representaciones, sugeridos, sin duda, por los tres regalos que cita Mt. En la tradición occidental se ponen tres; parece que es Orígenes el primero que usa este número. Lo único que se sabe por el texto es que fueron varios, ya que usa la forma plural «magos». Más tarde se fija el número de tres por hacerlos representantes de las tres razas después del diluvio: Sem, Cam y Jafet. Ya desde el siglo xii se representa a Melcor, de color gris y larga barba, como representante de la raza de Jafet (Europa), y ofrece oro; Gaspar, joven y rubio, es representante de los semitas (Asia), y ofrece incienso; y Baltasar, moreno y con negra barba, es el representante de los cainitas (África), y ofrece mirra.[33]
En la Iglesia Oriental, donde, al parecer, había menos deseo de encontrar significados simbólicos que magnificar las circunstancias de la historia, las tradiciones asumen un carácter diferente. Los magos llegan a Jerusalén con un séquito de mil hombres, después de haber dejado atrás, en la otra orilla del Éufrates, un ejército de siete mil.[34] Según la tradición de la Iglesia Oriental[35] vinieron del más remoto Oriente, y se les había enseñado a esperar la estrella por un escrito. Esa expectativa se transmitió de padres a hijos. Doce de los más sabios fueron designados para estar siempre en guardia. Su puesto de observación era una roca conocida como el Monte de la Victoria. Noche tras noche se lavaban en agua pura, rezaban y contemplaban los cielos. Finalmente apareció la estrella. Y se dirigieron a Judea por orden de un ángel. Comenzaron su viaje de dos años, y durante todo ese tiempo el alimento nunca les faltó. Los regalos que traen son los que Abraham dio a sus progenitores, los hijos de Ketura, que la reina de Saba había presentado a su vez a Salomón.[36]
¿De dónde proceden?
El texto dice que «de oriente», o mejor aún, «de las regiones orientales» (απὸ ἀνατολῶν). Y ellos mismos dirán que vieron su estrella «en oriente». La referencia «en el oriente» es, sin duda, una referencia al punto cardinal. Pero al tratar de precisar la región concreta a la cual se refiere este «oriente», las divergencias de localización, entre los autores, es triple: Persia, Caldea, Arabia.
Persia.—El haberse creído que los magos eran persas, es probablemente lo que hizo decir a muchos antiguos[37] que los magos de quienes hablamos salieron de Persia para adorar a Ieshúa. Esta opinión ha tenido muchísimos defensores entre los intérpretes modernos.[38] Los armenios[39] pretenden que los magos eran naturales de la ciudad de Maveg, sobre el lago de Ran en Armenia persa. El Evangelio apócrifo sobre la infancia del Mesías, cree que eran discípulos de Zoroastro, y por consiguiente que vinieron de la Persia. Pero las mas de estas conjeturas son indefendibles. Por lo relativo al nombre de magos que es por lo que se ha creído que venían de Persia, eso nada prueba para el tiempo de que hablamos; porque desde que los Persas extendieron su imperio bajo Ciro y sus sucesores en la mayor parte del Oriente, se dio el nombre de magos a los mas de los sacerdotes y adivinos sujetos a esa monarquía, y de ahí ha venido la equivocación de esta opinión. Bajo este nombre se comprenden los adivinos o profetas de los Caldeos, de los Árabes y de otros pueblos; y hay la mayor verosimilitud de que Mt tomó en este lugar el nombre de magos según toda la extensión que tenia en su tiempo en todo el Oriente, significando magos, adivinos, agoreros, sabios religiosos por profesión, y los que predicen lo por venir por el aspecto de los astros o por otra vía.
Caldea.—También Caldea—Babilonia—era país de «magos» astrólogos. Es pueblo que estuvo en mayor contacto con Israel, por lo que pudieron conocer mejor sus esperanzas mesiánicas. Sin embargo, aunque Caldea fue ciertamente famosa por sus magos, en el lenguaje de la Escritura se localiza al norte de Judea,[40] y no parece que, aun estando al oriente de Judea, sea éste el calificativo bíblico de este punto cardinal. Pues, en Joel (2.20), el asirio-babilónico, el enemigo por excelencia de Israel, es llamado «el septentrional», porque las invasiones de este pueblo se hacían en Judea por el norte. También son llamados “las familias del norte” en el libro del profeta Jeremías (Jer 1.14,15) y “He aquí que viene pueblo de la tierra del norte” (Jer 6.22). Lo mismo que el comercio de Mesopotamia con Judea se hacía por las rutas de Siria. La Mesopotamia venía, por este concepto, a ser como país situado al norte.
Arabia.—El texto dice que «de oriente». La Arabia Desierta, país del Oriente por excelencia, su comercio y las invasiones a Judea se hacían por Moab y el Jordán. Tácito describe a la Arabia,[41] “hacia el oriente de Judea". Los filósofos de la Arabia eran conocidos entonces con el nombre general de magos.[42] Porfirio,[43] asegura que Pitágoras consultaba a los sabios de la Arabia. Grotius cita a Ptolomeo, diciendo: Arabia era el magorum sinus, es decir, “el receptáculo de los magos”. Epifanio[44] y otros padres,[45] por tradición recibida, dicen que los magos de Mt eran de la posteridad de Abraham con Keturá. Abraham habiendo dado todos sus bienes a Isaac, distribuyó otros dones a los hijos que tuvo con Keturá y los envió al Oriente,[46] es decir, a la Arabia Desierta. Todos estos países de la Arabia a donde fueron enviados los hijos de Abraham con Keturá son conocidos en la Escritura bajo el nombre de Oriente (véase Jue 6.3; Job 1.3; Jeremías 49.28).[47] El erudito Dr. Alix dijo, que los judíos creían que hubo profetas en el reino de Arabia, especialmente en Saba, siendo ellos de la posteridad de Abraham, por Ketura, y que profetizaron sucesivamente en nombre de Dios, lo que habían recibido por tradición de la boca de Abraham. Y así, cuando Salomón fue exaltado al reino, estos árabes[48] dijeron: tal vez él sea el Mesías, y por lo tanto vinieron a él, “con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas” (1R 10.2); para esto cita a Bereshit Rabatí de Moshé ha-Darshan 25b, que dice textualmente: “Abraham dijo: "Isaac es mi hijo precioso. Cualquiera de las naciones que esclavice a Isaac y a sus descendientes será castigado severamente en el Gehinom (Infierno). Por lo tanto, vosotros (sus hijos con Keturá) permaneceréis lejos en el Oriente. Mientras que los hijos de Isaac estén bajo esclavitud entre las naciones, vosotros permaneceréis allí. Pero cuando escuchéis que ellos viven en paz y sin peligro, id a ellos y servidles. De esta manera vosotros seriés merecedores del Cuerno del Mesías.”[49] En los días de Salomón, algunos de ellos vinieron a servir al pueblo judío, pensando que Salomón era el Rey Mesías. Cuando notaron que él no lo era, regresaron al Oriente. Ciertamente regresarán en la aparición del Mesías.” (Midrash Bereshit Rabatí Moshé Hadarshán 25b; Midrash Hagadol sobre Bereshit 25.6).[50]
Obsérvese también que, los regalos que ofrecen estos magos de Mt eran las mercancías nativas de Arabia; "El oro de Saba en Arabia", (Sal 72.15). Herodotus (ca. 490-425 a.E.C.) afirma que: “Arabia es el único país que produce incienso, mirra, cassia, canela, y ledanum”,[51] y comenta que: “Respecto a las especias de Arabia no se diga más. Toda la región está perfumada con ellas, y exhala una fragancia maravillosamente dulce”.[52] Por eso se llama Felix, la Arabia Feliz. “En ninguna parte hay incienso", dice Plinio, "excepto en Arabia". Y Virgilio, "El árbol de incienso pertenece solo a los sabeos".[53] En la Arabia también hay abundancia de mirra y especias.[54] En el mismo país hay una cantidad de oro tan grande que su mobiliario es resplandeciente, y en Saba, incluso las cadenas de los prisioneros están hechas de oro.[55] Y esto responde mejor a la profecía de Isaías, quien predice (Is 60:6)[56] que los Sabeos, Madios y Efa, que son todos árabes, irán al Mesías con regalos; oro e incienso, “Te cubrirán muchedumbres de camellos, de dromedarios de Madián y de Efa. Todos vienen de Saba, trayendo oro e incienso, pregonando las glorias de Hashem.“[57] [58] Madián fue un hijo de Abraham por Keturá, y Efa fue un hijo de Madián (véase Gn 25.4), estos y su posterioridad habitaron en la Arabia. Lo que es conforme también a lo profetizado por el rey David en el Salmo 72.10-11:[59] que los reyes de los árabes, y de Sabá ofrecerían regalos al Mesías. De aquí, resaltamos nuevamente, han creído algunos intérpretes que los magos de Mt, fueron reyes; o por lo menos de los principales y más nobles del país.
La opinión que acabamos de fundar sobre el país de los magos, haciéndolos venir de la Arabia Desierta, es muy común entre los padres[60] e intérpretes,[61] y está apoyada en buenas pruebas tomadas de la noción de la voz Oriente que la Escritura fija al país que hemos nombrado. Es, pues, lo más probable que por estas «regiones orientales» se designa, en el relato de Mt, alguna de estas regiones situadas en esta gran zona de Arabia. Debe agregarse la facilidad que hay de venir desde este país que está sobre el Éufrates en pocos días a Jerusalén, ciudad fuerte conocida en todas las provincias de que hablamos.
La Estrella de Oriente
Existe un elemento midrásico procedente de Nm 24.17, el relato de Balaám el mago;[62] la estrella y el cetro de esta profecía, parece que están encarnados en una persona.[63] En la literatura rabínica y de la época judía del primer siglo se identifica la estrella y el cetro con el Mesías.[64] Los judíos esperaban que una estrella apareciera en el momento de la venida del Mesías, dice el Zohar: “El rey Mesías será revelado en la tierra de Galilea, y he aquí una estrella en el oriente se tragará siete estrellas en el norte, y una llama de fuego rojo estará en el firmamento por seis días.”[65] También en la misma obra dice: “Cuando el Mesías sea revelado, se levantará en el oriente una Estrella que arderá con todo tipo de colores, y todos los hombres la verán.”[66] Y una vez más el Zohar dice: “El santo bendito Dios ha establecido construir Jerusalén y que una determinada estrella aparezca muy resplandeciente con siete colas brillantes en medio del firmamento, y entonces el Rey Mesías será revelado en todo el mundo.”[67] Los Magos del oriente, corresponde a la misma procedencia del mago Balaam, quien también provenía “de las montañas del Oriente” (Nm 23.7). La misma profecía comienza con una imagen que se yergue ante los ojos mentales del vidente. «Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca: Saldrá estrella de Jacob, entonces se levantará cetro de Israel». Los sufijos de אֶרְאֶנּוּ (Lo veré), y עֲשׁוּרֶנּוּ (Lo miraré) se refieren a la estrella que se menciona, la cual Balaam ve en espíritu, pero «no ahora», es decir, no como si ya hubiese aparecido, y «no de cerca», es decir, no se refiere a Israel, porque en ese momento lo estaba viendo acampado, y no a gran distancia, sino más bien, se refiere a un tiempo futuro, como comienza su profecía con la imagen «los postreros días»[68] que es una referencia al tiempo mesiánico.[69] Los nacimientos y ascensos de grandes reyes eran anunciados por la aparición de estrellas.[70] Si hubiese alguna duda de que la estrella representaba la aparición de un rey, ésta sería eliminada por completo por la frase paralela: «se levantará cetro de Israel». El cetro es el símbolo de poder real, y en su forma más temprana era un bastón largo, el cual el rey sostenía en su mano cuando hablaba en asambleas públicas (por ejemplo, Agamenón, Il. 2, 46, 101); y cuando se sentaba en su trono lo descansaba entre sus pies, inclinándolo hacia sí mismo (véase la representación de un rey persa en las ruinas de Persépolis, Niebuhr Reisebeschr. ii. 145). Este mismo cetro que fue introducido como símbolo de dominio en la bendición de Jacob (Gn 49.10), se emplea aquí con la representación de una estrella. La profecía del mago Balaam dice, “Saldrá (lit. caminará) Estrella de Jacob, entonces se levantará cetro de Israel.” (Nm 24:17). El significado es el siguiente: cuando una estrella, como literalmente se lee en el hebreo דרך “camine” o “conduzca”,[71] su curso desde Jacob, es decir, desde arriba, o sobre la tierra de Israel, entonces un cetro, es decir, un rey, se levantará de Israel. [72] [73]
Otro elemento midrásico procede del nacimiento de Moshé. Herodes en la narración del evangelio toma el lugar del faraón, y los asesores del faraón fueron identificados en el midrash como magos (cf. Filo de Alejandría, Vita Mosis 1.92; b. Sanedrín 101a; Midrash Rabá 1.9), y uno de estos magos era Balaam hijo de Beor (cf. Eusebio, Supplementa Quaestionum ad Stephanum; b. Sotah 11a; Sefer Zikhronot 44.9; cf. Diodore de Tarso en Balaam como astrólogo), quien se creía ser el antepasado de todos los magos posteriores, y cuyos hijos eran otros dos magos del faraón, Janes y Jambres (cf. Targum Pseudo-Jonathan Éx 1: 15-16, Nm 22:22; Sefer Zikhronot, 45,2, 47,6; 2Ti 3:8). Y por último, Mt también utiliza otro elemento midrásico procedente de la tradición judía; durante el nacimiento de Abraham magos vieron una estrella en el oriente que también anunció su nacimiento. Así como los magos del Oriente dieron la noticia a Herodes sobre el nacimiento del rey de Israel, estos magos también dieron la noticia al rey Nimrod sobre el nacimiento de Abraham (Séfer ha-Yashar 8.1-13). Los magos dijeron a Nimrod: “Cuando nuestro padre Abraham nació, una estrella del oriente vino y consumió a cuatro estrellas de los cuatro confines del cielo. Los magos dijeron a Nimrod: “Un hijo a nacido a Téraj y una nación saldrá de él, la cual heredará este mundo y el mundo por venir.” (Maasé Avraham, 43 en Laj, 9).
Notas:
[1] Traducidos por el Mateo hebreo de Münster, como מכשפים "magos" y por el Mateo hebreo de Delitzsch como מגושים, "magos"
[2] Dissolvi, difuere. Vi de Stanley, part
[3] Is 8.19.
[4] Esta palabra מהגים (maheguim) aparece en Is 8.19.
[5] Vide Menag not. in Laert. Proem.
[6] Heayci
[7] Cieero, de Dipin. l... e. 41.
[8] Dio. Chrys. orat. Boristhenica
[9] Laert in Proaem. Hieron. contra Jorinia, num.
[10] Laert. in Proaen. ez Dinonis Persicis.
[11] Vide Herodot. l. 1. e. 131. et Strab. l. xv p 503.
[12] Ignat. epist. ad Ephes. Justin. Diálogo con Trifón. Origénes homil. 13. en Nm. 1.1. contra Celsum. Ambros, l. norte. en Luc. Tertul. de ide lolat. Albahaca. de humana Christi nativ. Hieron. en Matth. u. et en Isai. xix. et xLviii. Hil. l. iv. de Trinit. norte. 36. Serm de agosto. 2. el 5. de Epiphan.
[13] Véase Nm 22.5.
[14] Eusebio sobre Dan. 11. col. 1077. nop. ed. Consuetudo, et sermo communis, magos pro maleficis habet, ¿aliter habentur apud gentem suam, eo quod sinf philosophi Chºldeorum et ad artie hujus scientiam reges quoque et principes ejusdemº º: omnia faeiunt. Vide Author, operiº imperf. in Matth. et ¿quaest. ez N. quaest. 63.
[15] Vat. Burg, Hamm. Jans. Iprens. Erasm. Ligfoot. Mald. &c.
[16] Ruperto. en Mt 2.
[17] Tertul. de idololatria,
[18] Jos. de Bello, l. vii. c. 12. pag. 951.
[19] Tacit. l. v. Sueton, in Vespas.
[20] Tácito: Historias, 5: 13
[21] Percrebuerat Oriente toto vetus et constans opinio, esse in fatis, ut eo tempore Judea profecti rerum potirentur. Suet. in. vità Suetonio: Vida de Vespasiano 4: 5.
[22] Josefo: Guerras de los judíos, 6: 5, 4
[23] D. Thom. Strabus sen Glos. ordinar. A 15, Magn. Lyran. Carthus. in Matth. Incognitus in Ps. Mald, alii perique.
[24] Cyprian. seu Arnald. Ahh. R n or. serm. 2. de septem. cardin. operib. Non satis est quod angeli locuei sunt quod a nºr ruit stella regibus
[25] Serm. 43. ad Fratres in eremo.
[26] Carsar, serro. 139. in opp. tom. v. sancti August. inter Caesarian. 43.
[27] Paschas. Raab. in Matth. n.
[28] Theophylact. in Matth. n.
[29] Nicephor. I. 1. c. 13. Hist. eccl.
[30] Tertull. contra Judacos, et lib. III. contra Marcion.
[31] Cieero, de Dipin. l... e. 41.
[32] WILPERT , Le pitture delle catacombe romane (1923) 173-186; LECLERCQ, art. Mages: Dict. Archeol. chrét. et Liturg.
[33] Los nombres legendarios, y con frecuentes oscilaciones, les son dados en el siglo vii o principios del viii, según aparece en un manuscrito de la biblioteca de París, y llevan los nombres de Bithisarea, Melkior y Gataspa. Los hoy corrientes se los da, en el siglo ix, el historiador Agnello, en su obra Pontificalis Ecclesiae Ravennatis. Pero todavía, en el siglo xii, Zacarías, obispo crisopolitano, trae nuevos nombres y nuevas interpretaciones sobre el significado de los mismos.
[34] Jacob. Edess. Y Bar-hebreus, en Hyde, l. C.
[35] Opus inmperf. En Matthew ii apud Chrysost. T. 6, ed. Montfaucon
[36] Epiphan. en Comp. Doctr. en Moroni, Dizion. 1. c.
[37] Chrysost. homil. 7. in Matth. Author. Oper. imperf. Cyrill. A ez. ". iv. in Isai. Juvencus poeta, Clem. Alez. l. 1 Strom º Basil. de humana Christi Nativº Theoph l. in Matth.
[38] Maldon, Spanheim. Drus. Genebr. Petav. Scalig, alii in numeri.
[39] Cardin, Viaje de Persia, tom, in, p. 131
[40] Jer. i. 14, 15. vi. 22. xxv. 9. Joel ii. 20.
[41] Tacit. Hist. 5. describing Judaea, says, “Terra finesque quá ad Orientem vergunt, Arabiá terminantur.” See also, Ptol. Geog. lib. v. c. 16.
[42] Terrae finesque quae ad Orientem vergunt Arabia termimantur. Hist. lib. v. ed. Lips. p. 617.
Vide Plin. lib. xxx. cap. 1. et Grot. ad Matth. ir.
[43] In vità Pythag. p. 185. Cyril. contr. Julian, lib. x.
[44] Contr. Haeres. l. 3. Haeres. 30
[45] Ignat. epist. ad Ephes. Justin. Dialog. cum Thryph. Orig. hemil. 13. in Num. et l. 1. contra Celsum. Ambros, l. n. in Luc. Tertul. de ide lolat. Basil. de humana Christi nativ. Hieron. in Matth. u. et in Isai. xix. et xLviii. Hil. l. iv. de Trinit. n. 36. Aug. serm. 2. el 5. de Epiphan.
[46] Gen. xxv. 5.
[47] Herodot, l. u. c. 8.
[48] Era la patria de los sabeos, conocidos mercaderes en oro, piedras preciosas, perfumes, incienso y la mirra. שְׁבָא, Σαβά-Saba, no es Etiopía o Meroë, como mencionó Flavio Josefo (Antigüedades viii. 6, 5), que confundió שְׁבָא con סְבָא, sino se refiere al reino de los sabeos, quienes eran célebres por su comercio en incienso, oro y piedras preciosas, y que habitaban en Arabia. Aunque se diga que esta reina vino de Etiopía, Etiopía no era Abisinia, sino una parte de Arabia. Porque ella vino del oriente, no del oeste de Etiopía, como dice Anselm. Arabia incluye el Mar Rojo y las regiones adyacentes, especialmente la parte vecina del oriente de Etiopía. Entonces los madianitas se llaman etíopes debido a su color negro u oscuro. De donde la esposa de Moisés se llama mujer etíope (Núm 12: 1). También el Mar Rojo se llama el Golfo de Arabia, no el golfo etíope, porque Arabia se extiende incluso más allá. Por lo tanto, nuevamente es probable que uno o más de los Magos fueran negros, tanto porque esta es la opinión universal, tal y como los pintores representan la Adoración de los Magos, y porque se dice que la Reina de Saba vino de Etiopía: "Delante de él los etíopes se postrarán" (Sal 72: 9, Vulg.). Y los magos son llamados “reyes de Tarsis”, es decir, del Mar Rojo.
[49] Una referencia al reino del Mesías; El Targúm aramáico muchas veces traduce קרן (keren, cuerno), por מלכות (maljut) o מלכותא (maljutá), que significa reino; véase por ejemplo 1Sam 2.10 y Jer 48.25 en el Targúm aramáico.
[50] Y el Midrásh Ester Rabá (1.4), también dice que así como “son de común las ofrendas en el templo, cuando el Mesías sea revelado habrá una procesión de mensajeros con regalos para el Rey Mesías”.
[51] Historias, III, 107
[52] Historias III, 113
[53] 2 Geor.
[54] Plinio, lib. 12, C. 17
[55] Mela, lib. 3, c. 10
[56] Parece ser que la Iglesia ha entendido así la profecía de Isaías, ya que con tanta frecuencia lo recita en el oficio para la Epifanía.
[57] El Targúm de Isaías interpreta esta profecía diciendo, “una multitud de árabes te cubrirá...”.
[58] Los judíos aplican esta profecía (Is 60.1-6) del profeta Isaías a la venida del Mesías: Y ese es el trasfondo para el siguiente intercambio, como un cierto hereje que le dijo al rabino Avahu: ¿Cuándo vendrá el Mesías? El rabino Avahu le dijo: Él vendrá cuando la oscuridad cubra a estas personas, es decir, a ti. El hereje le dijo: ¿Me estás maldiciendo sin razón? El rabino Avahu le dijo: Me refiero simplemente a un versículo que está escrito: “Porque he aquí,he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; pero Hashem brillará sobre ti, y su gloria se verá sobre ti ”(Is 60.2) (T. Bab. Sanedrin, 99.1.).
[59] Esta profecía fue entendida en referencia al Mesías por la interpretación rabínica (Zohar, Gn fol. 71. 1).
[60] Tertul. contra Judaros, et l. III. contra Marcian. Justin. Dialog. cum Triphone. Epiphan. Epitome fidei Cathol. alii nonnulli. --
[61] Tostat. Mariana, Barrad. Grotius, Cornelius de Lapide, Lightfoot.
[62] Balaam el mago; así lo llama Filón, Vida de Moisés 1.264, véase también Jos 13.22
[63] Los LXX traducen άνθρωπος; la Peshitta: rishá (cabeza, o jefe); Onkelos, meshijá (Mesías), en vez de cetro.
[64] TgOnq, TgPsJ, Zohar. Shemot fol. 4.1, Damasco Documento 7: 18-26, Testamento de Leví 18: 3, Josefo, Bellum Judaicum 6.312
[65] Zohar. in Gen. fol. 74. 3.
[66] Zohar. in Exod. fol. 3. 3, 4.
[67] Zohar, Numb. fol 85. 4. and 86. 1.
[68] Nm 24.14.
[69] En su comentario sobre Is 2: 2, escribió David Kimji: “Y ocurrirá en los postreros días” - Siempre que se dice “en los postreros días”, se refiere a los días del Mesías.”
[70] Is 14:12 llama al rey de Babilonia “lucero de la mañana.” Suetomo habla de la “estrella” de Julio César (M. Caes. 88: Horacio, Od. I 12.47)· El cabecilla de la insurrección judía contra Adriano se puso el nombre de Bar Kojvá (hijo de la estrella), creyendo cumplirse en su persona el vaticinio de Balaam. Hengstenberg que cita a Justino, hist. 37.2; Plinio h. n. 2. 23; Suetonio. Jul. Ces., cap. 78; y Dio Cass. 45, p. 273.
[71] La palabra דרך literalmente significa caminar o tomar un camino en curso. Rashí dice, “tiene el mismo significado que en (Lam2:4): “Él entensó (דרך lit., curvar) su arco”; esta expresión se usa porque la estrella se dispara en [los cielos] como lo hace una flecha cuando se tira del arco.”
[72] Además, en esta historia la intención del rey hostil, Balak, era usar al mago Balaam para destruir a su enemigo Israel, pero el mago Balaam honró en su lugar al enemigo de Balak. Esta es una historia similar con la de Herodes, los Magos del Oriente honrando al Mesías rey de Israel, y con la aparición de la Estrella del Mesías y su advenimiento.
[73] De este texto los magos podrían haber tenido la expectativa de esperar a un astro representado por un cetro; siendo expresamente dicho, "se levantará cetro de Israel", que corresponde según la poesía hebrea a un paralelismo a “Saldrá (lit. caminará) Estrella de Jacob”. Júpiter es el planeta que representa el cetro, siempre se ve sosteniendo un cetro. Júpiter es llamado por todos lados por Homero, así como por Orfeo, "el padre de dioses y hombres, gobernante y rey, y el supremo de los monarcas.” Por lo tanto, debido a su característica de mando o de gobierno, está muy bien representado con un cetro. Kepler10 , en 1603, sostuvo que esta estrella que los magos vieron en oriente no fue otra cosa que una «conjunción» de los planetas Júpiter con Saturno el 21 de mayo del 747 de Roma, tres años antes de la muerte de Herodes. Estas «conjunciones», según Kepler, debieron de producir en aquel mundo oriental de astrólogos un efecto sorprendente.
[1] Traducidos por el Mateo hebreo de Münster, como מכשפים "magos" y por el Mateo hebreo de Delitzsch como מגושים, "magos"
[2] Dissolvi, difuere. Vi de Stanley, part
[3] Is 8.19.
[4] Esta palabra מהגים (maheguim) aparece en Is 8.19.
[5] Vide Menag not. in Laert. Proem.
[6] Heayci
[7] Cieero, de Dipin. l... e. 41.
[8] Dio. Chrys. orat. Boristhenica
[9] Laert in Proaem. Hieron. contra Jorinia, num.
[10] Laert. in Proaen. ez Dinonis Persicis.
[11] Vide Herodot. l. 1. e. 131. et Strab. l. xv p 503.
[12] Ignat. epist. ad Ephes. Justin. Diálogo con Trifón. Origénes homil. 13. en Nm. 1.1. contra Celsum. Ambros, l. norte. en Luc. Tertul. de ide lolat. Albahaca. de humana Christi nativ. Hieron. en Matth. u. et en Isai. xix. et xLviii. Hil. l. iv. de Trinit. norte. 36. Serm de agosto. 2. el 5. de Epiphan.
[13] Véase Nm 22.5.
[14] Eusebio sobre Dan. 11. col. 1077. nop. ed. Consuetudo, et sermo communis, magos pro maleficis habet, ¿aliter habentur apud gentem suam, eo quod sinf philosophi Chºldeorum et ad artie hujus scientiam reges quoque et principes ejusdemº º: omnia faeiunt. Vide Author, operiº imperf. in Matth. et ¿quaest. ez N. quaest. 63.
[15] Vat. Burg, Hamm. Jans. Iprens. Erasm. Ligfoot. Mald. &c.
[16] Ruperto. en Mt 2.
[17] Tertul. de idololatria,
[18] Jos. de Bello, l. vii. c. 12. pag. 951.
[19] Tacit. l. v. Sueton, in Vespas.
[20] Tácito: Historias, 5: 13
[21] Percrebuerat Oriente toto vetus et constans opinio, esse in fatis, ut eo tempore Judea profecti rerum potirentur. Suet. in. vità Suetonio: Vida de Vespasiano 4: 5.
[22] Josefo: Guerras de los judíos, 6: 5, 4
[23] D. Thom. Strabus sen Glos. ordinar. A 15, Magn. Lyran. Carthus. in Matth. Incognitus in Ps. Mald, alii perique.
[24] Cyprian. seu Arnald. Ahh. R n or. serm. 2. de septem. cardin. operib. Non satis est quod angeli locuei sunt quod a nºr ruit stella regibus
[25] Serm. 43. ad Fratres in eremo.
[26] Carsar, serro. 139. in opp. tom. v. sancti August. inter Caesarian. 43.
[27] Paschas. Raab. in Matth. n.
[28] Theophylact. in Matth. n.
[29] Nicephor. I. 1. c. 13. Hist. eccl.
[30] Tertull. contra Judacos, et lib. III. contra Marcion.
[31] Cieero, de Dipin. l... e. 41.
[32] WILPERT , Le pitture delle catacombe romane (1923) 173-186; LECLERCQ, art. Mages: Dict. Archeol. chrét. et Liturg.
[33] Los nombres legendarios, y con frecuentes oscilaciones, les son dados en el siglo vii o principios del viii, según aparece en un manuscrito de la biblioteca de París, y llevan los nombres de Bithisarea, Melkior y Gataspa. Los hoy corrientes se los da, en el siglo ix, el historiador Agnello, en su obra Pontificalis Ecclesiae Ravennatis. Pero todavía, en el siglo xii, Zacarías, obispo crisopolitano, trae nuevos nombres y nuevas interpretaciones sobre el significado de los mismos.
[34] Jacob. Edess. Y Bar-hebreus, en Hyde, l. C.
[35] Opus inmperf. En Matthew ii apud Chrysost. T. 6, ed. Montfaucon
[36] Epiphan. en Comp. Doctr. en Moroni, Dizion. 1. c.
[37] Chrysost. homil. 7. in Matth. Author. Oper. imperf. Cyrill. A ez. ". iv. in Isai. Juvencus poeta, Clem. Alez. l. 1 Strom º Basil. de humana Christi Nativº Theoph l. in Matth.
[38] Maldon, Spanheim. Drus. Genebr. Petav. Scalig, alii in numeri.
[39] Cardin, Viaje de Persia, tom, in, p. 131
[40] Jer. i. 14, 15. vi. 22. xxv. 9. Joel ii. 20.
[41] Tacit. Hist. 5. describing Judaea, says, “Terra finesque quá ad Orientem vergunt, Arabiá terminantur.” See also, Ptol. Geog. lib. v. c. 16.
[42] Terrae finesque quae ad Orientem vergunt Arabia termimantur. Hist. lib. v. ed. Lips. p. 617.
Vide Plin. lib. xxx. cap. 1. et Grot. ad Matth. ir.
[43] In vità Pythag. p. 185. Cyril. contr. Julian, lib. x.
[44] Contr. Haeres. l. 3. Haeres. 30
[45] Ignat. epist. ad Ephes. Justin. Dialog. cum Thryph. Orig. hemil. 13. in Num. et l. 1. contra Celsum. Ambros, l. n. in Luc. Tertul. de ide lolat. Basil. de humana Christi nativ. Hieron. in Matth. u. et in Isai. xix. et xLviii. Hil. l. iv. de Trinit. n. 36. Aug. serm. 2. el 5. de Epiphan.
[46] Gen. xxv. 5.
[47] Herodot, l. u. c. 8.
[48] Era la patria de los sabeos, conocidos mercaderes en oro, piedras preciosas, perfumes, incienso y la mirra. שְׁבָא, Σαβά-Saba, no es Etiopía o Meroë, como mencionó Flavio Josefo (Antigüedades viii. 6, 5), que confundió שְׁבָא con סְבָא, sino se refiere al reino de los sabeos, quienes eran célebres por su comercio en incienso, oro y piedras preciosas, y que habitaban en Arabia. Aunque se diga que esta reina vino de Etiopía, Etiopía no era Abisinia, sino una parte de Arabia. Porque ella vino del oriente, no del oeste de Etiopía, como dice Anselm. Arabia incluye el Mar Rojo y las regiones adyacentes, especialmente la parte vecina del oriente de Etiopía. Entonces los madianitas se llaman etíopes debido a su color negro u oscuro. De donde la esposa de Moisés se llama mujer etíope (Núm 12: 1). También el Mar Rojo se llama el Golfo de Arabia, no el golfo etíope, porque Arabia se extiende incluso más allá. Por lo tanto, nuevamente es probable que uno o más de los Magos fueran negros, tanto porque esta es la opinión universal, tal y como los pintores representan la Adoración de los Magos, y porque se dice que la Reina de Saba vino de Etiopía: "Delante de él los etíopes se postrarán" (Sal 72: 9, Vulg.). Y los magos son llamados “reyes de Tarsis”, es decir, del Mar Rojo.
[49] Una referencia al reino del Mesías; El Targúm aramáico muchas veces traduce קרן (keren, cuerno), por מלכות (maljut) o מלכותא (maljutá), que significa reino; véase por ejemplo 1Sam 2.10 y Jer 48.25 en el Targúm aramáico.
[50] Y el Midrásh Ester Rabá (1.4), también dice que así como “son de común las ofrendas en el templo, cuando el Mesías sea revelado habrá una procesión de mensajeros con regalos para el Rey Mesías”.
[51] Historias, III, 107
[52] Historias III, 113
[53] 2 Geor.
[54] Plinio, lib. 12, C. 17
[55] Mela, lib. 3, c. 10
[56] Parece ser que la Iglesia ha entendido así la profecía de Isaías, ya que con tanta frecuencia lo recita en el oficio para la Epifanía.
[57] El Targúm de Isaías interpreta esta profecía diciendo, “una multitud de árabes te cubrirá...”.
[58] Los judíos aplican esta profecía (Is 60.1-6) del profeta Isaías a la venida del Mesías: Y ese es el trasfondo para el siguiente intercambio, como un cierto hereje que le dijo al rabino Avahu: ¿Cuándo vendrá el Mesías? El rabino Avahu le dijo: Él vendrá cuando la oscuridad cubra a estas personas, es decir, a ti. El hereje le dijo: ¿Me estás maldiciendo sin razón? El rabino Avahu le dijo: Me refiero simplemente a un versículo que está escrito: “Porque he aquí,he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; pero Hashem brillará sobre ti, y su gloria se verá sobre ti ”(Is 60.2) (T. Bab. Sanedrin, 99.1.).
[59] Esta profecía fue entendida en referencia al Mesías por la interpretación rabínica (Zohar, Gn fol. 71. 1).
[60] Tertul. contra Judaros, et l. III. contra Marcian. Justin. Dialog. cum Triphone. Epiphan. Epitome fidei Cathol. alii nonnulli. --
[61] Tostat. Mariana, Barrad. Grotius, Cornelius de Lapide, Lightfoot.
[62] Balaam el mago; así lo llama Filón, Vida de Moisés 1.264, véase también Jos 13.22
[63] Los LXX traducen άνθρωπος; la Peshitta: rishá (cabeza, o jefe); Onkelos, meshijá (Mesías), en vez de cetro.
[64] TgOnq, TgPsJ, Zohar. Shemot fol. 4.1, Damasco Documento 7: 18-26, Testamento de Leví 18: 3, Josefo, Bellum Judaicum 6.312
[65] Zohar. in Gen. fol. 74. 3.
[66] Zohar. in Exod. fol. 3. 3, 4.
[67] Zohar, Numb. fol 85. 4. and 86. 1.
[68] Nm 24.14.
[69] En su comentario sobre Is 2: 2, escribió David Kimji: “Y ocurrirá en los postreros días” - Siempre que se dice “en los postreros días”, se refiere a los días del Mesías.”
[70] Is 14:12 llama al rey de Babilonia “lucero de la mañana.” Suetomo habla de la “estrella” de Julio César (M. Caes. 88: Horacio, Od. I 12.47)· El cabecilla de la insurrección judía contra Adriano se puso el nombre de Bar Kojvá (hijo de la estrella), creyendo cumplirse en su persona el vaticinio de Balaam. Hengstenberg que cita a Justino, hist. 37.2; Plinio h. n. 2. 23; Suetonio. Jul. Ces., cap. 78; y Dio Cass. 45, p. 273.
[71] La palabra דרך literalmente significa caminar o tomar un camino en curso. Rashí dice, “tiene el mismo significado que en (Lam2:4): “Él entensó (דרך lit., curvar) su arco”; esta expresión se usa porque la estrella se dispara en [los cielos] como lo hace una flecha cuando se tira del arco.”
[72] Además, en esta historia la intención del rey hostil, Balak, era usar al mago Balaam para destruir a su enemigo Israel, pero el mago Balaam honró en su lugar al enemigo de Balak. Esta es una historia similar con la de Herodes, los Magos del Oriente honrando al Mesías rey de Israel, y con la aparición de la Estrella del Mesías y su advenimiento.
[73] De este texto los magos podrían haber tenido la expectativa de esperar a un astro representado por un cetro; siendo expresamente dicho, "se levantará cetro de Israel", que corresponde según la poesía hebrea a un paralelismo a “Saldrá (lit. caminará) Estrella de Jacob”. Júpiter es el planeta que representa el cetro, siempre se ve sosteniendo un cetro. Júpiter es llamado por todos lados por Homero, así como por Orfeo, "el padre de dioses y hombres, gobernante y rey, y el supremo de los monarcas.” Por lo tanto, debido a su característica de mando o de gobierno, está muy bien representado con un cetro. Kepler10 , en 1603, sostuvo que esta estrella que los magos vieron en oriente no fue otra cosa que una «conjunción» de los planetas Júpiter con Saturno el 21 de mayo del 747 de Roma, tres años antes de la muerte de Herodes. Estas «conjunciones», según Kepler, debieron de producir en aquel mundo oriental de astrólogos un efecto sorprendente.