En 1Cor 15.3-4 Shaúl /"Paulos" señala que conforme a las Sacras Escrituras el Mesías debía de morir por nuestros pecados, luego ser sepultado, y resucitar al tercer día. Particularmente Is 53 es una profecía que habla del Mesías, en donde se describe su muerte con la carga de los pecados de su pueblo, y donde el profeta describe su sepultura (Is 53.9). Pero Shaúl /"Paulos" también dice que conforme a las Sacras Escrituras el Mesías resucitaría al tercer día.
Aunque existe alusiones midrásicas y varias tipologías sobre la resurrección del Mesías al tercer día, como cuando Jonás estuvo dentro de la ballena por tres días y tres noches y después salió de allí, no hay un texto que realmente diga textualmente que el Mesías debía de resucitar al tercer día de su muerte, sin embargo, al conocer de la enseñanza y tradición del pueblo de Israel quizás si podemos una mejor compresión las profecías y los Salmos.
Una explicación breve de qué es lo que está citando Shaúl /"Paulos" al decir que conforme a las Sacras Escrituras el Mesías resucitaría al tercer día es lo siguiente. Las Escrituras que predijeron la resurrección del Mesías al tercer día, y a las que se refiere Shaul /"Paulos", son Sal 16.10, donde Kéfa /"Pedro" en Hch 2:31, afirma expresamente que era una predicción de ese evento. El Salmo 16.10 textualmente dice: "Porque no dejarás mi alma en el Sheol, ni permitirás que tu santo vea corrupción." Kéfa /"Pedro" explica en Hch 2.29 que si en la profecía fue dicho que su alma no quedará abandonada en el Sheol (palabra hebrea que se traduce como Sepulcro), y su cuerpo no verá corrupción, claramente no se refiere al rey David, que murió, fue sepultado, y su sepultura aún estaba con ellos. ¿Cómo entonces habla este Salmo de la resurrección del Mesías al tercer día?
Los sabios de Israel cuentan lo siguiente sobre la muerte de una persona: "Durante tres días el alma va a la sepultura, pensando que el cuerpo puede regresar; pero cuando ve que la figura del rostro se corrompe, se va y lo deja." (Bereshit Rebá 100, 88.2; Talmud Ierushlami, Moed Katán 82.2). Así de Jonás, que estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, dicen los sabios de Israel: "Estos son los tres días que un hombre está en el sepulcro, hasta que sus entrañas se descomponen; y después de tres días esa corrupción se torna sobre su rostro." (Zohar en Éx 78.2). Esto significa, que para los judíos, a quienes fue entregada la Escritura, cuando una persona muere, su cuerpo comienza a corromperse hasta después del tercer día, es decir, al cuarto día de muerto, y hasta entonces su alma lo abandona. Esta tradición parece que puede encontrase en la narrativa de la muerte y resurrección de Lázaro en Jn 11, cuando Marta le responde a Ieshúa que ya es tarde para resucitar a Lázaro, porque su cuerpo ya estaba sepultado por cuatro días, y como una judía, completamente inmersa en la cultura de su pueblo, sabía que su cuerpo ya estaba descompuesto y su alma ya no estaba allí para regresar al cuerpo. "Dice Ieshúa: «Quitad la piedra». Respondió la hermana del difunto, Marta: «Señor, ya hiede; porque cuarto día es»." (Jn 11.39).
Por lo tanto, cuando el Salmista escribe que el Mesías después de ser sepultado, no conocería corrupción, se refiere a que su cuerpo no llegaría al cuarto día como muerto, una visión de la resurrección del Mesías al tercer día.
Aunque existe alusiones midrásicas y varias tipologías sobre la resurrección del Mesías al tercer día, como cuando Jonás estuvo dentro de la ballena por tres días y tres noches y después salió de allí, no hay un texto que realmente diga textualmente que el Mesías debía de resucitar al tercer día de su muerte, sin embargo, al conocer de la enseñanza y tradición del pueblo de Israel quizás si podemos una mejor compresión las profecías y los Salmos.
Una explicación breve de qué es lo que está citando Shaúl /"Paulos" al decir que conforme a las Sacras Escrituras el Mesías resucitaría al tercer día es lo siguiente. Las Escrituras que predijeron la resurrección del Mesías al tercer día, y a las que se refiere Shaul /"Paulos", son Sal 16.10, donde Kéfa /"Pedro" en Hch 2:31, afirma expresamente que era una predicción de ese evento. El Salmo 16.10 textualmente dice: "Porque no dejarás mi alma en el Sheol, ni permitirás que tu santo vea corrupción." Kéfa /"Pedro" explica en Hch 2.29 que si en la profecía fue dicho que su alma no quedará abandonada en el Sheol (palabra hebrea que se traduce como Sepulcro), y su cuerpo no verá corrupción, claramente no se refiere al rey David, que murió, fue sepultado, y su sepultura aún estaba con ellos. ¿Cómo entonces habla este Salmo de la resurrección del Mesías al tercer día?
Los sabios de Israel cuentan lo siguiente sobre la muerte de una persona: "Durante tres días el alma va a la sepultura, pensando que el cuerpo puede regresar; pero cuando ve que la figura del rostro se corrompe, se va y lo deja." (Bereshit Rebá 100, 88.2; Talmud Ierushlami, Moed Katán 82.2). Así de Jonás, que estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, dicen los sabios de Israel: "Estos son los tres días que un hombre está en el sepulcro, hasta que sus entrañas se descomponen; y después de tres días esa corrupción se torna sobre su rostro." (Zohar en Éx 78.2). Esto significa, que para los judíos, a quienes fue entregada la Escritura, cuando una persona muere, su cuerpo comienza a corromperse hasta después del tercer día, es decir, al cuarto día de muerto, y hasta entonces su alma lo abandona. Esta tradición parece que puede encontrase en la narrativa de la muerte y resurrección de Lázaro en Jn 11, cuando Marta le responde a Ieshúa que ya es tarde para resucitar a Lázaro, porque su cuerpo ya estaba sepultado por cuatro días, y como una judía, completamente inmersa en la cultura de su pueblo, sabía que su cuerpo ya estaba descompuesto y su alma ya no estaba allí para regresar al cuerpo. "Dice Ieshúa: «Quitad la piedra». Respondió la hermana del difunto, Marta: «Señor, ya hiede; porque cuarto día es»." (Jn 11.39).
Por lo tanto, cuando el Salmista escribe que el Mesías después de ser sepultado, no conocería corrupción, se refiere a que su cuerpo no llegaría al cuarto día como muerto, una visión de la resurrección del Mesías al tercer día.