Ieshúa sanó a muchas personas durante su ministerio de tres años y medio. Él realizó estas sanidades de varias maneras. Algunas veces con tan solo una orden con su voz, algunas veces con tocar al enfermo, otras veces con su saliva, pero otras veces con el borde de su manto.
Tenemos la historia de la mujer que sufría de flujo de sangre por muchos años. Esta es la historia donde ella en medio de la multitud toca el borde del manto de Ieshúa, para ser sanada: “porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.” (Mt 9.21). Ella inmediatamente fue sanada, y Ieshúa al verla, la felicita por su fe: “y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.” (Lc 8.44)
Pero ¿por qué ella eligió tocar el borde de su manto? ¿Fue una decisión aleatoria o hay algo más allá de lo que leemos?
Existe otro pasaje en los Evangelios que habla del poder curativo del borde del manto de Ieshúa:
Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos. (Mc 6.56)
No solo la mujer con el problema del flujo de sangre buscaba ser sanada tocando el borde del manto de Ieshúa, sino otros también. Muchos querían tocar el borde del manto de Ieshúa para ser sanados.
¿Qué es el borde de su manto? Y ¿por qué la gente está tocándolo para ser sanada?
El Misterio del Borde de su Manto
Con la finalidad de comprender este misterio tenemos que comprender algunos puntos, puntos que nos harán comprender la perspectiva judía detrás de la decisión que tomó tanto la mujer con flujo de sangre como la demás gente, de tomarse del borde del manto de Ieshúa para ser sanados.
¿Qué había de especial en el borde del manto?
Antes que todo, la palabra griega κρεμάννυμι (kremanumi), que se usa en los Evangelios para el “borde” del manto, es la misma palabra griega que aparece en la versión de la Septuaginta (LXX), en Nm 15.39, donde en el texto hebreo se usa la palabra צִיצִת (tzitzit), que significa flecos o franjas:
Y os servirá de franja (צִיצִת / tzitzit o en gr. κρεμάννυμι / kremanumi), para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. (Nm 15.39)
Y también esta palabra griega κρεμάννυμι (kremanumi) que se usa en los Evangelios para el “borde” del manto, se usa para la palabra hebrea כָּנָף (kanáf), que se traduce como “extremo” “punta” o “borde” de algo. En este caso, del manto de Ieshúa:
Te harás flecos trenzados en las cuatro puntas (כָּנָף / kanáf o en gr. κρεμάννυμι / kremanumi) de tu manto con que te cubras. (Dt 22.12)
Estos flecos trenzados que se encontraban en las cuatro puntas del manto eran de color blanco, y uno de color azul: “pongan en cada fleco del borde un cordón de azul.” (Dt 22.12). Estos flecos tenían como finalidad recordarle al israelita los mandamientos de Dios: “…para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis.” (Nm 15.39).
Estos son los mismos flecos de Mt 23.5 en donde Ieshúa critica a los fariseos por alargarlos demasiado con el fin de presumir justicia. Ieshúa dice que ellos “hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres, pues ensanchan sus filacterias, y alargan los flecos de sus mantos.” (Mt 23.5).
Dicho esto, la palabra hebrea כָּנָף / kanáf, que se usa en Dt 22.12 para referirse a las puntas o borde del manto donde se encontraban los flecos trenzados (tzitzit), también significa “ala”, como el ala de un ave. Quizá porque el manto extendido sobre los hombros de un hombre pueden parecer alas. Y se usa en sentido de refugio y protección para aquel que se encuentra en una situación de peligro:
“Diré yo al Eterno: Refugio mío, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas (כָּנָף / kanáf) estarás seguro; escudo y adarga es su verdad." (Salmo 91.2-4).
Con esta metáfora, el salmista enseña que el que se confía al Eterno está en la situación de la cría bajo las alas de la madre. Como el ave hace con sus crías, que al cubrirlas con sus alas los mantiene en calor, y los protege de cualquier peligro. Así el Eterno nos protege y nos guarda de todo mal.
Hasta entonces, hemos aprendido que los flecos trenzados colocados en el borde del manto son llamados en hebreo צִיצִת (tzitzit), y representan los mandamientos de Dios: “para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno”(Nm 15.39). También hemos aprendido que la palabra hebrea para “borde” del manto, donde son colocados los flecos trenzados (צִיצִת, tzitzit) son llamados en hebreo כָּנָף (kanáf). Y que כָּנָף (kanáf) no solo significa “borde” o “punta” del manto, sino también “alas”, y que se usa en sentido de refugio, como las crías se refugian bajo las alas de su madre. Y tomarse del כָּנָף (kanáf) o borde del manto, era tomarse también del צִיצִת (tzitzit) o flecos trenzados que se encontraban en el borde del manto.
Dada esta información, presento de nuevo la pregunta de este tema, ¿por qué la mujer con flujo de sangre vio el borde del manto o los tzitzit de Ieshúa como fuente de sanidad?
Ieshúa sanaba con el borde de su manto o con sus tzitzit con la finalidad de mandar un mensaje de gran importancia acerca de su posición como el Redentor y Mesías esperado por el pueblo de judío.
En el libro del profeta Malaquías, en donde se habla de la venida del Mesías y del Reino del Cielo en la tierra, en Malaquías 4.2, el profeta dice:
“Sin embargo, para ustedes que temen mi nombre, se levantará el Sol de Justicia con sanidad en sus alas. Saldrán libres, saltando de alegría como becerros sueltos en medio de los pastos.” (Malaquías 4.2)
En esta profecía la Escritura promete enviar al Sol de Justicia. El Sol de Justicia es un título para el Mesías según intérpretes judíos (Shemot Rabá, sec. 31.fol 134b) como cristianos. En la misma transfiguración dice que el rostro de Ieshúa resplandeció como el sol (Mt 17.2, cp. Rev 1.16).
Esta profecía dice que el Sol de Justicia, es decir, el Mesías, vendría con “sanidad en sus alas”. La palabra hebrea aquí es מרפא (marpé) y significa “sanidad” y no “salvación” como traducen algunas versiones. Y la palabra hebrea traducida aquí como “alas” es la palabra que hemos venido estudiando, la palabra כָּנָף (kanáf), que significa también “borde” del manto, y su referencia es a los tzitzit que se encuentra en el borde del manto, como vimos hace un momento. Por lo tanto, podemos entender en esta profecía, que el Mesías vendría con sanidad en su kanáf (o borde de su manto), o que el Mesías vendría con sanidad en los tzitzit (flecos) de su manto.
Teniendo en mente esta profecía junto con la historia de la mujer con flujo de sangre, podemos entender por qué ella deseaba tocar el borde del manto de Ieshúa. También entendemos por qué al hacerlo ella fue sanada, y entendemos por qué Ieshúa le dijo “tu fe te ha redimido.” ¿Fe en qué? Fe en el cumplimiento de la profecía del profeta Malaquías, que Ieshúa era el Sol de Justicia, el Mesías, que vendría con sanidad en el borde o tzitzit de su manto. La fe de esta mujer demostró que ella creía que Ieshúa era el Mesías prometido y esperado por el pueblo judío, que él era el Sol del Justicia predicho por el profeta Malaquías, y que había sanidad en el borde o tzitzit de su manto. Fue sin duda un acto de fe. Ella en su interior creyó que Ieshúa era el Mesías prometido, y lo demostró con sus obras.
Mencionamos también que la palabra כָּנָף (kanáf), que significa tanto "ala" como "borde" de un manto, alude en la Escritura al refugio y providencia divina. Esta mujer, como todos aquellos que fueron sanados por el borde o tzitzit del manto de Ieshúa, encontraron en Ieshúa un refugio para ser redimidos, para ser perdonados de sus pecados y para ser sanados.
Y luego, ella no fue la única que fue sanada por el borde o tzitzit del manto de Ieshúa: “Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.” (Mc 6.56)
Ieshúa demostró que el borde o tzitzit de su manto contenían propiedades curativas. Este milagro fue especial, pues confirmaba lo dicho por Ieshúa, que él era el Mesías esperado por el pueblo judío, y que él era el Hijo de Dios. El hecho de que el borde o tzitzit del manto de Ieshúa curaba a los enfermos revela quien realmente es Ieshúa, de manera que él mismo dijo: "Las obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí." (Jn 10.25).
Tenemos la historia de la mujer que sufría de flujo de sangre por muchos años. Esta es la historia donde ella en medio de la multitud toca el borde del manto de Ieshúa, para ser sanada: “porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.” (Mt 9.21). Ella inmediatamente fue sanada, y Ieshúa al verla, la felicita por su fe: “y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.” (Lc 8.44)
Pero ¿por qué ella eligió tocar el borde de su manto? ¿Fue una decisión aleatoria o hay algo más allá de lo que leemos?
Existe otro pasaje en los Evangelios que habla del poder curativo del borde del manto de Ieshúa:
Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos. (Mc 6.56)
No solo la mujer con el problema del flujo de sangre buscaba ser sanada tocando el borde del manto de Ieshúa, sino otros también. Muchos querían tocar el borde del manto de Ieshúa para ser sanados.
¿Qué es el borde de su manto? Y ¿por qué la gente está tocándolo para ser sanada?
El Misterio del Borde de su Manto
Con la finalidad de comprender este misterio tenemos que comprender algunos puntos, puntos que nos harán comprender la perspectiva judía detrás de la decisión que tomó tanto la mujer con flujo de sangre como la demás gente, de tomarse del borde del manto de Ieshúa para ser sanados.
¿Qué había de especial en el borde del manto?
Antes que todo, la palabra griega κρεμάννυμι (kremanumi), que se usa en los Evangelios para el “borde” del manto, es la misma palabra griega que aparece en la versión de la Septuaginta (LXX), en Nm 15.39, donde en el texto hebreo se usa la palabra צִיצִת (tzitzit), que significa flecos o franjas:
Y os servirá de franja (צִיצִת / tzitzit o en gr. κρεμάννυμι / kremanumi), para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. (Nm 15.39)
Y también esta palabra griega κρεμάννυμι (kremanumi) que se usa en los Evangelios para el “borde” del manto, se usa para la palabra hebrea כָּנָף (kanáf), que se traduce como “extremo” “punta” o “borde” de algo. En este caso, del manto de Ieshúa:
Te harás flecos trenzados en las cuatro puntas (כָּנָף / kanáf o en gr. κρεμάννυμι / kremanumi) de tu manto con que te cubras. (Dt 22.12)
Estos flecos trenzados que se encontraban en las cuatro puntas del manto eran de color blanco, y uno de color azul: “pongan en cada fleco del borde un cordón de azul.” (Dt 22.12). Estos flecos tenían como finalidad recordarle al israelita los mandamientos de Dios: “…para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis.” (Nm 15.39).
Estos son los mismos flecos de Mt 23.5 en donde Ieshúa critica a los fariseos por alargarlos demasiado con el fin de presumir justicia. Ieshúa dice que ellos “hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres, pues ensanchan sus filacterias, y alargan los flecos de sus mantos.” (Mt 23.5).
Dicho esto, la palabra hebrea כָּנָף / kanáf, que se usa en Dt 22.12 para referirse a las puntas o borde del manto donde se encontraban los flecos trenzados (tzitzit), también significa “ala”, como el ala de un ave. Quizá porque el manto extendido sobre los hombros de un hombre pueden parecer alas. Y se usa en sentido de refugio y protección para aquel que se encuentra en una situación de peligro:
“Diré yo al Eterno: Refugio mío, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas (כָּנָף / kanáf) estarás seguro; escudo y adarga es su verdad." (Salmo 91.2-4).
Con esta metáfora, el salmista enseña que el que se confía al Eterno está en la situación de la cría bajo las alas de la madre. Como el ave hace con sus crías, que al cubrirlas con sus alas los mantiene en calor, y los protege de cualquier peligro. Así el Eterno nos protege y nos guarda de todo mal.
Hasta entonces, hemos aprendido que los flecos trenzados colocados en el borde del manto son llamados en hebreo צִיצִת (tzitzit), y representan los mandamientos de Dios: “para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno”(Nm 15.39). También hemos aprendido que la palabra hebrea para “borde” del manto, donde son colocados los flecos trenzados (צִיצִת, tzitzit) son llamados en hebreo כָּנָף (kanáf). Y que כָּנָף (kanáf) no solo significa “borde” o “punta” del manto, sino también “alas”, y que se usa en sentido de refugio, como las crías se refugian bajo las alas de su madre. Y tomarse del כָּנָף (kanáf) o borde del manto, era tomarse también del צִיצִת (tzitzit) o flecos trenzados que se encontraban en el borde del manto.
Dada esta información, presento de nuevo la pregunta de este tema, ¿por qué la mujer con flujo de sangre vio el borde del manto o los tzitzit de Ieshúa como fuente de sanidad?
Ieshúa sanaba con el borde de su manto o con sus tzitzit con la finalidad de mandar un mensaje de gran importancia acerca de su posición como el Redentor y Mesías esperado por el pueblo de judío.
En el libro del profeta Malaquías, en donde se habla de la venida del Mesías y del Reino del Cielo en la tierra, en Malaquías 4.2, el profeta dice:
“Sin embargo, para ustedes que temen mi nombre, se levantará el Sol de Justicia con sanidad en sus alas. Saldrán libres, saltando de alegría como becerros sueltos en medio de los pastos.” (Malaquías 4.2)
En esta profecía la Escritura promete enviar al Sol de Justicia. El Sol de Justicia es un título para el Mesías según intérpretes judíos (Shemot Rabá, sec. 31.fol 134b) como cristianos. En la misma transfiguración dice que el rostro de Ieshúa resplandeció como el sol (Mt 17.2, cp. Rev 1.16).
Esta profecía dice que el Sol de Justicia, es decir, el Mesías, vendría con “sanidad en sus alas”. La palabra hebrea aquí es מרפא (marpé) y significa “sanidad” y no “salvación” como traducen algunas versiones. Y la palabra hebrea traducida aquí como “alas” es la palabra que hemos venido estudiando, la palabra כָּנָף (kanáf), que significa también “borde” del manto, y su referencia es a los tzitzit que se encuentra en el borde del manto, como vimos hace un momento. Por lo tanto, podemos entender en esta profecía, que el Mesías vendría con sanidad en su kanáf (o borde de su manto), o que el Mesías vendría con sanidad en los tzitzit (flecos) de su manto.
Teniendo en mente esta profecía junto con la historia de la mujer con flujo de sangre, podemos entender por qué ella deseaba tocar el borde del manto de Ieshúa. También entendemos por qué al hacerlo ella fue sanada, y entendemos por qué Ieshúa le dijo “tu fe te ha redimido.” ¿Fe en qué? Fe en el cumplimiento de la profecía del profeta Malaquías, que Ieshúa era el Sol de Justicia, el Mesías, que vendría con sanidad en el borde o tzitzit de su manto. La fe de esta mujer demostró que ella creía que Ieshúa era el Mesías prometido y esperado por el pueblo judío, que él era el Sol del Justicia predicho por el profeta Malaquías, y que había sanidad en el borde o tzitzit de su manto. Fue sin duda un acto de fe. Ella en su interior creyó que Ieshúa era el Mesías prometido, y lo demostró con sus obras.
Mencionamos también que la palabra כָּנָף (kanáf), que significa tanto "ala" como "borde" de un manto, alude en la Escritura al refugio y providencia divina. Esta mujer, como todos aquellos que fueron sanados por el borde o tzitzit del manto de Ieshúa, encontraron en Ieshúa un refugio para ser redimidos, para ser perdonados de sus pecados y para ser sanados.
Y luego, ella no fue la única que fue sanada por el borde o tzitzit del manto de Ieshúa: “Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.” (Mc 6.56)
Ieshúa demostró que el borde o tzitzit de su manto contenían propiedades curativas. Este milagro fue especial, pues confirmaba lo dicho por Ieshúa, que él era el Mesías esperado por el pueblo judío, y que él era el Hijo de Dios. El hecho de que el borde o tzitzit del manto de Ieshúa curaba a los enfermos revela quien realmente es Ieshúa, de manera que él mismo dijo: "Las obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí." (Jn 10.25).