Instituto Kéter
En el primer día del séptimo mes, Tíshri, la Torá nos instruye a observar el día sagrado de Iom Teruá, cuyo significado es "Día de Aclamación" (Lv 23.23-25; Nm 29.1-6). Este día es una jornada de reposo absoluto, en la cual toda labor está prohibida. Iom Teruá es único, ya que la Torá no detalla su propósito, a diferencia de otros días santos. Pésaj (Pascua) conmemora el Éxodo y marca el inicio de la cosecha de cebada (Éx 23.15; Lv 23.4-14), Shavuot celebra la cosecha de trigo y la entrega de la Torá (Éx 23:16; 34:22; cf. Hch 2), Iom Kipur es un día dedicado a la expiación (Lv 16), y Sucot recuerda el peregrinaje en el desierto y la recolección de productos agrícolas (Éx 23.16). En contraste, Iom Teruá solo requiere un día de reposo. El término Teruá significa "hacer un fuerte sonido", ya sea mediante un shofar o trompeta o el clamor de una multitud al unísono (Nm 10.5-6). Por ejemplo: Sucederá que cuando el cuerno de carnero emita un sonido prolongado, cuando oigan el sonido del shofar, toda la nación gritará un gran clamor, y el muro de la ciudad caerá en su lugar, y el pueblo subirá como un solo hombre contra ella. (Josué 6.5) En la actualidad, el nombre bíblico de Iom Teruá ha caído en el olvido para la mayoría, siendo conocido principalmente como "Rosh Hashaná", que significa literalmente "cabeza del año" y, por extensión, "Año Nuevo". La transformación de Iom Teruá (Día de Aclamación) en Rosh Hashaná (Año Nuevo) es el resultado de la influencia pagana de Babilonia sobre el pueblo judío. El primer paso de este cambio fue la adopción de los nombres babilónicos para los meses. En la Torá, los meses son designados únicamente por números, con excepción del primer mes, como Aviv, Segundo Mes, Tercer Mes, etc. (Lv 23; Nm 28). Durante su exilio en Babilonia, los antepasados comenzaron a utilizar los nombres paganos de los meses babilónicos, un hecho reconocido abiertamente en el Talmud: "Los nombres de los meses llegaron con ellos desde Babilonia". (Talmud de Jerusalén, Rosh Hashaná 1:2 56d) La influencia pagana de los nombres babilónicos de los meses queda reflejada en el cuarto mes, denominado Tamuz. En la mitología babilónica, Tamuz era el dios de la cosecha, cuya muerte y resurrección anual simbolizaban la fertilidad del mundo. En el libro de Iejezquel (Ezequiel), el profeta relata una visión en la que observa a mujeres judías en el Templo, "llorando por Tamuz" (Ezequiel 8.14). Este llanto se debía a que, según las creencias babilónicas, Tamuz había muerto pero aún no había resucitado. En la antigua Babilonia, el lamento por Tamuz ocurría al principio del verano, cuando las lluvias cesaban en el Medio Oriente y la vegetación se marchitaba bajo el sol abrasador. Hoy en día, el cuarto mes en el calendario rabínico sigue siendo conocido como Tamuz, un tiempo que perdura como un período de llanto y duelo. Varios de los nombres babilónicos de los meses se incorporaron en los libros posteriores del Tanaj (AT), aunque siempre acompañados por los nombres tradicionales de los meses de la Torá. Un ejemplo de esto se encuentra en Ester 3.7: "En el primer mes, que es el mes de Nisán, en el duodécimo año del rey Ajashverosh." Este versículo comienza mencionando la designación del mes ("Primer Mes") y luego lo traduce a su equivalente babilónico ("que es el mes de Nisán"). Para el tiempo de Ester, todos los judíos vivían bajo el Imperio Persa, cuyo gobierno había adoptado el calendario babilónico para la administración civil. Inicialmente, los judíos empleaban los nombres babilónicos de los meses junto con los tradicionales de la Torá, pero con el paso del tiempo, los nombres de la Torá fueron cayendo en desuso. Conforme el pueblo judío fue adoptando los nombres babilónicos de los meses, se hizo más vulnerable a otras influencias provenientes de Babilonia. A pesar de que muchos judíos regresaron a Judea tras el fin oficial del Exilio en el 516 a.C., los antecesores de los rabinos se quedaron en Babilonia, donde el judaísmo rabínico comenzó a desarrollarse lentamente. Hombres como Hilel I nacieron y fueron formados en Babilonia. En realidad, Babilonia siguió siendo el centro del judaísmo rabínico hasta la caída de la Gaonía en el siglo XI d.C. El Talmud Babilónico refleja claramente la influencia del paganismo babilónico, al punto de que ciertas deidades paganas se transforman en ángeles y demonios dentro de sus textos. Una de las áreas en las que se refleja la influencia religiosa babilónica es en la transformación de Iom Teruá en una celebración de Año Nuevo. Desde tiempos remotos, los babilonios empleaban un calendario lunisolar que guardaba notables similitudes con el calendario bíblico. Esto hizo que Iom Teruá coincidiera frecuentemente con el festival babilónico de Año Nuevo, conocido como "Akitu". Este festival se celebraba en el primer día de Tíshri, coincidiendo con Iom Teruá, que también ocurría en el primer día del Séptimo Mes. Cuando los judíos adoptaron el nombre babilónico "Tíshri" para el Séptimo Mes, se allanó el camino para que Iom Teruá se transformara en una versión judía del Akitu. Sin embargo, los rabinos no querían aceptar el Akitu de manera literal, por lo que lo adaptaron a su propia tradición al cambiar el nombre de Iom Teruá (Día de Aclamación) por Rosh Hashaná (Año Nuevo). La ausencia de una razón explícita en la Torá para la observancia de Iom Teruá facilitó que los rabinos proclamaran este día como el inicio del Año Nuevo judío. Es bastante inusual considerar Iom Teruá como el inicio del Año Nuevo. Este día festivo bíblico corresponde al primer día del Séptimo Mes. Sin embargo, en el marco de la cultura babilónica, tal celebración resultaba completamente natural. Los babilonios conmemoraban el Akitu, su festival de Año Nuevo, dos veces al año: una vez el primer día de Tíshri y nuevamente seis meses después, el primero de Nisán. La primera festividad babilónica de Akitu coincidía con Iom Teruá, mientras que la segunda se alineaba con el verdadero Año Nuevo de la Torá, es decir, el primer día del Primer Mes. A pesar de que los rabinos proclamaron que Iom Teruá debía ser considerado el Año Nuevo, no podían pasar por alto que el primer día del “Primer Mes” en la Torá, tal como su nombre lo sugiere, también representaba un inicio del año. No podían fácilmente refutar esto, especialmente cuando Éxodo 12.2 lo menciona explícitamente. "Este mes será para ustedes el principio de los meses; será el primero de los meses del año." (Éxodo 12.2) Este versículo se refiere a la celebración de Pésaj (Pascua), que se celebra en el Primer Mes, en el mes de Aviv. A partir de este pasaje, los rabinos no podían refutar que el primer día del Primer Mes representaba un Año Nuevo bíblico. Sin embargo, en el contexto cultural de Babilonia, donde el Akitu se celebraba como el Año Nuevo dos veces al año, tenía lógica que Iom Teruá se considerara un segundo Año Nuevo, a pesar de que se celebrara en el Séptimo Mes. En contraste con las prácticas del paganismo babilónico, la Torá no sugiere ni establece que Iom Teruá tenga relación alguna con el Año Nuevo. De hecho, la Fiesta de Sucot (Cabañas), que ocurre dos semanas después de Iom Teruá, es mencionada en un versículo como "el fin del año" (Éx 23.16), que es una expresión técnica para el equinoccio. Sería comparable a llamar al 15 de enero en el calendario occidental moderno "el fin del año". Si la Torá hubiera querido designar a Iom Teruá como el Año Nuevo, no describiría Sucot de esta manera. Cuenta del Año SabáticoLa Torá establece que el inicio de un año sabático (shemitá) se vincula al mes de Aviv (también conocido como Nisán), no al mes de Tishrí. Este principio puede observarse a través de eventos clave en las Escrituras que destacan el papel del primer mes como un momento de renovación.
En Génesis 8.13, se menciona que, tras el diluvio, en el primer mes y el primer día del año, las aguas se secaron y Noé pudo contemplar la tierra seca. Este momento representa un nuevo comienzo para la humanidad, señalado en el primer mes del calendario bíblico. De manera similar, cuando los hijos de Israel entraron en la Tierra Prometida, lo hicieron también en el primer mes. Según Josué 4.19, cruzaron el Jordán el décimo día del mes de Aviv, y poco después celebraron la Pe´saj, como se indica en Josué 5.10. Este evento marcó el inicio de su establecimiento en la tierra, cumpliendo con la instrucción de Levítico 25.2: “Cuando entren en la tierra que Yo les doy, la tierra guardará un año de descanso para el Eterno”. Dado que este fue el primer año en la tierra y se observa como un shemitá, parece lógico concluir que todos los años sabáticos futuros se contarían desde este primer mes (Aviv). Este patrón refuerza la conexión entre Aviv como el inicio del ciclo de redención y restauración, en lugar del séptimo mes (Tishrí), tradicionalmente asociado con la conmemoración de las festividades otoñales. |
AutorIejezquel b. Israel (Arturo Soto) Categorías
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