La Sal de la Tierra
Después de las conocidas como Bienaventuranzas, Ieshúa procede a llamar a sus discípulos la sal de la tierra, porque serán salados por Ieshúa mismo como herramienta para sobrevivir ante la persecución y la adversidad, con el fin de preservar la tierra, pero si esta se hace insípida, es inservible y debe de ser arrojada y pisoteada.
Después de las conocidas como Bienaventuranzas, Ieshúa procede a llamar a sus discípulos la sal de la tierra, porque serán salados por Ieshúa mismo como herramienta para sobrevivir ante la persecución y la adversidad, con el fin de preservar la tierra, pero si esta se hace insípida, es inservible y debe de ser arrojada y pisoteada.
Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros. (Mc 9:49-50)
Estrictamente hablando, la sal no puede perder su sabor y seguir siendo sal. Así tiene que ser un buen maestro-discípulo de Ieshúa. Aquel que fue divinamente salado con todos los dones del Espíritu de Santidad, y luego retorna al camino del mal, pierde el Espíritu de Ieshúa. De esta forma, pierde su esencia, como diciendo que perdió el sabor, y figurativamente hablando, no podrá ser "salado" nuevamente: "Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio" (Hebreos 6:4-6).
La Luz del Mundo
Después les llamará "Luz del Mundo". Las imágenes suponen una casa oriental o judía de una sola habitación, con una lámpara de aceite hecha de arcilla y una cucharilla. Y el significado es que el discípulo de Ieshúa no vive solo para sí mismo, sino para los demás; cf. Mt 25,26; 2 Cor 4,7. La revelación del Mesías-Luz-del-Mundo, que han obtenido mediante la misericordia, deberán de anunciarla, enseñarla y mostrarla. Deberán combatir el mal, representado por la oscuridad. Serán la luz, siempre que permitan que la Luz verdadera (Jn 1.3), habite en ellos. Así el versículo equilibra delicadamente la realización de buenas obras de la Torá, nuestra lámpara (Sal 119:105; Pro 6.23; cf. 2 Samuel 22:29), con la necesidad de evitar el orgullo y la atribución del mérito.
En todas estas descripciones de los discípulos, Ieshúa presupone que su Espíritu y su justicia se han convertido en el principio de su vida. Ellos son la luz del mundo, en cuanto derivan su luz de Aquel que es la verdadera luz del mundo (Ef 3:9; Fil 2:15), de la misma manera como son hijos de Dios cuando Aquel que es el Hijo eterno de Dios habita en ellos.
La enseñanza de Ieshúa, por más profunda que sea, no debe ser tratada como lecciones secretas, a diferencia de cómo los místicos y rabinos solían susurrar en el oído de otro rabino para evitar que otros escucharan. Ieshúa ordena a sus discípulos a difundir sus enseñanzas: "Nada hay oculto que no haya de manifestarse, ni ha sido escondido sino para que sea sacado a luz" (Mc 4:22-23). En otro lugar también dijo: "Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas". (Mt 10.27). La versión de la ilustración de la lámpara preservada en el Evangelio Apócrifo de Tomás está a favor con el contexto de Mc y Lc acerca de la transmisión de la enseñanza de Ieshúa: "Lo que escuchas con uno y otro oído, pregónalo desde la cima de vuestros tejados; pues nadie enciende una lámpara y la coloca bajo el celemín o en otro lugar escondido, sino que la pone sobre el candelero para que todos los que entran y salen vean su resplandor" (Tomas 33).
Aquello que tenía la Ner HaOlám o la Luz Eterna, era la Casa de Dios, es decir, el Templo de Dios. Cuando el templo no cumple su función de ser luz para todas las naciones, debido a los líderes del pueblo de Israel, corre el riesgo de extinguirse, éste viene a apagarse, es decir, su destrucción es inminente. En este contexto, el nuevo templo sería aquel conformado por los discípulos de Ieshúa, cuya misión es ser luz para todas las naciones. En efecto, lo que dice a sus discípulos es lo siguiente: aunque os persigan, estáis llamados a servir al mundo al ser luz a ellos con la luz del Evangelio.
La Luz del Mundo
Después les llamará "Luz del Mundo". Las imágenes suponen una casa oriental o judía de una sola habitación, con una lámpara de aceite hecha de arcilla y una cucharilla. Y el significado es que el discípulo de Ieshúa no vive solo para sí mismo, sino para los demás; cf. Mt 25,26; 2 Cor 4,7. La revelación del Mesías-Luz-del-Mundo, que han obtenido mediante la misericordia, deberán de anunciarla, enseñarla y mostrarla. Deberán combatir el mal, representado por la oscuridad. Serán la luz, siempre que permitan que la Luz verdadera (Jn 1.3), habite en ellos. Así el versículo equilibra delicadamente la realización de buenas obras de la Torá, nuestra lámpara (Sal 119:105; Pro 6.23; cf. 2 Samuel 22:29), con la necesidad de evitar el orgullo y la atribución del mérito.
En todas estas descripciones de los discípulos, Ieshúa presupone que su Espíritu y su justicia se han convertido en el principio de su vida. Ellos son la luz del mundo, en cuanto derivan su luz de Aquel que es la verdadera luz del mundo (Ef 3:9; Fil 2:15), de la misma manera como son hijos de Dios cuando Aquel que es el Hijo eterno de Dios habita en ellos.
La enseñanza de Ieshúa, por más profunda que sea, no debe ser tratada como lecciones secretas, a diferencia de cómo los místicos y rabinos solían susurrar en el oído de otro rabino para evitar que otros escucharan. Ieshúa ordena a sus discípulos a difundir sus enseñanzas: "Nada hay oculto que no haya de manifestarse, ni ha sido escondido sino para que sea sacado a luz" (Mc 4:22-23). En otro lugar también dijo: "Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas". (Mt 10.27). La versión de la ilustración de la lámpara preservada en el Evangelio Apócrifo de Tomás está a favor con el contexto de Mc y Lc acerca de la transmisión de la enseñanza de Ieshúa: "Lo que escuchas con uno y otro oído, pregónalo desde la cima de vuestros tejados; pues nadie enciende una lámpara y la coloca bajo el celemín o en otro lugar escondido, sino que la pone sobre el candelero para que todos los que entran y salen vean su resplandor" (Tomas 33).
Aquello que tenía la Ner HaOlám o la Luz Eterna, era la Casa de Dios, es decir, el Templo de Dios. Cuando el templo no cumple su función de ser luz para todas las naciones, debido a los líderes del pueblo de Israel, corre el riesgo de extinguirse, éste viene a apagarse, es decir, su destrucción es inminente. En este contexto, el nuevo templo sería aquel conformado por los discípulos de Ieshúa, cuya misión es ser luz para todas las naciones. En efecto, lo que dice a sus discípulos es lo siguiente: aunque os persigan, estáis llamados a servir al mundo al ser luz a ellos con la luz del Evangelio.