EL JURAMENTO DE IOSÉF / JOSÉ
En el libro del Génesis, encontramos un pasaje que narra la orden de Ioséf a sus hermanos para que tomen sus huesos cuando ellos salieran de Egipto: "Y Ioséf/José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, entonces haréis subir mis huesos de aquí" (Gn 50:25). Esta petición de Ioséf está íntimamente relacionada con el tema de la libertad: "Dios ciertamente os recordará, entonces haréis subir mis huesos de aquí" (Gn 5025). Es lógico pensar que en los meses posteriores a la salida de los hijos de Israel de Egipto, los huesos de Ioséf que viajarían con ellos en el desierto, serían cuidados por otras personas del pueblo. El Midrásh, una colección de historias y enseñanzas judías, registra un relato en el que los huesos de Ioséf acompañaron a los hijos de Israel durante los cuarenta años de peregrinación en el desierto: "Durante los cuarenta años de travesía por el desierto, los huesos de Ioséf viajaron junto a ellos. Dios había dicho a Ioséf: "Ya que prometiste a tus hermanos que los alimentarías, te aseguro que tus huesos viajarán con ellos durante cuarenta años en el desierto, después de tu muerte." Como está escrito: "Hubo, sin embargo, algunos varones que se habían hecho impuros por causa de una persona muerta" (Nm 9:6). La palabra "persona" (נֶפֶשׁ) se refiere a Ioséf, ya que está escrito: "La tienda en que habitaba entre los hombres" (Salmo 78:60), y más adelante: "Desechó la tienda de Ioséf" (Sal 78:67)" (Midrash Rabá, Shemot 20:19).
TRES DÍAS Y TRES NOCHES
Cuando los israelitas salieron de Egipto el Midrásh explica que Moshé caminó durante tres días y tres noches para encontrar el ataúd de Ioséf, ya que los hijos de Israel no podían dejar Egipto sin él. Moshé estaba agotado después de buscar durante tanto tiempo, cuando se encontró con una mujer, quien lo llevó a un río donde los magos y los hechiceros habían arrojado el ataúd de Ioséf. Estos habían dicho al Faraón que si los huesos de Ioséf no eran encontrados, la nación de Israel nunca dejaría Egipto. Moshé pidió a Ioséf que clamara a su Creador por misericordia y levantara su ataúd de las profundidades. De repente, el ataúd de Ioséf comenzó a elevarse y Moshé lo llevó sobre su hombro. Cito el Midrash a continuación:
En el libro del Génesis, encontramos un pasaje que narra la orden de Ioséf a sus hermanos para que tomen sus huesos cuando ellos salieran de Egipto: "Y Ioséf/José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, entonces haréis subir mis huesos de aquí" (Gn 50:25). Esta petición de Ioséf está íntimamente relacionada con el tema de la libertad: "Dios ciertamente os recordará, entonces haréis subir mis huesos de aquí" (Gn 5025). Es lógico pensar que en los meses posteriores a la salida de los hijos de Israel de Egipto, los huesos de Ioséf que viajarían con ellos en el desierto, serían cuidados por otras personas del pueblo. El Midrásh, una colección de historias y enseñanzas judías, registra un relato en el que los huesos de Ioséf acompañaron a los hijos de Israel durante los cuarenta años de peregrinación en el desierto: "Durante los cuarenta años de travesía por el desierto, los huesos de Ioséf viajaron junto a ellos. Dios había dicho a Ioséf: "Ya que prometiste a tus hermanos que los alimentarías, te aseguro que tus huesos viajarán con ellos durante cuarenta años en el desierto, después de tu muerte." Como está escrito: "Hubo, sin embargo, algunos varones que se habían hecho impuros por causa de una persona muerta" (Nm 9:6). La palabra "persona" (נֶפֶשׁ) se refiere a Ioséf, ya que está escrito: "La tienda en que habitaba entre los hombres" (Salmo 78:60), y más adelante: "Desechó la tienda de Ioséf" (Sal 78:67)" (Midrash Rabá, Shemot 20:19).
TRES DÍAS Y TRES NOCHES
Cuando los israelitas salieron de Egipto el Midrásh explica que Moshé caminó durante tres días y tres noches para encontrar el ataúd de Ioséf, ya que los hijos de Israel no podían dejar Egipto sin él. Moshé estaba agotado después de buscar durante tanto tiempo, cuando se encontró con una mujer, quien lo llevó a un río donde los magos y los hechiceros habían arrojado el ataúd de Ioséf. Estos habían dicho al Faraón que si los huesos de Ioséf no eran encontrados, la nación de Israel nunca dejaría Egipto. Moshé pidió a Ioséf que clamara a su Creador por misericordia y levantara su ataúd de las profundidades. De repente, el ataúd de Ioséf comenzó a elevarse y Moshé lo llevó sobre su hombro. Cito el Midrash a continuación:
El tiempo para la redención de Israel llegó y Moshé caminó alrededor de la ciudad durante tres días y tres noches para encontrar el ataúd de Ioséf, porque ellos no podían dejar Egipto sin Ioséf. ¿Por qué? Porque él les hizo jurar, antes de su muerte, como está escrito (Gn 50:25), "Ioséf hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo...". Cuando Moshé estaba ya extremadamente cansado, se encontró con una cierta Segulá. Ella le dijo, Ven conmigo y te mostraré en dónde se encuentra Ioséf. Ella lo llevó a un río, y dijo: En este lugar los magos y los hechiceros hicieron un ataúd de quinientos talentos, y lo arrojaron dentro del río. Y dijeron al Faraón: ¿Quieres que esta nación nunca abandone este lugar (Egipto)? Aquí están los huesos de Ioséf. Si ellos nunca los encuentran, no podrán irse. De inmediato Moshé se paró a la orilla del arroyo y dijo: ¡Ioséf! ¡Ioséf! Tu sabes lo que le prometiste a Israel (cf. Gn 50:25), "¡Dios ciertamente os recordará!" ¡Dale honor al Dios de Israel, y no retengas la redención de Israel! Clama a tu Creador por misericordia y levántate de las profundidades. Inmediatamente, el ataúd de Ioséf comenzó a levantarse de las profundidades, como una caña. Y entonces Moshé lo tomó y lo puso sobre su hombro." (Midrásh Devarim Rabá 11:7)
Este Midrásh y la Escritura en la Torá nos recuerdan la conexión que hay con el sacrificio, muerte y resurrección de Ieshúa después de tres días y tres noches (Mt 12.40). En referencia al contenido presentado en el Midrash, la Torá indica que el cuerpo de Ioséf fue preparado y embalsamado por médicos egipcios (Gn 50:26), lo cual sugiere que su cuerpo fue tratado de tal manera que no experimentó procesos de descomposición. Es importante destacar que dentro de la Torá, Ioséf es considerado una figura del Mesías: el cual fue arrojado a un hoyo, vendido por sus propios hermanos y padeció diversas formas de sufrimiento. La noción de que el cuerpo de Ioséf fue preparado para evitar la corrupción al fallecer, nos rememora el hecho de que en su muerte el cuerpo de Ieshúa tampoco experimentó procesos de descomposición, tal como se indica en Salmo 16:10 y Hch 13:34-37.
LA VERDADERA LIBERTAD
La promesa de Ioséf de que sus huesos saldrían del sepulcro en el día que los hijos de Israel serían liberados de la esclavitud (Gn 50.25) nos recuerda la promesa del Mesías de traer libertad a los esclavos, como se menciona en Isaías 61:1. Al igual que la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto requirió la preservación de los huesos de Ioséf, la liberación de la humanidad de la esclavitud del pecado y la maldad exige la toma y aferramiento en la fe de la muerte, resurrección y promesa de Ieshúa.
La libertad que el pueblo de Israel recibió al salir de Egipto nos ayuda a afrontar el presente y crear el futuro, y no tan sólo a recordar el pasado. Egipto, en hebreo Mitzráim (מִצְרָימָ), proviene del vocablo meitzarím que significa limitaciones. Cuando el hombre es esclavo de sus instintos, está sumido en las limitaciones que él mismo se impone, lo que lo limita a servir a Dios de la manera correcta.
Según el Judaísmo, la verdadera libertad se alcanza cuando los tres niveles esenciales del alma -Néfesh (instintos), Rúaj (emociones) y Neshamá (pensamientos)- trabajan en armonía con las leyes de Dios que gobiernan la vida. Cuando la conciencia humana sale de Egipto - Mitzráim, de las limitaciones, y se identifica con los estratos superiores del alma actuando de acuerdo a las leyes espirituales de Dios, es entonces cuando hay verdadera libertad. Esta es la libertad a la cual Ieshúa se refería cuando dijo: “Todo el que practica el pecado es esclavo del pecado…así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres”. Esto nos enseña que al igual que los hijos de Israel no podían abandonar Egipto sin llevar consigo los huesos de Iosef, nosotros no podemos liberarnos de la esclavitud del pecado sin la muerte y resurrección de Ieshúa.
El relato de Pésaj /"Pascua" nos transmite la idea de libertad y nos muestra la naturaleza y el propósito del hombre. La Torá nos enseña cómo salir de nuestras limitaciones, pero si nuestros deseos no han sido purificados, nos encontramos impedidos para cumplir con este orden divino de la Torá que nos revela quiénes somos y quiénes debemos ser. La purificación de nuestros deseos es lo que trae Ieshúa. Cuando nuestros deseos, pasiones, instintos, emociones, actitudes egoístas, etc., no nos limitan para cumplir con los preceptos divinos del Creador, es entonces cuando podemos afirmar que hemos alcanzado la libertad. Y es entonces cuando actuamos libres de nuestras propias limitaciones. Esta es la verdadera salida de Egipto.
PARALELISMOS
Existe una relación significativa entre la vida de Ioséf, como se narra en la Torá y el Midrásh, y la vida de Ieshúa. Ambos presentan paralelismos que resultan notables. Ioséf afirmó que después de su muerte, sus huesos saldrían del sepulcro en el día en que los hijos de Israel recibirían la libertad (Gn 50:25). Esto se puede relacionar con la afirmación de Ieshúa de que después de su muerte, resucitaría y traería la libertad espiritual (Heb11:22). Además, así como el cuerpo de Ioséf fue embalsamado para que no se corrompiera, Ieshúa no vio corrupción después de su muerte, como se menciona en el Salmo 16:10 acerca de la muerte del Mesías. Asimismo, los hijos de Israel no podían salir de la esclavitud de Egipto sin los huesos de Ioséf, y de manera similar, los hombres no pueden recibir la verdadera libertad de la esclavitud del verdadero Egipto (las limitaciones del pecado) sin Ieshúa el Mesías (Mt 12:10, 16:21, 17:22-23, 20:18-19, Mc 9:31, Lc 9:22, 24:7, Jn 2:18-22).
Tanto el Faraón como Pilato aseguraron el sepulcro de Ioséf y Ieshúa, respectivamente, para que sus cuerpos no salieran del sepulcro. Moshé buscó el cuerpo muerto de Ioséf por tres días y tres noches, y finalmente lo encontró. Según el Midrásh, al tercer día, el cuerpo de Ioséf se levantó del sepulcro para que los hijos de Israel pudieran salir de la tierra de Egipto. De manera similar, Ieshúa murió y estuvo en la tumba tres días y tres noches antes de resucitar.