Emuná (אמונה) es la palabra hebrea que se traduce como "fe". Según Heb 11.1 es la convicción de aquello que se espera y que no se ve. Emuná es creer, como dice la Torá acerca de Avraham: "Veheemin / y creyó en Iahvé y le fue contado por justicia" (Gn 15.6). La raíz de la palabra heemin es la misma que la de emuná, y significa creer, tal y como Avraham creyó en lo que Iahvé le había dicho y prometido, y obró conforme a esa promesa. Esto significa, que el primer paso de la emuná es conocer la voluntad de Dios, porque la emuná de una persona no puede contradecir la voluntad de Dios. Si la emuná de una persona no está basada en aquello que Dios ha dicho o prometido, entonces no es emuná en Dios. La emuná de una persona debe sostenerse en las palabras de Dios, lo que él ha dicho, ordenado y prometido (cf. Mc 11.22). La emuná no es creer obstinadamente en que se hará nuestra propia voluntad al mentalizarse que ocurrirá lo deseado en nuestro corazón. No se trata de martillar una y otra vez sobre la misma idea. La emuná debe de armonizarse con la voluntad y el deseo de Dios. Esto significa que la emuná no está desligada del conocimiento, sin conocimiento no hay emuná, porque si no conocemos la voluntad de Dios no podemos tener emuná en Dios. Por lo tanto, la emuná tiene tres etapas: 1) conocer la voluntad de Dios; 2) creer en la voluntad de Dios; 3) hacer conforme a la voluntad de Dios. Podemos, por lo tanto, decir, que para tener emuná, se necesita estar conectado con Dios para así conocer su voluntad, creer, y luego obrar conforme a su voluntad.
Dicho esto, la emuná está relacionada con la palabra hebrea "emét", que significa "verdad", pero hay una ligera diferencia entre ambas palabras.
Ambas comienzan con la letra "Álef", que es la primera letra del alfabeto hebreo. Luego viene la letra "Mem", la letra del medio del alfabeto, en ambas palabras. Pero "Emét" (Verdad) termina con la última letra del alfabeto ("Tav") porque cuando tenemos verdad, conocemos el principio, medio y fin. Emuná, por otro lado, en su forma de raíz "amén" termina con otra letra del medio, "Nun" (en el alfabeto hebreo de 26 caracteres hay dos de ellas). Esto se debe a que cuando se trata de Emuná, obtenemos la mayor parte de la historia, pero no toda. Emuná nos brinda una base para creer, pero el último paso debemos elegir darlo (o no darlo).
Dicho esto, la emuná está relacionada con la palabra hebrea "emét", que significa "verdad", pero hay una ligera diferencia entre ambas palabras.
Ambas comienzan con la letra "Álef", que es la primera letra del alfabeto hebreo. Luego viene la letra "Mem", la letra del medio del alfabeto, en ambas palabras. Pero "Emét" (Verdad) termina con la última letra del alfabeto ("Tav") porque cuando tenemos verdad, conocemos el principio, medio y fin. Emuná, por otro lado, en su forma de raíz "amén" termina con otra letra del medio, "Nun" (en el alfabeto hebreo de 26 caracteres hay dos de ellas). Esto se debe a que cuando se trata de Emuná, obtenemos la mayor parte de la historia, pero no toda. Emuná nos brinda una base para creer, pero el último paso debemos elegir darlo (o no darlo).