La fiesta comenzó cuando los judíos recuperaron el Templo. Se descubrió una pequeña vasija de aceite. El aceite ardió durante ocho días, y este milagro se convirtió en la base de una festividad de ocho días de regocijo y recuerdo (según consta en el Talmud Bavli, Shabát 21b).
El milagro consistió que una pequeña cantidad de aceite para la menorá (candelabro), que suficiente, tal vez, para la noche, duró para ocho días.
Si esto es así, entonces Janucá sólo debería de durar siete noches. La primera noche no era realmente un milagro, ya que se tenía aceite suficiente para ella. ¿Por qué, entonces, celebramos por ocho días? ¿Cómo se considera la primera noche como un milagro?
El milagro de la primera noche fue que los judíos encendieron la menorá (candelabro).
Los judíos no tenían nada garantizado, sabiendo que el aceite no era suficiente para los ocho días necesarios para completar la purificación y re-dedicación del Templo. Sin embargo, los judíos dieron un salto de fe, confiando en el poder y la promesa de Dios. Y ese es un milagro que podemos abrazar todos los días. Por eso Janucá consiste de ocho días de milagros.
Tan grande fue el milagro, que de acuerdo con la Guemará (Iomá 39a), el milagro se produjo en una de las lámparas de la menorá, incluso durante el período del Segundo Templo, hasta cuarenta años antes de la destrucción del templo.
Esta lámpara de la menorá se conoce como "Ner Maaravi" – la lámpara central de la menorá, la cual ardía en forma milagrosa. Nunca se apagaba. A la noche, cuando el sacerdote iba a prender las llamas de la menorá, veía que la Ner Maaravi seguía prendida desde la noche anterior. El sacerdote quitaba el aceite y la mecha aun encendida, limpiaba el receptáculo, y luego volvía a colocar la mecha encendida y el aceite. Luego encendía todas las demás lámparas con esta lámpara llamada Ner Maaravi – la lámpara central de la menorá.
Según los judíos, cuarenta años antes de la destrucción del templo esta luz se apagó (Talmud, tratado Iomá folio 39a), esto nos lleva a la fecha de la muerte y resurrección de Ieshúa, que tuvo lugar cuarenta años antes de la destrucción del Templo. Según los judíos el milagro de la Ner Maaravi era una señal de que la Presencia de Dios habitaba en el templo del pueblo. Una vez este milagro llegó a su fin después de la muerte y resurrección del Mesías, la señal fue que la Luz de Dios—la Presencia Divina— ya no habitaba en el templo físico construido por mano humana, sino en aquel que crea en Ieshúa como la Luz Verdadera — como está escrito: "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre" (Jn. 1.9).
El milagro consistió que una pequeña cantidad de aceite para la menorá (candelabro), que suficiente, tal vez, para la noche, duró para ocho días.
Si esto es así, entonces Janucá sólo debería de durar siete noches. La primera noche no era realmente un milagro, ya que se tenía aceite suficiente para ella. ¿Por qué, entonces, celebramos por ocho días? ¿Cómo se considera la primera noche como un milagro?
El milagro de la primera noche fue que los judíos encendieron la menorá (candelabro).
Los judíos no tenían nada garantizado, sabiendo que el aceite no era suficiente para los ocho días necesarios para completar la purificación y re-dedicación del Templo. Sin embargo, los judíos dieron un salto de fe, confiando en el poder y la promesa de Dios. Y ese es un milagro que podemos abrazar todos los días. Por eso Janucá consiste de ocho días de milagros.
Tan grande fue el milagro, que de acuerdo con la Guemará (Iomá 39a), el milagro se produjo en una de las lámparas de la menorá, incluso durante el período del Segundo Templo, hasta cuarenta años antes de la destrucción del templo.
Esta lámpara de la menorá se conoce como "Ner Maaravi" – la lámpara central de la menorá, la cual ardía en forma milagrosa. Nunca se apagaba. A la noche, cuando el sacerdote iba a prender las llamas de la menorá, veía que la Ner Maaravi seguía prendida desde la noche anterior. El sacerdote quitaba el aceite y la mecha aun encendida, limpiaba el receptáculo, y luego volvía a colocar la mecha encendida y el aceite. Luego encendía todas las demás lámparas con esta lámpara llamada Ner Maaravi – la lámpara central de la menorá.
Según los judíos, cuarenta años antes de la destrucción del templo esta luz se apagó (Talmud, tratado Iomá folio 39a), esto nos lleva a la fecha de la muerte y resurrección de Ieshúa, que tuvo lugar cuarenta años antes de la destrucción del Templo. Según los judíos el milagro de la Ner Maaravi era una señal de que la Presencia de Dios habitaba en el templo del pueblo. Una vez este milagro llegó a su fin después de la muerte y resurrección del Mesías, la señal fue que la Luz de Dios—la Presencia Divina— ya no habitaba en el templo físico construido por mano humana, sino en aquel que crea en Ieshúa como la Luz Verdadera — como está escrito: "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre" (Jn. 1.9).