La narrativa de la parashá Vaishév relata que Israel amaba a Ioséf más que a sus otros hijos, de manera similar a cómo Ieshúa es el amado hijo del Dios de Israel. La Torá describe a Ioséf como "el hijo de su vejez" (בֶן־זְקֻנִ֥ים), es decir, el hijo de su padre Israel en su vejez. Aunque la frase hebrea בֶן־זְקֻנִ֥ים se traduce como "hijo de la vejez", Abendana observa que entre los ancianos era costumbre tener a uno de sus hijos pequeños constantemente a su lado, atendiéndolos, sirviéndoles y apoyándose en ellos, y a este hijo se le llamaba "el hijo de su vejez" (בֶן־זְקֻנִ֥ים) porque les servía en su ancianidad. Este sentido es respaldado de manera similar, aunque con adición, por Onquelos, quien lo traduce como "porque era un hijo sabio para él". Así, la razón por la cual Israel amaba a Ioséf más que a los demás se debía a su sabiduría, aunque era un niño, poseía una sabiduría y conocimiento propios de un anciano.
Onquelos sigue la idea rabínica de que Israel enseñó a Ioséf todas las tradiciones y secretos de la Torá que él había aprendido de Shem y Eber. Descubrió que Ioséf comprendía todo tan intuitivamente que parecía sabio más allá de sus años. Esto nos recuerda a Ieshúa, quien era obediente a su Padre y hacía todo según lo que su Padre hacía y decía: "de Mí mismo no hago nada, sino que hablo como mi Padre me enseñó" (Juan 8.28).
La narrativa de la Torá también menciona que Israel le había hecho "una túnica con rayas de colores" (Gn 37.3), que en ese momento era un símbolo de la vestimenta de un hijo real. Esto se puede corroborar con el Salmo 45.14, donde la hija del rey es vestida con una túnica de colores, o Isaías 21.22, donde el rey es vestido con una hermosa túnica. Esta vestimenta es también una figura de Ieshúa, el Hijo de Dios, el hijo del Rey y, por lo tanto, también el Rey del universo.
Onquelos sigue la idea rabínica de que Israel enseñó a Ioséf todas las tradiciones y secretos de la Torá que él había aprendido de Shem y Eber. Descubrió que Ioséf comprendía todo tan intuitivamente que parecía sabio más allá de sus años. Esto nos recuerda a Ieshúa, quien era obediente a su Padre y hacía todo según lo que su Padre hacía y decía: "de Mí mismo no hago nada, sino que hablo como mi Padre me enseñó" (Juan 8.28).
La narrativa de la Torá también menciona que Israel le había hecho "una túnica con rayas de colores" (Gn 37.3), que en ese momento era un símbolo de la vestimenta de un hijo real. Esto se puede corroborar con el Salmo 45.14, donde la hija del rey es vestida con una túnica de colores, o Isaías 21.22, donde el rey es vestido con una hermosa túnica. Esta vestimenta es también una figura de Ieshúa, el Hijo de Dios, el hijo del Rey y, por lo tanto, también el Rey del universo.