Dijo Kéfa a Ieshúa en hebreo: אדני את־כל אתה יודע-"Adoní, et-kol atá iodéa" o en arameo: מָרי כֻּל מֵדֵּם אַנתּ חָכֵם-"Marí, kul medem ant jajém." Esto es, "Señor, tú lo sabes todo" (Jn. 21.17).
Pero que con respecto a Marcos 13.32, que dice: "Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre" lo que Kéfa dijo sobre Ieshúa parece ser una afirmacion contradictoria, ¿conocía o no todas las cosas?
Por la traducción de este texto, algunos piensan que Ieshúa desconoce el día y la hora de su venida, porque ese el mensaje que se entiende cuando se leen la mayoría de versiones bíblicas traducidas al español. Voy a demostrar simple y sucintamente que Ieshúa si conoce el día y la hora de su venida, pero no lo dará a conocer.
Puede parecer extraño, que el Hijo, quien declaró que vendría antes de la generación de la que se habla en Mc 13, y quien en la profecía había venido señalando los diversos signos por los que los discípulos pudieran prever su aproximación, no conozca el día ni la hora, o el tiempo particular de su propia venida. Esta dificultad algunos tienden a obviar, suponiendo que nuestro Redentor habló de sí mismo aquí como un ser humano restringido al poder de la omnisciencia. Pero la palabra “Padre” seguido de la palabra “Hijo” en la oración, indica que él hablaba de sí mismo como el Hijo de Dios, y no como un ser humano. Además, la gradación en la frase parece prohibir esta solución. Porque siendo el Hijo mencionado después de la mención de los ángeles, e inmediatamente antes de la mención del Padre, se declara por lo tanto como más excelente que los ángeles, y que no está en respecto a una naturaleza humana, y por lo tanto no se puede suponerse que hablaba de sí mismo bajo la naturaleza humana. Otros tienden a objetar al Unigénito de Dios la ignorancia de este día y hora, para concluir que no ha nacido Dios de Dios, en esa perfección de naturaleza por la cual es Dios. Pero el sentido común dice que ¿cómo es posible que el autor de todo lo que es y será (Jn. 1.3; Col 1.16) ignore el día de su venida? ¿Cómo puede existir el conocimiento fuera de Aquél en quien se contiene todo lo que ha de ser hecho y en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col. 2.3)? Si en él existen todos los tesoros de la sabiduría, y más que eso, es la sabiduría y poder de Dios (1 Cor. 1.24), no puede ignorar ese día ¿Ignorará, pues, aquel día, que es el de su venida?
La traducción correcta del pasaje, en mi opinión, ofrece una mejor solución.
La palabra οιδεν (lit. “conocer” o “saber”) usada en este pasaje “Pero de aquel día y de la hora nadie οιδεν (“sabe”)”, aquí parece tener la conjugación hebrea Hifil, que en los verbos que denotan acción, hace que la acción, sea la que sea, pase a otro. Por lo cual οιδεν, que significa propiamente, “saber”, utilizado en el sentido de la conjugación Hifil, significa, “hacer saber a otro”, “declarar” o “mostrar”. Sin disputa alguna esta palabra tiene este significado, en 1 Co 2.2 dice: "Pues me propuse “no saber” (εἰδέναι) entre vosotros cosa alguna sino a Ieshúa el Mesías, y a éste crucificado", es decir, Decidí “dar a conocer”, a promulgar entre vosotros, a nadie más que a Ieshúa el Mesías.
Para dar más apoyo a esta lectura del texto en cuestión, la lectura de la Escritura hebrea, en Números 16.4-5, dice:
Pero que con respecto a Marcos 13.32, que dice: "Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre" lo que Kéfa dijo sobre Ieshúa parece ser una afirmacion contradictoria, ¿conocía o no todas las cosas?
Por la traducción de este texto, algunos piensan que Ieshúa desconoce el día y la hora de su venida, porque ese el mensaje que se entiende cuando se leen la mayoría de versiones bíblicas traducidas al español. Voy a demostrar simple y sucintamente que Ieshúa si conoce el día y la hora de su venida, pero no lo dará a conocer.
Puede parecer extraño, que el Hijo, quien declaró que vendría antes de la generación de la que se habla en Mc 13, y quien en la profecía había venido señalando los diversos signos por los que los discípulos pudieran prever su aproximación, no conozca el día ni la hora, o el tiempo particular de su propia venida. Esta dificultad algunos tienden a obviar, suponiendo que nuestro Redentor habló de sí mismo aquí como un ser humano restringido al poder de la omnisciencia. Pero la palabra “Padre” seguido de la palabra “Hijo” en la oración, indica que él hablaba de sí mismo como el Hijo de Dios, y no como un ser humano. Además, la gradación en la frase parece prohibir esta solución. Porque siendo el Hijo mencionado después de la mención de los ángeles, e inmediatamente antes de la mención del Padre, se declara por lo tanto como más excelente que los ángeles, y que no está en respecto a una naturaleza humana, y por lo tanto no se puede suponerse que hablaba de sí mismo bajo la naturaleza humana. Otros tienden a objetar al Unigénito de Dios la ignorancia de este día y hora, para concluir que no ha nacido Dios de Dios, en esa perfección de naturaleza por la cual es Dios. Pero el sentido común dice que ¿cómo es posible que el autor de todo lo que es y será (Jn. 1.3; Col 1.16) ignore el día de su venida? ¿Cómo puede existir el conocimiento fuera de Aquél en quien se contiene todo lo que ha de ser hecho y en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col. 2.3)? Si en él existen todos los tesoros de la sabiduría, y más que eso, es la sabiduría y poder de Dios (1 Cor. 1.24), no puede ignorar ese día ¿Ignorará, pues, aquel día, que es el de su venida?
La traducción correcta del pasaje, en mi opinión, ofrece una mejor solución.
La palabra οιδεν (lit. “conocer” o “saber”) usada en este pasaje “Pero de aquel día y de la hora nadie οιδεν (“sabe”)”, aquí parece tener la conjugación hebrea Hifil, que en los verbos que denotan acción, hace que la acción, sea la que sea, pase a otro. Por lo cual οιδεν, que significa propiamente, “saber”, utilizado en el sentido de la conjugación Hifil, significa, “hacer saber a otro”, “declarar” o “mostrar”. Sin disputa alguna esta palabra tiene este significado, en 1 Co 2.2 dice: "Pues me propuse “no saber” (εἰδέναι) entre vosotros cosa alguna sino a Ieshúa el Mesías, y a éste crucificado", es decir, Decidí “dar a conocer”, a promulgar entre vosotros, a nadie más que a Ieshúa el Mesías.
Para dar más apoyo a esta lectura del texto en cuestión, la lectura de la Escritura hebrea, en Números 16.4-5, dice:
וישׁמע משׁה ויפל על־פניו׃ וידבר אל־קרח ואל־כל־עדתו לאמר בקר וידע יהוה את־אשׁר־לו ואת־הקדושׁ והקריב אליו ואת אשׁר יבחר־בו יקריב אליו׃
“Y lo oyó Moshé, y cayó sobre su rostro, y habló a Kóraj y a todo su séquito, diciendo: Mañana IHVH “hará saber” (ידע-iodá) quién le pertenece: al consagrado lo hará acercarse; al escogido lo aproximará a él.”
El hebreo ידע literalmente significa “conocerá”, es decir que “mañana” —según la letra— Dios “conocerá” quien de los hombres israelitas le pertenece. A pesar de la traducción literal de esta palabra, como si se estuviera indicando que Dios desconocía quien le pertenecía desde ese momento hasta que le fuese revelado al día siguiente, no debe de entenderse ni traducirse de esta manera porque Dios —que es omnisciente— sabe todas las cosas de antemano. Y sería una incoherencia decir que en algún momento Dios desconocía quién le pertenecía o que hubo algo escondido de él. La traducción correcta —tal y como lo han hecho la mayoría de versiones bíblicas— es, “hará conocer”, es decir, “mañana Dios “hará conocer” (ידע-iodá) —a todo el pueblo—, quien le pertenece”. De la misma manera, cuando Ieshúa dice que él no “conoce” el día ni la hora, se ha de entender que no lo dará a conocer, esto es, que lo sabía pero no puede darlo a conocer a sus discípulos. Esto se debe a que el término “conocer” se usa aquí como un causativo, en el sentido hebreo de la conjugación Hifil, es decir, “dar a conocer”.
Como segundo ejemplo de la Escritura hebrea, tal y como fue dicho a Abraham (Gén. 22.12): “Ahora conozco (iadati-ידעתי) que temes a Dios”, esto es, ahora he hecho conocer que me temes. ¿O acaso Dios omnisciente —conocedor de todas las cosas— desconocía que Abraham le temía? Saadia ben Ioséf —882-942 EC—(סעדיה בן יוסף) conocido también como Saadia Gaón (סעדיה גאון), un prominente rabino, filósofo y exegeta judío del período de los Gueoním (גְּאוֹנִים- título honorífico dado a los Presidentes de las Academias Judías de Torá en Babilonia), conocido por sus estudios sobre gramática hebrea, en la obra de Aben Ezrá, en ver. 1, interpreta este texto: “Yo he dado a conocer”, es decir, a ti y a los demás. He dado a conocer a todo el mundo, a todo el que escuche o lea este relato, que Abrahám era un hombre temeroso de Dios.
Lo mismo es aplicado al caso presente sobre lo que Ieshúa dijo. El Padre lo puede dar a conocer cuando le plazca, pero nadie mas esta autorizado a hacerlo, ni hombre, ángel, ni el Hijo. De modo que la traducción correcta de este pasaje es: “Pero de aquel día y de la hora nadie dará a conocer, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. Y el sentido es, que nadie tiene la autoridad de revelar el día y la hora de la venida del Redentor sino es autorizado por el Padre, porque el Padre puso los tiempos en su propio poder (Hch 1.7). Y nos lo ocultó porque así nos convenía, pues si ignorando la fecha exacta no nos cuidamos del fin, ¿qué haríamos si la conociéramos? Por ello debe vigilar todo creyente, para que no le halle desprevenido la venida del Redentor, pues hallará desprevenido aquel día a todo el que no esté prevenido el último día de su vida.
Entendamos pues, que el Redentor dice que el "Hijo no sabe" en el sentido de que él no hará que sea conocido, es decir, no lo revelará.