Indudablemente, este Siervo de IHVH, que en algunas ocasiones es llamado Israel, es distinto de Israel, porque aparece como intermediario entre Dios e Israel (v.6-7):
"Yo, IHVH, te he llamado en la justicia y te he tomado de la mano. Yo te he formado y te he puesto por alianza del pueblo y para luz de las gentes, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del calabozo a los que moran en las tinieblas". (Is 42.6-7)
El Siervo será mediador de una nueva alianza (v.6) entre Dios e Israel, el pueblo de IHVH por antonomasia, en contraposición a las gentes del estico siguiente, que reciben de ese Siervo una luz religiosa y moral. Así, pues, la misión del Siervo es doble: reconciliar a Israel con Dios con una nueva alianza e iluminar al mundo pagano. Ieshúa es descrito por Shimeón como “luz de las naciones” (Lc 2:32), y él mismo se llama “luz del mundo” (Jn 8:12).
El profeta Isaías identifica a este Siervo en Is 49.3 por el nombre "Israel" cuando escribe:
El profeta Isaías identifica a este Siervo en Is 49.3 por el nombre "Israel" cuando escribe:
“Y me dijo: "Tú eres mi siervo, O Israel, porque en ti me gloriaré.” (Is 49.3)
Sin embargo, el profeta Isaías escribe sólo unos pocos versículos más adelante, según las palabras del siervo:
“Ahora pues, dice el Eterno, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos del Eterno, y el Dios mío será mi fuerza); dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.” (Is 49.5-6)
Observe que el siervo nombrado Israel en Is 49.3 es responsable de:
¿Cómo puede la nación de Israel traerse de vuelta al Eterno, enderezarse, reunirse y restaurarse a sí mismo? Claramente, el siervo llamado Israel y la nación de Jacob / Israel son dos entidades distintas.
La manera en que el profeta Isaías nombra al siervo como "Israel" y luego procede a mencionar a otro "Israel" a quien se supone que el Siervo llamado Israel traerá de vuelta, levantará, reunirá y restaurará, claramente indica que el siervo llamado Israel no es el otro Israel que es traído de vuelta. Una vez más, se trata de dos entidades distintas.
Si el siervo llamado Israel no es la nación de Israel, entonces, ¿quién es? Es fácil entender porqué alguien podría pensar que el siervo llamado Israel en Is 49.3 es la nación de Israel. Después de todo, la mayoría de la Escritura se centra en las experiencias de la nación de Israel. Sin embargo, el nombre de Israel originalmente pertenece al patriarca Israel (cp. Gn 32.28). Dicho esto, es común que el Rey Mesías sea aludido en la Escritura por los nombres de sus antepasados. Por ejemplo, en Jer 30.9, vemos que el Mesías es llamado "David".
De la misma manera, el Mesías es llamado "Israel" en Is 49.3, tras el mismo nombre del patriarca Israel, su antepasado. Sabemos que este debe ser el caso debido a la manera en que el profeta Isaías habla del siervo Israel trayendo de vuelta, levantando, reuniendo y la restaurando a la otra entidad llamada "Jacob" e "Israel", que es evidentemente distinta de sí mismo.
De este modo, el Israel llamado "siervo" del Eterno es el que restaurará a la nación de Israel / Jacob. Este es el siervo que trae la redención para la nación de Israel / Jacob. Es el Siervo que muere por sus pecados y restaura a cada uno de la nación de Israel / Jacob que cree en él, como está escrito de él en Is 53. Después de haber analizado correctamente estos capítulos, concluimos pues, que el siervo sufriente de Is 53 es el Mesías, cuyo nombre es Ieshúa.
- "traer de vuelta a Jacob a Dios" (Is 49.5)
- "levantar las tribus de Jacob" (Is 49.6)
- "restaurar el remanente de Israel" (Is 49.6)
¿Cómo puede la nación de Israel traerse de vuelta al Eterno, enderezarse, reunirse y restaurarse a sí mismo? Claramente, el siervo llamado Israel y la nación de Jacob / Israel son dos entidades distintas.
La manera en que el profeta Isaías nombra al siervo como "Israel" y luego procede a mencionar a otro "Israel" a quien se supone que el Siervo llamado Israel traerá de vuelta, levantará, reunirá y restaurará, claramente indica que el siervo llamado Israel no es el otro Israel que es traído de vuelta. Una vez más, se trata de dos entidades distintas.
Si el siervo llamado Israel no es la nación de Israel, entonces, ¿quién es? Es fácil entender porqué alguien podría pensar que el siervo llamado Israel en Is 49.3 es la nación de Israel. Después de todo, la mayoría de la Escritura se centra en las experiencias de la nación de Israel. Sin embargo, el nombre de Israel originalmente pertenece al patriarca Israel (cp. Gn 32.28). Dicho esto, es común que el Rey Mesías sea aludido en la Escritura por los nombres de sus antepasados. Por ejemplo, en Jer 30.9, vemos que el Mesías es llamado "David".
De la misma manera, el Mesías es llamado "Israel" en Is 49.3, tras el mismo nombre del patriarca Israel, su antepasado. Sabemos que este debe ser el caso debido a la manera en que el profeta Isaías habla del siervo Israel trayendo de vuelta, levantando, reuniendo y la restaurando a la otra entidad llamada "Jacob" e "Israel", que es evidentemente distinta de sí mismo.
De este modo, el Israel llamado "siervo" del Eterno es el que restaurará a la nación de Israel / Jacob. Este es el siervo que trae la redención para la nación de Israel / Jacob. Es el Siervo que muere por sus pecados y restaura a cada uno de la nación de Israel / Jacob que cree en él, como está escrito de él en Is 53. Después de haber analizado correctamente estos capítulos, concluimos pues, que el siervo sufriente de Is 53 es el Mesías, cuyo nombre es Ieshúa.
Isaías 42
El profeta describe al Salvador como el Siervo de IHVH. En arameo la palabra Siervo, que se expresa "Taliá deElaha", significa tanto siervo como cordero, de aquí que leemos en el Evangelio de Jn cuando se presenta delante del Bautista, que probablemente fue escrito en arameo, como Ieshúa es identificado como el "Taliá deElaha", es decir, el Cordero y Siervo de Dios. Todo hombre piadoso es llamado, en general, "siervo del Eterno", comp. Job 1:8; Sal 19:12; Sal 19:14; pero ordinariamente, la designación se aplica, en un sentido especial, a aquellos de quienes Dios se sirve para la ejecución de sus propósitos, a quienes confía la administración de sus asuntos, y a quienes equipa para la revelación de su gloria. David, que, según Hch 13:36, había servido en su generación al consejo de Dios, se llama a sí mismo en su oración en 2Sam 7, no menos de diez veces, el siervo de Dios, y la misma designación se da a sí mismo en las inscripciones de los Salmos 18 y 36. Los Profetas son llamados siervos de Dios en 2Re 13,3; Je 26,5. En el grado más alto y perfecto, esa designación pertenece al Mesías, quien, de la manera más perfecta, llevó a cabo los decretos de Dios, y a quien todos los anteriores siervos e instrumentos del Eterno en su reino, fueron tipos de él.
Con respecto a la designación del Mesías como siervo, implica, según las tradiciones del pueblo de Israel, que primeramente, para ser el Siervo de Dios, debía por motivos de la ley judía, sumergirse en agua. Normalmente, cuando una persona se sumerge con el fin de entrar en servidumbre, era sumergida en agua por el individuo que se convertiría en su dueño, amo y señor. El amo empujaba la cabeza del siervo bajo el agua como una demostración de su dominio sobre el siervo. Después de que el siervo salía del agua, era inmediatamente considerado como siervo. Esta es la práctica que es potencialmente la base del bautismo practicado en el Nuevo Testamento por los discípulos "en nombre de Ieshúa".
En la Mishné Torá, Moshé ben Maimón (רמב"ם) describe la práctica de la inmersión (bautismo) para los conversos y esclavos (siervos).
Con respecto a la designación del Mesías como siervo, implica, según las tradiciones del pueblo de Israel, que primeramente, para ser el Siervo de Dios, debía por motivos de la ley judía, sumergirse en agua. Normalmente, cuando una persona se sumerge con el fin de entrar en servidumbre, era sumergida en agua por el individuo que se convertiría en su dueño, amo y señor. El amo empujaba la cabeza del siervo bajo el agua como una demostración de su dominio sobre el siervo. Después de que el siervo salía del agua, era inmediatamente considerado como siervo. Esta es la práctica que es potencialmente la base del bautismo practicado en el Nuevo Testamento por los discípulos "en nombre de Ieshúa".
En la Mishné Torá, Moshé ben Maimón (רמב"ם) describe la práctica de la inmersión (bautismo) para los conversos y esclavos (siervos).
“כְּשֵׁם שֶׁמּוֹלִין וּמַטְבִּילִין אֶת הַגֵּרִים, כָּךְ מוֹלִין וּמַטְבִּילִין אֶת הָעֲבָדִים הַנִּלְקָחִים מִן הַגּוֹיִים לְשֵׁם עַבְדוּת… לְפִיכָּךְ צָרִיךְ רִבּוֹ לְתָקְפוֹ בַּמַּיִם, עַד שֶׁיַּעֲלֶה וְהוּא תַּחַת שִׁעְבּוּדוֹ.”
Así como circuncidamos y sumergimos a los conversos, así mismo sumergimos y circuncidamos a los siervos que se adquieren entre los gentiles por causa de la servidumbre... Por lo tanto, su amo tiene que vencerlo en el agua, hasta que se salga y él siervo queda bajo su servidumbre.
En Is 42.1, IHVH presenta a su Siervo delante del pueblo: "He aquí mi Siervo", implicando, según el contexto de arriba, una inmersión en agua para la designación del Mesías como el Siervo de Dios. Luego continúa proclamando: "Yo le sostendré", תָּמַךְ en sí mismo puede significar "agarrar, sujetar, tomar", como cuando la paloma de Noé se posó, sujetó y tomó de la hoja de olivo cuando había cesado el diluvio. Aquí, no se habla de un acto de violencia, sino de un acto de amor. El Siervo de IHVH se apoya en IHVH, y IHVH elige, toma, sostiene y apoya su Siervo (comp. Is 42:6; Jn 8:29), de aquí que Mt 12.18 traduce como "mi amado".
También le llama "mi elegido, en quien mi alma tiene contentamiento", que aparecen en Mt "en quien me complazco" (Mt 3:17), que son palabras escuchadas en el bautismo, y se refiere en quien su alma tiene agrado, encuentra similitud, y por lo tanto, aceptación.
Y luego proclama: "he puesto sobre él mi Espíritu" y por lo tanto, "él traerá justicia a las naciones." "He puesto mi Espíritu sobre él"; la expresión ocurre sólo aquí en Isaías; pues Is 37:7 pertenece a otra categoría, pero aquí se refiere al mismo escenario descrito en Is 11:2 e Is 61:1. Esta construcción es confirmada por Is 61:1. Por la unción con el Espíritu Santo, el Siervo de Dios está capacitado para llevar el derecho a las naciones.
Este escenario profetizado por Isaías 700 antes de la venida del Mesías, es el escenario cuando Ieshúa se presenta delante de Iojanán el Inmersor ("Bautista"), para ser sumergido por él. El motivo por la que Iojanán sumerge a Ieshúa, es porque Iojanán está actuando como profeta representante de Dios, de esta manera, Iojanán sumerge a Ieshúa en agua para así proclamarlo el Hijo y también siervo de Dios. No es extraño que Ieshúa, el Hijo de Dios, sea llamado siervo, ya el emisario Paulos /Shaúl explicó "El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo." (Fil 2.6)
Ieshúa fue "en forma de Dios" (ἐν μορφῇ θεοῦ) y "tomó la forma de siervo" (μορφὴν δούλου λαβών).
Ieshúa "tomó la forma de siervo" (Fil. 2.7) y él fue un siervo (Isaías 42.1).
Ieshúa fue "en forma de Dios" (Fil. 2:06) y fue __.
Forma de siervo: siervo :: forma de Dios: ___
Forma de X: X :: forma de Y: Y
La Descripción de su Manifestación
El profeta comienza a describir ahora la forma en que el siervo de IHVH se manifestará a sí mismo en el mundo: "No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles". A lo que se refiere sobre la clausula anterior, no gritará, ni alzará su voz, sobre su venida como el Ungido / Mesías y Siervo de Dios. Su aparición y venida será humilde, y no vendrá con gran pompa a proclamarse como rey soberano sobre Israel. El Profeta muestra de qué naturaleza será la venida del Mesías; es decir, sin pompa ni esplendor, como los que comúnmente acompañan a los reyes terrenales, a cuya llegada se producen diversos ruidos y fuertes gritos, como si el cielo y la tierra estuvieran a punto de mezclarse. Como dice Is 53 sobre el mismo Siervo: "no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos." (Is 53.2). Isaías dice que el Mesías vendrá sin ningún ruido ni grito. No alzará su voz, no creará ninguna perturbación, como comúnmente decimos de un hombre tranquilo y apacible: "No hace gran bulla". Y, en efecto, no se vanagloriaba de sí mismo ante el pueblo, sino que con frecuencia prohibía que se publicaran sus milagros, para que todos aprendieran que su poder y su autoridad eran muy distintos de los que obtienen los reyes o los príncipes, haciendo que se hable de ellos en voz alta para obtener el aplauso de la multitud. (Mt 8:4; Mc 5:43; Lc 8:56).
Aquí tenemos la primera manifestación de su venida, será silenciosa, su venida no será con gran pompa y ruido, como los príncipes terrenales. Pero tenemos otra descripción de su venida, como viniendo con gran pompa sobre las nubes: "Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él". (Dn 7.13). Esto significa no puede ser una contradicción. Más bien, significa que son dos venidas del Mesías, una sin pompa y ruido, como el Siervo de Dios, y la otra a gobernar y reinar, como el Rey de Israel y el mundo.
Aquí tenemos la primera manifestación de su venida, será silenciosa, su venida no será con gran pompa y ruido, como los príncipes terrenales. Pero tenemos otra descripción de su venida, como viniendo con gran pompa sobre las nubes: "Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él". (Dn 7.13). Esto significa no puede ser una contradicción. Más bien, significa que son dos venidas del Mesías, una sin pompa y ruido, como el Siervo de Dios, y la otra a gobernar y reinar, como el Rey de Israel y el mundo.